-¡Nata! ¡Blas ha venido!

Nos separamos a la velocidad de la luz, algo sonrojados. ¿Y ahora?

-¿Qué hacemos?-me pregunta susurrando.

Miro por todos lados, con el corazón a mil. Escucho pasos en la escalera...

-¡Metete en el armario! ¡Corre!

-No voy a...

Pero ya lo he metido yo y cierro la puerta. Entonces llaman a la puerta.

-Toc, toc, toc...-asoma la cabeza-. ¿Puedo?

-Claro-le sonrío lo mejor que puedo y me apoyo en el armario.

Me da un pico y se apoya en la pared, mirándome. Yo trato de que no se note que me va a estallar el corazón.

-¿Te pasa algo?

Niego con la cabeza. Él se empieza a pasear por la habitación y se detiene en el proyecto, ya acabado.

-¿Es lo que vais a presentar?

Asiento y me acerco, siempre cuidando que yo esté más cerca del armario que él.

-Está bien, pero estoy seguro de que si lo hubiéramos hecho juntos hubiera salido perfecto.

-Yo también lo creo.

Sonríe y me besa. El beso se va intensificando y poco a poco me tumba sobre la cama.

Oh... No, por favor. Ahora no.

-Uhm... No-lo aparto un poco.

-¿Por qué no? Lo hemos hecho antes.

-Ya, pero hoy no tengo ganas.

Tampoco quiero que Álvaro tenga que pasar por esto. Es un idiota, pero no se lo merece.

-Venga, Nat...

Me besa y desgraciadamente, acabo cediendo y lo hacemos.

A la mañana siguiente me pongo una sábana alrededor del cuerpo y abro el armario. No está... Debió marcharse mientras dormíamos. Me siento fatal...

Nada más desayunar corro al instituto. Lo encuentro enseguida.

-Álvaro, lo siento de verdad. Te juro que intenté...

-Ya lo sé, Nat. Lo escuché todo. Sé que no querías porque yo estaba ahí, pero no importa... Es tu novio y yo lo tengo que aceptar. El que estaba de más ahí era yo.

-Pero...

-Lo digo en serio. Lo de ayer no debió suceder.

-Pero yo quería que ocurriera...-susurro, sin darme cuenta de que aún puede escucharme.