C A P Í T U L O 59

El ojo del huracán.

Amy.

Rouge:
¿Ya viste las historias de instagram de Joey?

Amy:
¿El amigo de Nathan? Noup.

Rouge:
-Foto-

Recibí una screenshot de las historias en el perfil del susodicho. No notaba nada fuera de lo normal, simplemente era Joey en un bar.

Amy:
¿Qué se supone que tengo que ver?

Rouge:
Agrándala. Nathan está a la izquierda.

Con rareza, ejecuté todo lo que me pidió. Hice zoom a la foto, mi actual pareja también salía en la toma... Besándose con otra mujer de facciones refinadas, abdomen liso y atributos voluminosos.

Rouge:
Lo siento:(

Amy:
No te preocupes, ya lo solucionaré.

Bloqueé el celular y lo arrojé hasta el otro lado de la cama. Tapé mi rostro con ambas manos reflexionando en lo ominosa que resultaba la situación.

El golpe no era del todo emocional, lo describiría más bien como una herida en el ego. Sin embargo, mi subconsciente no dejaba de atormentarme con el pensamiento de no ser suficiente, quizá se veía venir de Nathan, pero tampoco lo logré con la expareja que creía tenía una relación estable.

Avizoré mi recámara, había adornado la pared enfrentada a la cama con fotografías tomadas por mí, en algunas ocasiones teniendo a Nathan como ayudante.

Me incorporé del colchón, dirigiéndome a ella. Tiré de cada imagen, comenzando a arrancar y posteriormente romperlas de una en una.

Cada que removía una, a modo de segunda capa, debajo se mostraba una fotografía más, aquellas que había intentado ocultar y olvidar.

Retiré la última impresión, un segundo mural se formó. Los recuerdos saturaron mi mente, Sonic y yo nos veíamos tan felices en ese viaje.

Me parecía tan difícil de creer que él ahora ya no me quisiera más en su vida, todo nos había resultado tan bien.

Golpeé la pared con mis palmas a causa de la frustración. El llanto volvió a apoderarse de mí, nublando mi vista con gotas de agua salada. Me recargué de la misma y me deslicé hasta tocar el suelo, abracé mis rodillas rogando porque mi martirio terminase pronto.

[...]

Sonic.

Entré al hospital otra vez. Gritos de dolor, familias llorando, lo de siempre.

Recorrí todos los pisos, el elevador no funcionaba y tuve que optar por utilizar las escaleras. Apenas entrar a la habitación de mi madre, la enfermera me recibió, ella estaba atendiéndola. No obstante, se retiró al ver todo en "perfecto estado".

Hoy la cuidaría en la tarde, Manic lo haría en desde la noche hasta altas horas de la madrugada, cambiaría horario conmigo únicamente por hoy y mañana. Tenía que ir a trabajar.

Con actitud cansina, tomé asiento a su lado y saqué mi teléfono móvil. No tenía mucho qué hacer.

El aparato vibró y la notificación de un mensaje saltó en la pantalla. Pulsé en ella y abrí el chat del bajista de mi banda.

Scourge:
Sé que no es momento, pero Fiona me ha preguntado si tenemos pensado algunas canciones nuevas. Creo que habrá otro festival como el de hace un año.

¿Nuevas canciones? Llevo meses sin tocar esa libreta repleta de mis caligrafías. No tenía inspiración para escribir, había perdido la motivación, si componer ya no me hacía sentir alegre no encontraba la razón por la que habría que continuar en algo que me desagradaba.

Sonic:
Es un pésimo momento para eso.

Scourge:
¿Y cuándo lo será? ¡Mira cuántos meses los he esperado! Yo también necesito ganar dinero, sé de su situación pero ustedes no son los únicos con problemas y deudas que saldar.

No contesté. Él siguió mensajeándome, por más que me escribiese, no respondería. No valía la pena pelear y terminar por arruinar el débil lazo de compañerismo que, extrañamente, aún seguía vigente.

De forma lamentable, era plenamente conciente del hecho de que a este paso, ya no podría continuar con esto de la música, no tenía tiempo para componer, mucho menos para firmar contratos para presentaciones.

De pronto. Me di cuenta que el ser más rápido en toda la faz del mundo había comenzado a vivir en cámara lenta.

Los días se habían vuelto indistinguibles, cada uno de ellos dominados por la monotonía, bajo una misma rutina, todo al compás de un mismo ritmo, sólo ruido blanco.

Como de costumbre, volví a tomar la fría mano de mi mamá, la arropé con mi calor y la apreté.

Quería ser optimista, sabía que si ella lograba despertar me sonreiría, me acariciaría la mejilla y con su tenue voz me hablaría para sanar mis heridas, me daría su perdón por no darle la suficiente atención.

Estaba deseoso por volver a sentir un abrazo desbordante de su cariño maternal, quería escucharla sermonearme cada que necesitaba una lección, extrañaba su dulce y gigantesco corazón. Eso exactamente era mi madre, un ser de luz al que nadie más lograría superar.

[...]

Mi turno ya casi terminaba, tenía un show en aquel horroroso trabajo. Y posteriormente, un frasco lleno de antidepresivos esperándome en casa.

En realidad no comprendía el por qué los había comprado, no sentía una mejora, y si es que la había, yo no la notaba en absoluto. Finalmente, había llegado a la parte en la que sólo quedan dos caminos: Buscar ayuda o intentar suicidarte.

El suicidio no arreglaría nada, todo lo contrario, empeoraría la situación económica y emocional de mi familia.

Aun si conocía las consecuencias, mi cabeza seguía sin procesar aquello, era confuso. Tenía miedo a vivir porque existía la probabilidad de perder a mi madre, pero también tenía miedo a enloquecer, cometer una locura y morir.

—Hola. —Me saludó Manic con timidez.

—¿Qué haces aquí? Falta media hora para que me vaya.

—Lo sé, pero no tenía nada más que hacer. Era eso o quedarme encerrado en casa.

Sinceramente yo habría preferido la segunda.

Dicho esto no emitimos sonido alguno, ambos nos sumergimos en silencio y nos dedicamos a observar a nuestra progenitora dormida en esa habitacion blanca que ahora mismo nos parecía gris, tan plomizo como todo a nuestro alrededor.

—¿Y qué tal te ha ido? Ya no hemos hablado últimamente. —Pronuncié intentando entablar una charla con él.

—Pues... No exactamente bien, no sabes cuánto odio trabajar en algo tan mediocre. Debería de ser un músico exitoso, no pasar un estúpido código de barras por un escáner cada minuto.

Miré al suelo disimuladamente, los dos nos habíamos vuelto personas sin hilaridad alguna. Ningún trabajo era mediocre, quizá algunos fueran mejor pagados, otros más divertidos y entretenidos, sin embargo, todos eran respetables siempre y cuando fuesen honrados... Algo que ahora mismo Manic no comprendía, pero prefería no retomar el tema.

—¿Y a ti? Supongo que tampoco te ha ido bien.

—Amy ya tiene un nuevo novio y con la vida tan atareada que estamos teniendo, creo que ahora soy un depresivo total con posibles trastornos de ansiedad. —Reí ligeramente, mofándome de mi desgracia.

—Sonia me dijo que encontró sangre tuya a todo lo largo del pasillo. ¿Ahora eres tan emo que practicas cutting? —Bromeó amargamente.

—Me desesperé y rompí una botella arrojándola a la pared. Había cristales en el suelo, no me fijé y terminé por pisarlos. —Aclaré desviando la mirada a los monitores de mi madre.

No tardé mucho en notar una anomalía en ellas, mi mamá estaba comenzando a alterarse.

Le propicié un suave impacto en el hombro con la parte dorsal de mi mano para llamar su atención. Angustiado, llamé a la enfermera para que me auxiliara.

Tanto ella como un médico entraron corriendo a la habitación. Escrutaron la escena con nosotros, ambos se acercaron a ocuparse de la situación. Mi madre se estabilizó.

Manic y yo nos acercamos alarmados, fijé mi vista en las manos de mi madre, quería tomarlas para decirle que todo estaba bien e intentar ser empático.

No pude evitar formar una sonrisa ensanchada al ver como sus dedos y manos se movían con lentitud y fragilidad.

—¡Mira! —Alerté a mi hermano.

Sus extremidades continuaron con movimientos leves, mi expresión exagerada denotaba con obviedad mi felicidad.

Tanto mi hermano como yo vislúmbramos con prudencia sus ojos, esperanzados de que éstos se abrirían. Cosa que no sucedió, en su lugar, aquellas partes de su cuerpo cesaron su acción.

—¡Movió sus manos! —Festejó.

Tomé la susodicha, la apretujé y besé. Manic entusiasmado decidió alejarse de la cama, tomar sus púas entre sus manos y simplemente limitarse a sonreír.

El doctor soltó una risa alegre, posteriormente salió de la sala dejando a la enfermera encargada.

—¿Qué fue eso? —Cuestioné acompañando a mis palabras con una leve risa. Manic respondió encogiéndose de hombros.— ¿Intentaste despertar? —Volví a dejar su mano en el colchón.— Ya estás cerca. —Adopté una postura erguida y miré la hora en mi celular.— Voy a llegar tarde al trabajo.

Consideré la opción de faltar para asegurarme si tenía más actividad. Desafortunadamente el dinero no era algo que existiera en demasía en nuestra familia, decidí acudir a mi empleo.

—Manic, llámame si pasa algo más.

Posé mis labios en la frente de mi madre en un breve contacto. Inconsciente de mis acciones, mostré mi dentadura en una sonrisa que hacía meses no practicaba.

—Pero si te llamo vas a estar en el escenario. —Excusó con inexactitud.

—¡¿Y te crees que eso me va a importar?! ¡Ella acaba de mover sus manos! —Me marché del lugar sintiendo a la felicidad recorrer mi frío cuerpo.

Fui corriendo al trabajo a tal magnitud que rebasé la velocidad del sonido.

Su dedo índice intentó levantarse, pese a que sólo pudo alzarse unos centímetros a mí pudo elevarme la autoestima por los cielos.

Escrito: 15/03/2018.
Publicado: 20/08/2019.

He aquí los memes que les debía jsjs.

Créditos a LaGataVol4dora

C

réditos a xDavid547

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