Kate IV

Observé la carta y una mueca de tristeza apareció en mi rostro.

—Ella cree que no me gustan sus cartas. —Dije asustada. Peter quien comía un sandwich me observó.—¡Extrañaba sus cartas! Fue horrible no recibirlas.

—¿Entonces por qué tratas de ignorar el tema Yelena?—Preguntó él extrañado.—Hablo de Yelena y te enojas, gruñes, y me golpeas.

—No te golpeo.—Me quejé.—Mentiroso.

—¡Siempre lo haces!

—¡Mientes!—Me quejé dandole un manotazo en la mano. Su sandwich cayó a la fuente. —Eso fue totalmente tu culpa.—Me miró ofendido.—No tienes reflejos.

—¡Claro que tengo!—Se quejó.—¡Juego al arco!

Giré mis ojos, estoy frustrada. No quería verme como una obsesionada con ella, pero no quería que piense que la odio, no la odio, quiero saber quien es y vivir un romance adolescente. ¡Ni siquiera he dado mi primer beso! Peter tampoco, pero nadie quiere besar a Peter, alguien debería haberme besado, soy relativamente bonita.

—¿Por qué no tengo novia?—Pregunté y Peter tocó mi frente y luego mis mejillas.

—No tienes fiebre. ¿Estás bien?—Preguntó y giré los ojos.

—¡Hablo en serio!

—¡Y yo! Nunca quisiste novia hasta que las cartas aparecieron en tu bolso, ¿y si tal vez te hizo un amarre?

—¿Qué?

—Ya sabes, de esos que Ned dice, esos de internet. Su abuela sabe mucho sobre eso.

—No creo que la abuela de Ned esté enamorada de mí.—Murmuré burlona y Peter comenzó a reír.

—Mi sandwich está nadando.—Murmuró y asentí.—¿Me compras otro?

—¿Ya sabes que Yelena?—Pregunté y él se encogió de hombros.

—Son dos, Belova y Romanoff, Romanoff está, Belova... Difícil de encontrar, sólo hay unaBelova, presentó un poema hace dos meses. Pero no encuentro su grado.

—¿Y Romanoff?

—Romanoff es del nivel paralelo. —Sonrió. —Tal vez sea Romanoff, rubia, ojos verdes. De seguro te gusta.

—¿Y si no es ella? ¿Y si es una broma?—Pregunté preocupada y él negó.

—¿Cómo sabes? Seguramente es... Falso, y están jugando conmigo.

Peter negó.

—América lo hizo.—Susurré y él acarició mi espalda.—Y ella realmente me gustaba.

—Dejemos a América fuera de ésto. —Sonrió acariciando mi mejilla.—Ella no te merecía y probablemente Yelena es buena.

—Els.—Susurré.—Me gusta Els, y aún no la conozco.

—¿Gustar?

—Me atrae. Y es dulce, muy linda... Se preocupa, quiero dejarle una carta.

Tomé un bolígrafo y un post it. Escribí en el rápidamente. "Me gustan tus notas, pero me gustaría mucho más conocerte. ¿A qué le temes, Yelena? Yo también quiero ésto, sea lo que sea."

Dejé el post it en la fuente y tomé la mano de Peter al levantarme. Mi mejor amigo me abrazó y nos alejamos caminando a paso lento.

Me interesa que Yelena lea aquél mensaje, y doy por sentado que lo leerá. Ella sabe como llegar a mí, y ya he pasado bastante vergüenza, no creo que nuevamente tenga que pasar vergüenza y... Oh, Dios. ¿Y si no es ella quien lo ve? Oh, Dios. Oh, Dios.

Me solté del agarre de Peter y me devolví corriendo hasta la fuente. Espantada y muy nerviosa, con temor de ver a alguien leyéndola. Alguien capaz de averiguar quien soy, mi nombre, dirección y demás.

¡Tal vez exagero, pero soy así! ¡Soy libra!

Vi a aquella chica rubia tomando el papel, siempre es ella.

—¡Oye, deja eso!—Me quejé. —¡Suéltalo!

—Wow, quieta, Kate Bishop.—Alejó el papel de mí. Es notoriamente más alta.

—¡Basta! Dame eso.

—¿Qué son esos modales? Buen día para ti también.

—Es de tarde, ridícula. Dame eso, es mío. Se me ha olvidado.

—He visto como lo dejabas aquí.—Murmuró.—Me parece que por eso, es más mío que tuyo.

Me sonrojé ante su cercanía. Su rostro estaba a sólo centímetros del mío.

—¡No es para ti!

Ella sonrió de lado.

—¿Segura?—Preguntó burlona. Mierda.

Es linda.

Pasó su lengua sobre sus labios y soltó una risita grave.

—¿Te pongo nerviosa o por qué no me explicas?

—¿De qué o qué?—Pregunté mientras notaba que ella llevaba bastante rato hablándome. Volvió a sonreír y noté un pequeño hoyuelo en su mejilla.

—¿Para quién es? Tal vez puedo ayudarte a dárselo.

Tragué saliva.

—Es para una chica.

—¿Quién?—Insistió.—¿Puedo leerlo?

Negué rápidamente y se lo arrebaté de las manos.

—¡Ni se te ocurra, rubia!—Me quejé y ella sonrió.

—Agresiva. Me gusta.

Tosí levemente y vi a Peter llegar. Nos miró extrañadas y le sonrió a Peter.

—Adiós, Parker.

Palmeó su espalda levemente y se giró a mí.

—Adiós, Bishop. Sigue con tus cartas.

Se alejó y Peter me observó extrañado.

—¿Qué pasa?—Pregunté y él intentó hablar tartamudeando repetidas veces. Enarqué una ceja y él vio como la rubia se alejaba.—¿Qué, Peter?

—¡Era Yelena! ¡Yelena Romanoff!

—¡¿Qué?!—Pregunté espantada.—¡Pero si antes la vimos!

—¡Vi su foto ayer en el sistema!—Dijo espantado.—¡Corre, Kate, corre!

Mierda.

Este es mi karma.

Nota de autor:

¡Hey!

-Codex.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top