Cap 2: La boda

El principe heredero al trono de los demonios jamas imagino ver tanto ajetreo en su clan, todos estaban entre emocionados y enojados por la boda de su principe, preparaban cosas para la familia real que ya debia irse a donde el clan de las diosas para realizar la boda.

Mientras en su habitacion, Meliodas se probaba el traje que su padre habia mandado a hacer para el, un smokin blanco.

Se quedo mirando por unos minutos al espejo y despues suspiro, sentandose en su cama intentando terminar de procesar la informacion que pasaba por su cabeza en esos precisos momentos. Su mente aun no lograba asimilar el hecho de que se iba a casar con alguien del clan de las diosas... y no con cualquiera, sino con el mismisimo Mael de los 4 arcangeles.

Solo habia interactuado con él una vez, y no precisamente en buenos terminos, pues fue cuando tuvo que salvarle el trasero a berlione, y termino plantandole cara.

El sonido de la puerta siendo tocada le llamo la atencion, al grito de "esta abierto" indico a quien fuera que estuviese del otro lado que podia pasar.

Cuando la puerta de la habitacion del principe se abrio, una hermosa mujer se dejo ver al otro lado, su cabello estaba recojido en una trensa que le caia por el hombro, meliodas aveces reia cuando veia ese peinado por recordar como en los libros de fantasia siempre moria una chica con dicho peinado, no le fue dificil reconocer a Gelda, la novia de su hermano más pequeño y miembro de la realeza del clan de los vampiros.

- ¿Que necesitas, gelda?

Solto el más bajo, mirando con su tipica seriedad a la vampira, quien estaba vestida más elegante de lo usual, pues estaba invitada, junto a la familia real y los 10 mandamientos, a la boda del principe.

Esta esbozo una sonrisa compasiva, mientras se sentaba al lado del "pequeño" rubio.

- venia a decir que... felicidades por casarte, aunque lamento que no sea por voluntad propia.

Meliodas solto un suspiro al oir las palabras de su cuñada, movio su cabeza de un lado para el otro, negando, ella no debia sentirse mal  por algo que no es culpa suya.

- no te disculpes gelda, mirale el lado bueno, con esto la guerra santa se acabara, por lo tanto tu y Zeldris podran estar juntos sin problemas por la guerra, estarossa podra intentar echarle el ojo a elizabeth, aunque probablemente lo frienzonee...

Ambos soltaron una suave risa debido al ultimo comentario de Meliodas, el silencio reino por unos segundos, hasta que la voz del padre del rubio hablo indicando que ya era hora de irse.

Se pararon al mismo tiempo y Gelda se aseguro que su cuñado estuviera completamente listo, revisando que el blanco smokin que llevaba no estuviese arrugado y demas.

Cuandi por fin llegaron ambos a donde se encontraban los demas esperando al novio, Gelda fue a donde zeldris, quien al igual que estarossa llevaba un traje negro, y miraban con una sonrisa nerviosa a su hermano mayor.

El rey demonio admiro por unos segundos al mayor de sus hijos, como padre en el fondo se sentia mal por casarlo sin su consentimiento, pero era necesario. Tras hecharle una mirada rapida solto un suspiro algo nostalgico.

- Se que no es la misma situación, pero ese traje fue el mismo que yo use cuando me case con su madre

- ¿A poco ese traje te quedaba?

Los 15 demonios rieron por tal comentario del hijo del medio de la familia real, para despues emprender el viaje al reino de las diosas.

En ese lugar, el otro comprometido no se encontraba menos nervioso que el rubio, miraba su reflejo, asegurandose que su traje estuviera bien puesto, o probablemente elizabeth le mandaria a arreglarselo ... de nuevo.

Ludociel le miraba desde la puerta, aunque ya habian pasado dos días y hoy era la boda, aun no podia asimilar la idea de un miembro del clan de las diosas casandose con un demonio.

Por parte suya, Mael tenia otras dudas, jamas habia siquiera convivido con Meliodas, poco o nada sabia sobre el, ¿como por todos los cielos iba a convivir en matrimonio con el por años?

- Mael... ya es hora

Indico tarmiel, quien recien llegaba, ya los demonios y su prometido estaban por llegar, y el tenia que estar en el altar antes que meliodas por lo que sabia.

Mael salio de su habitacion y se dirigio al gran salon, ya todos las diosas estaban ahi, entre ellas la Deidad suprema que se encontraba lista para llevar a cabo la union.

Por lo que Mael veia la ceremonia se llevaria acabo al estilo de las diosas.

Se coloco en su posicion respectiva, miro por un monento  a la deidad suprema algo confundido

Esta parecio entender lo que aquel joven queria decir

- sí... vivira aqui.

Contesto ella a la pregunta no formulada por el muchacho, quien se sorprendio por aquello.

Al cabo de unos minutos, vio como entraba la familia real, la princesa de los vampiros y los 10 mandamientos, ocupando las sillas frontales.

El rey demonio y meliodas, en cambio, tardaron un poco más en entrar.

Cuando alfin lo hicieron, el rey demonio se coloco junto a la deidad suprema, y meliodas camino hasta el altar desde la entrada.

El principe pudo sentir varias cosas en ese momento.

La lastima de Gelda

La sorpresa de las diosas

El enojo comprimido de sus hermanos

La confusion que compartia con Mael

El enojo de luciel

La mirada compasiva de elizabeth.

Otra cosa que meliodas noto, fue que mientras el llevaba un traje blanco, sus hermanos y prometidos usaban uno negro, ademas, notaba como Mael llevaba un rato ya en el altar.

Genial, ya lo habian tomado como la mujer de la relacion.

Cuando alfin llego al altar, Estarossa tuvo que comprimir una risa por la diferencia de tamaños entre la pareja.

La gran deidad saco un libro de la nada, y empezo a recitar el juramento de boda de los jovenes.

Ya para el final del juramento, la gran deidas hizo la pregunta.

- Meliodas, ¿Aceptas?

El chico contuvo la respiracion unos segundos

- si..

- Mael.. ¿aceptas?

Ludociel, Zeldris y Estarossa estaban apunto de comerse las uñas, la respuesta del arcangel era la definitiva.

- Yo.. acepto.

Entonces, tras esas palabras la diosa cerro el gran libro, y la alfombra que llevaba al altar se lleno de pequeños petalos de cerezo, mientras una niña se acercaba con los aniños de la pareja.

Mael no pudo evitar sentir ternura al ver a la pequeña Merlin traer los anillos al altar.

Cuando llego, los dos comprometidos agarraron su respectivo anillo y se miraron por unos segundos "¿listo, Mael?" "Creo que si" fue lo que se dijeron con la mirada dudosa.

Los anillos fueron colocados, y el beso que unia a las personas en matrimonio, ironico en este caso al ser uno forzado, se dio, las diosas aplaudieron felices, los demonios aplaudieron de manera regular.

Pero la emocion era la misma.

Alfin habria paz entre los clanes.

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