El fiasco de la cena


Ya era sábado, por lo que le escribí un mensaje de texto a Evelyn para pasar a visitarlos en la noche. Tal vez debido a la cariñosa relación que había mantenido con mi padre durante nuestros tiempos juntos, sentí que no podía dejar las cosas como estaban entre David e Ethan. Probablemente también por el hecho de que Norman no me agradaba en absoluto y preferiría que fuera David a quien Ethan recurriera cuando necesitara consejos o ayuda.

Además, me pareció conveniente que David supiera la situación con el consejo. En caso de que pudiera hacer algo al respecto. Así que le hablé de eso a Evelyn pero le pedí que lo mantuviera entre nosotros tres, sin que Ethan supiera que se los comenté. Era una suerte que Evelyn haya sugerido que intercambiáramos números el fin de semana anterior, yo no acostumbraba hacerlo con nadie. No era habitual que use mi celular, casi el ochenta por ciento de mis conversaciones telefónicas eran con Curi, quien sí tenía como treinta grupos de WhatsApp y estaba mucho más enterado de las actualizaciones en tecnología.

A Ethan no le agradaron para nada los planes para la noche. Me miró serio cuando se lo comenté, cuando fue a visitarme al medio día.

—Por favor —lo miré suplicante. Esperaba que mis ojos de Bambi lo convencieran—. Sólo es una cena.

—Está bien, —cedió— pero me deberás una. Y créeme que te la cobraré.

Asentí sonriente.

Me buscó a las ocho y media en su auto.

—Estaba pensando —dijo a mitad de camino— y ya encontré la manera de cobrarte por lo de esta noche.

Rodé mis ojos. —Suéltalo —dije, sabiendo que probablemente no me iba a gustar para nada la condición impuesta por él.

—Tendrás que salir a cenar conmigo el sábado que viene. Solos los dos —enfatizó.

—No puedo hacer eso —sonreí triunfal. —Ese día es el cumpleaños de Jacob y debo asistir.

Él me miró e hizo una mueca.

—¿Quién es Jacob?

—Es un amigo de Curi, también del colegio. Siempre están juntos.

—Entonces... —sonrió maliciosamente— vas a tener que llevarme contigo.

Lo miré confusa.

—¿Bromeas?

Negó juguetón.

—Está bien —acepté, vencida.

—Pero eso no es todo. Ya que no me darás el gusto de que estemos a solas, ese día tomaré tu mano cada vez que quiera.

Solté un bufido.

—En tus sueños, Ethan.

Él detuvo el auto en medio de la calle. Tomó su celular y abrió el directorio.

—¿Qué haces?

—Llamo a mi padre para cancelar la cena.

Bajé su celular con un rápido movimiento de la mano.

—Está bien, acepto —me crucé de brazos—. Pero que conste que eso es chantaje.

Él sonrió satisfecho y continuó la marcha.

—En el amor y en la guerra, todo vale.

—Pues aquí no hay ninguno de los dos —objeté con una mueca. Aunque me costó creérmelo a mí misma.

Nos detuvimos frente a una casa muy moderna. Pequeña pero sofisticada.

Ethan contuvo mi mano cuando la llevaba hasta el timbre.

—Espera —me dijo extrayendo de su billetera una llave e insertándola en la cerradura. Lo miré extrañada, no tenía idea de que contaba con una llave de la casa de David. —Es la forma de mi padre de decirme que puedo venir a visitarlo cuando quiera —me explicó.

—¿Vienes a menudo?

Negó.

—Es la primera vez que la uso.

Abrió la puerta e ingresamos a la sala de estar. El interior estaba muy bien decorado y ordenado. No era tan lujoso como hubiera esperado de la casa de alguien con tanto dinero. Las veces que había visto a David y Evelyn ambos vestían humildemente. No estaban llenos de lujos, ni marcas. Esa era una de las cosas que me agradaba tanto de ellos, cualquier otra persona en su lugar se comportaría de otra manera. Eso era además algo que los diferenciaba del resto de la familia de Ethan.

Caminó detrás de mí, guiándome hacia el fondo. Me detuve de golpe al fijar mis ojos en una fotografía que estaba depositada sobre el marco de la chimenea. La tomé en mis manos, divertida.

Se podía ver a David mucho más joven de lo que ahora era. A su lado estaba una muchacha esbelta y agradable a la vista. Sus cabellos castaños caían en ondulaciones sobre sus hombros y, en sus brazos sujetaba a un niño pequeño, rubio y mimoso. Sentí algo agitarse dentro de mí al fijarme en esa cara llena de inocencia que miraba a la cámara con timidez. Su puñito apretaba la ropa de su madre con ternura.

—Eras tan lindo —le dije. Él rio, pero su mirada estaba perdida en la imagen de ella. —Aunque David y tú se parecen mucho físicamente, veo que también algunos rasgos los sacaste de tu madre.

Él asintió, tomó la foto y la colocó de nuevo en su lugar con cuidado. Había dolor en su rostro, aunque bien escondido. Me hubiera gustado que Ethan supiera que podía hablarme de ella cuando quisiera, abrirse más, tal vez contarme cosas. Pero no quise presionarlo ya que yo, más que nadie, entendía ese sentimiento.

Pasé mi brazo bajo el suyo rodeando su espalda y él me devolvió el abrazo mientras pasábamos a la sala—comedor. Evelyn acomodaba la mesa de la cena, para cuatro personas. Nos saludó con cariño al vernos. Me dio un abrazo, para el cual tuve que separarme de Ethan y a él dos besos en las mejillas. La ayudé a ubicar un bello jarrón de rosas blancas en el centro de la mesa.

David se asomó alegre desde la cocina. Llevaba puesto un delantal con dibujos de magdalenas de colores que contrastaba con la elegancia que su postura desprendía.

—Chicos, al fin llegaron —dijo con efusividad. Me acerqué a él y lo saludé formalmente. —Gracias por traerlo —me susurró al oído provocándome una sonrisa.

Nos acomodamos alrededor de la mesa mientras Evelyn me llenaba una copa con vino. Ethan rechazó la suya.

—Gracias, pero tengo que manejar. Además, no bebo vinos baratos —dijo provocando que Evelyn sintiera mucha vergüenza y yo unas ganas terribles de propinarle una patada por debajo de la mesa. Me limité a asesinarlo con la mirada, pero él ni se inmutó.

David llegó con una fuente en la mano y la depositó sobre la mesa. Es casi seguro que haya oído el comentario desagradable de su hijo desde donde estaba, más no dijo ni una palabra al respecto. Probablemente prefería evitar un enfrentamiento.

—Espero que les guste el Risotto —expresó mientras el aroma colmaba la habitación.

Asentí y comimos con gusto. En realidad, era una buena combinación de sabores, por lo que tuve que repetir.

—Está delicioso —comenté cuando estaba terminando mi plato.

—David tiene muy buena mano para la cocina —explicó Evelyn.

Él sonrió.

—¿Y qué hay de ti? —Pregunté a Ethan, quien no había emitido sonido en casi toda la velada—. ¿Sabes cocinar?

Él negó.

—Mis habilidades culinarias fueron heredadas de mi madre. Es decir, son nulas.

Todos reímos.

—Yo puedo enseñarte a cocinar —le dije.

—Tú todavía me debes una cena para que pruebe tu comida —me dijo hincando un dedo en mi cintura y haciéndome reír.

David nos miraba sonriente.

—Me gusta la pareja que hacen —soltó de repente.

Yo me sonrojé automáticamente, pero Ethan se puso serio al mismo tiempo.

—Lo siento, ella no es mi tipo —contestó tajante, borrando la sonrisa de los labios de su padre. —Sabes que tengo un gusto muy refinado.

¿Refinado? Lo miré ofendida.

—Yo no lo llamaría "refinado". Y esperaba que pudieras fijarte en mejores candidatas que las anteriores —agregó David.

—Gracias, pero estoy conforme con las chicas con las que salgo —más que un agradecimiento, eso sonó a un sermón—. Aunque actualmente no estoy viendo a ninguna.

—Sólo digo que mereces a alguien mejor, alguien como Jackie, que te valore por lo que eres. Sabes que es lo que tu madre querría para ti.

Me conmovió que David tuviera tan buen concepto de mí, pero Ethan bufó.

—Claro, —exclamó irónico— y tú estás haciendo exactamente lo que mamá hubiera deseado —movió la cabeza en dirección a Evelyn.

David se exaltó.

—No puedes comparar a Evelyn con las chicas con las que has salido. Discúlpate —ordenó. Pero al hacerlo, Ethan enfureció. Y me di cuenta de que esto no llevaría a nada bueno.

—Tienes razón, —contestó con crueldad— esas chicas al menos tienen clase. Evelyn es una cualquiera.

Acto seguido volteó y se fue hacia el fondo de la casa, gruñón.

Por un instante no supe si seguir a Ethan o quedarme con David, quien ahora tenía los ojos completamente rojos. Evelyn se había llevado una mano sobre la boca y se acercó a abrazar a su novio. Ella se ocuparía de él, entonces me dirigí hacia donde Ethan se había ido.

—¿Qué demonios sucede contigo? —le pregunté al alcanzarlo. Él estaba parado de brazos cruzados en la puerta de una habitación completamente vacía, excepto por una cama, un armario empotrado en la pared y unas luces que se encontraban apagadas.

—No sé por qué permití que me convencieras de venir aquí —exclamó fastidiado.

—Pero si estábamos pasando un buen rato.

—No, Jackie. Tú estabas pasando un buen rato. Yo no soporto estar cerca de ellos.

Me angustió oír eso, sabía que David se sentiría terrible si lo escuchara.

—Quieren llevarse bien contigo, son tu familia.

—Esa mujer no es mi familia —sentenció.

—Es la persona que tu padre eligió y debes respetarla.

No sabía que Ethan podía tener un lado tan infantil, injusto, caprichoso. No sabía cómo llamarlo.

—Oh, sí. ¿Y también debo dejar que me elija novia? Justamente él, que eligió tan mal.

—No fue su intención elegirte novia. Sólo expresó que le gusta la pareja que hacemos. No debías ser tan desagradable.

Él rodó los ojos e ingresó a la habitación. Se sentó en la cama, mirándome.

—Y de paso me insultaste —le dije recuperando la molestia que sentía y entrando yo también.

—Lo siento, no quise hacerlo —acomodó los codos sobre las rodillas y se llevó las manos a la cabeza. —Es sólo que me fastidió que, de todas las personas, fuera él quien pensara que puede aconsejarme sobre con quién debería salir y con quién no. Eso es lo que más me molesta de él —se descargó—. Nunca me ha apoyado en nada. Todo lo que hago le parece una mala decisión. Norman es todo lo contario, siempre ha creído en mí. Se alegra cada vez que emprendo algo nuevo o llevo alguna chica conmigo.

En realidad, Norman no se había alegrado cuando me vio con Ethan en la quinta, pero no me pareció el momento para contradecirlo en ese sentido. Así que me puse en cuclillas delante de él, para estar a su altura y aparté las manos de su rostro, logrando que me mire.

—Ethan, él es tu padre. Creo yo que es la mejor persona que podría aconsejarte en todo sentido.

—Tú solo quieres que acepte su recomendación y salga contigo —bromeó, aunque sin muchas ganas. Probablemente sólo buscaba no tener que profundizar demasiado en el tema.

Reí al verlo sonreír y él llevó su mano a mi rostro, acariciándolo. Me miraba con los ojos levemente entrecerrados. Su dedo pulgar estaba apoyado en mi mejilla y las puntas de sus otros dedos llegaban a la base de mi cuello, lo que me provocó un pequeño temblor que hizo que mis labios se entreabrieran y sus ojos se posaran en ellos. Estábamos tan cerca que sentía su respiración y rogué que no se percatara de que mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal. —Jackie— susurró y noté que su rostro se acercaba lentamente al mío a medida que sus ojos se cerraban. Y de pronto la luz se prendió.

Todo en mi interior se sobresaltó y volteé de inmediato para ver a Evelyn en la puerta.

—No quise interrumpirlos —se disculpó.

—Pero lo hiciste —contestó él con la misma cara que ponía cada vez que ella estaba cerca.

Volví mi mirada a él en señal de reproche y me puse en pie. Mi corazón comenzó a recuperar su ritmo normal ahora que ya no tenía su rostro pegado al mío.

—Sé que no te agrado, —comenzó Evelyn— pero a los dos nos importa tu padre. Así que podríamos hacer un esfuerzo por él.

Ethan se puso en pie también.

—No estoy tan seguro de que él te importe tanto como dices.

Ella estaba seria, enfadada, pero su miraba demostraba a la vez un dejo de tristeza.

—Pues yo podría decir lo mismo de ti.

Ethan arrugó la frente al oír esto, pero ella prosiguió.

—Cuando David y yo nos mudamos aquí, él preparó esta habitación para ti —hizo un rápido recorrido visual por el cuarto—. Te dio una llave para que puedas entrar a la casa cuando desearas, porque quería que sientas que eres bienvenido. Pero tú nunca usaste ninguno de los dos regalos.

Él bajó la mirada.

—Nunca tienes tiempo para venir a verlo —continuó—. Pero todos los domingos vas a almorzar a la casa de tu tío Norman. ¿Crees que él no se ha encargado de que David lo sepa? Tu tío disfruta demostrándose superior a tu padre. ¿Por qué crees que toda tu familia me detesta? Él se ha encargado de que lo hagan porque ellos compitieron toda la vida. ¡Y Norman te usa a ti como premio!

—No puedes hablarme así —protestó él. Pero Evelyn se mantuvo firme.

—No te pido que me des una oportunidad a mí. Te pido que le des una oportunidad a tu padre y a la relación que deberían tener ustedes dos. David lleva posponiendo nuestro casamiento por más de un año, debido a que quiere que estés ahí ese día.

Era evidente que todo esto afligía mucho a Evelyn y había soltado algunas cosas sin pensar, pero tal vez mencionar lo del casamiento había sido demasiado. No había forma de que Ethan pudiera aprobar algo así. Él tomó mi mano y me sacó de la habitación, al límite del enfado.

—Jackie y yo ya nos vamos —dijo mientras caminábamos con Evelyn siguiendo nuestros pasos.

Pasamos por la sala, en donde se encontraba David.

—Gracias por todo —le dije, mientras él se ponía de pie al vernos. Sus ojos se veían cansados y dolidos.

—Espero verte pronto, Jackie —me dijo él con rostro angustiado e intentó mostrar una sonrisa.

Llegamos hasta el auto. Él abrió la puerta en silencio y subimos.

Se dejó caer en el asiento del conductor, colocó las manos en el volante y respiró tres veces de seguido, intentando recuperar la calma. No pude decir si estaba tan molesto como para romper lo que tuviera en frente o tan angustiado como para quebrarse en cualquier momento. Su rostro reflejaba una rara mezcla entre ambos.

Puso en marcha el vehículo y no se detuvo hasta estar frente a casa. No pude evitar sentirme culpable, por lo que no emití palabra alguna en todo el camino. Yo lo había puesto en esa situación. Yo había forzado ese encuentro y él aceptó sólo por mí. Prácticamente lo convencí de soportar algo que evidentemente no estaba preparado para afrontar. Traté de ponerme en su lugar pensando en cuál hubiera sido mi reacción si, en vez de perder a ambos padres ese día, hubiera perdido sólo a uno de ellos y el otro apareciera un tiempo después con alguien mucho más joven. No podía imaginarlo, así que tuve que hacer todo lo posible por apartar esos pensamientos de mi mente.

—Lo siento —dijo él cuando el auto se detuvo—. Lamento que hayas tenido que presenciar lo que pasó.

La calma ya lo había alcanzado y al menos ya era capaz de mirarme a los ojos.

—No debí haberte comprometido a ir... —contesté.

Él esbozó una leve sonrisa.

—No creas que diciendo eso te salvas de que vaya contigo al cumpleaños de Jacob.

Me hizo reír. Esa era una de las cosas que más me agradaba de Ethan, que nunca dejaba paso a la angustia por demasiado tiempo y siempre encontraba la manera de robarme una sonrisa.

—Lo sé —musité entre risas y me acerqué para besar su mejilla en señal de despedida, pero él hizo lo mismo en el mismo sentido que yo y nuestros labios casi chocaron entre sí.

Ambos reímos avergonzados por varios minutos.

—No sé qué voy a hacer contigo, Jackie —dejó escapar de repente, parando mi risa del todo. Sus ojos miraban profundamente dentro de los míos y su expresión se volvió incomprensible para mí. —El consejo que me dio mi padre, sobre ti, es completamente contrario al que me dio mi tío Norman.

Me quedé pasmada. Sabía exactamente cuál fue el consejo que David le dio con respecto a mí, pero él no me había comentado nada de Norman cuando se lo pregunté. ¿Acaso sus palabras significaban que Norman le dijo que yo no era buena para él?

No supe qué decir. En realidad, ni siquiera entendí claramente a qué se refería Ethan al decir que no sabía qué hacer conmigo. Al notar mi confusión apoyó sus codos en el volante y se tomó la cabeza entre las manos. Parecía estar teniendo una especie de lucha interna. Y yo empecé a comprender la influencia que tenía Norman en su vida y en sus decisiones.

—Desde hace años me propuse seguir todos los consejos que mi tío me daba, en todo sentido. Siempre me fue muy bien haciéndolo, pero ahora por alguna razón una parte de mí se rehúsa a escucharlo.

Apoyé mi mano en la base de su nuca, donde comenzaba su espalda y comencé a friccionar suavemente su piel, esperando que se relajara un poco más con eso. Él disfrutó por un momento del breve masaje y luego separó su mano derecha, descargando el peso de su cabeza sobre la otra, que seguía contra el volante. Llevó su mano suelta atrás y la posicionó sobre la mía, que estaba tocándolo. Tenía los ojos cerrados y entrelazó sus dedos entre los míos, deteniendo así las caricias que yo le estaba dando y palpando ahora él mi piel con ternura. Luego siguió lentamente el camino de mi brazo acariciándome con las yemas de sus dedos. Cerré mis ojos sin pensarlo y mis labios se separaron al instante en que una corriente eléctrica recorrió mis hombros, bajando por mi espalda. Podría jurar que solté involuntariamente un suave suspiro, por lo que rogué que él no se hubiera percatado.

Entonces tomó mi muñeca con delicadeza y la llevó abajo, depositándola sobre mi muslo. Los dos nos miramos y anhelé que mis ojos no revelen todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Si no te bajas ahora del auto, voy a hacer algo de lo que probablemente me arrepienta después —advirtió.

¿Por qué habría de arrepentirse? Esas simples palabras bastaron para bajar mi espíritu al nivel del suelo.

Asentí casi imperceptiblemente, sin decir nada, pero estaba segura de que mi rostro delataba mi tristeza. Después de todo, me encontré a mí misma conteniendo las lágrimas que rogaban por salir a la superficie. Mordí mi labio inferior por dentro y me dispuse a bajar.

Él tomó mi mano antes de que lo hiciera y habló en susurros.

—Lo siento, Jackie. Ha sido una semana difícil.

Me colgué la cartera por el hombro y bajé sin mirar atrás. Mis manos temblaban mientras trataba de insertar la llave en el candado de afuera. Mi cabeza se había vuelto un nido esa noche y me costó un siglo dormir, no podía parar de pensar sobre a qué se había debido todo eso.

Una cosa era segura: Norman estaba en contra de nuestra relación y eso tenía a Ethan desconcertado. Ahora, lo que no sabía era de qué relación estábamos hablando. No había nada entre él y yo, al menos nada definido. Aunque los dos repetíamos constantemente que sólo éramos amigos, no podía negar ese profundo vínculo que me unía a él. No era amistad, de eso estaba segura porque no se parecía en nada a lo que sentía por Curi. Pero tampoco podía estar segura si era algo más o sólo imaginación mía.

Y aparte de lo que pudiera sentir yo, también debía considerar sus sentimientos. Ethan me coqueteaba a menudo, pero esto tampoco significaba nada, ya que estaba segura de que lo hacía con más de una chica. Tal vez formaba parte de su manera de ser o tal vez yo le atraía de cierta forma, así como lo habían atraído muchas otras antes. Yo no soy del estilo de chicas que quiere a su lado, eso lo había dejado en claro también. Y por esa razón no podía permitirme a mí misma dejar que esto que estaba abrigando creciera más.

Así que me dije a mí misma que intentaría no pensar más en lo que dijo esta noche, ni en ese beso que nos habíamos dado y que no salió de mi cabeza en toda la semana. Y luego de un tiempo durante el cual me hice vagas promesas al respecto, me quedé al fin dormida.

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