Camino con algo de felicidad en mi cuerpo. Estoy 99% segura de que es Dani. Sólo tengo que encontrar la manera perfecta de preguntárselo.

Veo a alguien salir de una casa. Su pelo azul la delata. Es Sonia. No somos las mejores amigas, pero nos llevamos bien.

-¡Nata!-me llama.

La saludo con la mano y voy a su encuentro. Pero no puedo dejar de pensar en algo. ¿De dónde venía? Ahí no vive, eso seguro.

-Sonia, ¿qué tal?

-Bastante bien-asiente enérgicamente-. ¿Y tú qué? Con esto de que queda un mes y medio para acabar, no se te ve el pelo.

-Sabes que tengo que estudiar.

-Ya, pero no es lo único. Podrías divertirte un poco...

-No tengo tiempo. Ahora mi prioridad es mi nota.

-Veo que sigues igual de responsable que siempre-me sonríe.

-¿Y tú qué? ¿Venías de un trabajo en casa de alguien?

-Uy, sí... Un trabajo- se ríe.

-No lo pillo. ¿Qué trabajo?

-Digamos... que estaba con un chico.

-Oh... Ya entiendo. ¿Quién es? ¿Lo conozco?

Se pone roja, mientras sonríe, nerviosa. Ese chico le gusta.

-Claro que le conoces. Es Álvaro.

Me desinflo por completo al escucharla decir eso. No me lo esperaba.

-Y sí, a veces nos acostamos. Pero me gusta, y yo creo que él sólo me quiere como chica para sexo.

-No sé que decirte sobre eso.

-Normal, no sabes que se siente. Bueno, ya nos veremos.

Le dedico una sonrisa, pero sin alegría. No me lo puedo creer. Álvaro, el mismo que me confesó su amor desde la Comunión, el que casi me besa en la biblioteca...

Ahogo una lágrima y me dirijo hacia la puerta. Ese cabrón se va cagar en su... madre.

Llamo con fuerza a la puerta, casi con violencia. Él me abre enseguida, vestido, pero con el pelo alborotado.

-¿Te has quedado con ganas de...? ¡Nat!

Me cruzo de brazos. Se ha quedado pálido.

-¿Q-qué haces aquí?

-Me da a mí, que vas a tener que explicarme muchas cosas-doy un paso para avanzar hacia él.