C A P Í T U L O 64

¿Sueño eterno?

Sonic.

Ingresé al hospital con mis auriculares sonando en mis oídos. Pese a la prisa que llevaba debido mi retraso en mi horario de atención, la elección de hoy era música tranquila y relajante que yo mismo había compuesto, aún sin letra alguna.

Acababa de salir del trabajo, fueron contadas las personas que permanecieron durante el show, después de tanto tiempo sin dar un concierto junto a mis dos hermanos y Scourge, nuestro público se había cansado de esperar.

A causa de la falta de tiempo tuve que utilizar el micrófono de mi teléfono para grabar los acordes utilizados en la pista de la nueva canción. Esto con el fin de componer nuevas canciones y con suerte volver a cautivar a la gente.

Por alguna razón, optar por hacer primero la melodía y posteriormente la letra, era un método que me facilitaba muchísimo la elaboración de una canción.

Posicioné mis dedos en la perilla y tras haber exhalado una bocanada de aire, entré a la habitación de mi madre.

Sus párpados se hallaban cerrados y su cuerpo no presentaba ninguna agitación o movimiento. Mis comisuras fueron hacia abajo.

Hola. —Pausé la música puesta en mis audífonos.— ¿Me extrañaste? —Me senté en el pequeño banco.

Coloqué mi pequeña libreta de canciones sobre mi muslo, ya había culminado la canción sobre mi situación, la titulé "Zona de Promesas". Era una composición llena de referencias hacia las conversaciones que tuve con mi madre.

"Tarda en llegar y al final hay recompensa" era lo que solía decirme en mi niñez y parte de mi adolescencia, principalmente en los días donde debía de trasnochar con deberes escolares.

Resignado a toparme con algo inusitado, emprendí búsqueda entre los viejos archivos de mi teléfono móvil para lograr quemar un poco de tiempo. Tenía una gran diversidad de notas de voz, que por supuesto eran sólo tonterías dichas por mí y, en múltiples ocasiones, mis amigos.

Pronto me topé una hecha hace poco más de un año. La grabación consistía en una especie de lluvia de ideas hecha por mis hermanos y yo, con el fin de decidirnos por la melodía de una nueva canción.

Lo interesante no era la discusión en sí, sino que en el fondo se alcanzaba a escuchar la tan obsoleta grabadora de mamá tocando una composición que fácilmente reconocí apenas entró en mi conducto auditivo, "Suspicious minds" de Elvis Presley.

Aún si no nació en la época del tan aclamado Rey del rock'n roll, a Aleena encantaba escuchar, cantar y bailar cada una de sus canciones.

Dejé mi libreta en el borde de su cama, me giré hacia ella para poder acariciar sus mejillas y acomodar su cabellera.

Silvé suavemente una de las canciones que más le agradaba, nunca supe si era su favorita por lo popular que era, por lo pegajosa que resultaba ser o —muy probablemente— por mi padre. Él no era músico, mucho menos intérprete, de hecho desempeñaba un trabajo que lo mantenía alejado de nosotros, mi madre trabajaba por las tardes y mi padre por las noches.

Las mañanas no convivíamos mucho, mis hermanos y yo asistíamos a la escuela, al regresar mi madre no se encontraba. Y cuando ella volvía a casa, papá se iba. Conviví poco con mi padre, pero mi perspectiva hacia él jamás fue negativa, siempre lo entendí como alguien amable que se esforzaba por darle lo mejor a su familia.

Recuerdo a lujo de detalle todas las ocasiones en las que, ya fuese por tener el día libre o cuando simplemente no se presentaba a trabajar, lo escuchaba cantarle a mi madre antes de dormir cuál si fuera un infante.

Your kisses lift me higher, like the sweet song a choir. —Canturreé el coro de la inigualable "Burning love".— You light my morning sky, with burning love.

Mientras yo tarareaba sin preocupación alguna, noté un mínimo movimiento en sus labios, estos se arrugaron y sus comisuras se alzaron.

Paré, los monitores mostraron actividad que no sabía muy bien si era bueno o malo. Me incorporé del banco rápidamente y salí al blanco pasillo del hospital.

En cuanto vi a una enfermera la llamé, detrás de ella se aproximó un doctor. Entraron en la habitación, observaron los monitores y comenzaron a preguntarse el uno al otro sobre estudios y datos que verdaderamente desconocía.

Cesaron sus movimientos, se apartaron de mi madre y me miraron con atención, posteriormente volvieron su vista a mi madre.

Su ceño se frunció, me le acerqué y coloqué mis manos en las barandas protectoras ubicadas al costado de la cama.

Movió su cabeza con suma lentitud, primero a la izquierda, luego a la derecha. Puse mi mano con cuidado y sutileza sobre su mandíbula, moviendo su cabeza hacia la posición en la que originalmente se encontraba. Y en cuanto desplacé mi tacto hacia su mejilla...

Sus párpados se abrieron, dejándome ver los ojos azules tan brillantozos que consiguieron devolverme la vida.

Ensanché una sonrisa en mi rostro, sentí una lágrima recorrer todo mi pómulo y mejilla derecha.

—Hola. —Saludé con una voz temblorosa.

Sus ojos volvieron a cerrarse, estaba débil pero presentaba constantes movimientos. Besé su frente y me giré para observar a la enfermera y doctor. Este último ya no se encontraba, supongo que lo habían llamado para otra emergencia, nunca tenían tiempo libre. Claudia, la enfermera, me sonrió y guiñó el ojo con diversión.

—Sólo había que tener paciencia. —Limpié mis lágrimas y me acerqué a ella.

—¿Podrías cuidar de ella un momento? Tengo que hacer una llamada. —Pedí sin poder borrar mi sonrisa.

—Seguro. —Salí de la habitación, dirigiéndome a un pasillo donde no causara molestias.

Manic se encontraría en casa, Sonia estaría apunto de venir a su turno por lo que era probable que se hallara en el mismo sitio que mi hermano.

Marqué el número telefónico de la eriza. Contestó en pocos segundos.

—¿Sonic? ¿Está todo bien? —No respondí.— ¿Sonic?

—Todo está estupendo.

[...]

Sonia fue la primera en salir del cuarto de mi madre, en cuanto su mirada chocó con la mía corrió a abrazarme. Entrelacé mis manos por detrás de su espalda, apreté fuertemente y tan sólo recargué mi mentón sobre su hombro.

—¡Despertó! Sonic, ella despertó. —Su voz se entrecortó, permanecía tan emocionada como yo.

—Le estaba cantando y, después, y, yo en verdad. —Balbuceé.— Y luego ella abrió sus ojos. —Compartí eufórico.

Sabía que su despertar no debía a mi cantar, tendría su explicación médica, pero me encantaba pensar que el poder que la música conllevaba en las emociones explícitas en sus recuerdos fue el causante.

Sonia y yo nos separamos, entramos a la habitación, Manic y mi tío Chuck se encontraban inertes mirándola. Notablemente eran menos sensibles que mi hermana y yo —o al menos no lo demostraban por igual—, ninguno de ellos derramaba lágrimas de felicidad e hilaridad.

Mi madre cerraba sus ojos por intervalos largos, viraba su entorno y volvía a descansar. Parecía estar confundida de su paradero e irónicamente, cansada de tanto descansar.

Ahora que lo pienso... En más de una ocasión le he cantado, nunca mostró señal con alguna de mis canciones; tuvo que hacerlo con una de su tan aclamado Rey. Qué puta envidia le tengo a ese tipejo.

Sonia se le acercó, tomó una de sus manos e hizo conexión con su mirada. Mamá le devolvió el gesto, no pude evitar alegrarme por ello.

—No te preocupes, pronto nos iremos de aquí. —Le dijo a mi madre.

Mi tío posicionó su mano en mi hombro, dio unas cuantas palmadas y me miró sonriente.

—Me impresiona lo rápido que llegaste. —Enuncié burlón.

—Andaba cerca, tuve que reunirme con uno de los encargados de mis sucursales. ¿Y qué me dices de ti? ¿Cuántas horas llevabas aquí?

—No mucho, quizá un poco más de una hora y media. Venía saliendo del trabajo.

—¿Vienes acá después de trabajar? ¿Cuándo terminaba tu turno? ¿En la madrugada? —Asentí.— Chaos, ¿y qué tal tu vida social?

Mi tío Charles era alguien que en ocasiones podía tener un sentido de humor muy áspero, pero ahora mismo no sabía si bromeaba cruelmente conmigo o si en verdad estaba preocupado por mi forma de socializar.

—Pues si te soy sincero, creo que me alejé un poco de cosas y personas que nunca debí dejar...

—En unos días, Aleena será dada de alta, ya todo se habrá arreglado. Tal vez es hora de volver a entablar una buena relación con aquellos que rechazaste en su momento.

—Te doy toda la razón.

Salí. Me senté en uno de las sillas plásticas del área de espera, raramente no había mucha gente allí. Saqué mi móvil de mi bolsillo, abrí whatsapp. De primera instancia avisé en el grupo que tenía junto a mis amigos, no había razón alguna pero quería compartir mi entusiasmo.

Recibí felicitaciones y uno que otro reclamo diciéndome que debí de hacer caso en cuanto me dijeron que "todo se arreglaría".

Mi ánimo era alto, las palabras de Chuck habían sido de lo más sencillas y sorprendentemente, también de lo más reflexivas. Tal vez había llegado el momento de dirigirle la palabra de nueva cuenta... Volver a lo que solíamos ser...

Clickeé su chat, escribí un simple "Hola", tenía la intención de al menos intercambiar unos cuantos mensajes más con ella antes de decirle que el coma de mi madre había terminado.

Pero antes de darle al botón de enviar, decidí admirar su foto de perfil. Ésta consistía en un desenfoque al fondo, su rostro se miraba con claridad, poseía una sonrisa enorme y resplandeciente, sus ojos estaban cerrados y sus cejas alzadas. Siempre tan hermosa. Siempre tan feliz... Y lamentablemente ya no era yo la causa.

Amy tenía una nueva pareja, ahora besaba otros labios y los te quieros que en algún momento me pertenecieron a mí, actualmente iban hacia ese fotógrafo fanfarrón.

Tenía motivos para alejarme.
El primero, la situación de mi madre no debía de ser una excusa para hablar. El segundo, ni siquiera debería de hablarle, no soy su amigo, soy su ex; y comprendo que debo respetar su nueva relación. Y el tercero, aun si quisiera ser su amigo... ¿Cómo podría llevar una amistad si realmente siento amor?

Entablar conversación con ella sólo empeoraría nuestro estado, no quise interferir. Así que borré el texto antes de enviarlo.

Pero eso no impidió que quisiera arreglar las cosas con alguien más.

Sonic:
Hola, perdona por salir huyendo el otro día. ¿Crees estar libre el siguiente fin de semana?

Mina:
¡Por supuesto!

Ella misma eliminó su mensaje al instante.

Mina:
Creo que sí puedo.

Sonic:
Sí alcancé a leer el original.

Mina:
Maldita sea, qué vergüenza.
Yo también te debo una disculpa, lo siento por lo de ese día, me sobrepasé y terminé por incomodarte :(.

Sonic:
Ya lo hablaremos después. Ahora mismo me siento increíble ¡Mi madre despertó del coma! ¿Lo puedes creer?

Mina:
¡Te dije que lo haría! Ahí lo tienes Hedgehog, debemos salir a celebrar. Se acabaron las letras depresivas, quiero un nuevo dueto.

Sonic:
Ya tengo algunas ideas, nos vemos :).

Suspiré. Guardé el teléfono celular y llevé mi mano a mi frente mientras mis labios seguían aún sonrientes.

Escrito: 07/12/2018.
Publicado: 21/09/2019.

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