Capítulo 35

—Es más mono...

—Lo sé, mi querida Carla.

—Yo quiero algo así.

—Pues deja de hacer el idiota con Carlos. Él tiene miedo, pues pideselo tú.

—No es tan fácil, Nata...

—Hay una cosa que no me cuadra en esto—Paula mezcla conversaciones—. No tiene sentido, Blas te llamó Nata y se supone que sabe que lo odias.

—Será por la costumbre. Ya verás como se acostumbrará.

—No sé... Creo que hay algo raro.

—Tú lo que no quieres es aceptar que no era Álvaro. Pero claro, ahora que Nata está con Blas... Álvaro está disponible...

—¡Ni se te ocurra!

—¿Por qué? Tienes novio. Deja al resto vivir.

—Esto lo haces por no salir con Carlos... Eres una cobarde, Carla.

—¿Yo, una cobarde? Entonces no hablemos de ti... ¡Finges estar enamorada de Blas, pero todos sabemos que te gusta Álvaro!

—¡Eso no es cierto!

—Tranquilas, chicas... Haya paz...

Resoplo y me dirijo hacia Blas. ¿Qué ha...?

—¿Qué te ha ocurrido?—corro hacia él.

—Ni yo mismo lo entiendo. Ha venido Álvaro y me ha pegado una paliza.

Coge la bolsa de hielo que Salva le sostiene, mientras yo hiervo por dentro. Lo mato.

—Disculpa un momento.

Camino rápido para encontrarle y le cierro la taquilla en las narices.

—¡Au!—se queja.

—Ni se te ocurra quejarte, no después de lo que has hecho.

—A ver, ¿qué he hecho ahora?

—No te hagas el tonto... Blas me ha contado que le has dado una paliza. No me lo esperaba de ti. ¡Mejor dicho! No sé cómo no me lo esperé.

—¿De qué estás hablando? Yo no he...

—Mejor ahorratelo. Te creía mejor persona... Creí que lo habías entendido, y que no te importaba que saliéramos.

—Natalia, sabes perfectamente que sí me importa. Pero yo no he...

—Álvaro, no me mientas. ¡Lo que has hecho ha sido despreciable! Ahora mismo, en lo único en lo que estoy de acuerdo contigo es en lo de alejarnos. No quiero volver a verte en mi vida.

—Bien, pues lo mismo digo.

—Perfecto.

—Estupendo.

—Bien.

—Vale.

Me voy enfadada. Que encima no lo admita... No sé cómo pude pensar que había cambiado...

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