Si hay algo que me encanta son los finales felices. Reconozco que adoro el clásico " Te quiero" bajo la luz del ocaso.
Me encantan las despedidas llenas de dulzura. Y lo cursi y romántico.

Por esa razón, también fantasee con lo que sería nuestra última clase de curso.
Y si no fuera por Lucía también la última vez que nos veríamos. Aunque claro, yo eso todavía no me lo podía ni imaginar.

Podría decir que no tuvimos un gran final, fue uno normal. Común, nada que se saliese de lo esperado. Yo diría que incluso fue apresurado. Pese a todo estuvo bien.

Me ha dado cuenta de que tengo demasiados grandes días. Hoy es uno de ellos.

No dejo de pensar en la última obra que hice. En como han cambiado las cosas desde entonces. Creo que si sigo reflexionando posiblemente acabe llorando. Tal vez soy demasiado sensible.

Respiro hondo. Me miro al espejo. Me pregunto porque me ha tocado el papel que tengo y bajo a la calle.

Otra vez recorro el mismo camino. Llego al teatro municipal.

Estoy muy nerviosa. Todas lo estamos.
Esta obra tiene demasiados significado, para la mayoría significa el primer intento. Es su primera o segunda obra y solo quieren aprender. Para otras esta es la meta, un objetivo que les ayudará en su futuro.

Para mí... Para mí son muchas cosas, tal vez demasiadas. Y me pregunto qué será para tí.

Entonces te veo, allí sentada en esa escalera. En ese lugar donde te vi por primera vez.

Un montón de recuerdos asaltan mi mente. Tengo que concentrarme.
Te vuelvo a mirar.

Me encanta ver tu sonrisa infinita. Se que en el fondo estas mucho más nerviosa que todas nosotras juntas. Aún así no dejas de tratar de hacer que el resto de sienta más tranquilo.

Me fijo en tu disfraz de duende. Estás radiante. Al contrario que yo. Mi traje de hada oscura se cae a cachos. Aunque ese era el propósito.

Me acerco ya hablar contigo. He aprendido a controlar mi vergüenza.

Te deseo suerte. Me la agradeces y me la deseas a mí también. Siento de repente como si una cálida brisa me abrazara muy muy fuerte. Y me quisiera proteger del frío de los nervios. Tus ojos relucen.

Todo es perfecto.

La actuación comienza. Nos sale de maravilla.El transcurso de la obra ha sido ideal, único y lleno de magia.

Me lo he pasado en grande. Pero los
errores pesan sobre mis hombros.

Tú lo has hecho de genial. Tienes mucho talento y práctica. Te admiro. Y no sólo por eso.

Me encanta tu forna de ser, siempre tan alegre intentando animar a los demás.
Me doy cuenta, que al igual que el personaje que interpretas,  estás llena de luz y eso es... es muy extraño.

Me das la mano. Para los saludos, pero eso es un detalle sin importancia. Después me inclino, saludamos todas juntas...

Un oscuro de apenas segundos, al que le sigue la música del teatro.

Esa sintonía compuesta por los aplausos, las risas, los comentarios, las sillas bailando sobre el suelo, los suspiros de alivio...

Realmente me encanta, pero se que solo significa una cosa, una despedida.

Te marchas deprisa. Apenas puedo felicitarte por la actuación.

Y entonces todo se nubla.

Me doy cuenta de que todo se ha acabado. Me siento culpable.

Vivviene, quiero que sepas algo. Lo siento mucho. Mucho por todas las palabras que no te dije. Por todo ese tiempo en el que me volví invisible. En el que nos alejamos.

Y espero que algún día seas capaz de perdonarme. Porque si hay algo de lo que me siento culpable es de todas esas tardes vacías. Lo siento.

Aquel día me di cuenta de lo mala persona que había sido contigo y con el resto. Y fue a partir de entonces cuando empezé a mejorar.

Tal vez por ese esfuerzo recibiera otro final feliz.