Capítulo 1.
—Alexander, ¿aceptas a Lucia como tu legitima esposa?
—Acepto—respondió el.
—Lucia, ¿aceptas a Alexander como tu legitimo esposo?
Lucia se quedó en silencio, sabia la respuesta que debía de dar, pero tenía miedo de decirla, toda su vida estaba a punto de cambiar por completo, debía de compartir una casa con un hombre, al cual odiaba, si, él era un idiota en todos los sentidos, en esas dos semanas que tuvieron para conocerse nada salió bien entre ellos, pero vamos todo es una farsa, no creo que un matrimonio de mentiras sea tan difícil como uno de verdad. Cuando finalmente se sintió preparada dio su respuesta.
—Acepto—dijo nerviosa.
—Por la ley que me otorga el estado, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.
Alexander se acercó a los labios de Lucia y le plantó un beso, que no significo nada para ninguno, todos comenzaron a aplaudir, pero ellos estaban conteniendo las ganas de vomitar, fingir amarse sería más difícil de lo que ellos pensaban.
Unas horas más tarde todos los familiares de los "recién casados" estaban reunidos en una fiesta, celebrando la felicidad del nuevo matrimonio, aunque esa felicidad no existía para nada, pero vamos, gracias a esto ella recibiría una herencia y el salvaría a su familia de la ruina, así que debían lucir lo más felices posibles.
—Quiero brindar por los nuevos esposos y que su matrimonio sea el mejor de todo—dijo el padre de Lucia alzando una copa con vino.
Todos brindaron, Lucia no entendía porque hicieron una fiesta, solo con firmar el papel bastaba, pero no, todo debía parecer real ya que, si el abogado descubría que se trataba de una farsa, no recibirían la herencia. La fiesta continua con lo tradicional de una boda, ellos fingían felicidad, porque ninguno estaba disfrutando, se suponía que una boda es uno de los mejores momentos en la vida, pero no aplicaba para ellos.
—Alexander, nuestro auto está listo, debemos irnos a nuestra "luna de miel" —dijo Lucia.
—De acuerdo—respondió con una sonrisa fingida, además de una boda, debían tener una luna de miel falsa, pero ese tiempo sería bueno para conocerse mejor.
Se despidieron de sus padres ya que nos los verían por unas semanas, pero antes de comenzar harían una parada en un hotel donde tenían reservación para pasar el resto de la noche. Alexander estacionó el auto, ayudo a bajar a Lucia y entraron al hotel, este no era un hotel normal, era el mejor hotel de la ciudad y además el más caro de todos. Fueron hacia la recepción, dieron sus datos y la recepcionista les dio la llave, pero antes les dijo algo.
—Que disfruten su luna de miel.
Ambos se vieron a los ojos y sonrieron, caminaron hasta el elevador y esperaron a que este llegara a su piso, cuando salieron, el decidió tomarla entre sus brazos, todo debía parecer real, pero nadie los estaba viendo, Lucia le ordenaba que la bajara, pero finamente termino aceptando a que la llevara así, ya que se cansaría menos.
Él abrió la puerta de su habitación, entraron y se dieron una gran sorpresa al ver que estaba enfrente de sus ojos, una habitación decorada con pétalos de rosas y velas aromáticas por doquier, el hotel se había esmerado en esto. Alexander tiro a Lucia en la cama y cerró la puerta, habían vuelto a la normalidad, el idiota de Alexander y la mandona de lucia.
—Pudiste lastimarme—señalo ella.
—Si, si, lo que sea—respondió quitándose la corbata de su cuello.
Lucia se puso de pie y fue al baño para quitarse su estúpido vestido abultado, además de fiesta, luna de miel, tuvo que usar un vestido el cual lo eligió su madre y a ella no le gustaba para nada. Alexander se tumbó en la cama y se quedó contemplando el techo, hasta que Lucía se puso enfrente de él, inmediatamente la miro ya que solo traía puesto lencería.
—¿Estas tratando de seducirme? —preguntó el con una estúpida sonrisa.
—Si—respondió mientras se acostaba a un lado de él.
Ambos se quedaron miraron el techo, la habitación estaba en completo silencio, el ambiente se estaba poniendo demasiado tenso, pero Alexander lo salvo hablando.
—¿Quieres tener sexo?
—¿Es en serio?
—Si, se supone que es nuestra de miel—señalo él.
—Eres un idiota, ¿lo sabias?
—No, pero es bueno que me lo digas, creo que tú me odias y quiero decirte que el sentimiento es mutuo, vivir contigo será demasiado difícil.
—Ni te imaginas Alexander.
—Ya te dije que puedes llamarme Alex, no es necesario tanta formalidad entre nosotros, además odio que me digan Alexander.
—De acuerdo Alex.
—¿Estas seguras de que no quieres sexo? Soy el mejor en la cama y no te arrepentirás.
Ambos rieron ante aquello, pero luego pensaron que un matrimonio falso no sería tan malo como ellos pensaban, al final de todo ambos podrían entenderse, bueno eso se esperaba, pero solo era la primera noche de su matrimonio y como cualquier otro matrimonio muchas locuras y buenos momentos estaban por pasar.
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