C A P Í T U L O 18

Pequeño descanso.

Amy.

Desperté al sentir el auto en movimiento, el asiento estaba recostado, me giré, Sonic estaba conduciendo.

—¿Apenas despiertas, bella durmiente? —Comentó bufón.

No sabía si tomármelo a broma o sonrojarme brutalmente por el "bella". ¡Odio que me pase! Ni siquiera debería de causarme alegría y nerviosismo el hecho de que me diga así ¡Es un puto personaje de cuentos de hadas!

—¿Cuánto llevas despierto?

—Como una o dos horas.

—¡¿Qué?! ¿Por qué no me despertaste?

—Tss no sé con qué diablos estabas soñando pero parecías muy feliz, no quería arruinártelo.

Soñaba contigo bb. Ok no.

La verdad es que no recuerdo absolutamente nada de mi sueño y no tiene mucho que acabo de despertar. De lo que estoy segura es que no soñé con él, lo recordaría si ese fuera el caso.

Miré por la ventana, nos acercábamos a un terreno de pastizales y campos de maíz, había niños jugando en ellos.

—¿Podemos parar ahí? —Señalé.

—¿Quieres tomar una foto allí? —Asentí.— Vamos. —Estacionó más adelante.

Bajé del auto y vislumbré el paisaje, los niños al verme se intentaron esconder entre la vegetación del lugar. Cuando vi esto desde la carretera pensé que sería un buen escenario pero ahora no tengo ni la menor idea de qué fotografiar.

Entonces me di cuenta de que en el fondo de aquellos pastizales y campos había una pequeña y humilde casa, afuera de ella una mecedora y un niño jugando con un globo en su cercanía. Sin embargo, los cultivos eran muy altos para mí.

—Eh... Sonic. —Me miró.— ¿Podrías cargarme en tus hombros? —Me miró con extrañeza, sí, estoy de acuerdo, no es precisamente lo más normal.

A pesar de aquel pedido tan inusual —Sería más ordinario si se tratase de uno de los niños que paseaban por aquí.— él accedió a cumplírmelo. Se encuclilló, pasé ambas piernas por sus hombros y se levantó.

—Gracias, gracias, sólo aguanta mientras tomo la foto. —Hice un par de modificaciones y activé unas tantas opciones. Tomé la fotografía.— Listo, puedes bajarme. —Volvió a agacharse para que pudiera quitarme.

Gracias a la luz emitida del Sol —El cual también tenía presencia en la fotografía.— la imagen era a contraluz con un contorno amarillento en los cuerpos y objetos protagonistas.

—Me quedo satisfecha con esta, vámonos ya. —Él puso los ojos en blanco, gesto que pasó a ser una sonrisa con atrevimiento.

Me empujó hacia el pastizal, él se echó a reír. Aunque la broma fuese para mí también me causaba gracia, fui corriendo hasta él. Sonic, como todo un erizo macho valiente, se huyó al auto, claro sin parar de reír.

[...]

—¡Mira! —Señalé un letrero.

—¿Qué cosa?

—El letrero, es un lugar que conozco. Toma la desviación de allá.

—¿Eh? Nos tomará más tiempo terminar el viaje.

—Por eso no hay problema, mis padres comprenden. Por favor. —Rogué. Él me miró, posteriormente volvió a poner su vista en el camino y suspiró.

No me contestó, subió el volumen del estéreo —Lo tenía bajo mientras yo dormía.— y siguió manejando. Creo que eso es un no.

Sin embargo, me percaté de mi error cuando él tomó aquella bifurcación.

—¡Gracias! —Lo abracé fuertemente.

—¡A-Amy! Estoy manejando. —Lo solté inmediatamente al darme cuenta que el abrazo estaba inmovilizando ambas extremidades.

—Jeje... Eh... Ups.

Sonreí con nerviosismo, él rió por aquello. Adoraba que fuera tan risueño, en sí, adoro todo de él.

[...]

—Es aquí. Podemos estacionar el auto ahí.

—¿En el hotel? ¿Nos quedaremos aquí todo el día? —Cuestionó pasmado.

—Jeje... Eh... ¿Puede? —Su expresión no cambió en absoluto.— ¿Entonces sí? —Suspiró.

—Si piensas tomar muchas fotografías aquí, de acuerdo. Pero si tus padres preguntan por qué tardamos tantos días tú dirás que-.

—Sí, sí, fue mi culpa, soy una mala hija, etcétera, etcétera. —Entró al aparcamiento del hotel. ¡Si nos vamos a quedar!

Se trataba de un pueblo, obviamente no era tan modernizado como la ciudad, no todas sus calles eran pavimentadas, pero tampoco empedradas y con desniveles. El suelo era de tierra, aunque ésta se encontraba totalmente lisa.

Hicimos la reservación en el hotel, constaba de unas cuantas habitaciones, no muchas, pues tampoco eran abundaban los turistas en el lugar.

—¿Tiene alguna habitación con dos camas individuales? —El señor encargado de la recepción negó con la cabeza.

—Sólo habitaciones con una cama individual o con una cama matrimonia. —Informó.

—¿Qué costo tiene la de cama individual? —Cuestioné.

—200 rings.

—¿Y la matrimonial? —Preguntó él.

—250.

Él me miró nervioso, sé lo que querían decir esos bellos ojos verdes que tenía. La habitación con cama matrimonial nos convenía más, sería más barato que dos con camas individuales. Parecía algo angustiado por aquello.

—Si pedimos dos habitaciones nos saldrá casi en el doble de la matrimonial. No sé si te llegues a sentir cómoda conmigo en una misma cama. —Qué irónico.

—¡Oh vamos! Somos adultos, podemos dormir juntos.

—Es decir ¿compartir cama?

—No, o sea, yo en la cama y tú en el suelo.

—Oh, ya. —Solté una carcajada.

—Pues claro que hablo de compartir cama. ¿De qué serviría tener una matrimonial entonces? —Aclaré riendo.

Salimos del hotel una vez nos dieran nuestras llaves y dejáramos nuestras maletas en el cuatro. ¡Aaah! Ahora todo el día voy a estar pensando en que dormiré con él... ¿Eso es bueno o malo? Creo que ya me obsesioné.

—Y ¿por qué querías venir aquí? —Interrogó apenas salimos a la calle. Noté que tenía una libreta y un lapicero en su mano.

—Vine con mis padres hace unos tantos años, me gustó mucho este lugar, no es tan increíble como destino turístico, pero ¡tiene una variedad de historias y poesías que casi parecieran no tener fin! Además la gente-.

—Parece ser muy alegre. —Acompletó la frase al ver como dos niños pasaban jugando con un chao frente a él.

—Y respetan mucho la vegetación, entre sus poemas hay uno acerca de que por la noche, los árboles danzaban al son del canto de los pajarillos. —Comenté ilusionada, por supuesto, él la cagó.

—O estos tipos tienen mucha imaginación... O le entraron muy duro a las drogas. —Reí por su malísimo chiste.

Recorrimos las calles del lugar, los pueblerinos al percatarse que no éramos de allí nos ofrecieron ser nuestros guías. Negamos con amabilidad pues preferíamos explorar el lugar nosotros mismos, cuando fuera necesario algo de información acudiríamos a alguno de ellos.

Transitamos por plaza del lugar, consistía en una gran explanada en la cual llevaban a cabo eventos, y debido a la falta de los mismos, por ahora sólo servía para caminar.

En los bordos de las calles corría agua totalmente clara en canales. Dicho líquido tenía que cruzar por el pueblo para llegar a un río kilómetros más abajo, me lo dijeron la primera vez que estuve aquí.

Pasamos por el gran mercado que abastecía la zona. En él no sólo se podían encontrar alimentos y prendas, sino también artesanías y productos endémicos de la región. Todos eran llamativos, sin embargo, un puesto captó aún más mi atención. En éste se vendían instrumentos que podían producir distintos sonidos con agua, tenían animales tallados y eran de éstos mismos los sonidos que se podían reproducir. Inclusive habían silbatos con formas de pájaros, y sí podían imitar sus sonidos.

—¿Le importa si tomo una foto? —El dueño del local asintió con la cabeza sonriéndome en señal de aceptación.

Tomé la foto, quizá no fuese acompañada de un gran paisaje o tan estética como las demás que había fotografiado, sin embargo, tenía una gran experiencia detrás de ella.

Me giré para enseñarle la foto a Sonic, me di cuenta que él ya no estaba conmigo, ¿se habrá perdido? ¿lo habré dejado atrás? ¿y si le pasó algo mientras yo estaba tan entretenida con esto?

Salí del mercado alarmada por su paradero, solté un suspiro de alivio al verlo en medio de la calle jugando con dos niños con un balón viejo y desgastado. Los niños miraban incrédulos los trucos que él sabía hacer con el balón. Eran simples dominadas con unos cuantos trucos agregados, como "la vuelta al mundo" o los Cross over. Reí al verlo alardeando, tiene una personalidad un tanto egocéntrica. Tomé una foto más, en ella Sonic estaba sonriendo y al mismo tiempo dominando el balón, los niños sólo lo miraban, me hizo mucha gracia el hecho de que uno estuviese con la boca abierta.

—¡Sonic! —Él paró al instante sus dominadas al escucharme.

Moví la cabeza hacia la derecha en señal de que era hora de seguir, Sonic alzó el balón con el talón de su pie izquierdo haciendo que éste cayera directamente a las manos de uno de los niños.

—Tengo que irme. —Comenzó a caminar en reversa.— Y recuerden, la vuelta al mundo se hace ladeando la pierna, el pie debe de ir de costado, ¿sí? —Él llegó hasta mí caminando. Moví la cabeza de lado a lado riendo, no tiene remedio.

Seguimos con nuestra travesía, había de todo en aquel lugar desde supuestos videntes y quirómanos hasta tatuadores, aunque claro, eran temporales. A Sonic y a mí se nos ocurrió una idea un tanto absurda. Entramos al local, le comentamos de ella al tatuador, él estuvo de acuerdo y nos brindó dos pedazos de hoja. Sonic diseñaría mi tatuaje y yo el suyo.

Al terminar de dibujar yo fui la primera en pasar. Me senté en una silla de madera un poco alcochonada. El tatuaje era en aerosol por lo que no dolió. Apenas terminó conmigo, fue el turno de Sonic. Decidí no mirar mi tatuaje, quería esperar a que también terminaran el suyo.

Lo grabé con su celular, él quizo transmitirlo por facebook. El tatuador comenzó a trazar.

—Tu madre está viendo el directo, ¿sabes?

—Mamá, es temporal, lo juro. —Me desternillé por su preocupación.

Terminaron su tatuaje, él se lo hizo en la parte inferior del brazo, mientras que yo en la parte trasera del hombro.

—¿Lista? —Preguntó tomando su celular y comenzando él a grabar. Yo asentí con la cabeza.

El tatuador me dio un espejo, con él miré el tatuaje que Sonic había diseñado, era una cámara fotográfica con notas musicales de diversos colores a su alrededor. Comprendí el significado del tatuaje, en él estaban reflejados mis gustos.

Él se miró el brazo, era un letrero que señalaba el límite de velocidad aunque contaba una peculiaridad, tenía la forma de una esmeralda. Sonrió al verlo, al menos le gustó.

—Es un señalamiento del límite de velocidad, sé que eres todo un fanático de ir rápido así que no encontré nada que te identificara mejor que tu pasión por correr. La forma de esmeralda es por el color de tus ojos, ya sabes, verde esmeralda... Eh... Creo que debería tener más creatividad. —Él soltó una risa.

—Claro que no, es perfecto. ¿Sabes? Aprovechando que son temporales quiero hacer una locura. —Me dio su celular.— ¿Está Silver viendo esto?

—Sí, ¿por qué?

Él habló con el tatuador, éste soltó una carcajada al escuchar su idea y asintió.

—Silver, amigo... Esto va por ti. —Dijo como últimas palabras antes que lo comenzarán a tatuar de nuevo.

Sonic salió de allí con un pene tatuado en el tobillo, aprovechando que el calcetín cubría esa zona. Terminó el directo, pagamos por los tatuajes y posteriormente, Sonic prosiguió a contarme lo ocurrido con su amigo, se resume a que en esa noche de fiesta, Silver terminó con una resaca, sin celular y con un tatuaje permanente de un pene en la espalda baja. Reí incontrolablemente por ello.

Pasamos a comer, ambos ordenamos el primer platillo que se nos hiciera conocido. Estábamos hambrientos, no habíamos ni desayunado. Mientras yo comía, él escribía en su libreta.

—¿Qué es? ¿Otra canción? —Enuncié con curiosidad antes de darle una mordida a mi comida.

—Sí, la comencé a escribir ayer pero no la he terminado, ya estoy en la última estrofa. —Articuló sin despegar la vista de su escritura.— Listo, terminé. —Sonrió. Lo miré con algo de inquietud.

—¿Puedo leerla? —Me pasó su libreta. Le di lectura a la canción.

Mi vista se desplazó por toda la hoja repleta de su caligrafía. Terminé de leerla, me parecía buena a pesar de aún no haberla escuchado.

—Y ¿sobre qué trata? ¿de qué no sabes nadar? —Bromeé.

—Dale el significado que tú quieras, es lo increíble de la música, cada quien puede interpretar una composición de diferente manera. —Me sonrió.

Reflexioné la frase y le di como respuesta una sonrisa. Cambié la página a una trasera, él no me lo impidió, tampoco protestó por mi acción.

—¿Persiana americana? —Leí el título.— Te prefiero... Ajam... Inalcanzable... Mmm... Irreversible... Intocable. —Hice una lectura rápida.— ¿Tus ropas caen lentamente? —Lo miré.

—Je. —Sonrió apartando la mirada.

—Soy un espía, un espectador... —Salté el renglón.— ¿Sé que te exita pensar hasta dónde llegaré?

—Sí... Bueno... Esa libreta ya tiene unos cuantos años, tuve que traer ésta porque mis hermanos están ensayando con la actual; escribí esa canción cuando vivía una vecina un tanto joven frente a mi casa, Manic se la pasaba espiándola, la miraba a través de una persiana americana. —Explicó.

—Aaaah. —Seguí leyendo.— Compones muy bien, ¿por qué sigues aquí? Quiero decir, tienes mucho talento como para no darte a conocer.

—Antes, ser artista era mi sueño, pero pasó a convertirse en un hobbie. Prefiero sólo tocar para un pequeño grupo de gente y no para todo un estadio. —Simplificó, terminó su comida, yo ya lo había hecho desde hace un rato.— ¿Te parece si damos una vuelta más a este lugar y luego nos marchamos a descansar?

—Hecho.

Una vez pagamos, regresamos a la calle. A pesar de que ya estaba oscureciendo, los niños seguían jugando afuera; en este lugar no había tanta inseguridad como en la ciudad.

Dimos un pequeño paseo por el lugar. Anduvimos por grandes extesiones de terreno repleto de árboles y flores. Me encantaba el ambiente que se formaba en el lugar. Al volver, en la explanada previamente dicha, había un evento, era un grupo de personas tocando distintos instrumentos, entre ellos: la marimba, la trompeta, el cajón y los bongós. Habían diversos miembros del público que se habían animado a bailar.

Sonic y yo sólo observabamos, una niña pequeña pasaba por entre medio de todos los que visualizábamos el acto. Ella estaba ofreciendo una especie de collares hechos de flores sólo contados se los habían aceptado, la mayoría se lo negaban. Cuando pasó frente a Sonic y a mí no pude decirle que no pues era demasiado tierna. Me arrodillé para que ella misma me lo pusiera, halé a Sonic para que hiciese lo mismo aunque terminó casi por caerse. La pequeña nos lo colocó y se marchó sonriente.

No pasamos mucho rato allí, bailamos unas tantas canciones y decidimos retirarnos; más tarde descubrimos que aquellos collares eran para las parejas felizmente casadas. Pues... Eh... No sé si tuve razón en aceptar los collares... ¿Nosotros contamos como tal?

A pesar de que ambos sabíamos el significado de aquellos objetos, ninguno se lo quitó, no le prestamos mucha atención, aunque la gente del pueblo sí. Al llegar al hotel no hicimos más que subir a nuestra habitación, estábamos exhaustos, ambos nos tiramos vigorosamente al colchón. Él posteriormente se sentó en el borde de la cama y prosiguió a quitarse los zapatos, calcetines y guantes. Solté una risa al ver ese tatuaje en su tobillo.

Imité su acción, él dejó su libreta y el lapicero en la mesa que tenía en su lado de la cama. Le di mi celular para que también lo dejase allí, hizo lo mismo con el suyo.

Se acostó dándome la espalda. Nos deséamos las buenas noches y fin... No hubo más.

[...]

Él parecía haberse dormido rápidamente, yo por mi parte, llevaba fácilmente más de 40 minutos mirando a la pared sin aún poder creer que él estaba en el otro extremo. No sabía si eran los nervios de hacer alguna idiotez estando dormida o eran las inmensas ganas de abrazarlo, lo que no me dejaba dormir.

Ahora que lo pienso... Abrazarlo no sería tan mala idea. Me di la vuelta, ahora tenía su espalda en mi vista.

¿Ya se durmió? Creo que ya. ¿Ya? ¿Sí? Bien, aquí voy.

Me acerqué a él, alcé uno de mis brazos e intenté llevarlo a su cintura, lamentablemente sólo alcancé a tocarlo con las yemas de mis dedos.

—¿Qué haces? —Lo escuché preguntar.

Mierda, no estaba dormido.

¿Cómo le digo sin que paresca que me trae loca —Hecho que es verídico.— que quería dormirme abrazándolo?

—Eh... Yo... Te confundí con la almohada. —Qué estúpida eres, estúpida, estúpida, e-s-t-ú-p-i-d-a. ¿Entiendes? ¡Estúpida!

—¿Abrazas a tu almohada? Qué deprimente suena eso. —Rió bajó, su tono era cansado y sin ganas de hablar.

Me di la vuelta para evitar parecer aún más ridícula, digo, si es que se podía llegar a ser.

—Déjame, tenía frío ¿si? —No lo escuché responder.

El rato transcurrió en silencio. De seguro ahora cree que soy una urgida que está tan sola que abraza a una almohada. Nunca iba a creerme lo del frío. Sí, quería abrazarlo mientras dormía, ¿y qué? No todos los días puedo tener una oportunidad así.

Capté el minúsculo rechinido del colchón, sentí como él cambiaba de posición, se había dado la vuelta.

—¿Y por qué no lo dijiste? —Me acobijó aún más arriba, cubrió mis hombros y posteriormente colocó su mano en mi vientre, sus brazos rodeaban mi cintura. Tal como quería hacerle a él.

Sonreí por su repentino y tierno contacto.

—Gracias. —Pronuncié acurrucándome entre sus brazos.

Escrito: 27/12/2017.
Publicado: 20/07/2018.

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