Murphy:

Tengo un plato de arroz con sopa sobre la mesa y Kit tiene uno igual.

—Aquí tienes.

Mila me ofrece la cuchara y la acepto, cenamos ambos y agradezco que no haga muchas preguntas, todo porque él bebé empieza a llorar y ella va a atenderlo, Aldo en su lugar no es de hacer muchas o esa es la imagen que me ha dado hasta ahora, su esposa regresa cuando los platos están vacíos.

—Vaya... ¿Desean más?

—No, yo no.

—Estuvo delicioso, yo si aceptare uno más.—Responde Kit.

—Mi amor... ¿Puedes ocuparte? —Le pide a su esposo y el asiente, el niño sigue comiendo en la mesa.

Ella pone su atención en mí.

—Supongo que deseas tomar un baño.

Si me lo ofrecen jamás diré que no.

(***)

Seco mi cabello con una toalla y me coloco la ropa que ella me ofrece, no muy diferente a la que ya usé en este viaje, aunque sin corset, este se lo lleva junto a mis ropas sucias a lavarlas y me quedo con las armas que cargo guardándolas bien.

Golpean la puerta.

—¿Ya puedo pasar?

—Si. —Contesto y me acomodo la falda ocultando la haladie en el cinturón de mi muslo.

Ella ingresa y me da una mirada rápida.

—Kit ya está en el granero ¿Te llevo?

—Si, gracias. —Contesto y nos encaminamos para allá.

(***)

Observo las calles de Arcaría iluminadas con luz y me vuelvo hacia Mila.

—Preferimos el campo. —Contesta al notar mi larga mirada. —Y nuestros animales en lugar de vivir en el centro del pueblo rodeados de casas, nos acostumbramos.

—No fue mi intención.

—Lo sé. —Sonríe y abre las puertas del granero, encentrando a los animales dentro. —Ignora las gallinas, no suelen ser tan escandalosas, aunque el gallo si..

—Nos servirá para levantarnos temprano.

—De acuerdo. —Sonríe.

—¡Kit! —Lo llamo al no ver rastro de el y entonces lo veo asomarse desde el segundo piso.

—Es un buen lugar, las gallinas no llegan ahí... no siempre.

Me vuelvo hacia ella. —Descansen.

—Gracias.

Asiente y se retira, cierro las puertas y esquivo a las gallinas, quienes se espantan al escucharme.

—Ten cuidado. —Me dice Kit desde arriba cuando llego a la escalera.

Coloco ambas manos a cada lado y subo hasta estar donde él se encuentra, Kit esta echado con los brazos apoyados detrás de la cabeza.

Subo los últimos escalones y él se levanta a ayudarme a subir, aunque no hace falta, supongo que lo hace porque es un caballero.

Caemos sobre la paja.

—¿No mentía, eh?

—Lo acomode, será cómodo para ambos.

Siento una ventisca recorrer y noto que la puerta del techo está abierta.

—Sí, no puedo llegar a él.

No importa y no tiene caso incomodar cuando ya nos han ayudado bastante.

—Me moveré para que..

Le detengo la mano y su mirada se posa en el lugar.

—Estoy bien así, hará frio...

—No creo que...—Calla al verme y pasa saliva. —De acuerdo.

La respuesta me pone feliz por alguna razón, pero no se arrepiente y me acuesto junto a él, encima de la paja.

Kit:

No duermo hasta que ella lo hace, la marquesa cae rendida y se acomoda dándome la espalda, le abrigo con las sabanas que traje conmigo y mantengo la vista sobre el cielo de Arcaría, donde se ven las estrellas y es así como el sueño acaba por vencerme.

El mañana siguiente despierto con unos piquetes en la cara y encuentro la cara de una gallina sobre la mía.

—¡AHHHH!!

Vuelve a picarme y la espanto empujándola, ella intenta volar y se cae.

Se cae del segundo piso.

—Mierda.

Sigue caminando y respiro aliviado hasta que noto que la mujer a mi lado no está.

—Joder.

Las puertas del granero se abren y la luz es más intensa.

—Levántate. —Es Murphy, quien me mira desde el primer piso. —Lleva guantes y una franela cubriendo su cabeza. —Ayuda si quieres comer. Has dormido mucho, cartero.

Genial, me la devolvió.

Pero...¿Sigo dormido o si es la marquesita?

—¿Qué estas haciendo?

—Ya que estas despierto, trae huevos de las gallinas.

Sale de nuevo.

—Espera, no creo....

Y ya se fue.

Suspiro y bajo las escaleras hasta llegar al primer piso, me acerco a las gallinas y ahí está la maldita que me picaba la cara mirándome con ganas de picotearme más.

—Solo voy a tomar unos huevos, gallina tonta.

Mala idea.

(***)

—Aquí tienes tus huevos. —Le entrego la canasta que dejo y ella lo coloca al lado para luego verme con sorpresa.

¿Tanto me picotearon las desgraciadas?

—¿Qué te paso?—Pregunta y veo como ordeña a la vaca. Mila está a su lado, quien ríe al verme.

—¿Mala mañana?

—Tus gallinas no son gallinas, son...

—Sí, tienen sus días malos.

Suspiro. —¿Qué haces? —Le pregunto a la marquesita.

—¿No es obvio? Ordeño una vaca o eso intento.

—El truco está en hacer movimientos suaves y continuos. —Contesta Mila y ella celebra al lograrlo.

Cuesta creer que veo a la marquesita.

Suspiro. —Iré al pueblo. —Le hago saber y ella me escucha. —A comprar algunas cosas que necesitaremos.

Murphy asiente y yo me marcho.

(***)

—Es el mejor arco que tenemos. —Asegura el vendedor y primero debo aprender a usarlo. —Serán 10 grandes.

—¿Nada menos?

—No se regatea aquí. —Señala un cartel que claramente dice eso.

Suspiro y saco mi bolsa de monedas, la marquesita hizo bien robando la Obsidiana.

No puedo creer que dije eso, Grayson saltaría en un pie de haberme escuchado.

Robar es malo, que quede claro, pero de no haberlo hecho no tendría tanto dinero y nos quedarían solo unas monedas, pronto entraremos al reino de Alejandría- Althea y me preocupa lo que encontraremos en el bosque, no puedo defender a la marquesa con un solo machete y no puedo esperar que ella me proteja, aunque tenga mejores habilidades de pelea que yo.

Respiro profundo. —Bien, me lo llevo.

Murphy:

A través de la ventada de la cocina veo el intento inútil de Kit al darle al árbol con la flecha para luego ver como se frustra.

¿Y a todo esto donde consiguió una flecha y arco? ¿Por eso fue al pueblo?

Suspiro y me vuelvo hacia Mila.

—El desayuno ya va a estar.

—Le avisare. —Le contesto y salgo de la casa cruzándome con el niño que juega en la entrada.

Llego hasta Kit y lo oigo quejarse de nuevo.

—¿Te diviertes?

Se vuelve al oírme.

—La comida ya va a estar.

—Hasta que le de uno.

Me cruzo de brazos y veo otro inútil intento.

—Déjame. —Le pido y aprovecho su asombro para tomar el arco y la flecha.

Lo levanto y me pongo en posición, mis latidos crecen y siento la mirada de Kit sobre mí.

Y dejo ir la flecha.

—Diste en el blanco ¿Por qué no me sorprende? —Se vuelve hacia mí luego de notar que, en efecto, lo he dado.

Me encojo de hombros.—Soy buena.

—Claro.

—Y he entrenado.

—¿Por qué una marquesa tendría que entrenar?

Mis labios se cierran.

—Es hora de comer, Kit.

Me preparo para irme y su voz vuelve a detenerme.

—¿Por qué no me dices nada?

Me giro de regreso.

—¿Por qué tu no me dices nada?

—¿Qué?

—Me ignoraste por un día luego de esa noche y....—Me detengo. ¿Qué haces, Murphy?

No te involucres.

—Olvídalo.

—Pues yo no quiero olvidar lo que te pregunte.

Respira, Murphy.

—Compre esto porque pronto ingresaremos a Althea y sabes que el peligro es mayor ahí que en otros reinos, sin contar Solaría.

Trago saliva.

—Así que, marquesa, Murphy....—Continua. —Si voy a entrar a Althea contigo a arriesgar mi vida, quiero saber...

—No vas a morir, Kit, no dejare que suceda. —Le interrumpo.

—¿Y piensas que dejare que me protejas?

—¿Te ofende que una mujer te proteja? —Me cruzo de brazos.

—Por supuesto que no. —Contesta. —Es más, me impresiona cuando te veo levantar un arma, es como si no pudiera mirar a otro lado. De cierta forma es peligroso y .... Hermoso.

El corazón se me acelera, mis brazos bajan y el junta ambas cejas.

—Pero yo soy el cartero. —Se señala a si mismo. —Es a mí a quien le encomendaron la misión de llevar el "Paquete" a Arcelia. Debo cumplir mi trabajo...

—No entiendo... ¿Cuál es el problema? —Le interrumpo.

—Que si pasa algo en Althea no quiero irme sin saber porque estoy llevando este paquete y si no completo la misión, dársela a alguien más.

Dale...

—No vas a morir.

—Ya dime.

—La comida nos espera.

—¡Murphy, que me digas!

Aprieto los puños.

—¡No querrás comerlo frio, no es delicioso!

—¡Solo dime...!

—¡Me voy a casar!

Todo se detiene en ese momento, su mirada cambia y hasta retrocede, pero yo no detengo mis palabras.

Lo lamento, Kit.

—Por eso voy a Arcelia.

—¿Qué.. Murp...

—Este viaje es para ir a casarme con el príncipe de Arcelia, Kit.