Carta 11. Cuatro días después
Amiga:
Algo ronda allá afuera, algo que me preocupa ¿una gran bestia? Tal vez lo sea y sin duda me he vuelto su presa, me acecha como un depredador, va tras mis huellas, olfatea mi aroma, siento su presencia en el aire y, sin embargo, mis ojos no alcanzan a percibirlo. El miedo ha vuelto a apoderarse de mí, he cesado mis exploraciones al exterior del domo. Sigo temiendo a la muerte, a lo que pueda acabar con mi mísera existencia, ¿por qué soy tan cobarde? ¿Por qué no puedo simplemente entregarme al fin?
Me siento terriblemente decepcionado de mí mismo, cuando por fin había vuelto a creer, a pensar que podría ocupar mi tiempo en algo más importante que lamentarme o seguir analizando los efectos secundarios del suero de Olga y tratar de mejorarlo, sucede esto. No entiendo ¿Qué hice para merecer este castigo? Cierto que no fui un buen hombre, mi egoísmo y mi soberbia me ofuscaban, pero nunca le hice daño intencional a nadie, no actúe con maldad sino más bien con ignorancia, con oídos sordos y ciego ante el dolor de otros. Ya viéndolo de ese modo, supongo que sí, pequé, de omisión, de falta de caridad, de tantas cosas, es que ¿acaso no hubo peores hombres que yo? ¿Por qué soy el único que tiene que seguir vivo en este infierno de insondable soledad?
Mi frustración me ha hecho destrozar una habitación entera, no he comido en horas, no tengo apetito ni ánimo para otra cosa que no sea permanecer sentado en mi cama, llorando como un niño desdichado. Debería salir y enfrentar mi destino, si he de morir luchando por mi vida de la manera más primitiva, que así sea. Eso haré, saldré, buscaré a esa bestia, lucharé con ella y que gane el más apto para hacerlo. No seré yo, estoy cierto, pero al menos no seguiré encerrando en esta cárcel de cristal que tantos quisieron ver como la salvación de la especie humana.
Supongo que ha llegado la hora también para que sepas que fue lo que sucedió, en qué falló Olga y su milagroso suero, la Corporación y su valiosa estrategia de negocios, buitres buscando enriquecerse con el dolor y la desesperación ajena hasta el final. ¡Asco! Es lo que siento al pensar en ellos, en sus planes, en la vana esperanza que vendieron a un alto costo monetario y ¿para qué? Todos se pudren poco a poco, igual que lo hacen los que ya hace tanto tiempo perecieron sabiendo que serían los últimos de su especie, que después de ellos no habría nadie, ningún legado, ningún futuro.
Te contaré lo que ocurrió luego de que el suero de Olga se ofertó y fue vendido. Casi inmediatamente después, el mundo entero se volvió caótico y entró en una feroz revolución. Grupos guerrilleros, terroristas, anarquistas quisieron robar para el resto lo que solo algunos pudieron adquirir. Murieron muchos, las instalaciones de la Corporación fueron asaltadas, invadidas y consecuentemente destruidas en todas las naciones en las que contaba con filiales, sin que ninguna autoridad pudiera hacer nada por evitarlo. El domo fue quizá su única propiedad que terminó ilesa y me atrevo a suponer que fue porque nadie, exceptuando muy pocos entre los que se contaba mi equipo, sabían de su existencia. Aunado a estos ataques, una lista de los compradores del suero se filtró a estos guerrilleros que no dudaron en asesinar a quienes aparecían como beneficiados. Amenazaron con matarlos a todos. Esto por supuesto afectaba las ganancias de la Corporación ¿cómo? Por la sencilla razón de que el suero no funcionaba con una aplicación única, tenía que administrarse una vez cada año como mínimo para que los efectos del envejecimiento se vieran realmente suprimidos. Así es, has acertado nuevamente, el suero no era una verdadera fuente de vida eterna, era solo una costosa solución que te impedía envejecer.
Olga trató de mejorarlo incansablemente, siguió trabajando todas las horas del día para que su preciado descubrimiento fuera en verdad lo que prometió la Corporación a sus clientes, pero eso fue cierto para una sola persona, solo uno de los sujetos que recibieron el suero se volvió realmente inmortal, puedes adivinar sin temor a equivocarte quién fue ese afortunado ¿cierto? El miserable que ahora te escribe estas líneas cargadas de amargura, yo, el maldecido con el don de Olga, con su fantasía y sus ambiciones. Como lo oyes, Olga, ¿de qué te sirvió haber creado tan "maravillosa" sustancia si ya no queda nadie para recordarte excepto yo?
Siempre tuyo, Hans
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top