Mi vida sin vida
Y aunque yo no lo sabía estaba destinada a la perdición, a una vida sin vida y a un mundo sin amor. Aunque no tenga la culpa, aunque no me lo merezca recibo un constante maltrato del destino. Apuesto a que han escuchado que los padres aman a sus hijos por igual, yo no lo creo. Los primeros hijos reciben un amor puro, con menos penas, recién salido del corazón de los padres, ¿y el resto de hijos? Ellos son los que reciben el amor que ha sobrado del primer hijo y sazonado con el sabor de los problemas que han tenido hasta este punto. Este es mi caso, donde al parecer no merezco tanto amor como el resto.
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