La noche de pizzas


La llamábamos la "noche de pizzas", a pesar de que no siempre era ese nuestro menú. Algunas veces ordenábamos cualquier otro tipo de comida o cocinaba yo mi lasaña especial.

Generalmente nos juntábamos en la pecera de la casa de Jacob, en la pizzería que frecuentábamos o en cualquier lugar que nos permitiera ponernos al día respecto a las actividades de cada uno.

Trisha se había quejado unas cuantas veces de que tal vez deberíamos cambiar el nombre por "la noche de los videojuegos", porque últimamente los chicos ocupaban el noventa por ciento del tiempo en jugar y comer. De todos modos, yo me divertía, para mí era una manera de cortar la rutina.

Esta vez nos habíamos reunido en el piso de Curi. Se trataba de un lugar pequeño pero acogedor. Un departamento que había construido a un lado de la casa de su madre, con entrada independiente y todas las comodidades que pudiera necesitar un chico soltero, a pesar de tener a su madre y su hermana viviendo en la misma propiedad.

Casi cualquier otro joven de nuestra edad hubiera preferido irse a vivir lo más lejos posible de su casa, pero Curi era todo lo contrario. No recordaba a su padre porque éste se había ido cuando él era tan sólo un niño, y desde que creció sentía una necesidad latente de hacerse cargo de su madre y su hermana, a pesar de ser el menor de todos. Él nunca lo había dicho directamente y lo entendí cuando construyó su departamento allí, para poder tener su independencia, pero a la vez estar cerca de ellas.

El estar parecía un campo de batalla. La mesa se encontraba llena de botellas de cerveza vacías, cortesía de Jacob. Curi se sentía en la obligación de tener siempre en su nevera una provisión de alcohol, a pesar de no ser amante de éste, y todo para complacer a su mejor amigo. Una capa de trozos de papitas cubría el costado de uno de los sillones y había ropa tirada en el piso. Curi era bastante ordenado en realidad, el desorden se debía que los chicos se habían instalado allí desde la mañana. De hecho, estoy segura de que estaban jugando a los videojuegos desde temprano, con la misma emoción con la que se encontraban ahora.

Nery, la hermana menor de Trevor, trataba de hacerle unos rizos a mis cabellos. Había visto en internet un video sobre peluquería básica y yo era algo así como su chivo expiatorio. Ella tenía seis años y Trevor la traía a nuestras actividades las veces que sus padres la dejaban a su cargo. Ambos eran diplomáticos y viajaban constantemente. Nerea, a la que decíamos de cariño Nery, era una niña muy bonita, de ojos grandes y cabellos largos rizados, por lo que su hermano debía asegurarse siempre de que se quede junto a nosotras y no se le acerquen demasiado sus amigos.

Mientras tanto, la chica que vino con Jacob nos contaba cosas de ella misma. Trisha y yo no le prestábamos demasiada atención porque sabíamos que lo más probable era que no le durara demasiado: Jacob nunca había presentado a alguien que valiera la pena recordar, porque nunca más volvíamos a verlas. En verdad parecía muy agradable y madura, pero la experiencia nos había enseñado que entre más maduras eran, menos tiempo las veíamos por aquí.

Y es que Jacob era un mujeriego. Nunca se comprometía, ni siquiera llegaba a llamarlas ¨novias¨. Siempre se refería a ellas como ¨las chicas con las que salía¨. Y digo ¨las¨ porque llegaron a ser más de una en un mismo período. De hecho, hasta ahora seguían contando la anécdota de cómo al final de su cumpleaños, por el exceso de alcohol, se confundió y llamó a una con el nombre de la otra, causando que las dos se molestaran y se fueran.

Aun así, a mí me caía bien. Tenía un don nato para el humor y las ocurrencias sin sentido y, a pesar de no haber sido nunca un buen novio con nadie que hubiéramos conocido, era un buen amigo, especialmente con Curi.

A veces me preguntaba cómo podían ser tan amigos los tres; Curi, Jacob y Trevor, puesto que tenían personalidades tan diferentes entre sí. Trevor, por ejemplo, era de esos que de tan buenos que son los toman por ingenuos. Jamás dejaría de hacer algo por ti si pudiera, y lo hacía sin pedir nada a cambio. La clase de persona a la que en el período de colegio le habían hecho bulling constantemente, porque sabían que nunca se defendía. Si tuviera que enumerar todas las veces en que Jacob y Curi tuvieron que golpear a alguien por él, se me acabarían los dedos. A pesar de ser la versión humana de Winnie the Pooh, no tenía novia ni la había tenido en un largo tiempo.

Ellos eran inseparables y, aunque a veces solían venir otros ex compañeros so conocidos a las noches de pizza, este trío era el que nunca fallaba.

—Jackie, ¿vamos a comprar algo de comer? —me preguntó Curi cuando terminaron otra partida del extraño juego de guerra alienígena que habían estado jugando. Jacob llevaba al menos media hora quejándose del hambre que tenía.

—¿Por qué no piden una pizza? —preguntó Trevor, mientras alistaba los personajes para iniciar una nueva batalla.

Curi negó con la cabeza. —Necesito despejar un momento mi vista, ¡ya tengo los ojos cuadrados! —se quejó. Trisha tomó el control remoto y posicionó el cursor sobre el personaje que solía usar Curi.

—Yo jugaré por ti mientras no estés —le dijo.

En realidad, Trisha detestaba jugar a los videojuegos y tal vez sólo lo hizo para ver la cara de terror de Curi de saber que dejaría su puntaje en manos de ella.

Jacob rio a carcajadas. —Jamás dejaría mi record a una chica —exclamó, ganándose una mirada de odio por parte de Trisha.

Pero Curi no se negó, a pesar de que su expresión demostraba que no le convencía para nada la idea. No quería hacer enojar a mi mejor amiga. Tomó las llaves de su auto y nos dirigimos afuera.

A penas estuvimos a solas en el vehículo me invadió un extraño sentimiento como de nostalgia. Curi era mi mejor amigo desde el colegio, hablábamos casi todos los días por mensaje o llamadas. Era mi persona favorita en el mundo, sabía todo de mí y yo de él. Es por eso que me di cuenta de que en las últimas semanas nos habíamos distanciado suficiente. No podía evitar sentirme culpable, no le había dicho demasiadas cosas últimamente. Nunca le había hablado de lo que sentía por Ethan, aunque seguro que ya se lo imaginaba. Tampoco le había dicho sobre la amenaza de Norman porque sabía que eso lo iba a escandalizar, a veces me sobreprotegía demasiado. Pero lo conocía lo suficiente como para sospechar que él también me ocultaba algo. A pesar de haberlo pensado mucho no tenía idea de qué podría ser, así que imaginé que esta sería una buena oportunidad de averiguarlo.

—¿Cómo va todo? —le pregunté, tratando de sonar lo más natural posible, mientras cambiaba la emisora de radio.

—Bien —contestó él, fingía estar concentrado en el tránsito.

—¿Cómo estuvo la película la última vez? —hice un nuevo intento. Curi nunca me había mencionado su salida al cine con Trisha. Tal vez sentía culpa por no haberme llevado con él, cuando se trataba de alguna actividad recreativa era yo siempre su primera opción.

Hizo una mueca de desagrado.

—Sabes que detesto las comedias románticas, pero eran entradas gratis, así que acepté —dicho esto se rascó la cabeza. ÉSe rascaba la cabeza cuando estaba nervioso. —¿Pizza?

Pizza —afirmé con rapidez para no perder el hilo de la conversación.

Dobló en la esquina que llevaba a la pizzería de siempre y logró hablar antes de que yo lo hiciera.

—¿Y qué hay de ti? ¿Qué tal vas con Ethan?

Me mantuve en silencio por unos segundos, sabía que no podía mentirle y decirle que iba todo bien.

—No muy bien —me limité a contestar.

—Pero no quieres hablar de eso... —agregó. Me conocía tan bien.

Volví a quedarme en silencio durante al menos dos cuadras, hasta que volvió a hablar.

—¿Recuerdas cuando me contabas cada detalle de tu relación con Benjamín, aun sabiendo que no me caían nada bien él y su amigo?

Asentí.

—Entonces, —continu.ó— ¿por qué con Ethan es distinto? ¿Por qué nunca me hablas de él?

Detuvo el auto frente a la pizzería y me bajé sin decir nada. Él suspiró y se bajó detrás de mí.

Sus preguntas rondaron mi cabeza mientras él ordenaba las pizzas, al tiempo en que pagaba en la caja y esperábamos a que nos prepararan el pedido. Seguí buscando una respuesta aun cuando Shaggie, el dueño de la pizzería, se sentó al lado nuestro y nos habló durante al menos treinta minutos acerca de un partido de fútbol que hubo esa tarde. Eran casi las nueve de la noche cuando salimos de ahí.

—Supongo que no quería hablar de él hasta estar segura de que hubiera algo entre nosotros —solté de golpe, como si Curi me hubiera vuelto a preguntar, cuando ya estábamos de camino a su casa.

Él curvó una sonrisa.

—¿Tanto así te gusta? —preguntó, dejándome helada. No me esperaba esa pregunta, ni sabía cómo contestarla.

—Eso ya no importa, porque lo que hubiera podido pasar entre nosotros se acabó en el momento en que me dijo que tiene que comprar mi casa otra vez.

—¿Ah, sí? ¿Y eso por qué?

Ese era su tono satírico, lo conocía perfectamente.

—Pues porque yo lo digo —contesté tajante.

—"Porque yo lo digo" solo es un argumento cuando no tienes mejor argumento que ese.

Giré mi rostro observando por la ventana y sin contestarle. Curi y yo nunca discutíamos, y la razón de eso es que él jamás me contradecía. En realidad casi siempre opinábamos igual en todo, ya que ambos teníamos valores y un sentido de la realidad muy similar. Él no conocía persona más terca que yo. Las pocas veces en que teníamos opiniones encontradas terminaba dándome la razón para no envolvernos en una disputa sin fin, en la que al final salía ganando yo porque él se cansaba. Pero esta vez él tenía razón, mi argumento no era válido para nada y solo lo dije porque no quería admitir la verdadera razón por la cual sentía que no podría continuar con esa relación si mi casa estaba en medio de todo.

—Oh, vaya. Pensé que sólo te gustaba pero veo que es más que eso —dijo al fin.

—¿De qué hablas? —pregunté atónita.

—Sientes algo tan fuerte que piensas que si dejas que eso avance terminarás por venderle tu casa. Y eso te aterra.

Mi corazón se detuvo un segundo y sentí que mis manos empezaban a temblar ligeramente.

—Se trata de eso, ¿verdad? —preguntó al no obtener respuesta.

—No lo sé —contesté. Pero lo sabía, y Curi lo sabía también. —Sólo sé que no voy a venderle mi casa y no quiero tenerlo cerca durante un buen tiempo.

—Mmm... Jackie... Eso va a ser un poco difícil, en especial porque está en la entrada ahora —dijo señalando con la cabeza hacia adelante.

Curi había estacionado el auto frente a su casa y sí, efectivamente Ethan estaba ahí, de pie en la entrada, hablando con Trisha.

¿Podía mi corazón detenerse tantas veces de seguido?

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Como siempre muchísimas gracias a quienes se toman el tiempo de votar y comentar! Me gusta saber qué piensan en cada capítulo, lo que les gusta y lo que no

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