36. Cliente sorpresa.

—No quiero meterme en lo que no me incumbe pero quiero saber como estás en este tema, me importas ¿Qué pasó con David? ¿Pudiste hablar con él finalmente?

—No te preocupes. La verdad es que sí, hablé con él. Y fue mejor de lo que esperaba.

—¿De verdad? Que bueno...

Comienzo a contarle todo lo que pasó ayer, lo que conversamos y que finalmente le di una oportunidad.

—Me alegro por ti, Helena. En serio que era necesario que conversaras todo con él, te debía una explicación.

—Sí, pero esta es la última oportunidad que le doy, y se lo dejé claro.

Seguimos conversando durante unos minutos más, terminamos de comer y caminamos de vuelta al edificio. Apenas entramos, mi jefe me indica que hay un cliente esperándome en mi oficina.

Entro a la oficina, y Daniel está sentado, esperándome.

—¿Daniel? ¿Qué haces aquí? —lo miro extrañada.

—Otra vez seré tu cliente, Helena —me sonríe.

—¿Por qué?

—Yo también me sorprendí como tu cuando me dijeron quién sería la decoradora de interiores de mi departamento. Pero sí, soy dueño de uno de los departamentos que decorarás —me sonríe.

—Ah, eso si que no me lo esperaba.

—El destino ¿no? —ríe despacio. Yo me siento en mi sitio, frente a él— Pero no te preocupes, esta vez será distinto. No te insistiré en nada... ya entendí que podemos ser solo amigos.

—¿Es en serio? ¿Quién eres tu y qué hiciste con el anterior Daniel? —río. Él hace lo mismo.

—Soy yo, Daniel, tu ex novio. Pero sí, después de todo lo que pasó contigo y con Jasmine, me di cuenta de algunas cosas que no estaba haciendo bien, por lo que decidí desde ahora comenzar a hacer las cosas bien —me sonríe.

La verdad es que aún no sé si creerle a Daniel. Me hizo daño cuando fuimos novios y ha pasado mucho tiempo desde eso, pero ahora, quizás es cierto todo lo que me dice. Nunca es tarde para cambiar y yo no soy quién para juzgarlo por eso.

—Me alegro mucho, Daniel. Entonces , bienvenido otra vez... cliente —le extiendo mi mano. Él la toma.

—Muchas gracias. Y también comenzaré a ir a terapia, creo que lo necesito.

—Si crees que es lo mejor para ti, tu sabes que estoy aquí para apoyarte en todo. Como amiga, claro.

—Lo sé, después de todo, gracias Helena. Eres una gran chica, y yo no te supe valorar.

—No hablemos de esas cosas que ya están en el pasado. Lo importante es que quieres cambiar, y para bien. Y bueno, ¿Cuál es el motivo de su visita, cliente? —le sonrío. Él ríe despacio.

—Me dijeron que podía venir a coordinar algunas ideas para la decoración del departamento. Y aquí me dijeron que eras tú la encargada.

—Sí, me dieron este gran proyecto, esta gran oportunidad. Pero dime, ¿qué ideas tienes?

—Felicidades, Helena. Te lo mereces.

Y seguimos así, conversando muy cómodos acerca de ideas sobre la decoración del departamento de Daniel.

La verdad es que ahora que comienzo a conversar con él, me siento tranquila y lo veo a él mejor. Me siento cómoda hablando con él, cosa que antes no podría haber sido posible, porque él siempre estaba esperando la oportunidad para insinuarse de otra manera. Estoy feliz por él, si quiere cambiar para mejor, lo apoyo.

Daniel se queda toda la tarde en mi oficina, conversando sobre su departamento y como es su vida de hoy en adelante. Termina mi jornada laboral y me despido de todos en la oficina.

—Te quería pedir un favor, Helena —me dice Daniel.

—Sí, dime.

—Tu sabes que esto de cambiar de departamento es cansado, y hay cosas que aún me faltan por comprar para tener completo el lugar, te quería pedir si ¿me podrías prestar algunos utensilios de cocina?

—¿No has comido nada aún?

—Por eso quería llegar a cocinar, pero me faltan algunas cosas en la cocina —ríe.

—Pero si quieres ven a comer a mi casa, quería llegar y pedir una pizza, estoy antojada hace días de una —río.

—Pero yo la pago —abro la boca para hablar, pero él me corta— Y no voy a aceptar un no.

—Ok, vamos.

Caminamos hacia mi auto, y conduzco hacia mi casa. Llegamos, yo dejo mis cosas y Daniel toma su celular para pedir la pizza.

—Tu elige los ingredientes —le digo— Me gusta todo.

—Está bien.

Mientras Daniel está hablando por teléfono, tocan la puerta. ¿Quién será? No creo que haya llegado la pizza tan rápido, si aún no la pide. Abro y veo a David, con un ramo de flores en la mano. 

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