—¿¡Pero tú eres gilipollas?!, ¡cacho imbécil! ¿Querías matarme de un ataque al corazón?

—Perdona, hija, no hace falta que te pongas así. La profesora me ha mandado a buscarte.

—Una cosa es buscarme ¡y otra es ponerte detrás de mí! ¿Qué problema tienes, so capullo.

—¿Contigo? Que gritas demasiado. Anda, volvamos a clase.

Y pensar que hubo medio minuto que llegué a pensar que Álvaro era mi Auryn. No me extrañan mis ganas de vomitar.

Lo bueno es que el susto me ha quitado el mareo o cualquier tipo de enfermedad.

Ofrezco a Álvaro hacer sola el trabajo y luego repartirnos la explicación en clase, pero se niega. Quiere quedar y que lo hagamos juntos. Lo hace para molestarme, el muy...

Tenemos tres semanas para hacerlo, pero decidimos empezar hoy. Cuanto menos tenga que verlo mejor.

Le apunto mi móvil en la mano al final de la clase. A ver si tengo suerte y se le borra.

Lo bueno es que Álvaro y yo sólo compartimos Tecnología, no tenemos más clases en común. En el resto, voy con mis amigos.

—Oye, Nata—Carlos me pone la mano en el hombro.

—¿Qué?

—Estás de mala leche, ¿pasa algo?

Le enseño la nueva carta, justo cuando Carla llega.

—Qué bonito...—susurra detrás de Carlos, tras fisgonear, pegándole un susto.

—Ya, ojalá supiera quién es.

—Tienes pistas. Es alguien que no destaca y al que te cruzas.

—Podría ser ese chico.

Les señalo al rubio de la mañana. Ni siquiera me dijo su nombre.

—¿Dani? No sé...

—Es muy tímido y no destaca en nada. Podría ser perfectamente.

—Ya lo veremos, Nata. Este caso hay que estudiarlo a fondo.

Asiento y me voy. Mi hermano ya está en la puerta, esperándome.

Ya en el coche, recibo un WhatsApp.