"Querida Natalia:

Tenía ganas de volver a escribirte. Cada vez tengo menos tiempo. ¿Qué tal vas? Me he enterado que tienes cuñada nueva... Ojalá a todos os vaya bien.

Hoy estabas muy guapa con esa ropa, pero lo mejor ha sido que nos hayamos cruzado. A veces, incluso le hago esperanzas. Pero claro, luego veo como miras al castaño y lo que te gusta el moreno... Y me doy cuenta de que todo es en vano.

Yo me conformo con escribirte y que te gusten mis cartas confesando mi amor por ti. Aunque eso ya lo sabes...

Hasta la próxima carta,

Auryn."

Suspiro al terminar de leerla. Es un dulce... Me giro hacia Álvaro y lo veo pensativo.

-¡Álvaro! Oye...-le paso la mano por delante de la cara y parece reaccionar-. ¿Estabas bien?

-Eh... Sí, es que se me había ocurrido una cosa, pero es una tontería...

-¡No! Cuentamela...

-Es que tengo un amigo cuya madre es especialista en letra antigua. Puedo preguntarle de donde se saca esta letra, el papel y el bolígrafo.

-No es boli, es pluma-me mira extrañado-. ¿Qué? Se nota mucho...

-¿Me dejarías una carta para enseñársela?

Titubeo, no quiero alejarme de las cartas.

-Puedo quedarme la primera, que la tienes muy vista.

La aprieto contra mí. Son mías.

-¿Y la segunda?

Gimoteo y le doy la primera.

-Pasado mañana te las devolveré, ¿sí? Sólo es para preguntarle de donde se saca.

Asiento. Se levanta de la cama.

-Oye, yo mejor me voy. Por cierto, ¿no has pensado en escribirle tú y darle las gracias?

Se va y me deja con la palabra en la boca.

Joder... Sus ideas son buenas.