17. Fiesta de cumpleaños.

(******)

Hoy es un nuevo día, y debo volver a trabajar después de mi día libre. Me levanto, me visto y salgo de mi casa, para luego subirme al auto y conducir hacia las Oficinas Williams.
Llego al edificio y en el ascensor me encuentro con Chris. Nos saludamos.

—¿Cómo estás? —me pregunta él.

—Bien, ¿y tú? —le sonrío.

—Bien, gracias —me responde de la misma manera.

—¿Cómo te ha ido con tus clientes últimamente? —si supiera que uno de mis cliente es mi ex novio.

—Bien... —le respondo tratando de convencerlo para que no me pregunte más— ¿y a ti?

—En realidad muy bien, tengo muy buena relación con la mayoría de mis clientes. En la mañana fui a ver a uno y me dieron un regalo —me sonríe. Antes de que pueda preguntarle el por qué, el ascensor se detiene, mientras se abren las puertas.

Salimos y veo que todo el mundo comienza a saludar a Chris. Lo abrazan y le sonríen. ¿De qué me perdí? Hasta que alguien aparece en el lugar con un pastel en las manos, mientras todo el mundo comienza a cantar "feliz cumpleaños". ¿¡Qué!? Chris está de cumpleaños y yo no sabía. Estuve todo el tiempo con él en el ascensor y no lo saludé.

Me acerco a él y lo abrazo.

—¡Feliz cumpleaños, Chris! Disculpa por no saludarte antes —le explico. Él me sonríe.

—No te preocupes, no tenías por qué saber que hoy es mi cumpleaños —ríe despacio— Con Anna iremos a celebrar después del trabajo ¿te apuntas?

Tal vez salir con mis compañeros de trabajo a disfrutar y celebrar me haga relajarme un poco y olvidarme de los problemas.

—¡Sí, me encantaría! —digo mientras asiento— Claro que el regalo te lo quedo debiendo —él se ríe.

—No te preocupes, con que pasemos un buen rato yo estoy bien —me sonríe. Yo hago lo mismo, mientras las demás personas lo siguen saludando.

Después de unos minutos conversando, aparece Charlie Williams, el jefe. Todos pensamos que nos iba a regañar por no estar en nuestro trabajo a esta hora, sin embargo, llega sonriente y le da un apretón de manos a Chris, felicitándolo por su cumpleaños.

—¿Dónde es la celebración, Chris? —le pregunta sonriendo.

—Algo pequeño, en algún café de por aquí cerca —dice algo tímido.

—¿Algo pequeño? Pero si uno no cumple años todos los días, y más si es uno de mis mejores empleados —dice mirándolo. Chris sólo sonríe, algo incómodo— No se diga más... hoy todos a mi casa, a celebrar el cumpleaños de Chris —todos aplauden, eufóricamente.

¿¡Qué!? Que jefe más simpático tenemos. ¿Quién presta su casa para celebrar en una fiesta? Sólo él, y es quien creo que tiene la casa más grande de la ciudad. ¡Es el dueño de todo este edificio! No puedo esperar menos de él —río para mis adentros.

Charlie Williams es el jefe más atractivo que he tenido, y eso que he tenido sólo tres. Agradable, cercano con la gente, y físicamente no tengo nada que decir... ¿tendrá novia? ¿esposa? ¿hijos? Igual es unos años mayor que yo, tendrá uno ¿30 años? Y se imaginan a esa edad ya ser dueño de todo un edificio y ser reconocido dentro del país por tu trabajo... su vida debe ser perfecta, y bueno, así es mi jefe.

Después de algunas charlas acerca de la fiesta de esta noche, todos volvemos a nuestras oficinas a seguir con nuestro trabajo. La tarde se pasa algo lenta, ya que no tengo mucho papeleo que hacer, más que nada llamadas a proveedores y algunos clientes. Apenas llega la hora de salir, Charlie (como prefiere que lo llamemos) nos envía la dirección de su casa para que todos lleguemos puntuales.

Yo rápidamente conduzco hacia mi casa, me cambio de ropa y maquillo en unos minutos, siempre algo natural, y salgo nuevamente, ahora sí en dirección a la casa de mi jefe. Espero que esta noche me sirva para divertirme y relajarme, aunque sea por unas horas.

Estaciono el auto y ¡Wow! ¡Que gran casa! debe tener miles de habitaciones. Esta casa es como el doble de la mía, o quizás más. Esta es una de las ventajas de ser millonario, puedes comprarte todo lo que quieres.

Toco la puerta, y me abre Chris. Yo le sonrío y me hace pasar.

—¡Qué grande la casa! —le digo.

—Sí, el jefe es el mejor por prestarme su casa para celebrar mi cumpleaños —me dice mientras mira a su alrededor— Espero que te diviertas —me dice, mientras camina hacia donde están todos los demás. Yo lo sigo.

Saludo a todos los demás y me uno a su conversación. De repente llega Charlie.

—¿Quieren algo para beber? —nos ofrece. Yo niego, estoy conduciendo y no puedo beber nada.

—¿No vas a beber nada, Helena? —me pregunta mi jefe.

—No, gracias. Estoy conduciendo —le sonrío.

—Pero si gustas yo puedo llevarte a tu casa después —¿Qué? ¿Mi jefe se está ofreciendo a llevarme a mi casa? Eso no es una relación profesional... Vuelvo a negar con mi cabeza.

—No se preocupe, tampoco tengo muchas ganas de beber —le vuelvo a sonreír.

—Está bien, aunque si te vuelven las ganas en la cocina hay de todo —dice mientras apunta hacia el lugar, que yo creo que es la cocina.

Seguimos conversando, mientras reímos. Es algo extraño estar en la casa de tu jefe y conversando con él como si fueran amigos de toda la vida. En eso Chris se va, y vuelve con otra persona detrás de él. Yo lo miro y abro los ojos como plato, sorprendida. ¿¡Qué hace Daniel aquí!? ¿Es que no puede dejarme tranquila? ¡Este hombre me sale hasta en la sopa!

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