Belova.
Yelena.
Caminé hasta el estacionamiento en busca de alguna señal de la estúpida de América.
Me debe diez dolares.
Kate Bishop es linda, le he dejado otra carta en su abrigo antes de alejarme, ni siquiera lo ha notado, es algo distraída, y no es que yo sea muy despierta, soy todo lo despierta que alguien de dieciséis puede ser. ¿Qué puedo decir? Soy la bebé del hogar, pero debo actuar como la hermana mayor... No odio a Natasha, la amo, la amo y mucho, pero en ocasiones me he sentido desplazada y eso me ha hecho madurar un poco de golpe.
No me disgusta para nada cuidar de Natasha, la extrañaré mucho, pero sé que Wanda cuidará de ella, aunque mamá no está tan segura de eso, cree que es muy pronto para que Natasha viva con su novia en el otro extremo de la ciudad, pero mi hermana ya tiene veinte años y su novia también, están juntas desde los dieciséis aproximadamente. No le veo lo malo.
Así son las madres, no la culpo. Nat es neurodivergente, pertenece al espectro autista, y aunque su autismo es bastante leve, hay cosas en las que debe tener cuidados, claro que Wanda nos ha demostrado poder ayudar a Nat, en sus crisis, en sus necesidades en general y eso está cool. Ojalá a mi me quisieran así.
—¡Yelena!—Gritó aquella voz insoportablemente dulce. Me giré y Kate Bishop venía corriendo hasta mí.
Momento. ¿Ella dijo Yelena? No le he dicho mi nombre.
Corrió y corrió, de pronto la vi delante mío.
—Hola, Kate Bishop. ¿Sucede algo?—Pregunté y ella asintió.
—¡Eres tú!
Tragué saliva. Buen momento para fingir demencia.
—¿Soy qué? —Pregunté nerviosa.—¿Increíblemente atractiva?—Ella asintió y me sonrojé. No esperaba eso.
—La de las cartas, eres Els.
Mierda.
—¿Y-yo?—Negué.—No, yo...
—¡Lo descubrí en el sistema!—Dijo su mejor amigo.—No mientas, fuiste Belova para el concurso de poesía, la letra del poema ganador es idéntica a las cartas, no existe ninguna Yelena Belova, y tú eres Yelena Romanoff, lo descubrí yo solito.—Dijo con orgullo.
—¿Qué?
Eso, Yelena. Finge sordera.
—¿Eres ella, no?—Insistió Bishop con una mirada dulce. Sus ojos llenos de una pequeña ilusión, es preciosa.
Es la chica más preciosa que he visto en mi jodida vida. Tiene los ojos más preciosos que he visto en mi jodida vida.
Kate Bishop es la mujer más linda de la escuela.
—Yo...
—¡Yelena!—Gritó América y observó a Kate.—Bishop.
Kate la observó en silencio, luego a mí y luego a Peter quien parecía querer protegerla de la pelinegra a toda costa.
—Tus diez dolares. Ganaste.—Dijo la pelinegra y dejó el billete en mi abrigo.
—¿Qué?—Preguntó Kate molesta.
—Fue un placer.—Murmuré y América se fue dedicándole una sonrisa burlona a Kate.
—¿Las cartas que me dejaste han sido por ella?—Dijo molesta y negué rápidamente.
¡¿De qué habla?!
¡Oh, claro! ¡El dinero! ¡No soy así!
—¡No es lo que...!—Comencé yo y ella me miró molesta.
—No soy tu juguete.
Se dio media vuelta y se alejó rápidamente.
—¡No es lo que parece!—Insistí y pude ver al castaño mirarme con asco antes de alejarse.
Oh, bien. Váyanse a la mierda.
—¡Joder!—Me quejé.
—¿Pasó algo?—Preguntó América y dejé ir un suspiro.
—Aparentemente. —Murmuré y luego América me observó en silencio.—¿Qué le haz hecho a Kate, Chavez?
La pelinegra dejó ir un suspiro agotador. Joder.
Ya la odio. Es demasiado.
—Corre.—Murmuré molesta y la vi correr. Me las va a pagar. No se merece a Kate. Definitivamente no.
Ella no.
Nota de autor:
¡Hey! Aquí América es mayor de edad para q sepan, todo legal a
-Codex.
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