C A P Í T U L O 80

Boda.

Sonic.

Explayé mis párpados con lentitud y sutileza, la falta de luz entorpeció mi vista. Pronto, el cansancio me invadió y volví a quedarme dormido.

—¡Ay! Mi cabeza. —Profirió Silver.— Si no supiera que es resaca, te juro que no dudaría en operarme.

Despabilé. Avizoré el lugar, me percaté de un intenso dolor en mi cuello, había pernoctado en una posición muy incómoda: mi cabeza y nuca pasaron la noche casi en un ángulo recto, recargadas en un contenedor de basura, mientras que el resto de mi cuerpo chocaba con el áspero suelo mojado, acabé tan ebrio que dormí sobre un charco.

El derredor consistía en un callejón ubicado en la parte trasera de un bar, con un edificio de condominios al lado. Silver se retorcía de dolor desde el balcón de uno de ellos.

Mi camisa de vestir quedó hecha jirones, mi corbata se esfumó y la tela rosa de mi ropa se hallaba manchada de salpicaduras ennegrecidas.

—¡¿Quién está sangrando?! —Enarqué mis cejas atemorizado.

—Cállate ya, me estás taladrando la cabeza. —Respondió quejumbroso el azabache.

Él había descansado en el hueco formado entre dos contenedores. Encontré mi corbata, Shadow la llevaba amarrada a su cabeza. Me intranquilizó aún más que sus nudillos estuvieran cubiertos de sangre seca, a su vez, su labio estaba partido.

—¿Todos están bien? —Cuestioné en voz alta.

—¿Por qué te tienes que casar hoy? ¿No pudiste hacerlo mañana? —Escuché a Knuckles desde el interior del depósito de basura de la izquierda.

—Fue tu idea lo de la despedida de soltero. —Argumentó el erizo plateado sacando los brazos por la balaustrada del edificio.

El equidna emergió de entre las bolsas de desechos, todos dimos un respingo al notar su rostro hinchado y policontundido.

—Te ves peor de lo que te recordaba. —Opinó Shadow.

—Si Silver no hubiera insultado a la madre de los sujetos de anoche, la historia sería diferente.

—¿Tuvimos una pelea en una cantina? —Indagué riendo.

—Sí, después de que el show dragg terminó. ¿No lo recuerdas? Nos sacaron por eso. —Terció Silver.

—Sólo recuerdo a Shadow queriendo besarme. —Confesé desternillado.

Espoleamos el silencio con estentóreas carcajadas, el erizo de vetas rojas fue el único que se abstuvo de hacerlo, muy probablemente avergonzado por el cómo había atacado a su reputación.

—No pasó tal cosa. —Negó.

—¡Claro que sí! —Defendí.— Knuckles te retó y el "puto si no" fue tu detonante.

Continué desternillándome, escuchaba el ronroneo del motor de los autos que pasaban cerca, los pasos de las masas deambulando por la ciudad y el molesto sonido de los cláxones. Me parecía tan inusual que todos estuvieran tan activos a estas horas.

—Sonic ¿A qué hora es tu boda? —Preguntó Silver.

—A las cuatro de la tarde. ¿Por qué la pregunta?

—¡Son las tres! —Informó el zorro con un alarido sórdido desde el basurero derecho.

Sin esperar comprobación alguna, me incorporé del suelo con un salto. Shadow imitó mi acción, golpeándose la cabeza con los bordes de los vagones.

—¡Vamos ya! —Demandé nervioso.

Silver bajó del balcón ajeno apoyándose con su habilidad psicoquinética aunque sus movimientos torpes demostraban la gran resaca que traía encima; Tails, quien parecía apenas haber despertado siendo el único completamente consciente de la situación, salió de la basura con su pelaje enmarañado. Knuckles se impulsó recargando su peso en el contenedor, teniendo como resultado que éste se volteara sobre él.

—¡No tengo tiempo para esto! —Me dirigí hacia él para ayudarlo a salir del aprieto en el que se había metido.

—Iré por el Jeep. —Ideó Tails siendo acompañado por Shadow.

Alcé el depósito, dejando finalmente a Knuckles ver la luz del día. Silver apartó algunas bolsas para darle paso libre al rojizo.

¡Iugh! Las bolsas están mojadas. —Clamó el erizo. Rodé los ojos.

El equidna logró salir, Silver y yo lo ayudamos a levantarse enredando los brazos de Knux sobre los hombros de cada uno.

Abandonamos el callejón, al dar a la avenida me topé el lívido rostro de mi mejor amigo.

—¿Y el Jeep?

—No está. —Contestó Shadow.

—¡¿Nos lo robaron?! ¿Tienen idea de lo caro que fue alquilarlo? ¡Ahora imaginen pagarlo! —Lloriqueó el chico de ojos dorados.

—Ay. —Torcí la boca con angustia.— Amy me va a dejar.

Amy.

—¿En verdad se me ve bien ese color de sombras? —Consulté mirándome en el espejo.

—Tuvimos tu prueba de maquillaje desde hace como tres semanas, no es tiempo de arrepentirte. —Enunció a modo de regaño.

Rouge leía una revista de moda con sus piernas cruzadas y unos lentes de sol cubriendo su mirada ojerosa, al otro lado del sofá permanecía Blaze, parpadeando con lentitud mientras que una sonrisa ladina adornaba su cara.

—Te ves grandiosa. —Elogió la estilista dando los últimos toques a mi peinado.

Agradecí, pese a lo trabajado que estaba mi rostro con cada detalle dado por los cosméticos, mi vestimenta seguía siendo ropa holgada.

—¿Cuánto falta? Aún no me pongo el vestido, voy a llegar tardísimo.

—Deja que Sonic se hiperventile un poco, esperar unos minutos más no lo va a matar. —Bromeó la gata lila.

—¿Tu idea de diversión es hacerle creer a Sonic que lo dejaré plantado? ¿Qué le espera a Silver? —Reí.

—Ni siquiera he pensado en casarme, estoy conforme con el tipo de relación que llevamos ahora. —Confesó.

—¿No te quieres casar? —Interrogó Rouge apartando su vista de su lectura.

—Pues aún no estoy muy segura, pero es muy probable que no cambie de decisión. No quiero vivir mi vida con rutina familiar.

—¿Y tú Rouge? —Tercié.

Las bisagras de la puerta chirriaron, la perilla se giró y mi madre entró a la habitación. Su mano se posó sobre su boca, me escrutó con una sonrisa ensanchada, posteriormente sacudió sus manos a la altura de su rostro para secar sus lágrimas sin que arruinaran su maquillaje.

—¡Estás preciosa! —Se emplazó frente a mí.— ¿Ya estás lista para casarte y decirle adiós a tu libertad? —Bufoneó cruelmente.

—Estoy algo nerviosa, pero creo que sí. —Respondí riendo risueña.

Un silencio se formó, sin embargo, éste no era para nada incómodo, en su lugar parecía ser de lo más reconfortante.

—¿Y bien Rouge? No me respondiste. —Insistí.

—Por supuesto, ese equidna no se va a salvar de mí. —Dejé salir una carcajada.

—¿Y te piensas casar de blanco? —Burló la felina.

—Uuuh, Rouge te dijo puta. —Incentivé con un envite.

—Tú no te quedas atrás, Pinky. Que no se te olvide que tu despedida incluyó stripper. —Arremetió la murciélago.

—¡Rouge no frente a su madre! —Exclamó Blaze riendo.

—¡Yo no toqué nada, yo no desvestí a nadie, yo no vi nada, yo no hice nada! Ni siquiera lo pedí, tú lo llevaste como "sorpresa". —Justifiqué escuchando a mi madre riendo escándalosamente.

—El pecado no es pecado si al final te arrepientes. —Soltó la blanquecina, sin el mínimo dejo de preocupación en su hablar.

—¡Sigue y te sacó de mi boda! Estoy limpia de toda acusación.

—¿Y por qué no me llevaron a mí?

—¡Mamá!

Sonic.

Me mantuve en la entrada de la casa de Tails junto a Knuckles, escuchando la discusión acalorada entre mi mejor amigo y su novia, ambos estaban invitados. Cream ya se hallaba lista mientras que el zorro apenas volvía de una noche de fiesta. Esto es incómodo.

—¿Crees que quiera hacerme el favor de tapar los moretones con maquillaje?

—No... No lo intentes.

Silver se había marchado a su casa para alistarse y después, dirigirse a la dirección del propietario del Jeep que rentó para mi despedida y, con suerte, salir incólume. Shadow fue a casa para forzar su propia cerradura, al parecer siempre que se emborracha, una mujer conseguía seducirlo al punto de robarle la cartera y todas las pertenencias dentro de ella, en este caso, sus llaves.

Quien necesitaba atenderse con urgencia era yo, pero no podía irme sin mis objetos de valor, los cuales, a manera de prevención, había dejado en casa de Tails antes de partir a mi festejo.

No le daría tanta importancia; pero hace tres días surgió un pequeño accidente con el traje, éste se había roto de la manga del saco, por lo que se lo devolví al costurero, el sujeto saldría por unos días de la ciudad, me entregó una tarjeta con la que al dársela a la encargada, ésta me regresaría mis prendas.

El traje estaría listo desde anoche, aunque obviamente no pude pasar por él, creí que podría hacerlo hoy en la mañana. Craso error.

—¡Ya pueden pasar! —Comunicó el zorro con un grito desde el interior de la morada.

Intercambié una mirada fugaz con Knuckles, atravesamos el marco de la puerta no muy confiados en lo que nos esperaría adentro.

La novia de mi amigo se situaba en la sala con los ojos cerrados y colocando su mano sobre su sien derecha.

—Hola Cream. —Entoné amable.

Sus ojos denotaron incredulidad al notar mi presencia, miró la hora en su reloj de pulso y volvió a mí.

—¿No se supone que tú-.

—Voy un poquito tarde. Bonito vestido por cierto. —Subí las escaleras rumbo a la habitación de Tails.

En el cuarto se encontraba mi apurado camarada recolectando toallas de baño, tropezándose con sus propios pasos acelerados.

—Tus cosas están en el primer cajón del ropero. —Ingresó a su baño para ducharse con la esperanza de lograr arrancarse el hedor de la basura.

Me direccioné al mueble susodicho, abrí el compartimento y metí todo a la bolsa izquierda del pantalón, la derecha había quedado con un hoyo después del desastre de anoche.

—A todo esto, ¿por qué viniste conmigo? —Cuestioné yendo a las escaleras nuevamente.

—Vas a un lugar donde hay trajes y yo debo alquilar uno. —Simplificó Knux.

—¡¿Aún no tienes traje?! —Exclamé saliendo del domicilio.

[...]

Tras haber tenido una riña con la encargada del lugar, me entregó mi vestuario. Caminé a los probadores para cambiarme la ropa y finalmente llegar a mi boda, eran las tres cuarenta y cinco, me quedaban quince minutos para arreglarme.

El local no era muy concurrido, debido a ello tan sólo existían dos cubículos de 60cm×80cm que fungían como probadores. Giré el picaporte de uno, no abrió. Intenté con el segundo, mismo resultado; ambos estaban ocupados. ¡Pero si el lugar siempre está vacío! ¿Por qué justo hoy hay clientela?

Miré la hora en un reloj de pared, me decidí a fulminar mi dignidad para salvar mi matrimonio.

A un costado del probador derecho comencé a desvestirme, despojándome de la camisa hecha añicos. Knuckles deambulaba por la zona, arqueó una ceja por mi rara conducta.

—¡Deja de verme y escoge un traje! —Ordené cubriendo mi torso desnudo con una nueva camisa de un blanco impoluto.

Miré a los lados, a excepción del equidna, nadie me había visto. Con rapidez bajé mi pantalón de mezclilla, no logré quitarlo, se atoró con mis tenis. Estaba tan apurado que había pasado por alto sacármelos.

Conseguí arrancarme la prenda a base de tirones quedando semidesnudo a plena vista. Proseguí a usar el negro pantalón de vestir.

El sonido de la puerta siendo deslizada me provocó alzar la vista, topándome con una señora de la tercera edad saliendo del probador y acuchillándome con la mirada. Dando como resultado un contacto visual muy largo e incómodo entre una anciana y yo, con los pantalones a la altura de la rodilla.

—¡Estás enfermo! —Bramó otorgándome un golpe con su bolso de mano.

—¡Espere! No es lo que pare-. —Percutió mi cabeza nuevamente.— ¡Yo no-. —Volvió a pegarme.— ¡Knuckles! —Llamé empezando a huir mientras me trataba de subir los pantalones.

Rouge.

—Estoy muy nerviosa. —Comentó eufórica.— ¿Creen que él ya esté esperándome?

—Con lo paranoico que se pone Sonic con este tipo de cosas, imagino que sí. —Respondí.

El padre de Amy abrió la puerta de la camioneta, Blaze entró primero. Ambas ayudamos a la eriza a arribar sin tener que preocuparse por su peinado o vestido.

Mi teléfono celular sonó antes de ingresar al vehículo. Revisé el nombre del contacto, Knuckles.

—Espérenme un segundito. —Pedí caminando fuera del auto.— ¿Knuckles?

—La cagamos. —Contestó mi interlocutor.

—¡¿Quieres dejar de hacerme sentir parte de la trilogía de "The Hangover" y ayudarme con esta vieja loca?! —Escuché en la línea.

—¿Ese era Sonic? —Indagué.

—Ah sí, una anciana lo está azotando en boxers.

—¿Eh?

—Sonic necesita que Amy le dé un tiempo.

—No, no, no, aguarda, me perdí. ¡¿La quiere terminar el mismo día de su boda? ¡Y no sólo eso! Es tan descarado como para pedirlo mientras está con una milf.

—No, no, esa clase de tiempo no. ¿Una milf? ¿De qué hablas?

—¿De qué hablas tú?

—¿Ya están en el lugar?

—Vamos en camino.

—Tienes que conseguirnos tiempo, retrasa a Amy unos veinte minutos más. —Rogó.

—¿Se puede saber en qué lío se metieron?

—Es una larga historia y no recuerdo como la mitad. Debo ir a quitarle la anciana de encima a Sonic, nos vemos. —Colgó.

¿Qué demonios acaba de pasar?

Aún sin poder digerir aquel pedido tan peculiar, andé sobre mis pasos y subí al automóvil.

—¿Quién era? —Indagó Blaze.

—Eh... La hipoteca.

Sonic.

Corrí con Knuckles en mi espalda por la ciudad, maldije el haber creído que sería buena idea hacer el festejo en las afueras.

—¿Qué haces? Ésta es la ruta larga.

—Lo sé, pero en la corta no hay mercado.

—¡Son las tres cincuenta y cinco! Vamos tarde a tu propia boda ¿y te preocupas por si pasamos al mercado o no?

—Sí, justo eso. —El de rastas guardó silencio.

—Ok... Confieso que no esperaba que me dieras la razón.

Frené al llegar a la estructura hecha de ladrillos rojizos, crucé brioso por los pasillos con vendedores pregonando sus productos.

Mostré indiferencia ante todos hasta dar con la zona de perfumería. Me acerqué a cada puesto y me rocié las muestras.

—¿Perfume? ¿En serio?

—Ya me casé ebrio una vez, no quiero oler a alcohol y cigarro en mi boda real. —Expliqué.— Deberías de hacer lo mismo, tú dormiste en la basura.

[...]

Me adentré al sitio corriendo, los invitados permanecían sentados en las sillas de madera adornadas con tela de colores cálidos, conversaban entre ellos y miraban constantemente hacia atrás con la esperanza de ver a los novios.

Caminé por la diestra del lugar en busca  de mi familia nuclear, por supuesto, tuve que saludar a todo aquel que me notara.

—¡Cuánto tiempo! —Saludó la chica con un abrazo.

—¡Mina, sí viniste! —Correspondí. Conseguir que Amy accediera a darle invitación a mi ex fue un muy dificultoso reto.

—Espero que no te moleste, vine con compañía.

Arrugué la frente dubitativo ante su noticia, no tenía problema alguno, Amy y yo consideramos la posibilidad de los invitados no contemplados por lo que teníamos lugares extras.

Sentí el tacto de la punta de un dedo palpando mi hombro. Me giré hacia el culpable.

—Wasaaaa?! —Exclamó.

—Lowell. —Pausé.— Eh... ¡Qué bueno verte! Eso creo.

Después del incidente del rompimiento con Mina creí que ellos ya no serían colegas. Pese a ese mal recuerdo, no tengo problema con tenerlo por aquí, o al menos no lo tendré hasta que se le ocurra drogarse o formar un trío en pleno salón.

—¿Te casarás con tenis? —Preguntó la mangosta.

—¿Qué? —Agaché la vista.— Eres un puto idiota, Sonic.

—¿Te acabas de hablar en tercera persona? —Inquirió Mina elevando una ceja.

Había olvidado el hecho de que no traía zapatos que acompañen el traje.

Volví hacia Lowell. Escudriñé su vestimenta, un traje colorido con figuras como estampado. Sonreí complacido al notar su calzado digno de alta alcurnia.

—Viejo, Lowell, no sabes cuánto había deseado verte. —Coloqué mis manos en sus hombros.

—Ya dile que quieres sus zapatos. —Intervinó Mina. El tercero suspiró pesadamente.

—¿De qué número calzas? —Cuestionó Amiano. Reí emocionado al comprender que aceptaría el intercambio.

Amy.

—Rouge, estoy seguro de que no hay salida por esta calle. —Abogó mi padre.

—¡Por supuesto que la hay! —Miró la hora en su móvil.— O no, puede que no. Vámonos por la ruta original.

—Ya son las tres con veinte, Sonic debe de estar preocupado. —Expresé intranquila.

—Tampoco es como si Sonic fuese la puntualidad en persona. —Rechazó la de pelaje blanquecino.

—¡Pero si tú misma habías dicho que-.

—Ya, ya, Blaze. No arrugues la frente, arruinarás el resultado de la mascarilla. —Interrumpió Rouge.

[...]

Sonic.

Ubicados en el fondo del sitio, mi madre deslizaba sus manos sobre mi chaqué tradicional, lo que lo diferenciaba del resto de mis sacos era la cola que caía hasta la altura de las rodillas.

En cuanto extinguió todas las pequeñas arrugas de mi prenda, colocó un boutonnière en la solapa izquierda de mi saco. El prendido consistía en una rosa pitimini de color rosa palo, con múltiples hojas verdes.

Los orbes de mi madre se cristalizaban al verme, pasó sus dedos por mi mejilla y me dedicó una sonrisa alegre que, por lo visto, llevaría permanentemente a lo largo de la celebración. Enternecido por su conducta, le devolví el gesto.

Nostálgica, se dirigió a su asiento junto a mi familia. Realmente no sabría qué habría pasado si ella nunca hubiera despertado.

—Sonic. —Enunció mi mejor amigo detrás mío.— Hay un problema.

—¿Pasó algo?

—¿Recuerdas que yo soy el padrino de anillos? —Asentí extrañado.— Los olvidé en casa.

—Tienes que estar bromeando. —Él guardó silencio.— No, no estás bromeando.

La organizadora se me acercó un tanto agitada, en sus manos sostenía un folder con el programa del evento dentro de éste. Su respiración era algo irregular y su cabellera se encontraba despeinada.

—Amy ya está aquí, ve al altar. —Pidió señalando a la petiza tarima.

—Claro, enseguida. —Accedí amablemente.

La fémina dio media vuelta y se desplazó por todo el lugar, alistando al resto de partícipes.

—¿La oíste? ¡Amy ya está aquí y no tenemos los malditos anillos! —Quejé sacudiéndolo de los hombros.

—¡Shadow ya ha ido por ellos! —Lo solté.

—¡Uff! —Suspiré pesadamente.— Al menos no tardarán en llegar. —Emprendí mi caminata al altar.

—Pero aún hay un pequeño detalle... —Paré.— ¿Sí sabes que lo que hace veloz a Shadow son sus zapatos propulsores, verdad? —Me devolví hacia él con mi boca completamente abierta.

—¿Trajo zapatos de vestir a la boda? —Reí nerviosamente. Tails movió la cabeza hacia adelante múltiples veces.

La clásica marcha nupcial comenzó a ser tocada por los músicos, inmediatamente me alejé del zorro para establecerme en mi posición, rogando porque Shadow se apresurara. Esa estúpida despedida terminará por arruinarle el día a Amy.

Amy.

Mi padre haló de la manija de la puerta, Rouge fue la primera en dar un paso al exterior, para luego ayudarme a mí, simultáneamente, Blaze se encargaba de que la cola del vestido no se atorase en el vehículo.

Frente a mí permanecía el camarógrafo contratado, le sonreí, tanto él como la chica encargada de las fotos eran compañeros de mi trabajo.

La boda se llevaría a cabo en un salón jardín con suficiente extención como para destinar la zona exterior al altar e invitados, y la parte interior al resto de la fiesta.

El jardín poseía paisajes llamativos, flores de diversos colores y formas, y por supuesto, un césped totalmente verde y bien cortado. Tanto las proteas como los anturios abundaban en él, haciéndolo lucir de lo más ostentoso. Caminé del brazo de mi padre por un sendero hecho de adoquines ligeramente amarillos.

Prontamente visualicé a los invitados, la vista de todos iba sobre mí. Con los nervios a flor de piel, llevé mi mirada hacia enfrente, una fuerte ola de calor recorrió mi cuerpo en una puntaza electrizante.

La sonrisa cerrada de Sonic iba de extremo a extremo, sus ojos esmeraldas reflejaban el brillo del sol, observaba sus temblorosas manos colocadas una sobre la otra por delante de su torso.

Volteé a ver a mi padre, quien caminaba erguido y con gran porte, sin embargo, la lágrima asomada en su ojo derecho lo defraudaba. No obstante, quedé enfrentada a mi prometido. ¡Maldición, qué bien suena!

Ambos erizos se sonrieron, mi padre le otorgó un breve abrazo acompañado de una fuerte palmada en la espalda.

—Éste ya no es falso, así que más les vale hacerlo durar. —Advirtió, Sonic rió.

Siendo guiada por la mano del cobalto, subí a la tarima de madera blanca, cubierta por una alfombra aterciopelada de color rojizo. Posicioné ambas manos en mi ramo de flores, mientras que Sonic las sujetó detrás de él, apoyándolas en su espalda.

—Familiares, amigos y conocidos que hoy nos honran con su presencia, sean ustedes bienvenidos. —Saludó el celebrante.— Nos hemos reunido en este día tan especial, para celebrar la unión de Amí Rose y-.

—Sin el acento.—Interviné murmurándole.

—La unión de Ami Ro-.

—Se pronuncia Eimi. —Aclaré avergonzada.

—La unión de Ei... —Se aclaró la garganta.— ¿Amy Rose? —Asentí riendo.— ¡La unión de Amy Rose y  Sonic The Hed... Eh...

—Sólo Sonic. —Accedió mi pareja aguantando la risa.

—¡Amy Rose y Sonic! —Formuló finalmente.

Ambos intercambiamos miradas, riendo ligeramente.

Shadow.

Y yo que creía que el zorrito era el único que se salvaba de la ineptitud colectiva de aquel grupito.

Husmeé entre sus cajones y repisas, todo se veía reducido a ropa y libros de mecánica y matemática.

—Otro libro de ingeniería. —Bufé abriendo el primer cajón de la cómoda ubicada en la sala.— Este niño necesita follar.

Después de aquella búsqueda incesante, encontré las sortijas encrustadas en la esponja de una pequeña caja marrón.

Las así con mis manos e introduje el contenedor en las bolsas de mi saco. Di la vuelta y bajé las escaleras raudo.

Cerré su puerta de un tirón. Corrí hasta la acera en espera de un taxi; para mi fortuna, uno apareció, estiré mi brazo indicándole que frenara, se siguió recto, observé los asientos traseros, iba ocupado.

La situación se repitió otras tres veces más; no me ayudaba para nada la poca frecuencia con la que los taxis pasan por esta cuadra.

Decidí trotar hasta llegar a una calle más transitada, nuevamente, todos los vehículos parecían ya estar ocupados.

Volteé a ambos lados, sonreí bullicioso al notar a un adolescente conversando con una chica, él fanfarroneaba desde el asiento de su motocicleta.

—Dame tu moto. —Me acerqué a él con ultranza.— Recógela en el salón bambú. —Informé subiendo a la motocicleta.

Nunca entenderé por qué a todos les gustan las deportivas, con lo incómodas que son. Encendí el motor.

Apreté el acelerador e incliné mi cuerpo hacia adelante, yendo a toda velocidad por las calles de la ciudad, e incluso subiendo a las aceras.

Amy.

Ambos permanecíamos enfrentados, nuestras manos se acobijaban la una a la otra. Sentía su toque ausente de calor, estaba nervioso pero ante todo, continuaba con una sonrisa ensanchada.

—Procederemos con los votos nupciales por lo que necesitaremos la entrega de los anillos. —Indicó el oficiante.

Los segundos transcurrieron en silencio, teniendo como excepciones los murmullos de los concurrentes.

—¿Quién traería los anillos? —Inquirí murmurándole.

—Tails. —Respondió de mismo modo.

Los dos dirigimos nuestra mirada hacia la dirección en la que se encontraban las amistades de Sonic, Tails únicamente torció los labios y ladeó un poco la cabeza.

—¿No los trajo?

—Eh... Amy, escucha. —Balbuceó sujetando mis manos.

El sonido de unas apresuradas pisadas se hizo presente, todos se giraron en su dirección. Sonic mostró su dentadura blanquecina al distinguir al individuo.

—¡Detengan la boda! —Demandó agitado.

—¿Shadow?

El erizo se aproximó a nosotros corriendo. Tropezó con un adoquín, adelantó su pierna izquierda para evitar caer, terminando arrodillado frente al altar.

Observé la actitud de mi prometido frente a el azabache, sus ojos brillaban y una larga sonrisa se dibujaba en su rostro. ¿Qué está pasando?

Sonic soltó mis manos, bajó de la tarima apresurado y caminó hacia el erizo de vetas rojas. Sentí al oxígeno abandonar mi cuerpo a consecuencia de la impresión.

Shadow metió su mano a su bolsillo, de él sacó una pequeña caja marrón a lo que el cobalto la tomó entre sus dedos.

—¡Te debo una! —Pronunció dando la vuelta.

Exhalé aliviada al notar a Sonic caminar al altar de regreso. Él se posicionó en su ubicación anterior, frente a mí.

—Por un momento creí que Shadow y tú tenían un amorío. —El erizo no pudo evitar soltar una carcajada.

—Sí, creo que eso pareció. —Admitió avergonzado.

—Como decía, continuaremos con los votos nupciales. —Retomó el oficiante.— Amy, tú empiezas.

Aspiré una profunda bocanada de aire, sonreí nerviosa y así el anillo de metal bruñido que le correspondía a Sonic.

Lo levanté en el aire, él ascendió su mano izquierda y la acercó a mí, la sujeté con mi tacto tembloroso.

Yo Amy Rose, con este anillo tomo a Sonic The Hedgehog como mi esposo —enlacé mi mirada con la suya—, prometo serte fiel, permanecer a tu lado en las buenas y en las malas —enfaticé enarcando una ceja— y amarte durante todos los días de mi vida —Deslicé la alianza por su dedo anular.

—Sonic —llamó el tercero—. Tu turno.

El erizo envolvió la sortija restante entre sus dedos, me observó sonriente y encorvó las cejas en una mueca que denotaba el más puro cariño.

—Yo Sonic The Hedgehog, con este anillo tomo a Amy Rose como mi esposa —dejé escapar una risilla. ¡Qué bien suena la palabra esposa!—, prometo serte fiel, permanecer a tu lado en las buenas y en las malas, y amarte durante todos los días de mi vida —Guió el anillo por lo largo de mi dedo anular.

Estiré la mano, escruté la argolla mostrando la dentadura blanquecina que tanto había cuidado para el día de hoy. Sonic tendió su diestra, la sujeté y dirigimos nuestro campo de visión hacia el oficiante.

—Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre.

Sonic depositó su mirada en el erizo azabache, éste frunció el entrecejo al notar la burla del cobalto. A modo de respuesta, Shadow le enseñó el dedo medio causándole una carcajada a mi pareja.

Y pensar que me preocupaba por Mina cuando mi verdadero némesis era ese erizo.

—Bien, en ese caso —pausó—... ¡Los declaro marido y mujer! Puede besar a la novia.

Antes de que Sonic apenas se acercara, yo ya me había lanzado a él en un firme abrazo, mis manos se entrelazaban detrás de su cabeza, mientras que mis labios presionaban los suyos.

—O al novio, es igual. —Finalizó burlesco.

Los flashes de las cámaras se hacían presentes aún con mis párpados cerrados. La mano izquierda de Sonic, que ahora lucía un embelesante anillo, se posó firme en mi cintura, mientras que la sobrante brindaba caricias a mi mejilla.

Nuestros tímpanos se vieron inundados de la estentórea algazara hecha por los asistentes.

[...]

Sonic.

Me paseé por el salón, sus paredes blancas eran adornadas por setos artificiales, plantas repletas de vida y verdosos bambús. Saludé con un abrazo y una sonrisa a cada invitado, agradeciéndoles el hecho de haber venido.

Desde el escenario comprendido entre dos albas columnas jónicas, Mina y Lowell canturreaban con el acompañamiento musical de mi banda, quienes se habían ofrecido para cubrir un par de horas como entretenimiento, incluso yo ya me había subido a interpretar un par de canciones junto a ellos.

Tanto Amy como yo habíamos aprovechado la influencia que teníamos cada uno en su respectivo campo; en mi caso, múltiples colegas me habían presentado como regalo shows en vivo.

Mientras que Amy recibió presentes de sus compañeros de trabajo que consistían en paquetes de fotografía y video, por lo que no tuvimos que invertir en músicos ni fotógrafos. No era necesario, pero tendría que estar muy idiota para negarme a ahorrar unos cuantos rings.

Me acerqué a la mesa otorgada a mi familia, Chuck y mi madre conversaban animadamente, noté a Aleena golpeando el suelo con el tacón de sus zapatilla diestra al ritmo de la canción que ahora mismo entonaban mis amistades, "A Hard Day's Night".

No pude evitar sonreír con nostalgia, The Beatles era la banda favorita de mi padre. Se había marchado hace mucho, pero estoy seguro que hubiera estado encantado con Amy y la vida que llevo actualmente.

—¡Aquí estás! —Exclamó la eriza, sacándome de mi ensimismamiento.— Es hora de arrojar el ramo —informó emocionada— ¿quieres hacerlo tú? —Bromeó.

—Veo difícil que los chicos no salgan huyendo. —Comuniqué riendo.

—Ven, vamos afuera. —Sus dedos envolvieron mi mano.

Caminé a su lado por lo largo del salón, la hice tomarme del brazo y adopté un andar repleto de galanura. Hoy era nuestro día especial, lo cual traía como consecuencia que actuara más narcisista de lo normal.

En el jardín, las damas de honor, familiares y demás amistades permanecían de pie a la espera de Amy. Ella me miró impaciente, me soltó y trotó hacia ellas entusiasmada. Reí por su carácter pueril.

—Es oficial... —Enunció Knuckles acercándose a mí.— ¡Domado está el león! —Cantó.

Entorné los ojos divertido, el equidna recargó su brazo sobre mi hombro. A mi alrededor se posaron el resto de mis amistades. La presencia de trajes y esmóquines sobre nuestros cuerpos, hacia difícil de creer que hubiéramos pernoctado en la basura.

Todos observamos la actuación de Amy, se emplazó de espaldas frente al grupo de chicas y columpió sus brazos de arriba hacia abajo múltiples veces.

—Uno... Dos... ¡Tres! —Lanzó el ramo por los aires.

Analicé la parábola seguida por las flores, la rápida predicción del movimiento llegó a mi mente, el ramo caería justo en manos de Rouge.

La ausencia del peso de Knuckles sobre mi hombro fue instantánea. El equidna corrió por el césped a gran velocidad, flexionó sus rodillas y se impulsó lateralmente hasta llegar a desviar el ramo con su puño, arrebatándole los sueños a Rouge en una fracción de segundo.

—¡Ni cuando eres portero haces tan buenas atajadas en nuestros partidos! —Grité desternillándome.

Silver se aproximó al ramo que ahora descansaba en el suelo, antes de que sus dedos rozaran los pétalos de las flores, el ramo se consumió en refulgentes llamas.

Las miradas de los concurrentes siguieron el delgado rastro de humo hasta dar con la responsable del atentado. Amy y yo reímos aún más fuerte al notar a Blaze con un semblante de alivio. Al parecer fuimos los únicos descerebrados, nadie quiere casarse.

[...]

La noche se posaba sobre mi cabeza, gran parte de los invitados se habían marchado ya. Los tonos graves de la música del DJ hacían rilar mis tímpanos; pese a que había abandonado el salón hace un rato, las animadas notas musicales aún conseguían llegar hasta mis oídos.

Henchí mis pulmones con una profunda bocanada de aire fresco, necesitaba relajarme de todo el ajetreo de hoy.

Sabes lo mucho que me gustas perfumado, pero creo que hoy exageraste un poco. —Espetó con un dejo de diversión.

Me giré hacia la voz, Amy enarcó una ceja con gracia mientras que ponía sus brazos en jarras. Sonreí risueño, dio un par de pasos para situarse a mi lado.

—Estoy seguro que si no me hubiera vaciado cuatro perfumes encima, me habrías rechazado en el altar.

—¿Tan salvaje fue tu despedida? —Supusó.

—No entraré en detalles, pero si quieres tener sexo esta noche tendrás que esperar a que me duche. —Condicioné, mi oyente soltó una sonora carcajada.

—Sigo sin creer que me casé con mi exmarido. —Bufoneó.

—Podría decirse. —Acepté riendo.

Abrió sus brazos y los enroscó a la altura de mi abdomen para luego esconder su cabeza en mi cuello, invadiéndome con el calor corporal que su cuerpo desprendía.

La abracé por igual y cerré mis ojos, si me concentraba lo suficiente podía sentir su respiración sosegada y el palpitar de su corazón. Para mí no había mejor momento que ese, era sencillo, nada me llenaba más que tener intimidad con ella.

Nos fundimos en un silencio que permitía una perfecta comprensión sin necesidad de cruzar palabra alguna. Simplemente éramos dos amantes navegando en perfecta sintonía.

Fin.

Escrito: 14/12/2019.
Publicado: 10/02/2020.

Créditos a xDavid547.

Créditos a user93538706.

Si gustan dejar alguna pregunta sobre ésta u otra historia, háganlo aquí. Serán contestadas en un libro de curiosidades próximamente ;).

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