Mi primer amor

La primera vez que el amor llegó a mi vida fue un amor tan poco creíble, así es... Me enamoré a primera vista. Se escucha tonto, pero así fue.

Tenía la pequeña edad de once años. Una edad tan infantil y llena de sueños por cumplir, una edad en la que estás vulnerable a todo lo que te enfrentas.

Lo conocí en una tarde de verano, era una de esas tardes en la que todas las nubes se miran de un perfecto blanco, una en el que el clima es agradable y fácil de comprender.

Era una fiesta de bienvenida a la secundaria, una de esas fiestas en las que se trata de socializar y conocer a los que serán tus compañeros durante tres largos años que probablemente se irían rápido.

No conocía a nadie más que a una chica vecina mía, Ochako había dicho que sería bueno ir a convivir un rato, quizás y podía encontrar alguna linda chica que se uniera a nuestro anormal grupo.

Yo le había dicho que prefería quedarme en la comodidad de mi hogar leyendo algún libro que hablara sobre dragones y alguna que otra muerte. Incluso las películas de princesas sonaban mejor que esa fiesta. Sin embargo, las palabras de Ochako sonaron convincentes; así que me dejé llevar y por primera vez tratar de ser positivo.

La primera vez que lo vi, estaba sentado en completo silencio mirando como los demás chicos trataban de hablar entre ellos mismos.  No parecía querer hablar con ninguno de ellos de igual manera, se miraba tan reservado que me causó curiosidad.

Quise acercarme para tratar de ser amable, pero algo dentro de mí lo impidió. Él se miraba tan asombroso y yo... Sólo debía de parecer un simple gusano a su lado.

Así que me callé lo que en ese momento sentí, un silencio que me costaría tantas cosas…

Me senté en un sillón de la esquina y me dediqué a mirarlo toda la tarde.
Mamá solía decir que el amor a primera vista es difícil de sentir, pero en ese momento creí que ella estaba equivocada. Me había  enamorado como no tenía idea.

El verlo ahí, tan distante hacía que mi corazón latiera rápido y que mi estómago sintiera lo que muchos llamaban las supuestas mariposas.
Era un sentimiento hermoso y tan especial que creí; que jamás podría sentirlo. Tal vez ese fue el primer error que cometí en mi vida.

El primero de muchos.

La escuela no había sido tan buena, y yo era la burla de todos mis compañeros, solo contaba con dos amigos que me ayudaban a superar los malos ratos.

Ochako e Iida decían que tenía que ser positivo y que ellos nunca me dejarían solo. Esos dos chicos lo eran todo para mí.

Por fortuna el chico que me gustaba estaba en la misma escuela, solo que era dos años mayor que yo y ya iba de salida. Aún mantenía las esperanzas en que algún día pudiera notarme. Se valía soñar, y eso era lo que hacía.

En la mayoría de mis sueños, él… era todas mis primeras veces.

Era ese tierno beso debajo de un árbol en una agradable tarde de Octubre, era ese fuerte y cálido abrazo cuando tenía algún problema. Era ese primer amor que no fácilmente se olvida.

Y por más que tratara no podía sacarlo de mi mente.

“Querido Todoroki Shōto

Desde que llegaste a mi vida todo a cambiado, has llenado mi mundo de hermosas fantasías que han dolido por no poder cumplirlas.

Has robado cada parte de mí y quisiera que lo notaras, que notes todo lo que soy capaz de hacer por ti.

Que en esta carta te entrego mis sentimientos y eres el dueño de ellos. Y no importa cuantas veces me ignores yo estaré dispuesto a soportarlo.
También quiero que sepas que cada sentimiento hacia a ti es verdadero…

Con amor Izuku.”

Esa carta jamás fue entregada. Y mis sentimientos jamás fueron correspondidos por la persona que amaba.

En aquel entonces guardé todo para mí, guardé cada lágrima y palpitar tratando de ser fuerte por mi mismo, tratando de no ser débil.

Y ahí me di cuenta que debía de seguir avanzando y superar el fantasma del que fue mi primer amor.

No fue nada fácil, mamá tenía una fuerte amistad con unas tías de Todoroki. Y resultaba imposible no mirarlo cuando íbamos de visita a su casa.

Trataba de ser fuerte y hacerme notar aunque fuera un poco. De verdad quería entrar a su vida, pero no debía de forzarlo; quería que el tiempo se encargara de ello.

Y así fue durante un año entero, un año en el que fui ignorado junto con mis sentimientos que cada vez se hacían más fuertes.

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