Carta de Skylar

Querido solitario:

[...] Has vuelto a la escuela luego de una semana entera de faltar, creo que nadie más que yo noto la diferencia en ti.

No solo fueron tus ojos que me lo dijeron sino que toda tú actitud, hombros caídos, manos en puños en todo momento y rostro serio como un hielo.

Definitivamente no eras tú mismo.

Puedo notar que te estás conteniendo de estallar, conozco el sentimiento y se que es difícil controlar lo que uno siente cuando ya no quiere sentir nada más.

Nadie tiene derecho a golpearte, nadie tiene derecho a tocarte sin tu autorización y por sobre todo nadie tiene el derecho de causarte tanto dolor como para que después de una semana te siga doliendo caminar.

En clases de matemáticas pasaste a mi lado y pude ver el morado de tu ojo, lo intentaste tapar con tu gorro pero lo pude notar.

Intente juntar las palabras adecuadas para hablarte , pensé mil cosas distintas pero me armé de valor para hablarte y ver si te encontrabas o si necesitabas hablar con alguien.

Cuando estuve a unos centímetros de tocar tu hombro para llamar tu atención, justo llego el profesor.

Quede con el brazo estirado hacia tu dirección incapaz de decir algo más por la vergüenza del momento, todos notaron lo que quería hacer y me estaban mirando curiosos, todos menos tú.

Tú tomaste tus cosas y recostaste tu cabeza en el escritorio para dormir, cerraste tus ojos con cansancio y no pudiste ver en mi nuevamente mi rostro de decepción.

Desearía poder ser lo suficientemente valiente para poder hablarte y hacerte sentir bien.

Pero no lo soy y tú no muestras querer que yo lo sea tampoco.

***