-Porque te conozco desde que eramos unos niños. Te he visto crecer desde bien enana, hasta ser la chica más alta de la clase. Si te digo la verdad, de vista había pensado que tenías una 95, o incluso superior. Menuda decepción saber que sólo tienes la 90.

Me pongo roja como un tomate. Parece ser que sí se movió. ¿Lo mato ya?

-Eres un cotilla y un asqueroso.

-¿Por qué piensas eso de mí?-y ahora se hace el ofendido.

-Porque no eres capaz de dejarme en paz, siempre me estás buscando las cosquillas. Yo te advierto que si lo buscas, lo encontrarás.

Aprieto los puños con fuerza. Me ha cabreado.

-Natalia, lo de niña mala no te sale. Déjalo.

-¡Tampoco me llames Natalia!

-Yo puedo llamarte como a mí me dé la real gana. Es mi boca, ¿entiendes?

-¿Por qué me llamas así?

-Pues porque tu apodo me parece una tontería. No mola llamar a alguien como si fuera una crema.

-Pues tampoco me llames Natalia. No me gusta.

-Oh, ¿quieres un apodo personalizado? Podrías ser... ¡Nat! Sí, me gusta Nat.

No le respondo. 'Nat' me parece un bonito apodo, pero no le voy a dar la razón. Ya me ha enfadado suficiente.

-Sólo quiero que dejes de ser tan imbécil y sigas con el p*** dibujo-estoy exasperada, con los nervios de punta.

-¿Sabes qué? Eres bastante desagradable. No entiendo como hay un idiota que se dedica a llenar cartas con cosas buena sobre ti.

Oh, no. Ahí sí que no. Ha cotilleado mis cartas. Es hombre muerto.

-¿Las has leído?

-No mucho. Me aburrí enseguida y me puse con el dibujo.

Estoy temblando de los nervios. Tranquila, Natalia. Nadie sabe quien venía a mi casa. Si lo estrangulo ahora, nadie me relacionará con él.

-Yo te mato...

-Relaja los ovarios, anda... Tengo que irme. Nos veremos en clase.

Me revuelve el pelo y a punto estoy de pegarle un mordisco en la mano.

Escucho que la puerta se cierra. Bajo las escaleras, algo relajada y voy a mirar el buzón. En esto, llega el cartero, que me entrega en mano una carta...