CINCUENTA Y OCHO
Las amistades también caducan, se apagan como la luz de una luciérnaga cuando es descubierta, como el primer viento frío que trae el otoño después del verano. Hay personas que nos decepcionan, y la que deja esa pérdida duele y nos enfada, no hay duda; sin embargo, con el tiempo aprendemos y empezamos a ser mucho más selectivos.
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