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En el entrenamiento de esa tarde, terminamos de hacer una coreografía que Ariana nos había puesto.
Cuando mi amiga nos pidió repetir la rutina, Eva se dirigió a nosotras.
"Lo están haciendo todo mal" dijo. Después nos echó en cara nuestros errores.
Me dijo que estaba tiesa en la coreografía, ¿qué le importaba?
"¿Y tú quién eres para decirnos que hacemos todo mal?" la fulminé con la mirada.
"Su antigua capitana" dijo con una seriedad que me pareció altanería disfrazada. "Y no lo hago para molestarlas, sino para que mejoren" agregó.
Ariana le dio las gracias, pero yo me puse enfrente de ella, ¿qué se creía?
Me sostuvo la mirada sin flaquear. Le tenía tanta aversión que, en serio, mejor amigo, si no hubieras llegado, la habría abofeteado.
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