Carta Nº15 a mi querido Layne Staley
Para ti, mi amado Layne,
Anoche estaba sentada en unos de los sofás que hay en la residencia, en donde me estoy hospedando, y mientras te escribía, tuve un sueño despierta contigo, Layne.
Como sé que este sueño tampoco lo sabrás nunca lo escribiré en estas líneas...
Al cabo de reencontrarnos, Layne se enteró del hijo suyo, que yo esperaba, fruto de esas noches que estuvimos juntos y me besó con desesperación. Ese beso que tanto añoré y extrañé de él; nos abrazamos fuerte y él sin dejar de besarme, metió su lengua en mi boca y yo acaricié su enorme espalda. Mi enorme barriga rozaba con su abdomen, lo que a él le fascinó.
Acarició mi rostro y yo amé sentir su cálida mano en mi mejilla y se me llenaron los ojos de lágrimas; él me vio perdidamente enamorado y yo le sonreí emocionada. Lo amé con todo mi corazón y Layne acarició mi barriga y yo me derretí por completo.
Me observó fijo e intenso y tocando mi barriga, yo estaba embelesada por él, cuando de pronto sentí una fuerte patada y se me escapó un gemido del que Layne no tardó en preocuparse.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien, mi vida? — yo le sonreí.
—Es que está moviéndose — sus ojos brillaron.
— ¿Qué? — exclamó contento y yo contemplé las facciones de su rostro y más lo quise.
—Sí.
Me sonrió y me acechó con sus apasionados y profundos ojos celestes.
— ¿Puedo volver a tocarte? Es que quiero sentirlo — volví a sonreírle.
—Layne, es una niña.
— ¡¿Es una niña?!
—Sí.
—Oh mi vida, mi amor.
Me dijo más que feliz, y emocionado, y me abrazó con toda ternura y cariño, lo que hizo emocionarme aún más y él volvió a besarme.
—Mi amor — solo pude jadear y Layne calló mis labios con su largo e intenso beso y me susurró.
—Te amo.
—Y yo a ti, ahora y siempre.
Me vio todo intenso, y con locura, y movió con más cariño su mano en mi barriga, lo que más me derritió y nerviosa y feliz de que estuviera por fin conmigo y que supiera de nuestra bebe, tiré de su barba de chivato, tomada en una pequeña trenza y Layne río.
Sin dejar de acariciarme, sentí de repente otra patada, la que él también pudo sentir y yo le sonreí.
—Ahí está otra vez ¿La sientes mi amor? — sus ojos se llenaron de ternura.
—Sí. Es increíble sentir sus pataditas — me miró — esto es más de lo que pude imaginar.
—Mi Layne.
—Te amo — lo vi perdidamente. El corazón se me salió del pecho.
—Yo también te amo, mi Layne. Te amo desde el día en que te conocí.
Su corazón vibró de ternura y de amor y no se contuvo ni un instante más y volvió a besarme largamente, amándome como todo un loco.
Ambos besándonos, yo no quería que dejara de besarme y Layne lo advirtió, y besándome, me cargó en sus brazos. Yo le sonreí.
—No es necesario que me cargues así, o si no, te romperás la espalda — me sonrió con ternura.
—No, no me la romperé. Puedo ser muy delgado, pero tengo mucha fuerza y te seguiré cargando con gusto, todas las veces que se me antoje.
—Jejeje — me vio apasionado.
—Vamos a nuestro dormitorio.
Volví a sonreírle y Layne me llevó a la que había sido nuestra habitación durante tanto tiempo.
A la mañana siguiente...
Ambos dormidos en nuestra cama matrimonial, Layne me tenía aferrada a él, cuando de pronto abrió lentamente los ojos; advirtió que ya había amanecido y me vio que yo aún dormía completamente y el aliento se le entre cortó y vibró. Su corazón se le encendió de dulzura y de deseos y me observó perdidamente enamorado.
Recordó que por toda la emoción y adrenalina, de nuestro reencuentro, olvidó sacarse el cintillo que aún traía puesto y no le importó. Siguió observándome mientras yo dormía.
A esas alturas por el peso de mi vientre debía dormir de lado, y Layne mirándome con detenimiento, vio a nuestra bebe y con ansias y anhelos, comenzó a acariciar mi barriga y me amó como todo un loco. Acariciaba y acariciaba toda mi barriga y me veía dormir con afán y amor.
—Te amo. Te amo tanto, niña mía — me susurró al oído, besó mi hombro y yo sentí una fuerte patada y solté un dulce gemido. Layne me miró.
—Shuuu.
Sin despertar, sonreí y toqué su mano en mi barriga y él me contempló con regocijo. Yo me giré a verlo con destellos.
—Lo siento ¿Te desperté?
—No, tranquilo. Pensé que todo había sido un bonito sueño — rió dulcemente.
—No, niña mía. Estoy aquí contigo, y con nuestra hija, y ahora me quedaré con ustedes para siempre.
—Es lo que más quiero, Layne. No soportaría si tienes que irte de nuevo.
—No me iré. Está más que decidido — lo vi con emoción y él me acechó con sus profundos ojos celestes.
—Te vi dormir toda la noche. Quería cuidarte y cerciorarme de que estuvieses bien y cómoda.
—Pero amor mío. No era necesario que te quedaras despierto... — de repente, aquel insoportable dolor se hizo de nuevo presente, tal como esas ultimas mañanas y se me escapó un fuerte gemido y me toqué el vientre con molestia.
Layne se alarmó.
— ¡¿Qué ocurre, mi vida?! ¡¿Qué te pasa?!
—... Me duele. La bebe se metió en una de mis costillas.
— ¿En una de tus costillas?
—Si... Lo ha hecho estas últimas mañanas cuando yo me despierto. Mete su manito o piecito en mis costillas y me lastima... Me duele mucho.
Le dije con los ojos cubiertos de lágrimas y Layne más preocupado y alarmado, quiso abrazarme y a mí se me salió un grito y me aferré a las sábanas. Era un dolor terrible y ya no pude más.
—Me duele mucho.
— Lo sé. Trata de recostarte de lado, niña mía.
—... No puedo, mi barriga está muy grande.
A él no le importó y me abrazó por la espalda. Sentí que aquello me reconfortó un poco y volví a sonreír. Layne me observó.
—Entonces trata de masajearte ¿Has intentado en sobarte donde te lastima?
—Sí, pero no hay caso... La ginecóloga me dijo que esto me estaba pasando porque ya entré al último trimestre, nuestra bebe se está acomodando.
— ¿Y si lo hago yo? — lo vi con mis mejillas empapadas. Me había puesto a llorar.
—...
—Déjame intentarlo a mí, hermosa.
—Ok... Tal vez a ti si te haga caso.
Le dije casi exhausta y Layne se acomodó tras de mí; volvió a colocar su mano en mi barriga y yo le sonreí y él también lo hizo.
—Indícame cual costilla te duele.
—Esta, mira — tomé su mano con cariño y la llevé justo a mi costilla derecha y abrí los ojos de dolor.
— ¡Ay!
—Shuuu, tranquila. Haré todo lo que está a mi alcance para quitarte ese dolor — me jadeó y comenzó a sobarme suavemente la costilla, la que en cualquier momento se me haría añicos y mientras lo hacía, me miró perdidamente enamorado. Yo cerré los ojos, me recargué por completo en él y Layne le fascinó que yo lo hiciera.
—No digas nada y solo escucha mi voz, mi hermosa. Te amo, te amo demasiado, mi preciosa Stephanie — aquello me hizo estremecer y solté un corto y dulce gemido y él más me abrazó y volvió a hablarme al oído.
—Ya verás que muy pronto se te quitará ese dolor. Solo confía — sonreí.
—Sí, confió en ti.
—Te amo.
—Y yo te amo a ti.
—Muy pronto tendremos a esta linda princesita, que de seguro será tan preciosa como tú.
—Oh, mi vida.
—Es lo que más deseo. Cuidaré de ambas siempre.
—Lo sé. Creo en ti ¡Ay!
—Shuuu — me susurró y yo cerré los ojos de nuevo con pesadez y él besó mi hombro y siguió sobando mi costilla.
De pronto, aquel horrendo dolor disminuyó y yo sonreí. Layne lo había logrado y todavía tocando mi costilla, yo tomé su mano y la coloqué en mi barriga. Él me sonrió apasionado.
— ¿Ya te sientes mejor?
—Sí y todo gracias a ti. Te amo.
—Y yo a ti.
Me susurró y comenzó a besarme sin parar, como tanto los dos nos deseábamos. Le hicimos cariño a nuestra bebe en mi barriga y los dos nos sonreímos perdidamente enamorados y volvimos a besarnos largamente.
Mi sueño ahí acabó al ser interrumpido por la dueña de la residencia, quien me dijo que ya era demasiado tarde y que tenía que apagar todas las luces. Yo aún teniéndote a mi lado, miré por la ventana, vi que la playa seguía ahí, pero que todo estaba oscuro y tuve que irme a mi habitación a dormir.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top