C A P Í T U L O 26

Encargo.

Sonic.

—Llámame otra vez en cuanto llegues.

—Corrección: Lleguemos.

—¿Quiénes planean venir?

—Knuckles y Shadow van a ir, Silver está en veremos.

—¡Genial! Entonces los veo en unas horas. No se te olvide traer el encargo que te pedí.

—Mejor que no lo digas así, estoy cerca de unos policías y me han visto raro en cuanto mencionaste lo del encargo. Creo que piensan que estamos hablando de drogas.

—¡Legalicen la cocaína!

—Debí de haber quitado el altavoz...

Colgó mientras que yo reía por la situación de mi amigo. Eran las 8 de la mañana, era raro que me despertara a tal hora, sin embargo, tuve que.

Sonia nos despertó alarmantemente al entrar a nuestra habitación gritando a tal punto que hizo que Scourge se cayera de la cama.

La razón no era algo grave o interesante, simplemente se había despertado a las 6 de la mañana y no podía reconciliar el sueño, así que prefirió ponerse a leer mi libreta de canciones —La cual accidentalmente había dejado en su cuarto.—, encontró todas aquellas que escribí recientemente, desde las que hice para Amy la semana anterior, hasta "Se7imo día" —Escrita desde el día de ayer.—

En fin, se ha emocionado con un par y quiere que las ensayamos. En todo caso, debería de ser yo quien decida qué ensayar y qué no, ¡son mis canciones!

Scourge, con somnolencia, tocaba algunas notas en su bajo intentando despertarse. Mis bostezos salían de forma monótona, haciendo que la letra fuera inentendible. Ambos nos habíamos desvelado hablando de chicas, anécdotas y completas tonterías, pedimos servicio a la habitación, comimos como unos auténticos cerdos. Él pidió una botella de alcohol, invitó al empleado del hotel a beber, increíblemente aceptó. La bebida se la terminaron ellos, no me dejaron a mí tomar algo más que medio vaso. Me imagino la resaca que tiene.

Resumiendo: Scourge es una pésima influencia para mí.

—¿Hasta qué hora se durmieron ustedes dos? Se ven agotados. —Espetó mi hermana.

—A las cuatro o cinco, no sé. —Respondí tallando mis ojos.— O quizás fue a las seis.

—¿Haciendo qué? —Pronunció Manic con picardía.

—Le contaba cómo me tiré a tu madre. —Confrontó Scourge de forma vulgar, recibiendo miradas furiosas de los tres.— Oh, perdón, olvidaba que son hermanos.

—Creo que debes de pensártelo dos veces antes de contestar con un albur. —Reí.

—No es un simple "albur", es un ajedrez mental, es todo un arte, esgrima mental de la semántica cotidiana. Yo lo llamó Real Academia de la Defensa de la Palabra. —Me carcajeé.

—Es lo más poético que he oído y mira que esta semana hemos estado la mayor parte del tiempo en un Festival en el que hay recitales de poesía.

—La señora Tecla Varela Bara también opinaba lo mismo. —Contuve la risa al analizar la frase.

—¿La señora Tecla? ¿La esposa de Antonio T. En Sancho? —Divertido y sonriente se carcajeo al escucharme. Chocamos los puños.

—¿Quieren poner atención? —Sonia interrumpió.

[...]

Me paseé por los pasillos del hotel, faltaban pocas horas para el concierto, estaba entusiasmado esperando la llamada de Tails en mi celular para ir por él al aeropuerto.

—¿Viste al recepcionista en la mañana? Tenía una resaca tremenda. —Mina se me unió.

—Eh... Yo no tuve nada que ver. —Aclaré torpemente a lo que ella rió.

—No me terminaste de contar ayer. Conque estás casado.

—Sí, no tiene mucho. —Pasé mi mano por detrás de mi cabeza.

—Ya veo. ¿Y cuánto tiempo salieron? —Cuestionó con aires de ternura.

—Es algo... Complicado... Y absurdo... Muy absurdo.

—Pff, no puede ser tan malo, se supone que para casarse es porque debe de ser el amor de tu vida, quizá podamos escribir una canción así. ¡Sí! No es mala idea, tal vez le quedaría un título como-.

—Me casé estando ebrio. —Me miró con intriga y rareza.— Sí, una espléndida canción. —Enuncié con sarcasmo. Ella seguía inerte.— En cuanto recuperes tu movilidad ¿Te importaría ir a mi habitación? Tengo un problema para escribir la letra de una canción, es para el cierre del Festival, quizá podamos hacer un dueto. —Me percaté de un mensaje en mi celular por parte de Tails.— Bien, tengo que ir por unos amigos, nos vemos... Muévete, ya me empezaste a preocupar... ¿Sigues respirando?

—¿Cómo que te casaste borracho? ¿Fuiste así a la boda?

—No precisamente. Es más complejo de lo que debería ser. —Salí del hotel.

Fiona me había autorizado el hecho de salir del hotel, caminé por las calles de la gran ciudad. El tráfico era terrible, afortunadamente amaba darle uso a mis pies y su velocidad.

Pregunté por cómo llegar hasta el aeropuerto. Ellos ya estarían allí, esperándome.

El lugar reflejaba un ambiente ajetreado. Definitivamente mi hogar era mucho más tranquilo.

Al entrar al aeropuerto los busqué con la mirada. No tardé en encontrarlos... Un imbécil cuyo nombre es Silver, estaba jugando a las carreras... No, no corriendo, sino yendo sobre de una maleta de ruedas. Su contrincante era Knuckles, como era de suponerse.

No eran idiotas, simplemente... Poseían una "inteligencia abstracta".

Me dieron la bienvenida chocando las manos o simplemente dándome una palmada en el hombro.

[...]

—¿Aquí te estás quedando? Vaya, te envidio, maldito. —Knuckles recorrió el lugar con su mirada.

—Sí, y si se piensan quedar será mejor que hagan una reservación de cuarto desde ahora. —Tails se marchó a hacer los trámites a la recepción.

No obstante, les dieron las llaves de sus cuartos. Tomamos el ascensor, ellos dejaron sus maletas en sus respectivos cuartos y me acompañaron hasta mi propia habitación.

Abrí la puerta con mi tarjeta, entré, les ofrecí el paso a lo que hicieron total caso. Posteriormente, me cagué en los pantalones al sentir una respiración en mi nuca.

—¡Ah!

—Hola. —Contestó alegremente.

—¿Cómo mierda entraste aquí?

—¿Ellos son tus amigos? Mucho gusto, soy una amiga de Sonic. —Mis colegas la saludaron como todos unos estúpidos enamorados.

—Eh... Sigo teniendo la misma duda.

—En fin, ¿con qué canción dices que quieres que te ayude?

—Oh, sí, la canción. Siéntate, iré por mi libreta. —Caminé hacia donde se ubicaban las camas.

Había dejado mi libreta en uno de los cajones del buró de al lado de mi cama. Cuando regresé al living, Mina tenía a Knuckles, Silver y Shadow alrededor suyo. Cómo no.

Suspiré con frustración debido al comportamiento de mis amigos.

—Quítense. —Aparté a Silver y Knuckles para sentarme al lado de Mina.— Aquí está, se llama Sep7imo Día, como el Festival.

—Déjame ver. —Me arrebató la libreta de las manos comenzando a leer.— El comienzo... Ajá.... Big bag... Domingo híbrido... No está mal, pero no tengo ni idea de como ayudarte, quizá pueda apoyarme con la melodía. ¿Tienes los acordes?

—Ah, claro. Knux, pásame mi guitarra. —Él la tomó de encima de un sillón, me la dio frunciendo el ceño, seguro lo hizo porque lo alejé de Mina. No pude evitar soltar una risa por aquello.

Me acomodé mi guitarra en la pierna y empecé a tocar. Al principio fui yo quien entró cantando, al menos para que ella se diese una idea de lo que quería.

—¿Qué te parece poner un estribillo algo así? —Escribió en mi cuaderno.

Lo leí varias veces intentando encontrar los acordes perfectos, debía de ser algo más eufórico.

—Quizá pueda alargar la o para entrar en los tiempos. Sólo Dios —Prolongué la "o".— sabe que, es el Sep7imo día.

—El abismo y la Luna, en el Sep7imo día. —Completó la canción.

—¡Anda! Eso es genial.

—¡Les está quedando de bolas!  —Festejó vulgarmente mi colega, Knux.

Yo reí estruendosamente mientras miraba una expresión de incomodidad formarse en el rostro de Mina.

—Hey Tails. ¿Traes lo que te pedí?

—Claro que lo trae, estuvo jodiendo medio vuelo con sus paranoias y conspiraciones sobre qué podría pasarle a la guitarra en la zona del equipaje. —Aclaró Silver.

—Gracias por no decir la palabra "encargo" esta vez. —Rió frustrado.— No te imaginas en el lío que me metió una simple llamada.

—Pff, no puede ser para tanto.

—Se supone que iría a casa de Cream para ayudarle a cocinar no sé qué, pasé a una tienda a comprar sal de piedra, me la dieron en una bolsita de plástico. A unas cuadras de ahí se te ocurrió llamarme, contesté y te puse en altavoz, unos polizones que andaban por ahí escucharon lo de "No olvides el encargo que te pedí" y para rematar, también escucharon la estupidez de "¡legalicen la cocaína!".

—¿Y qué?

—Comenzaron a hacerme preguntas raras que terminaron en revisar si "portaba armas", la buena noticia fue que no encontraron armas.

—Creo que ya comienzo a imaginar cuál fue la mala.

—¡Creyeron que la sal era droga! ¡Por Chao! ¡¿Quién es tan estúpido?!

—¡JA, JA, JÁ! Oh, pero qué bueno. ¿En qué acabó todo eso?

—Llegué dos horas tarde a casa de Cream, tuve que pasar a que hicieran un análisis para comprobar que era sal y no droga. Eres increíble. Aún a cientos de kilómetros me metes en problemas.

Escrito: 11/02/2018.
Publicado: 22/09/2018.

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