Carta 5: Señora de Nada - Parte I
Palacio Umaid Bhawan, Jodhpur, jueves
Querida maharani (sí, una puede soñar):
Hoy te escribo desde el fantástico jardín del palacio... sí, un palacio de verdad en el que nos estamos alojando. Robbie te ADORO. Como si no fuera difícil hacerse a la idea de que estás quedándote en un lugar donde hasta hace poco tiempo residía el maharaja de la ciudad de Jodhpur (lo destituyeron hace como cuarenta años), a cada rato pasa un amabilísimo mayordomo a certificar que todavía tengo jugo y helado de menta para refrescarme. Me da un poco de vergüenza que sea tan servicial, no sé, no es necesario... pero cada vez que me quedo sin jugo me da mucha alegría verlo aparecer como si me leyera la mente.
Y como la vida está plagada de contrastes, a pocos metros del lugar donde estoy sentada bajo esta sombrilla, asoleándose sobre una reposera junto a la piscina como el lagarto gigantón de sangre helada que es, el señor Cara de Nada. No necesitas decirlo: a veces es casi decente y tolerable, sí, pero luego de lo que me hizo anoche, estoy pensando en sumergirlo en el agua y esperar hasta que no suba ni una burbuja a la superficie.
Hagamos un repaso breve sobre los días en los que no escribí:
* Domingo: intenté convencer a Patricia por todos los medios de que simplemente siguiéramos viajando solas. De más está decir que fallé miserablemente. No quiso escuchar la lista de pros para viajeras solitarias que había seleccionado ingeniosamente; en cambio me lanzó un "¿ESTÁS DEMENTE? ¿Crees que vamos a viajar solas en un país donde no podemos vestir shorts siquiera? ¿Quién nos ayudaría si nos sucede algo?" terriblemente convincente. Agregó, por si acaso, que los guías son excelentes y que todo está pago. Armé la valija y me metí la lista de pros... en la oreja.
* Lunes: me pasé el día entero en cama, sintiéndome descompuesta y adolorida. Una noche escabrosa + discusión matutina + viaje atemorizante en tren con el corazón en la boca por gente colgada de las ventanillas no son la mejor preparación para un día de excursión. No pude llegar siquiera a descomponerme en un lugar apartado, sino que me desplomé en medio de la estación de trenes. Llegué al hotel con la ropa sucia, temblando y con la cabeza llena de nubes. No sé cómo explicar de otra manera la sensación que tengo después de que la medicación hace efecto: parece que tuviera nubes en el cerebro. Adam (cuando se comporta bien se le puede decir así) volvió a cargarme en brazos, esta vez hasta la enfermería del palacio. Me mandaron a descansar el día entero, y cuando me desperté por la noche estaban Pattie y Benjamin enfurecidos por no haber dicho que me había sentido mal la noche anterior. Fingí cansancio, giré y me hice la dormida hasta que un gruñido de panza me delató.
* Martes: prepárate porque esto sí que no lo vas a poder creer.
Como seguía sintiéndome "nubosa", opté por saltarme la excursión de la mañana (que era un tour de compras a un bazar) y quedarme fresca en la habitación o el jardín. Prometí solemnemente buscar ayuda si algo no iba bien y avisarle inmediatamente a Pattie. Se fue junto con los chicos, no muy convencida.
Después de un buen rato desayunando en la cama, bajé a los jardines con la intención de meterme a la piscina. No lo pude hacer, tristemente, porque no había nadie para vigilarme. Me quedé sentada bajo un árbol, enfrascada en la lectura de un libro espantoso que me recomendó Pattie, 50 Sombras de Grey... ¿lo leíste?. Me dan ganas de buscar a la autora y hacerle una lobotomía frontal para que nunca más vuelva a hacer algo semejante.
Pasada la hora del almuerzo, llegaron mis compañeros. No pude esperarlos para empezar, tú me entiendes, más que nada porque estoy en crecimiento, no me sentía bien y las piezas de pollo al curry eran una exquisitez. Observé que los muchachos parecían preocupados, especialmente Adam; Pattie estaba sonriente y Dominic literalmente venía riéndose.
—¿Y qué puede estar haciendo la piraña del grupo? —comentó Benjamin sonriendo y besándome la coronilla.
—Estoy en crecimiento, Ben —admití con las mejillas llenas—. Me asignaron el sobrenombre piraña, y entre todo lo que me han dicho, este está bastante bien.
—Qué pena que no hayas venido... aunque probablemente te hubiese hecho sentir terrible —aventuró Pattie— el griterío era infernal, y los aromas...
—Aunque nos hubieras sido de ayuda...
Miré a Dominic con sorpresa. Adam dio un respingo, y le lanzó una mirada asesina para que se callara. —¿Los hubiera ayudado con qué?
—Dominic...
—Con las leonas, nena... ni se acercan cuando estás —se giró en el asiento a un lado y a otro para ver si alguna de ellas estaba cerca, y como no había nadie, prosiguió— temo por Adam
—Dominic, ya basta...
Adam estaba rojo como un tomate, Dominic estaba haciéndose el misterioso, y los otros dos intentaban disimular la risa. ¿Qué rayos?. —Hummm... ¿sucedió algo malo?
—Sí... —Dominic inhaló como para dar una mala noticia— lo acorralaron en el bazar y le tocaron el culo
Patricia y Ben estallaron de risa. Adam se quería morir, y Dom me miraba asintiendo con la cabeza, como si me hubiera contado una tragedia. No quise burlarme de él porque evidentemente no estaba para nada a gusto con la situación. Después de que me lo contaron todo (y acabaron de reírse, cuestión que tardó casi todo el almuerzo), nos dirigimos a las habitaciones para prepararnos para la excursión de la tarde, un picnic en un lago cercano. Ay, qué blanda que soy. Quién me manda a hacer estas cosas. Detuve a Cara de Nada en el lobby del hotel. Un pequeño plan se me había ocurrido entre las nubes... eso explica por qué me pareció una buena idea en su momento.
—Adam, estaba pensando y... eh... creo que puedo ayudarte
Me observó curioso. —¿Ayudarme? ¿Con qué cosa?
—Con ellas — las leonas estaban a un costado revisando una serie de mapas y vigilando a su presa.
—Oh no, Dylan, está bien... no quiero ser... es decir, son mujeres mayores y me pone algo incómodo tener que decirles...
—No te preocupes, no vas a ser descortés. Confía en mí... por lo de la otra noche, ¿sí?
Vi un brillito de picardía en sus ojos azules. —¿Vas a ser mi guardaespaldas?
—Hummm... algo así... dame 48 horas y te dejarán en paz
—Muy bien, entonces... ¿qué debería hacer? —me miró con una sonrisa preciosa que mostraba todos sus dientes.
Observé sutilmente hacia donde estaba aquellas mujeres. Una de ellas tenía los ojos fijos en nosotros. Me giré hacia Adam, alisé su remera en los hombros, le acaricié la punta de la nariz con el dedo y le estampé un beso épico en la comisura de los labios, del lado donde ellas no podían ver que no estaba besándolo de verdad. —No tienes que hacer nada —le sonreí y casi me parto de risa con su cara de susto— simplemente dejarte cuidar.
Acaba de girarse a mirarme y guiñarme un ojito. Jebús, lo voy a asesinar.
¡Sigo contándote luego! Hace mucho calor para estar fuera del agua.
++Frankendemon++
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