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Después de ese día, procuraba no salir tanto en grupo, inventaba excusas para no ir, para no verte con ella.
Un día de esos no me pude zafar, tuve que ir con todos a un café.
Esa tarde no le diste tu chaqueta a Eva, sino que llevaste un suéter de tu madre para prestárselo.
Increíble que no pudiera cargar su propio suéter, tú eras el que tenía que llevarlo por ella.
Su bienestar era tu prioridad, sabías lo que necesitaba antes de que te lo pidiera.
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