"Querida Natalia:

Sé que es algo antiguo, y bastante ridículo que te escriba esta carta. Probablemente ni siquiera la leas, sólo la tires.

En fin, por si acaso eso no sucediera, esto es lo que debo decirte:

Te escribo la carta porque jamás llegaré a atreverme a hablarte. Tú y yo somos de mundos muy distintos.

Tú eres la chica perfecta, notas buenísimas, cuerpo perfecto, buena chica, juegas al voleibol... ¿Qué puedo hacer yo en comparación de una chica como tú? Sé que tienes mucho miedo a los bichos y que te gusta que la gente se lleve bien.

También sé algo que nadie sabe: odias que todos te llamen Nata. Lo ocultas, pero odias ese apodo por el que todo el mundo te llama.

Como no leerás la carta hasta el final, tienes mejores cosas que hacer, me despido ya.

Sólo que sepas que hay alguien a quien le importas mucho y le encantaría hacerte sonreír.

Besos,

Auryn"

—Ha quedado preciosa, hijo.

—Con tu letra aún mejor, mamá.

—Todo lo que le dices es tan... romántico...

—Déjalo mamá—se pone rojo—. Pero me alegro de que sirva de algo que sepas escribir letra de hace cuatro siglos.

—¡Eh!—le pega un pescozón a su hijo—. El estudio de letras antiguas es muy complicado, jovencito.

—Sí, seguro...

—Y a todo esto, ¿por qué Auryn?

—Porque todos los sueños se pueden hacer realidad...