Muchas veces quisiera poder gritarte en el rostro todo el dolor que me causaste de pequeña, quisiera poder decirte todas las veces que lloré por tu falta de amor, tu abandono y desinterés, o todas las veces que me culpe (simplemente por existir) de que nos dejases solas a mamá, a mi hermana y a mi, quisiera gritarte cuanto hubiese querido que estuvieses ahí en cada enfermedad, buen momento o acontecimiento importante, y simplemente me defraudaste, quisiera gritarte cuanto me dolió esperarte o esperar llamados tuyos de pequeña por un acto, cumpleaños, navidades o momentos importantes, quisiera poder gritarte en el rostro que nunca estuviste ahí, que siempre que necesité a una figuara paterna, simplemente me refugie en mi héroe, mi figura referencia, quien me trató siempre como a su hija, quien me guió siempre y quien me acompañó siempre de la mano, con quien decidí entar en mis quince, con mi tío y mi padrino, mi padre de corazón.

En ocaciones quisiera simplemente poder odiarte, pero no puedo, no me nace hacerlo, no esta en mi naturaleza odiar, no puedo siquiera gritarte, o decite tus verdades en la cara, no me da para hacerlo, sabiendo que siempre te importó poco todo respecto a nosotras, se que poco te interesaría lo que pensamos de ti.