Capítulo 11: Hago cosas raras.
Ryan.
Impresionar: dejar una alteración, una imagen, una idea de ti mismo en otros. Algo difícil de borrar, y aún más difícil tratar de borrar viejas impresiones que fueron terribles.
Quería impresionar a mi familia, pero también quería que alguien me dijera que así como me recordaban estaba bien: no necesitaba nada más.
No quería ser el niño que esperaba dentro de la iglesia por horas a su padre, quien nunca llegaba y solo recibía dinero a cambio para que comprara un poco de comida y algún dulce. No quería esperar allí todo el tiempo, porque mi hermano ya no estaba para decirme que mejor me fuera ni Alec para molestarme en el momento en que saliera.
Bueno, Alec sigue por aquí.
Arrugué la nariz al recordar su enfermedad. Sacudí la cabeza varias veces para no desconcentrarme de las tareas, suspiré y presioné mi lápiz una vez más. La respuesta saldría en algún momento, porque mi tarea de sociología para el departamento de ciencias sociales no se realizaría sola.
—Carajo, esta da muchos puntos a mi carrera y no logro conectar cerebro. —Maldecí, dejando ir el lápiz sobre el escritorio antes de cerrar el libro de golpe.
Tenía otras tareas pendientes así que me agaché para buscar en el cajón mis demás apuntes. Sacudí mis piernas al sentir mi estómago rugir. Había tomado una ducha y comenzado a estudiar sin siquiera ponerme gel o bajar a comer. Me sentía preso pero al mismo tiempo sabía que estos estudios de más solo eran trabajos disfrazados de forma divertida por Alec para que yo no me estresara el doble.
Quiero ir al cine, o al menos tener una cita con Katie.
Desvié los ojos por la oscura madera hasta arrastrarlos fuera de la ventana, junto a la litera. Había una nube solitaria en medio del cielo azul cobalto. Parecía un trozo de algodón para curar heridas, como si a alguien se le hubiera caído y este se hiciera tan grande al punto de volar. Y se extendía poco a poco hasta deformarse como si el agua le cayera encima.
Me estaba riendo de solo pensar en la nube, también de que yo era algo estúpido como para distraerme con eso e imaginar que allí vivía un gigante.
—¡RYAN HAMMER! —Escuché el grito en el momento justo cuando la puerta casi salió volando por el golpe.
Alec Skinner entró con los brazos bien abiertos, gritando mi nombre, y una sonrisa gigante que nunca había visto antes. Me costó asimilar por un momento que era la misma persona amargada que me encontré meses atrás. Vestía con una playera de rayas y unos shorts que le llegaban a las rodillas, el estilo perfecto para esta tarde calurosa.
—¡Ryan! —Gritó más fuerte en la misma posición, sin adentrarse al dormitorio.
—¡¿Qué?! —Le devolví el grito.
—¡Chloe me escribió para que volvamos a salir!
Sus ojos redondos me parecieron enormes en ese momento, o solo era la ilusión porque comenzó a correr hacia mi sitio como si se fuera a lanzar encima para darme un abrazo.: sí, un abrazo.
No me levanté, me limité a mirar sorprendido hasta que nuestros ojos se encontraron y él hizo que sus manos se golpearan a sí mismas.
Chocó contra mi escritorio para detenerse y ocultó su cara por la vergüenza.
—Entonces eso fue lo que... pfff —escupí una risilla. Me enserié de inmediato para ignorar lo sucedido—. Pasó con... pff, espera, JAJAJA.
—Sí, Hammer. —Volteó de inmediato con seriedad, como si fuera un niño tratando de mostrarse adulto. Él tampoco llevaba gel como mi recomendación pues tenía el cabello corto, así que se vio más informal que nunca.
—¿Somos un éxito? —Inquirí sonriente, jalándole una mejilla para obligarlo a mirarme de frente.
—Totalmente, espero.
Apartó mi mano de su rostro y retrocedió para sacar la silla de su escritorio y sentarse junto a mí. Dijo que debía revisar mis tareas así que jugó con sus dedos sobre sus piernas y con la otra mano me quitó mi lápiz para corregir los papeles con los que trabajaba.
Estiré mi espalda, sintiendo de golpe el destrés por haber estado pensando desde hace horas. Desde la cita que tuvo las cosas parecían ir bien, yo estaba escribiendo una que otra cosa para que él improvisara y ahora tenía una oferta de cita por parte de ella, era algo muy bueno.
Alec lucía feliz aunque corregía mis trabajos. No era un tipo que expresara abiertamente sus sentimientos como yo, pero había una pequeña curva en sus labios, sus ojos estaban relajados como sus hombros y hasta parecía tararear algo. Se veía emocionado y ni siquiera entendía qué era, como si las cosas en su vida se fueran acomodando.
Recargué mi mejilla sobre mi mano y me incliné hasta verlo de cerca, un poco bajo, tratando de adivinar lo que pasaba por su cabeza. Era un misterio a decir verdad.
—¿Cómo te volviste tan bueno en los estudios si éramos igual de tontos? —Me reí, preguntándole sin moverme de esa posición.
Alec levantó la vista hacia la pared para pensar, pero la volvió a bajar sin verme de frente. Murmuró algo en tono bajo para hacerse recordar y me respondió después.
—Tuve un tutor excelente —confesó, encogiendo su rostro.
Me incliné un poco más al verlo incómodo. Estiré mi mano para apartar la suya que ocultaba medio rostro. Alec trataba de centrarse en lo que corregía, pero yo aún pensaba en lo raro que era tenerlo allí e imaginar que en algún momento ya no estaría, mi amigo de la infancia estaba enfermo.
—¿Has hablado con...? Ah, sobre el trabajo de modelo... —Rascó su cicatriz, y apretó fuerte los párpados.
—¿No tienes algo que ocultarme, Alec? —Le interrogué, quitando la mano de su cara para verlo mejor.
—¿Qué? ¿Yo? ¿Ocultarte qué?
—Ocultarme tu cara de tlacuache, bebé. —Escupí un mal chiste, sin poder contener mis risas cuando el nerviosismo se le fue y solo el enojo quedó entintado de rojo en su rostro.
—Vete al carajo, Ryan. —Trató de reírse también.
Nos centramos en el trabajo juntos. Me compartió algunas de sus ideas sobre mis trabajos mientras yo le hablaba de que estuve en contacto con la chica de la otra noche para ver cómo sería parte del casting como modelo. Ambos nos escuchamos sin perdernos de ningún detalle.
—¿Hiciste la tarea que nos dejó Daniel? La de escribir una carta hacia alguien a quien queremos. —Saqué a flote el tema sobre nuestro compañero de cuarto, Alec se mostró más relajado con el tema.
Afirmó de inmediato y estiró su torso para alcanzar su escritorio en el otro extremo. Abrió el primer cajón y sacó una gran cantidad de papeles; él revoloteó entre ellos y señaló su carta. Yo también había hecho mi tarea, pero la estaba haciendo pasar por la de alguien enamorado de Chloe para que él pudiera usarlas.
—¿Le escribiste a alguna chica? —Señalé la carta con la intención de que me dejara leerla.
—Nah, es para mis papás. —Me la entregó sin vacile—, pienso enviárselas para que sepan que me está yendo bien en la ciudad y no se preocupen.
La letra de Alec era cursiva, un tanto agresiva con líneas rectas y alargadas que se deslizaban por el papel, y las T se inclinaban como si bajaran la cabeza ante alguien.
«Gracias por siempre llevarme en el camino correcto... Yo de verdad les agradezco sus consejos, aún cuando siento que estoy al límite trato de imaginar las promesas que hicimos, sobre el mundo feliz y no involucrarnos con el mundo natural. Porque todo estará bien, estamos bien y no nos vamos a romper, se los prometo".
—Eres muy cercano a tu familia, ¿verdad? —Asintió. Yo moví mis dedos por el papel, tratando de seguir con la lectura hasta que se volvió incomprensible y dudé sobre lo que leía—. Alec... ¿Por qué hablan... así?
—¿Escribí algo mal? —Alec juntó las cejas, arrebatándome la carta para que él releyera.
—Eres muy religioso, ¿cierto? Es solo que se me hizo raro, sabes que mi familia no es creyente y no estoy familiarizado con sus términos. —Me encogí de hombros y rasqué mi nuca, sintiéndome incómodo—, perdón por no entenderlos.
Alec reaccionó sobre lo que me había dado a leer, o al menos lo poco que alcancé a ver. Se rió y dijo que solo eran cosas tontas, que en realidad no eran términos religiosos sino palabras para suplantarlos que le enseñaron de niño, y a él se le quedó esa forma de hablar con ellos.
Se puso de pie y caminó junto a la ventana para que el aire le pegara al rostro. Continuó explicándome así que giré mi silla para darle más atención.
—Yo le agradezco mucho a mis padres las enseñanzas que siempre me han dado, por eso trato de ser obediente y llegamos a conclusiones en familia; soy Alec Skinner, es el nombre que ellos me dieron después de todo —expresó con una leve sonrisa, que se difuminó al repetir su nombre como si fuera una especie de obligación—. Aunque es raro... que me enseñaran a odiar a los que son como Daniel.
—AAAAAH —grité y me reincorporé fuera de la silla con un pequeño salto para estirarme. Alec casi tira nuestra planta del marco por la ventana—. Vamos, supongo que todo el mundo se equivoca, ¿no?
Estiré mi mano y lo alenté a caminar, o salir a tomar aire. La sacudí varias veces esperando me diera la razón pero bajó la cabeza y negó.
—Ellos nunca se equivocaron al educarme, Ryan..., creo.
Apoyé mi palma sobre su cabeza y tiré de sus hombros para rodearlo.
—Vamos, cariño, lo estás pensando demasiado —continué relajado para quitar el ambiente tenso que le rodeaba. No quería verlo triste en ese momento, estuvo feliz todo el día de no ser porque saqué un tema de su infancia en el que no debía involucrarme—. Caminemos por el campus y me cuentas qué es eso de "el mundo feliz". ¿Sí? Skinner, todo estará bien.
Quisiera prometérselo.
~•~•~•
Después de unos días en que ayudé a Alec para que este volviera a salir con Chloe, yo entregué mis trabajos y tuve un tiempo libre. Lo primero que pasó por mi cabeza fue ALCOHOL, pero mi amigo Kennie no dejaría que saliera con alguna pretendiente, me forzó a que le explicara con detalle porqué carajo me había puesto muy estudioso.
Y para reforzar mi amistad con nuestro compañero, invité a Daniel a tomar para tener una reunión de chicos en las que quieres contar tu vida privada y terminan borrachos en la cajuela de algún carro.
—Así que no traje mi Malibú para que nadie vomite ahí. —Sentencié, tosiendo de forma repentina por ahogarme con la misma bebida.
Kennie vestía con su característico chaleco y miraba a Daniel, que en el otro extremo masticaba unos hielos indiferente al frío que estos pudieran brindarle. Llevaba una playera blanca sin mangas y unas cadenas. Los tres dejamos dinero en el centro de la mesa para que pudiéramos ver lo que podíamos gastar, era entre semana así que no nos excederíamos de eso porque no queríamos amanecer con resaca y mucho menos gastar a lo tonto.
—¿Así que hiciste las pases con tu compañero hace como dos meses y no me contaste? —Kennie Conoway entonó con su voz aguda e irritable.
—Sí. —Respondí a secas.
—¿Y qué hacen o qué? ¿Ya no es insoportable? —Kennie metió una aceituna a su boca, sacudiendo su cabeza al ritmo de la música lenta.
El Doggo's bar tenía buenos gustos musicales, pero pocos clientes por el dueño. A mí me parecía un lugar agradable para beber siempre y cuando se respetara el establecimiento. Buena música, una mesa redonda para los tres, y miradas incómodas por haber invitado a dos personas que no se conocían entre ellas.
—Alec Skinner es rarito. —Admitió Daniel, su voz impostada lo hizo sonar gracioso.
No pude contener mi carcajada y le pregunté porqué. Dijo que no sabía y continuó bebiendo como si hubiera visto un muerto.
—¿Se conocen de antes? —El tipo de piel oscura comenzó la ronda de preguntas.
—No le pone de humor el tema. —Kennie siseó.
Me apoyé en la mesa y estiré la mano para empujar el hombro de Kennie. Me preguntó porqué le pegué y le dije que se callara porque iba a contarle a Daniel. Ya no me ponía de malas contar nuestro pasado, Conoway me conoció en el bachillerato cuando yo estaba harto de las personas en el pueblo así que solo escuchó pestes de Skinner.
—Alec y yo éramos mejores amigos, pero maté a su sapo por accidente y comenzó a odiarme. —Daniel torció un ojo, y me señaló cómo acusándome de asesino—, ah, y la cicatriz en su cabeza también fue mi culpa. Lo arrollé con mi bici. Pero a que se ve guapo con ella, ¿verdad?
—Eso explica porqué te trataba como mierda: lo eras. —Bufó el tipo, juzgándome con la mirada. Golpeé su hombro también para que se callara.
La conversación quedó en el aire, aunque sentí que yo era el único aburrido.
—Hablemos de algo que no sea un hombre, ¿vale? ¿Tienes novia, Daniel? —Kennie le hizo plática al otro, quien negó y también trató de ser activo en la charla.
Hablaron de mujeres, películas como Star Wars e incluso de música. Traté de ser parte de los temas, en serio traté, pero estuve con el vaso en la boca fingiendo que bebía mucho para hablar poco. Si para ellos era aburrido hablar de un hombre, pensé que hablar con ellos era peor.
—Extraño a Alec, es más interesante. —Confesé, sacudiendo los hielos dentro de mi vaso mientras pensaba en él.
—Qué. —Daniel se ahogó con su cerveza.
—Ryan también es medio rarito —susurró Kennie, mirándome con los ojos entrecerrados hasta causarme vergüenza—. Hermano, lo dijiste sonriendo, ¿qué esperabas?
—Cállate mierda, yo sí tengo dos huevos. —Clamé con pánico, señalándolo con el índice hasta conseguir que él también se avergonzara.
—RYAN, POR FAVOR —el rubio murmuró al borde del llanto—. Ya deja de mencionarlo. No le hace bien a mi orgullo. ¿Quieres matarme? No hagas esos chistes cuando coges cada fin de semana, ¿vale? Solo paremos de hablar de ese tipo, ya aburre.
—Alec está enfermo.
Daniel dio otro sorbo sin cuestionar nada. Sus ojos negros me miraron por la cola del rabillo. Era un tipo de pocas palabras, no fue necesario que dijera más para entender que era un tema delicado. Kennie, por otro lado volvió a escupir su bebida, pero antes de preguntarme de qué estaba enfermo yo hablé otra vez.
—Quizás no viva mucho, ¿saben? Solo quiero que sienta que tiene amigos así que si lo ven conmigo no lo traten mal, ¿vale? Me voy a molestar mucho. —Pedí, apretando mis muslos debajo de la mesa. Me sentí abochornado por la bebida.
—Vale, hombre —mi amigo hizo un puchero antes de servirse otro trago—. ¿Pero en serio no tienes otro tema interesante? Yo te puedo invitar a un chupe la próxima semana, pero al menos saca algo de conversación, hermano. Me aburro.
—Déjame pensar, amor —le llamé así para molestarle. Puse mis dedos sobre mi barbilla y de forma coqueta le cuestioné—. ¿Creen que los padres siempre tienen la razón?
—Sí y no. —Azotó el vaso de cristal contra la mesa, pero giró un segundo para disculparse antes de seguir con esa mirada de vaquero apunto de clavarme un tiro—, mira que mis papás me rompieron la boca desde pequeño y gracia a ello soy quien soy ahora. Pero... NO ERA NECESARIO ROMPERME LA BOCA, ¿sí? Y aún lo hacen, madre de Dios, pero igual no les habría hecho caso sin eso así que sí: qué bueno que me la rompieron.
—Eso es totalmente contradictorio y estúpido —afirmé indignado—. Pero tienes razón.
—No, la verdad creo que no. —Daniel se opuso.
Él también bajó su vaso como si estuviera por proclamar una conspiración. Kennie y yo nos acercamos lentamente para escucharlo, como un secreto, quizás algo prohibido para hablar pues nos educaban a respetar a nuestros padres desde pequeños. El mayor siempre tenía la razón, y nosotros en nuestros veintes creíamos eso.
—Mis padres se equivocaron, si les hubiera dado la razón no estudiaría aquí; no es porque no me quisieran, pero para ellos los de nuestra clase no tenemos valor y no llegamos a ningún lado —confesó, riéndose mientras le quitaba la botella a Kennie para servirse un shot—. Es bueno cuestionar lo que nos enseñan nuestros padres, quizás podamos enseñarles a ellos algo nuevo.
—Oh...
—¿Era la respuesta que buscabas? —Daniel fue curioso.
—La que quiero que alguien escuche. —Le mostré una gran sonrisa.
Hago cosas extrañas; pero Alec, la verdad te extraño, amigo.
• • •
SÍ, VOLVÍ GAHAHAHAHA.
Perdónenme la vida, ahora sí no habrá tremendo hiatus. Es solo que había dicho que me dedicaría a acabar la primera parte de "Escuela para trastornos y enfermedades" y que no actualizaría otras historias hasta lograrlo. 😩
Me disculpo demasiado. Mis acciones estuvieron totalmente mal y... GAHAHAHA, perdón, no me tomen en serio tampoco. Me alegra que algunos me hayan esperado y me spamearan para que volviera a actualizar.
Hice un dibujito de Chloe esperando a Alec. <3
El siguiente capítulo estará intenso porque va a cambiar mucho la historia. Espero estén preparados, que espero subirlo en unos días y esto no es mentira porque ya lo tengo escrito AH.
¡Nos vemos! Muchísimas gracias por todo, les amo. <3
~MMIvens.
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