Querido recuerdo:

Desde el primer instante en que nuestras miradas se cruzaron, supe que había entrado en un laberinto del que sería difícil escapar. Estaba perdidamente enamorada, aun cuando me cuesta decirlo, aún me cuesta pensarlo. Cada latido de mi corazón resonaba con la esperanza de que algún día me miraras con el mismo deseo que yo te contemplaba a ti.

Deseaba tanto que fueras mío, pero esa ansia se encontraba atrapada en la inalcanzable distancia de la realidad. Las circunstancias y las decisiones que había tomado me mantenían en un constante tira y afloja entre el deseo y la convicción de que lo nuestro era un sueño irrealizable.

Lo peor de todo es que yo decidí involucrarme en este crucigrama que sería imposible de descifrar. Aun así, en medio de esta tormenta de emociones, mi corazón seguía aferrándose a la ilusión de que, algún día, encontraríamos la clave para desbloquear este amor silencioso, aunque siempre permaneciera en la penumbra.

Es increíble que derribaste todas y cada una de mis barreras, como sin quererlo tomaste mi corazón en tus manos, ya no era mío, ya no me pertenecía. Casi no quedaba nada de lo que alguna vez fui. Me volví tu sombra, deseando desesperadamente que con tu luz iluminaras un poco mi camino.

Estaba completamente perdida por ti, por desear tanto un poco de tu misericordia. Que me miraras como lo hacías con ella...Me adelante un poco, pido perdón por eso.

Lo que si puedo decir es amo la decisión que tomé, de elegirme por primera aun con dolor, aun cuando solo me quería quedar en tus brazos, entendí...entendí que no me querías...