Capítulo I
"hermano Alone" "hermanito Alone" "te queremos Alone"
Las voces infantiles de esos niños resonando en su cabeza parecían no querer dejarle tranquilo.
Una solitaria lágrima resbalo por su mejilla, apreto sus dientes con fuerza sintiendo un punzante dolor en su corazón.
El brusco pincelazo y el que siguió, dibujo una cruz de rojo color sobre la bella pintura de un hermoso ángel.
Un grito desgarrador escapo de su garganta. Las lágrimas ya no pudieron ser contenidas, bajo con rapidés de la escalera donde se había apoyado para poder alcanzar sus pinturas plasmadas en los altos muros de la Iglesia.
Siguió gritando queriendo dejar escapar todo lo que sentía pero le era imposible pues esos sentimientos estaban atados en lo más profundo de su ser.
Solo faltaba unos cuantos escalones para poder llegar al suelo pero antes de que sus pies lograran tocar el suelo, la fuerza en sus manos parecio esfumarse y cayó.
El grito ceso al sentir el frío dolor que se impregnaba en ciertas partes de su cuerpo.
Unos pobres gemidos escaparon de sus labios y de pronto las preguntas acumularon su mente.
¿Por qué no podía dejar de llorar? ¿Por qué estaba llorando? ¿Por qué sus manos y vestimentas estaban bañadas en sangre? ¿Por qué se sentía tan mal?
Se puso de pie y observo el punto donde su pincel había caído.
El temblor azoto su cuerpo mientras sus ojos empapados en lágrimas se dirijía a sus manos sangrientas que se alzaban temblorosas.
Los sollozos lastimeros no se hicieron esperar y lágrimas comenzarón a bañar con desesperación sus mejillas.
-¿Qué he hecho?-era una imágen en verdad lamentable, aquel muchacho de cabellos negros estaba realmente sufriendo.
Pues aquel muchacho de cabellos negros había comprendido de pronto algo, había comprendido en el momento en que levanto su mirada y vio tres pinturas hechas por él, de tres niños con bellas alas de ángel.
Y fue cuando vio una cruz.
-yo los he matado-de pronto ya no habían lágrimas, ya no había sufrimiento en ese rostro, simplemente había un vacío sin fín.
Un vacío que no le dejaría tranquilo. Un vacío del cual no tenía escapatoria.
Las puertas de la Iglesia se abrieron mostrando una luz resplandeciente, esfimera, que se estinguió a causa de las voces de esas personas.
-¡Alto ahí! ¡Manos en la cabeza!-
Miro con indiferencia a aquellas personas vestidas de azul, sonrió con falsa tristeza mientras obediente alzaba sus manos y las apoyaba en su cabeza.
Aquellos hombres se acercaron a él pero ya nada le importaba, ya casi nada le importaba, estaba bien.
El hierro apreso sus muñecas con brusquedad, las manos de aquellos hombres le sujetaron los brazos y le obligaron a caminar hacía aquel vehiculo donde le adentraron para poder ser llevado a un lugar donde solo le esperaba esclavitud.
Sin embargo, a aquel muchacho de cabellos negros parecía importarle muy poco aquella situación.
Pues a aquel muchacho de cabellos negros solo le importaba una cosa: su objetivo.
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Degel Acuarius contemplo el rostro durmiente de su amado que era alumbrado por la luz de la linterna que Acuarius sostenía en una de sus manos.
Acaricio con su mano libre la mejilla de su amado, mientras acercaba con lentitud su rostro hasta que logro robarle un beso pidiendo y suplicando valor.
Sabía que aquello que estaba por hacer era ilegal pero no importaba.
Pues para Degel lo unico que importaba era el bienestar de su amado, y eso solo sería posible estando lo más lejos de este horrible lugar.
El cuerpo de su amado se encontraba conectado a un monton de maquinas y cables, era una escena que le dolía realmente, ver a su amado en aquel estado lamentable.
Llevo la linterna a su boca mientras que la mano que se encontraba en la mejilla bajo hasta su cuello donde los primeros cables se encontraban.
Desconecto con cuidado, uno por uno tratando de no despertarle.
Tras haberlo liberado de aquellos cables con cariño lo cargo entre sus brazos aun con la linterna en su boca para después dirijirse hacía la puerta la cual abrió con cuidado de no hacer ruido pues no podía correr el riesgo de que alguien los descubriera.
Había repasado aquel plan cientos de veces en compañía de su amigo Unity quien le ayudaría a sacar a su amado de este lugar.
Eran las tres y tanto de la noche, los pacientes se encontraban encerrados en sus habitaciones.
Los trabajadores se encontraban en sus casas haciendo valla a saber que.
Los unicos en aquel lugar que se encontraban despiertos eran los guardias del turno nocturno.
Salió de la habitación con su amado en brazos y camino por los pasillos con calma y en alerta.
Las habitaciones de los pacientes se encontraban en los oscuros sub-suelos que en total eran tres.
Los guardias de turno nocturno no vigilaban los sub-suelos, vigilaban la planta baja y la planta alta.
Si no se equivocaba había un guardia que vigilaba la entrada a los sub-suelos pero eso no le preocupaba.
Unity era un guardia del turno nocturno y este le había dicho que se encargaría de despistar a ciertos compañeros mientras tanto él debería salir por la parte de atrás del edificio, lugar desprotegido por los guardias.
Una vez fuera del edificio le esperaba su vehiculo y adentro, ropa nueva y pasaportes.
Un nuevo comienzo.
Camino guíandose por la luz de la linterna que alumbraba de forma escasa los pasillos.
Se dirijió a las escaleras las cuales subió llegando al primer sub-suelo, volvió a subir por las escaleras y llegó a la planta baja.
Se tranquilizo al ver que no habían guardias y camino por los pasillos teniendo cuidado de no cruzar con ningún guardia.
Después de unos minutos llegó a la cocina, donde se encuentraba la puerta de salida de la parte trasera del edificio.
Acerco con esfuerzo su mano a la linterna y la saco de su boca causando que la persona que llevaba en sus brazos despertara y se removiera incomodo y extrañado.
-Degel-dijo aquella voz adormilada-¿Qué pasa?-
Degel no oculto su felicidad, sonrió con emoción y alegría.
-¡Amor! ¡Nos vamo....!-pero no termino de hablar pues un golpe en la cabeza le hizo callar y caer al suelo de rodillas.
La persona se aferro al cuello de Degel mientras caía con él al suelo.
-¡Degel!-
-¡Psiquiátra Degel esta tratando de robarse a un paciente!-dijo una voz enfadada que Degel no pudo reconocer pues se encontraba aturdido por el golpe en su cabeza.
-Kardia-fue lo único que pudo decir mientras escuchaba una voz llamarle con desesperación, mientras escuchaba pasos y voces de otras personas, mientras perdía la conciencia.
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Saga desperto en una habitación llena de oscuridad.
No recordaba que había pasado, sabía que no se encontraba en su habitación pues su cama era más amplía y aquella en la que en estos momentos se encontraba era estrecha e incomoda.
Se abrazo así mismo, tenía miedo pues nuevamente se sentía perdido.
Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas al recordar aquellas palabras que su abuelo le había dicho.
"Saga, ya no puedes estar con nosotros, tú ya no perteneces a la sociedad es por eso que tendrás que ir a un lugar donde hay personas como tú"
Un temblor azoto su cuerpo pues una idea había cruzado por su mente.
¿Podría ser que este lugar....?
En ese momento la puerta se abrió mostrando la luz.
Saga se sobresalto y se sentó rápidamente en la cama, miro a la persona que había entrado y traído luz a su habitación.
Era un hombre alto de cabellos negros quien le miraba con crueldad.
-eres muy bello-Saga se estremecio ante aquellas palabras-al igual que tu tío-
-¿D-dónde estoy?-las palabras sonaron temblorosas, una sonrisa cruel se formo en los labios de aquel hombre.
-se encuentra..... en el Hospital Psiquiátrico de Athenas-
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