Querido Amor

🌧️☕♥️

El olor del café y los postres recién hechos inundaban la cafetería reconocida y concurrida de LuHan. El ambiente era agradable, era cómodo y lo hacía sentirse como en casa.

Con varias fotografías colgando en las paredes, un par de enormes macetas con plantas igual de enormes, flores resguardadas por floreros en las mesas de los clientes, las cuales tenían una agradable forma circular y poseían el espacio suficiente para ser cómodas para dos personas, paredes en tonos pasteles y el vaivén de los trabajadores por todo el lugar, el resultado final terminaba siendo acogedor, cálido y moderno.

KyungSoo se encontró destensándose gracias a la suave música de fondo y el café entre sus manos.

Estaba sentado en un lugar algo alejado de la puerta de entrada al local, con un ventanal bien limpio a su lado que le permitía admirar el exterior, a la gente y los autos pasar en la carretera. El día estaba medianamente nublado y hacía frío, sin embargo, dentro de la cafetería era cálido y la temperatura lo dejaba cómodo. Las conversaciones surgían por todas partes en un tono soportable, habían algunas carcajadas flotando en el ambiente y un par de parejas siendo melosas a su lado. Lo natural, lo normal, lo medianamente soportable para alguien tan fácil de irritar como él.

Llevó el vaso de café a su boca con lentitud y dio un suave sorbo a la amarga y caliente bebida, mientras sus ojos paseaban por todas partes de forma concienzuda y sus pupilas se detenían en la puerta cada dos por tres, esperando, ansioso, la llegada de JongIn.

No quería admitirlo, pero estaba nervioso y eufórico, estaba emocionado y alerta. Casi cinco años habían transcurrido desde la última vez que había visto al moreno y sentía ansiedad por no saber lo que iba a encontrar ahora, por si lo iba a encontrar realmente y no había sido demasiado tarde para tener un último vistazo suyo en carne y huesos. Tenía taquicardia y sus dedos tamborileaban sobre la mesa constantemente. Parecía un completo adolescente.

Miró la hora en su reloj de muñeca y sus labios se fueron ligeramente hacia abajo al notar que JongIn ya tenía quince minutos de retraso cuando él siempre había sido alguien muy puntual. Tal vez simplemente se había tardado demasiado en contestar, tal vez ya era demasiado tarde para hacer realidad emociones tontas, tal vez había sido idiota en exceso y la posibilidad de tener cerca a su antiguo amor se había resbalado entre sus dedos por culpa de su estupidez y cobardía.

KyungSoo no quería pensar en eso, pero era lo más lógico.

LuHan le envió una mirada entristecida desde la barra y él simplemente le sonrió, tratando de ocultar en lo más profundo de su ser el malestar que sentía y se apoderaba de él. Se recriminó muchas cosas en los próximos minutos que transcurrieron, imparables y dolorosos, pensó en posibilidades alternas, en futuros alternos, en posibles escenarios que pudiera estar dominando su vida en ese justo instante. ¿Estaría aún con JongIn? ¿Vivirían juntos, tal vez? ¿Adoptarían un par de perros? ¿Hubiesen sido felices con plenitud? Y KyungSoo jamás había sentido el peso de aquellas palabras que resonaron en su mente. "Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

KyungSoo había perdido a JongIn hace muchos años, KyungSoo se había ido, lo había dejado... Y ahora estaba pagando las consecuencias de sus actos.

Llorar en público jamás había sido una opción para él, siempre orgulloso y receloso de sus sentimientos, sin embargo, eso era justamente lo que quería hacer en ese instante.

Respiró profundamente y bebió un nuevo sorbo de su café, el cual comenzaba a entibiarse. Sí, la había cagado, había soltado la mano de JongIn cuando su corazón latía desenfrenadamente por él, KyungSoo había sido un idiota, no había vuelto a hablarle, no lo había buscado ni había respondido a sus cartas constantes (aquellas que guardaba amorosamente en una cajita en su clóset y que sacaba de vez en cuando para leerlas nuevamente), y no lo había hecho porque hubiera dejado de amarlo o algo por el estilo, porque KyungSoo estaba muy seguro de quererlo incondicionalmente, sino por todo lo que lo rodeaba. La madre de JongIn se lo había dejado muy claro hace cinco años, que JongIn necesitaba evolucionar, necesitaba construir un futuro, ser alguien, cumplir sus sueños, pero con él a su lado, siendo su distracción y detención a sus objetivos más importantes, no iba a conseguirlo. Se dio cuenta de lo que sucedía entonces: JongIn dejaba las prácticas de lado para estar con él, JongIn descuidaba su academia y su formación profesional por él, y aunque KyungSoo había hablado muchas veces con el más joven sobre eso, sabía que JongIn no cambiaría a menos que hiciera algo al respecto.

Y ahí le hizo caso a quien había sido su suegra, acató sus órdenes y sus peticiones y dejó ir al amor de su vida para que pudiera cumplir sus sueños de forma ininterrumpida, para que no tuviera distracciones que lo desviaran del camino principal. KyungSoo se fue porque quería que él estuviera bien en el futuro, se fue porque lo amaba y quería que JongIn alcanzara todas sus metas.

Había estado al tanto de su vida gracias a BaekHyun, supo de sus amoríos, supo de SooJung, supo de su mudanza y su empleo fijo, y se sintió orgulloso y feliz por él, porque su chico lo había logrado y eso era suficiente para hacerlo feliz, por eso, cuando JongIn le envío esa última carta decidió que podía contestarle, porque ya no había nada que le impidiera responderle. JongIn lo había conseguido y él se sentía libre y emocionado por hablarle de nuevo, por verlo, tocarlo y admirarlo una vez más, sin embargo, parecía que eso no iba a ocurrir.

Di-ling.

Suspiró y bebió lo último que le quedaba de café, mirando de reojo a su guapo amigo extranjero y dueño del local, que se dirigía hacia él con un pedazo de tarta de arándanos, y exhaló antes de llevar una mano a su rostro para frotarlo con su palma.

Pat... pat... pat...

El sonido de los zapatos del chino resonando contra el suelo lo hizo cerrar los ojos, porque no estaba de ánimos para aguantar la lástima de nadie, mucho menos de LuHan, así que hizo el amago de levantarse para irse de ahí antes de topárselo a él y a su mirada entristecida y brillante, y sin embargo, se detuvo en seco un segundo después, porque realmente no se esperaba aquello.

-¿Te vas ya? -y esa no había sido la voz de LuHan, no lo era, porque aquella que había formulado esa pregunta era más grave y sedosa, más ansiosa y estaba impregnada con un tinte nervioso y agitado, y cuando alzó su mirada el aire escapó de sus pulmones y su corazón latió con desenfreno en su interior-

Se había quedado estático a medio camino de levantarse, sus ojos se habían ampliado y sus mejillas se sentían calientes, porque a pesar del transcurso de los años, a pesar de la nueva etapa en la que se encontraban, donde ahora era todo madurez y sobriedad, Kim JongIn seguía viéndose igual de espectacular a cuando era un adolescente.

Sus ojos seguían siendo pequeños y brillantes, sus labios carnosos conservaban ese agradable y atractivo tono rosáceo, su cabello aún estaba un poco más largo de lo socialmente normal y conservaba ese brillo especial, su altura había aumentado un par de centímetros, su piel morena seguía destacando frente a los demás por su belleza y singularidad... Seguía viéndose atractivo con ropas simples, seguía siendo llamativo, seguía despertando el interés colectivo ante su simple presencia, seguía teniendo el mismo aroma que hace cinco años, seguía siendo hermoso...

Seguía provocando latidos desenfrenados en su interior y despertando mariposas en su estómago, y no sabía si eso era algo bueno o algo malo.

-Pensé que no llegarías -susurró, aún absorto en su mirada, en su rostro perfecto y maduro, en la calidez de sus ojos café, y JongIn soltó una suave curva en sus labios y se llevó una mano a la nuca con cierta vergüenza. KyungSoo se dio cuenta entonces que algunas cosas jamás cambiarían-.

-Yo también lo creí... Woo-Woo me dejó varado a mitad de camino y tuve que hacer toda una odisea para dejarlo en un buen lugar y tomar un taxi que me trajera hasta aquí -entonces se lamió los labios rápidamente y suspiró por un par de segundos. Sus ojos quedaron fijos en la taza de café vacía y sus dedos recorrieron la madera de la mesa con suavidad mientras su nariz se arrugaba ligeramente, de manera bonita y aniñada, de esa forma que a KyungSoo solía enloquecer, porque JongIn también era tierno y lindo en extremo y eso era una bomba para su corazón débil-... Uhg... ¿Aún quieres hablar?

No había necesidad de pensar una respuesta. KyungSoo simplemente asintió y volvió a tomar asiento en su antiguo lugar y JongIn ocupó el puesto vacío a su lado. LuHan llegó entonces y dejó el enorme pedazo de tarta frente a ellos y una taza llena de chocolate para JongIn. Les sonrió entonces con dulzura y calidez y alzó una mano para revolver el cabello del moreno.

-Me alegra verte de nuevo por aquí, Jong. KyungSoo, ahora te traigo una taza de café nueva.

-No te preocupes, con esa bastaba... Gracias por la tarta.

-Va de parte de la casa. Disfruten -les guiñó un ojo con ánimos y alegría y luego se fue de nuevo para seguir atendiendo a sus clientes-.

Se fundieron entonces en un largo silencio que podría ser considerado incómodo y tenso. KyungSoo mordió la esquina de su labio, muy consciente de la cercanía del menor, del calor que desprendía su cuerpo a través de la ropa abrigadora, de su aroma agradable y masculino, de su mirada puesta en su rostro con insistencia, y cortó un trozo de tarta simplemente para tener algo qué hacer y que lo distrajera un poco de la presencia de JongIn. Llevó el pastel a su boca y comenzó a masticarlo acompasadamente. Estaba delicioso, y, sin embargo, no podía concentrarse plenamente en el sabor del postre porque era mucho más entretenido ver las manos masculinas de JongIn tomando su taza de chocolate y a sus dedos largos acariciando la porcelana con delicadeza.

Subió la mirada por su brazo largo y cubierto por aquel sobretodo beige, por su cuello, su mandíbula definida, sus labios entreabiertos, su nariz y finalmente se encontró con sus ojos, que jamás se habían alejado de su cara. Y entonces sintió las mejillas enrojecer y su corazón dar un vuelco cuando la palma del moreno se estiró y envolvió la suya con suavidad, encerrándola por completo en ella, y la llevó a su boca para besarla dulcemente antes de dejarlas muy bien sujetas en la mesa nuevamente. Sonrió con ternura y su otra mano subió hasta su mejilla para acariciarla lentamente, acunándola en la amplitud de su palma y brindando mimos sobre su piel con la punta de su pulgar.

-Estás hermoso, KyungSoo, realmente estás precioso -murmuró y luego bajó su pulgar por toda la mejilla, pasó por sus labios y llegó a su mentón sin perderlo de vista-. Te extrañé mucho.

Y los colores explotaron en sus mejillas, sus ojos se ampliaron ligeramente y sus labios se entreabrieron. Trató de decir algo, pero nada salió de su boca, porque aquello había sido repentino, había sido algo inesperado y lo había dejado fuera de base. Era el efecto de JongIn actuando de nuevo sobre él como lo hacía en antaño.

Pasó saliva y se lamió los labios, y estos fueron el punto de enfoque del menor casi de inmediato. Suspiró y asintió, ladeando un poco el rostro hasta casi dejarlo posado sobre su hombro, y murmuró grave y bajo cuando logró recuperar la voz.

-También estás hermoso, JongIn, y también te extrañé. Muchísimo.

JongIn sonrió con suavidad y asintió, pasando la punta de su índice por su sien, su nariz y sus cejas pobladas, adorando su rostro, sus facciones, las cosas más mínimas que componían su rostro, como solía hacerlo hace cinco años, cuando aún estaban juntos. Delineó los contornos de su nariz, se deleitó con la suavidad y el ligero calor en sus mejillas, repasó los bordes de sus labios, la línea definida de su mandíbula y los lunares que estaban salpicados por toda su piel expuesta.

JongIn se tomó el tiempo para adorarlo una vez más, para acariciarlo con intimidad, porque KyungSoo no estaba haciendo nada para detenerlo y eso sólo lo instaba a continuar. Exhaló una bocanada de aliento cálido y con olor a café y JongIn se inclinó para dejar un beso suave en su frente, y cuando se alejó, lo miró detenidamente a los ojos.

Sus cuencas pequeñas y pardas estaban reduciendo como nunca, brillaban como un par de estrellas, estaban fundidas en calidez y tenían ese "algo especial" que se hallaba ahí cuando estaban juntos aún. KyungSoo sabía que era amor, y sabía que él mismo se encontraba observándolo de la misma manera, después de todo, podía ver su reflejo en los ojos de su ex pareja, y eso sólo le provocaba un aumento de sensaciones fuertes y desesperadas que no podía controlar ni refrenar aunque quisiera. Se había privado de JongIn durante demasiado tiempo, se había prohibido verlo, sentirlo, olerlo, y ahora que estaba ahí, haciendo justamente eso, sólo había provocado un "boom" en su corazón y su sentir.

-Lo sé -susurró JongIn mientras le acariciaba el cabello que caía sobre su frente sin perder de vista sus pupilas y se acercó un poco más a él-. Lo sé... Puedo verlo en tus ojos, KyungSoo, tan claro y hermoso que me hace pensar muchas cosas, como que me quieres, como que me extrañas, como que estás feliz de tenerme aquí... ¿Estoy equivocado?

KyungSoo no esperaba que las cosas dieran un giro tan inesperado y que se encontraran hablando justamente de sus sentimientos sin antes haber preguntado si quiera un "¿Cómo has estado, qué tal te ha tratado la vida?" Por simple cortesía, pero así eran ellos, siempre al punto, y ya habían pasado demasiado años como para irse por las ramas ahora, ¿Cierto? Era hora de ser sinceros e ir directo al grano. Se lo merecían, se lo debía, era lo correcto y él no iba a cambiar eso.

Cerró los ojos por un par de segundos y finalmente decidió que no era tan malo apoyarse un poco en él, por lo que dejó que su cuerpo cayera sobre su costado y JongIn procedió a abrazarlo suavemente por los hombros con una de sus manos. Le acarició el cabello y besó su frente varias veces, estrechó su cuerpo contra el suyo y KyungSoo simplemente se dedicó a sentir y a disfrutar de aquello que tanto había anhelado en sueños e imaginaciones.

-No, no te equivocas. Todo lo que dices es cierto -alzó un poco la cabeza con gesto compungido y dejó una de sus manos sobre su pecho. JongIn le devolvió la mirada fija a sus ojos y se dedicó a pasear su mano por sus hombros y costado con delicadeza y suavidad-. JongIn... Lo siento, yo...

-Shh -el menor colocó un dedo sobre sus labios para callarlo y KyungSoo sintió un revuelo de sensaciones en su interior, que explotaron y lo sacudieron con fuerza, que lo hicieron sonrojar y sentir nervios, y todo por un simple toque en su boca-... Lo sé, lo sé, BaekHyun me lo dijo cuando recibí tu respuesta. Lo sé todo, cariño, y siento que por mi inmadurez lo nuestro terminara.

-JongIn, tú no...

-Sí tengo la culpa. No me enfoqué en mis cosas, te daba tantas prioridades y primeros lugares en todo que me descuidé de una parte esencial de mi vida. Siento que tuvieras que tomar esa decisión cuando aún me amabas, siento que mi madre te obligara a dejarme, siento tantas cosas, KyungSoo. Ahora es cuando consigo darme cuenta de mi error y de mi comportamiento, ahora entiendo tu sentido de protección y lo mucho que me amabas, de todo lo que me querías para dejarme ir. Era por mi bien, lo hiciste por mi futuro, y eso es lo más hermoso que han hecho para y por mí. Es justamente en este momento cuando siento que te amo mucho más que antes.

KyungSoo sintió cómo sus labios temblaron contra su dedo y sus ojos se cristalizaban rápidamente. KyungSoo no era de los que lloraban, KyungSoo no era de los que se mostraban débiles frente a los demás, pero con JongIn diciendo todo eso, mirándolo como lo hacía y estando tan cerca de él, todo su autocontrol, todos sus pensamientos y actitudes clásicas se iban a la mierda. JongIn lo desarmaba y lo componía. JongIn era lo mejor que podía haberle pasado en la vida, y vaya que lo había extrañado.

Fuera de la cafetería, un relámpago resuena entre las nubes y el sonido de la lluvia se oye constante y fuerte, indetenible, en sus oídos. Ha comenzado a llover y las gotas de agua empapan los ventanales del local; la gente corre fuera del establecimiento para resguardarse del frío implacable y la lluvia y los autos se mueven con precaución, salpicando la acera con el agua de la carretera. Todo se ha vuelto gris y helado en el exterior, sin embargo, KyungSoo se siente cálido y brillante entre los brazos de JongIn.

El menor sonríe entonces de una forma bastante especial, con sus ojos brillando con intensidad y sus mejillas comenzando a calentarse tiernamente, y se inclina un poco hacia su rostro, dejándolo helado y ansioso en el sitio.

-KyungSoo, ¿Recuerdas nuestro primer beso? -preguntó con suavidad y entonces KyungSoo entendió y sus mejillas se calentaron fuertemente antes de asentir con los ojos entrecerrados y los labios ligeramente abiertos. El menor fijó sus ojos en sus belfos y se acercó un poco más, hipnotizado por aquella boca rosada y generosa que era tan suya y tan entrañable, y suspiró sobre ella, a escasos centímetros de distancia- Fue en una cafetería... Llovía fuera y hacía frío. Te había abrazado por los hombros, justo así, y luego te robé el beso...

La voz de JongIn se volvió baja y grave y se acercó un poco más. Los ojos del alto se cerraron entonces, cuando sólo le quedaban un par de centímetros de distancia, y KyungSoo lo imitó y degustó sus alientos mezclados agradablemente durante un efímero segundo, justo antes de sentir los labios de JongIn contra los suyos. En ese momento, todo fue perfección, todo fue una explosion de sentimientos y recuerdos que lo golpearon e invadieron sin piedad alguna.

Todo fue calidez y brillo, todo fue corazones latiendo con fuerza y rapidez y mejillas arreboladas. Todo fue increíble y maravilloso.

Los labios tibios y suaves de JongIn se amoldaron a los suyos con gracia y maestría, como si no hubieran transcurrido cinco años sin besarse sino escasos minutos, y KyungSoo suspiró cuando su boca comenzó a moverse lentamente en su contra y de forma acompasada. Sintiendo los latidos de su corazón en cada parte de su cuerpo debido a la fuerza del mismo, KyungSoo ladeó suavemente su rostro y atrapó el labio inferior de JongIn entre los suyos para luego comenzar a degustarlos, como venía queriendo hacer desde hace tanto tiempo. La mano en su pecho se aferró a la camiseta del menor y JongIn llevó una mano a su nuca para mantenerlo en ese lugar mientras se dedicaba a probar su boca con parsimoniosa dulzura, con cariño y amor, lentamente, sin prisas, fundiéndose en el sabor a café de sus labios esponjosos y delicados.

Después de tanto tiempo, de tantos años, aquel beso se estaba convirtiendo en la cura de sus penas, de su sufrimiento, del dolor constante de sus corazones. Era como volver a respirar después de estar tortuosos minutos sumergidos en un océano implacable y furioso, era como ver colores vivos y magníficos donde antes solo habían matices grises y negros, era como sentir la esperanza de nuevo después de creerla perdida. Ese beso lo estaba siendo todo, lo estaba llenando y calmando todo a su paso, menguando las penas y los sufrimientos internos hasta hacerlos desaparecer. Era algo maravilloso y magnífico.

JongIn pellizcó sus labios con los suyos una última vez y luego succionó dulcemente su belfo inferior antes de separarse lentamente. Con los ojos aún cerrados y la respiración hecha un lío, KyungSoo sintió la frente del menor apoyándose sobre la suya y la punta de su nariz acariciando la propia, cálida y amorosamente. Suspiró con suavidad y comenzó a abrir sus ojos de forma lenta y pausada. Las pupilas relucientes de JongIn lo recibieron de inmediato, como un mar de estrellas y galaxias debido a su resplandor inigualable, y una sonrisa delicada se formó en su boca, siendo imitada rápidamente por el menor.

-Te extrañé -susurró contra sus labios y JongIn lo besó una vez más, con ligereza y candidez-.

-Igual yo, Soo. ¿Conquistamos el mundo una vez más?

KyungSoo rió con suavidad y asintió, animado y feliz, complacido como hace tanto no se sentía, sintiéndose vivo.

-Conquístemoslo, JongIn, aunque creo que ya lo tenemos en nuestras manos.

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