Oh.

Kate.

Yelena no despertó, Yelena estaba en el suelo.

Todos corrieron a ayudarla. Mi novia estaba casi muerta en el suelo. Peter está sentado a mi lado en detención.

La pregunta es, ¿por qué?

Recuerdo bien como sucedió...

—¡Kate!—Me sacudió Peter. Me aparté de Yelena, noté mi ropa y mis manos empapadas en su sangre. Las lágrimas no dejaban de caer en mis mejillas.—¡Kate, déjala! Necesita ayuda profesional.

Vi a los paramédicos levantarla en la camilla, grité y Peter me contuvo contra su pecho.

—¡Yelena! ¡¿A dónde se la llevan?! ¡Yelena!—Insistí en mis gritos.

—Señorita Bishop, deténgase. —Habló el director. —Le voy a pedir que deje de alarmar a sus compañeros.

En ese preciso momento recuerdo bien que mi mano impactó en el rostro del director. Peter me detuvo y alguien jaló mi brazo bruscamente lo que provocó que Peter saltara cual perro rabioso que quiere atacar a un niño molesto.

—¡Sueltela!—Gritó empujando a quien me había tomado.—¡No se atreva a tocarla! ¡¿Ella le ha dicho que la toque, eh?!—Su rostro se tornó rojo hasta sus orejas.—¡No puede tratarla así sólo por ser chica!

Peter se había envuelto en una discusión bastante violenta para cuando noté que se llevaban a Yelena. Mis manos pasaron por mi rostro y cabello, no me importa empaparme en su sangre. Quiero saber como está.

Ahora ambos estamos sentados en detención, Peter acaricia mi cabello mientras yo estoy apoyada en su pecho meditando todo ésto.

—Gracias por cuidar de mí.—Susurré.

—Siempre para ti, Kate.—Dijo mientras se dedicaba a tratar de trenzar mi cabello. —Iremos a ver a Yelena a la salida.

—No puedo esperar tanto.—Admití. Observé mi bolsillo, dentro de mi pantalón estaba un anillo de papel que Peter me ha enseñado a hacer.

Peter va a manualidades, lo ayudan a relajarse.

—Okay, entonces... Tendrás que ir sin mí.—Dijo Peter besando mi cabello.—¿Qué es otro mes más de detención por ti?

Levanté mi vista extrañada y Peter se levantó caminando hasta la entrada..

—Parker siéntate.

Peter abrió la puerta y me lanzó las llaves del candado de su bicicleta.

—Te amo.—Dijo antes de bajarse los pantalones y enseñarle su trasero al hombre encargado de detención.

—¡Parker!—Lo regañó y Peter salió corriendo mientras volvía a subir sus jeans.—¡Ven aquí!

Nos dejaron sin vigilancia, tomé mis cosas y recordé como Peter había dicho que debía escapar.

Son las once con cincuenta, a esta hora el pasillo principal esta vacío ya que los de primaria pasan menos en la escuela debido a un mal funcionamiento de calefacción en su ala de la escuela.

Corrí lo más rápido que pude, llegué a la bicicleta de Peter, saqué todo y comencé a pedalear rumbo al hospital.

Mierda.

¿Dónde queda el hospital?

[•••]

El camino fue agotador, por alguna razón me costó bastante encontrar la dirección y visité otro hospital pero me han dicho que según los registros la señorita Romanoff fue enviada al hospital en el final de la ciudad.

He hecho un gran trabajo de piernas.

Corrí hasta el mesón donde me han indicado la habitación del tercer piso, sin embargo cuidado intensivo. Ni siquiera me dieron ganas de preguntar algo más.

Subí con la esperanza de encontrarme con alguien de su familia, alguna vez Yelena me enseñó fotografías y yo recordaba de forma difusa el rostro de su madre. ¿Melanie? ¿Malena? Algo así.

Una señorita estaba en la entrada, asumí por su uniforme que trabaja en éste piso.

—Buen día.—Dije nerviosa.—¿La habitación de Yelena Romanoff?

—Buen día. ¿Es familiar de ella? —Preguntó y asentí.

—Soy... Natasha, su hermana.—Dije rápidamente. Ella asintió.

—Creímos que nadie vendría, no dio contactos.—Murmuró la enfermera.— ¿Cómo se enteró?—Preguntó y yo tragué saliva.

De alguna manera me relajó pensar en que si Yelena no dio ningún número de familiares es porque está bien.

—Su novia me ha hablado.—Murmuré caminando a su lado. La seguí por los pasillos que me indicó y llegué a su habitación.

—Es aquí. —Dijo con una sonrisa nostálgica.—Puede quedarse con ella el resto del día si así lo desea, el doctor vendrá cuando sea momento.

—Muchas gracias.

Asentí e ingresé a la habitación no sin antes agradecer con una enorme sonrisa a la enfermera repetidas veces.

[PLAY: Fourth of july — Sufjan Stevens]

La vi recostada en la cama, tenia los ojos cerrados, la mascarilla con oxígeno y varios cables que estaban conectados a su abdomen mediante agujas.

Vi las bolsas de drenaje repletas de sangre y a su vez algo de suero conectado a una intravenosa en su antebrazo.

—¿Amor?—Pregunté y ella abrió lentamente los ojos. La luz del sol ingresaba por las persiana logrando que el verde agua de sus ojos pasara a un amarillo pastel muy adorable.

—Kate Bishop.—Me dedicó una sonrisa algo agotada. —¿Qué haces aquí?

Trató de acomodarse, pero se quejó debido a las agujas en su vientre.

—Hey, cálmate.—Dije acercándome.—Estoy aquí, porque no me iba a quedar tranquila sin saber de ti.

—Estoy calmada, Kate Bishop.—Sonrió tomando mi mano.—¿Te han dejado pasar?

—Soy Natasha.—Murmuré y ella hizo una mueca entristecida antes de llevar mi mano a sus labios y besarla.

Me acerqué a ella sentándome en una silla junto a su cama. El calor quemaba en mi espalda y observé su rostro. Sus ojos amarillos... Y ya no era simplemente por la luz de la ventana, realmente el blanco de su ojo está de un color amarillento gastado.

Besé cortamente sus labios y la vi sonreír.

—Eres mi mayor alegría, Kate Bishop.—Murmuró Yelena. —¿Sabes? Cuando comencé a enviarte cartas jamás creí que te diría quien era, me sentía muy poca cosa para... Ti.

—¿Por qué?—Pregunté acariciando su mejilla y luego sus labios con mi pulgar.

—Porque... No soy como muchos dicen que soy, no voy a fiestas todos los días, no me la paso besando chicas y mucho menos me he tirado a la mitad de las porristas de la escuela.—Suspiró.— Ni siquiera he querido tener mi primera vez.—Aclaró.—Y tú... Me cautivaste desde que te vi golpeando a Flash por empujar a Peter. Te vi tan... Dispuesta a darlo todo por él, primero quise ser tu amiga, luego vi mi grupo, y vi como veías con desprecio a América, sentí que jamás podrías verme de buena forma, y terminé por decidir que te enviaría cartas... —Tosió y la ayudé a ponerse mejor la máscara de oxígeno. Ella la bajó nuevamente luego de respirar.—Wanda me ayudó, ella conquistó a Natasha con cartas, ya que Natasha la ignoraba cada vez que Wanda estaba cerca o le hablaba. —Sonrió y yo también. Una lágrima rodó por la mejilla de Yelena.—Fuiste la única buena decisión que tomé en mi vida, yo no...—Su mentón tembló a la vez que su voz se quebraba.—No quería ser deportista, ni tampoco quería estar en el equipo... Yo sólo quería meterme al taller de cómics, ya sabes... Donde aprenden a dibujarlos...—Cerró los ojos.—Quería tanto eso...

—Cuando salgas de aquí...—Ella negó.—Iremos las dos, yo...

—Kate...—Me interrumpió.

—Te juro que quiero. Quiero compartirlo contigo, no sé dibujar, pero...—Ella seguía negando.—Yelena, ya...

—¿No te lo han dicho, no?—Preguntó y tragué saliva.

Mi cerebro comenzó a asociar cada cosa conectando su reacción con las palabras de la enfermera.

—No quiero oírlo.—Dije rápidamente.

—Kate Bishop.

Solté su mano y ella apartó la mirada cerrando los ojos. Vi las lágrimas caer desde sus ojos.

—¿Por qué?—Preguntó temerosa.

No quiero aceptarlo. No quiero ni siquiera terminar de pensar en esa idea.

—Porque la vida es así, es... Cruel.—Sonrió.—A veces no hay razón, simplemente las cosas pasan.

—¿Por qué?—Repetí apoyando mi rostro contra el suyo mientras las lágrimas caían por mis ojos.

—No busquemos un motivo, me quedan un par de horas...—Susurró.—No quiero morir pensando en por que debo morir.

—No me dejes...—Supliqué.

—Sh...—Acarició mi cabello con suavidad.—No te dejaré, Kate Bishop, estoy aquí.

—¿Y tu familia?—Pregunté.

—Mis padres están trabajando, no quiero infortunarlos.

—Son tus padres, Yelena...—Susurré y ella se encogió de hombros.

—Han estado algo paniqueados por Natasha, no quiero que tengan otra preocupación, los llamarán cuando muera y se enterarán de esto.—Tragó saliva.—¿Ves el drenaje? Mi sangre... Va por allí, están drenando lo que me terminará matando, no pueden sacarlo todo, mis órganos ya están fallando...—Sonrió.—Vendrán a dormirme cuando el dolor esté siendo extremo.

—¿Te duele ahora?—Pregunté y ella se encogió de hombros.—¿Por qué no pueden hacer nada?—Pregunté desesperada.—Tal vez si puedan...

—No, Kate Bishop.—Me detuvo.—Me lo han dicho, y está bien, yo estaré bien, y tú estarás bien.

Negué mientras lloraba de forma angustiante.

—¿No te he amado lo suficiente, pequeña Kate Bishop?—Preguntó ella.—¿Por qué lloras? Lo siento por irme, pero... Necesito descansar, incluso si no quiero... No me gusta la idea de dejarte...

—¿Por qué no pueden curarte?—Sollocé.—No hemos ido por pizza con Peter... No conoces a Lucky, es mi cachorro, es lindo...

—Como tú...—Tosió nuevamente y la vi cerrar los ojos por dolor.

—Yelena...

—Estoy bien, Kate Bishop...

Ella no puede dejarme.

—Yelena... No puedes pretender llegar a mi vida, hacer que te ame e irte.—Susurré.—Por favor...

—No quiero irme, quiero quedarme contigo.—Admitió.—Prometo que aguantaré esta tarde...

—No, Yelena... Toda la vida.—Supliqué sabiendo que era imposible.

Nada peor que pedirle a alguien que no te deje cuando sabes que no puede cumplirlo.

—¿Crees que exista algo después de esta vida?—Preguntó observándome.

—Sólo tengo quince años, no lo sé.—Dije tratando de contenerme un poco.

—Casi dieciséis.

—Casi.—Sonreí.— Quería pasar mi cumpleaños contigo.—Tragué saliva. No debo recordarle todo ésto, ella sabe... Debería hacerla feliz por lo que le queda aquí.—Quería ir por pizza.

Yelena me dedicó una sonrisa débil.

—¿Sabes? Yo no creía en eso de existir una vez tras otra... —Suspiró.—Pero... ¿Qué más me queda ahora?

—Quedarte conmigo.

—Prefiero buscarte.—Sonrió de aquella forma encantadora.—¿Puedo buscarte en mi otra vida, Kate Bishop?

Mi mentón tembló indicando que ya no podría aguantar mucho más. Pegué mi frente a la suya y pegué mis labios a los suyos tratando de acallar mis sollozos.

—Yo seré la Wanda de tu Natasha, ¿lo recuerdas?—Pregunté tomando su rostro.

—Lo recuerdo, bebé.—Murmuró y cerró lentamente sus ojos.—¿Hace frío?—Preguntó y negué. —Okay...

—Okay.—Murmuré yo. Besé nuevamente sus labios.—La vida es una mierda.

—La muerte también...—Bromeó ella. —Pero prometo... Buscarte.

—Prometo encontrarte.—Dije besando su mejilla.—¿Te duele?

—No tanto... Todo está bien. ¿Podemos descansar?—Preguntó ella y se movió un poco.—Tengo un espacio aquí... Para ti.

Sonreí recostandome con temor. No quiero lastimarla.

—¿Puedes oír mi corazón?—Preguntó y yo levanté la mirada para verla. Tenía los ojos cerrados.

—Sí, sí puedo.

—Hasta el ultimo de esos... Es por ti.—Sonreí.—Lo vi en una película, ¿se escuchó bonito?

—Todo lo que dices suena bonito. —Murmuré.

Cerré los ojos queriendo que todo fuera una pesadilla. No voy a soportarlo.

Nota de autor:

Amenazas aquí, pero ojito con lo que m dicen pq lloro, eh

-Codex.

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