35. Nuevo proyecto.

 Después de varias conversaciones, Charlie decide irse, lo cual agradezco de cierta manera ya que no quiero seguir bebiendo si mañana debo empezar con esta gran responsabilidad del proyecto.

—¿Seguro que puedes manejar así? —le pregunto. Si bien no está completamente borracho, bebimos más de una copa de vino, y no sé si eso sea bueno para que conduzca con alcohol.

—Estoy bien, Helena. En serio. Apenas llegue te enviaré un mensaje para que no te preocupes —me sonríe.

—Está bien. Nos vemos mañana.

—Nos vemos, descansa. Mañana te daré más detalles con respecto al proyecto —yo asiento, mientras lo veo subirse a su auto y comienza a alejarse.

Vuelvo a entrar a mi casa y apenas llego a mi habitación me lanzo a la cama, cierro los ojos y sin darme cuenta caigo rendida.

(******)

Me despierto con un leve dolor de cabeza. Comienzo a recordar todo lo que pasó ayer. Le di una oportunidad a David, y tuve una íntima conversación con Charlie Williams ¿que loco, no? Reviso mi celular y tengo un mensaje de ¿mi jefe?

"Acabo de llegar a mi casa. Nos vemos mañana, Helena". Recibido ayer, 00:00 hrs.

Al leerlo recuerdo todo lo que conversamos y que él mismo me iba a enviar un mensaje apenas llegara a su casa. Asimismo, recuerdo que hoy comienzo con el proyecto que me entregó. Me visto más que rápido y conduzco hacia las Oficinas Williams.

Llego a mi oficina y Adriana, la secretaria, me avisa que Charlie Williams me está esperando. Yo le sonrío y asiento. Dejo mis cosas en el escritorio y me dirijo a la oficina de mi jefe. Toco la puerta antes de entrar.

—¿Puedo pasar? —pregunto.

—Sí, adelante —entro a la oficina y cierro la puerta detrás de mí.

—Buenos días.

—Buenos días, Helena. Toma asiento —hago lo que me dice— ¿Cómo estás?

—Yo bien, ¿y usted? ¿Llegó bien a su casa anoche?

—¿Y volvimos a las formalidades? —se ríe— Y sí, llegué bien, ¿viste el mensaje que te envié?

—Lo siento... Charlie. Y el mensaje lo vi hoy en la mañana. Ayer caí rendida apenas toqué la almohada —me río despacio.

—Me imagino. Pero bueno, comencemos con el trabajo ¿te parece?

—Sí, estoy lista y dispuesta —le sonrío.

Comenzamos a conversar acerca del proyecto. Son dos departamentos que serán entregados oficialmente en un mes, por lo cual debo comenzar a decorarlos lo antes posible. Me comenta que las personas que vivirán en los departamentos ya han comenzado a llevar sus cosas al lugar, por lo cual puede que en algunas ocasiones me encuentre con ellos allí. También, me entrega carpetas con fotografías e información acerca de las ideas que tienen los clientes para la decoración de cada departamento.

—Cualquier consulta puedes hacerla en cualquier momento. Sé que sabrás hacer todo de la mejor manera posible —me sonríe.

—Muchas gracias por la oportunidad.

—Gracias a ti. Ahora, manos a la obra.

—Me voy entonces. Y gracias otra vez —le sonrío.

—No des tanto las gracias, mujer. Esto te lo ganaste.

Le vuelvo a sonreír y camino de vuelta hacia mi oficina. En el camino me encuentro con Anna.

—¡Helena! ¿Cómo estás? ¿Pasó algo?

—Hola, Anna. No ha pasado nada, al contrario, estoy excelente.

—¿Por qué? Te pregunto porque te vi salir de la oficina del jefe —dice curiosa.

—No es nada malo —la tranquilizo— Me dejo a cargo de un nuevo proyecto.

—¿En serio? —me sonríe y me abraza— ¡Felicidades! Te lo mereces.

—Gracias. Ahora debo volver a la oficina, tengo mucho trabajo por delante.

—Está bien. Pero esto tenemos que celebrarlo, eh —me sonríe. Yo abro la boca para hablar, pero ella me corta— Antes de que digas algo, sé que tienes menos tiempo ahora, pero almorzaremos juntas hoy, no se diga más —dice eso y se va. Yo solo me río para mis adentros.

Entro a la oficina y comienzo de inmediato a revisar las carpetas y realizar llamadas. Luego de unas horas, aparece Anna por la puerta.

—¿Nos vamos? —me pregunta.

—Aún no termino... ¿Me esperas cinco minutos? —ella me mira incrédula— Te lo prometo, sólo cinco minutos.

—Está bien, sólo cinco minutos, ni uno más —dice divertida, mientras cierra la puerta.

Yo termino de enviar un correo electrónico y tomo mi bolso. Salgo y Anna se acerca a mí.

—Ya estaba que te sacaba obligada de la oficina.

—Pero ya estoy aquí —le sonrío— ¿Vamos? —ella asiente feliz.

Caminamos y salimos del edificio. Nos dirigimos a un restaurante en el cual venden comida italiana, mi favorita.

Nos sentamos en una mesa y llega el mesero. Pedimos nuestra comida, y mientras esperamos, conversamos.

—¿Y cómo estás con este nuevo desafío? —me pregunta Anna.

—Bien, es harto trabajo, pero estoy feliz.

—Que bueno, me alegro por ti. ¿Y de qué se trata?

Le cuento todo acerca del proyecto y ella me mira asombrada.

—¿Dos departamentos para un mes? Eso si es poco tiempo.

—Lo sé, pero si me organizo bien lograré realizarlo.

—Esa es mi amiga, así se habla —yo me río.

Nuestra comida llega y yo me devoro el plato.

—Parece que esta es tu comida favorita —me dice Anna.

—Sí lo es —digo riendo.

Seguimos comiendo y conversando, hasta que Anna habla acerca del tema que claramente sabía que en algún momento iba tocar. 

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