One

Al fin... su deseo se había cumplido.

Miró sus manos con detenimiento, piel ligeramente tostada, movió los dedos extendiéndolos y flexionándolos a voluntad; hizo suaves movimientos de muñeca para confirmar la plena movilidad de su nuevo cuerpo, al parecer todo respondía de maravilla.

Aun un tanto crédulo por el poder de las Súper Esferas, se tocó el rostro.

Piel tenía una textura irregular y un tanto áspera al acto –era una sensación nueva, la piel de los dioses era tersa– con esa mandíbula angular muy marcada, esos prominentes pómulos y la nariz bien definida aunque el tabique ligeramente desviado probablemente eso debido a todos los golpes en el rostro que obtuvo gracias a peleas pasadas.

Pero ante los ojos de Zamas.

El cuerpo de Son Goku era perfecto.

Retiro su mano, dando una suave risa de triunfo.

–Goku –observo maravillado la figura dorada del dragón, en verdad su (capricho) deseo se habia vuelto una realidad–. Ahora soy... Son Goku.

Y mientras el dios del Décimo Universo se vanagloriaba entre las estrellas, el sayajin de la Tierra miraba el repentino cambio de su cuerpo.

Toda su piel se habia vuelto verde menta, incluso sintió como su ropa le quedaba un poco más holgada.

–¿Y esto?

Se preguntaba a si mismo buscando en su (nuevo) cuerpo una respuesta ante aquel súbito intercambio del cual, por obvias razones no estaba enterado.

–¿Qué me acaba de pasar? –incluso su voz era distinta, tal vez por eso Goten había huido tan deprisa.

Intentando descifrar lo sucedido escucho la voz de su hijo mejor, dándose cuenta que traía a su madre sujeta por la ropa.

–¡Mira mamá, ahí está! –el menor volaba tan rápido como podía, visiblemente aturdido de ver que de un segundo a otro su padre había desaparecido dejando a otro en su lugar.

Nunca antes había visto esa mirada en Milk, parecía confundida y asustada por su nuevo aspecto –el cuál ni siquiera él conocía, no tenía espejos para ver su nuevo rostro– usualmente tomaba a la ligera todas las preocupaciones de la mujer, nunca eran cosas realmente preocupantes sin embargo ahora por su aspecto y las reacciones de su familia sintió un sutil deje de aturdimiento.

¿Tan mal se veía?

No podía ser, solo era verde ¿no? Seguía teniendo apariencia "humana" ¡incluso tenía un trasero! Lo juraba, barrió con la mirada su cuerpo de forma superficial y estaba seguro que tenía uno.

–¿Eh? –se dio media vuelta, viendo como su esposa estaba casi al borde de las lágrimas.

Milk siempre hacia un escándalo por todo, siempre se veía preocupada por todo y pareciera que nunca dejaría de estar alerta ante cualquier cosa pero ahora... ni siquiera él estaba seguro de poder arreglar el problema con sus puños, debido a la gran impresión ni siquiera pensó en las esferas del dragón.

–¿Qué...?

Oh pobre mujer, todo eran penurias en su vida y pensó que después de mucho tiempo por fin tendría un poco de paz. Después de todo que su esposo trabajara en el campo fue toda una odisea ¿ahora también sin luchar tendría problemas?

–¿Eres tú Goku? –su voz apenas salió como un susurro que fue escuchado por su hijo, quien contesto al instante.

–¿Ves? ¡Te dije que se transformó de la nada! –Goten se sentía perturbado, había visto muchas facetas y transformaciones de su padre pero nada como aquello, no podía sentir el Ki de Goku.

Milk espero a que el menor descendiera un poco más para poder dar un salto, cayendo hábilmente frente a su "esposo".

–¿¡Por qué?! –ese aspecto le recordaba a alguien pero en su desesperación y sobresalto no lo recordaba–. ¿Pero qué te paso? ¿Eres el verdadero Goku?

El híbrido amaba a su padre, de eso no había duda pues esos pocos años que habían estado juntos como familia se dio cuenta de muchos aspectos que le faltaron en sus años sin él, confiaba completamente –al igual que su madre– en Goku, nunca les dio motivos para pensar mal de él ¡incluso Goten era cómplice de todas las veces que se fugaba al Planeta de Kaiosama!

Aunque ahora con a su nueva apariencia... se quedó al lado de Milk, se sentía tan descolocado de la situación pero debía ser fuerte –¿qué haría Gohan si ve a su padre con otro cuerpo?– por lo que sin dudarlo estaría protegiendo a su madre.

Aun si era de su propio padre.

–Yo soy Goku –dio un paso hacia la mujer, señalándose a sí mismo al notar como ella retrocedía dos pasos–. Es la verdad, yo soy el verdadero Goku.

¿Y de qué iba a servir mentirles a sus familiares? Puede que ahora fuera verde pero seguía siendo el mismo.

Antes que pudiera decir algo vio una silueta de pie a unos metros de su esposa, su extraña ropa lo delataba como algún tipo de un dios creador pero eso no era lo impresionante, era el hecho de que se veía exactamente a él.

–Mas bien, solo tienes el alma de Son Goku –pronunció, llamando la atención de todos los presentes.

Tanto Goten como Milk voltearon a ver a "Goku", visiblemente confundidos y creyendo que el recién llegado era el "verdadero".

–¡Ahí estás Goku! –la azabache semi sonrió, conteniendo las lágrimas.

–¿Pa-papá?

Puede que su madre se dejará llevar por la apariencia pero el niño se mostró inquieto, ese Ki era distinto y definitivamente no era el de su padre.

–Oye tú tienes mi cara –se sintió como si aún estuviera en Namek, la diferencia es que no sabía si la persona que estaba frente suyo era un enemigo.

Con naturalidad caminó hasta el sayajin, sonriéndole como si lo conociera de toda la vida.

–Este es mi cuerpo –comentó simple–: deberías devolvérmelo, tengo mucho trabajo y a Milk no le gusta que holgazanee.

La mujer contuvo la respiración al ver a su "esposo" levantar el brazo izquierdo, entendiendo su mano hacia el –ahora– shinjin.

–Tienes que venir conmigo Son Goku, los universos están en peligro.

Sonaba serio pero carecía de toda preocupación, es como si solo se hubiera aprendido esa línea para soltarla en un momento como ese. Lo que le pareció aterrador en sobremanera, tomando a su hijo para abrazarlo con fuerza contra su pecho.

El semi sayajin tampoco se quedaba atrás, quién quiera que fuera el recién llegado le intimidaba; era ese sentimiento inexplicable de nuevo, justo como la primera vez que vio a Majin Buu.

No parecía "aterrador" como un monstruo o similar, pero había en él que hacía que todos los vellos del cuerpo se le erizaran y supiera enseguida que sus intenciones no eran buenas.

–¿Los Universos? –parpadeó confundido.

–Sí, los dioses han pecado y han hecho esto –lo miró de arriba hacia abajo, haciendo notar su punto–. Es nuestro deber detenerlos y detener a todos sus mortales.

Goku se rasco la melena blanca, haciendo un gesto que le pareció totalmente divino por la manera en la que meneó la cabeza.

–No lo sé ¿no puedes darme mi cuerpo antes?

El recién llegado suspiró como si las palabras del héroe de la Tierra lo desanimaran.

–Te han dado mi cuerpo para que no puedas pelear con todo tu poder –replicó con cierta molestia en la voz–. Me opuse a sus reglas y pretendía detenerlos con tú ayuda, sin embargo me han castigado arrebatándome mi divinidad y encerrando mi alma en un cuerpo... mortal.

Parecía devastado con lo que ocurrió, apretando los puños mientras dirigía la mirada al cielo.

–Por eso te pido que vengas conmigo, necesito tu ayuda para castigar a quienes nos han hecho esto.

–¿Los dioses? ¿Te refieres al Supremo Kaioshin y esos?

–Todos ellos solo desean tu muerte, incluso Lord Bills te traicionará –aseguro–. Ven conmigo y ayúdame.

–Pero... tú tienes mi cuerpo –señaló obvio.

–Incluso así eres de mucha utilidad, usaré tu poder para repartir justicia por todo los pecados y fallas de los dioses y todos los necios que habitan los Universos.

Milk quería alejarse, puede que su esposo fuera un poco lento para procesar las cosas pero ella no y ese hombre no solamente le daba una mala espina, también sus palabras eran peligrosas.

Aunque la verdad estaba paralizada mientras veía la escena desarrollarse frente a sus ojos.

–¿Solo necesitas eso? Entonces vamos por Vegeta y...

–No, solo te necesito a ti –interrumpió, tomándolo del hombro–. Vámonos antes que puedan advertir mi presencia.

Probablemente el mayor defecto del sayajin de la Tierra era confiar en todos los que le dijeran que podría pelear sin limitantes, más allá de querer prestar su ayuda.

Acepto porque pelearía, incluso si ese cuerpo era un reto.

Estaba en su sangre.

Después de todo... era un sayajin.

Sin dudar más de sus palabras estrechó su mano con la del extraño, no había nada que le hiciese dudar de él en realidad. No había forma de descubrir su engaño, juzgar a alguien por la espeluznante mirada y palabras vacías no eran un argumento sólido para detener a Goku, ni siquiera teniéndolo iba a dejar que desistiera ir a pelear.

No lo detuvieron antes ¿por qué ahora haría caso a las palabras de su hijo y su esposa?

Milk tomó a su pequeño de los hombros, observó a su padre por última vez darse la vuelta y con esa sonrisa –aun estando en otro cuerpo– de siempre se despidió.

Desapareciendo del campo.

La mujer se inclinó para cargar a Goten que ya tenía unas lágrimas en las esquinas de los ojos y por más que estuviera aguantándose el llanto, lo delataba por completo sus expresiones con esos labios temblorosos.

Alzó la mirada al cielo como si la respuesta a lo acababa de ocurrir fuera a llegarle desde arriba, suspiró acariciándole el cabello.

Sentía un déjà vu.

Pero si lo que ese extraño dijo era cierto, lo mejor es que confiase en el poder de su esposo y acabara rápido ese "asunto", no quería ver lastimado a su amado Goku.



I.



Zamas había llegado antes a ver a su yo futuro, nada podía salir mal en ese plan.

Antes de apuñalar de muerte a su Maestro robó uno de los arcillos, dejando que el cadáver cayera ante los ojos del aprendiz que sin dudar ni un solo segundo corrió hasta Gowas.

Le temblaron las manos, ahí estaba el último sello roto.

Ante su mirada de plata.

Gowas desapareció.
Rumoosh murió.
Y Cus se marchó de ese universo.

Era como un ojo de pez, solo estaba Zamas.

Se levantó con lentitud, girándose para darle la cara al asesino de dioses aun con las palabras atoradas en la garganta.

¿Qué hacía un mortal en el planeta Supremo?

¿Cómo pudo llegar hasta ahí?

Y más importante ¿por qué llevaba Pothalas esmeralda?

–No lo niegues –sonrió, dio unos cuantos pasos invadiendo su espacio personal–. Tú también querías hacerlo.

¿Hacerlo? ¿Asesinar?

¿Asesinar a Gowas? Por supuesto que no.

Sin embargo cuando el anciano Kaio se ponía insoportable con sus lecciones sobre tomar cariño a los mortales deseaba desaparecerlo, no específicamente que muriese, solo que ya no tuviera ese cargo. Quería que Gowas tomara la jubilación y así él pudiera dar rienda suelta a todas esas retorcidas ideas dónde usaba el poder del Destructor para limpiar ese sucio y marchito universo, era muy joven y confiaba que haría un excelente trabajo en la creación de nuevos mundos, decretando estrictas reglas para mantener la paz y cuando el próximo fruto dorado apareciera se aseguraría de ser un buen Maestro que enseñaría...

El hombre de ojos negros le tomó de la muñeca con delicadeza como si creyera que Zamas era el ser más frágil y vulnerable, sonriéndole.

–Aquí tienes –dejo caer en su palma el Pothala de su difunto Maestro–. Ahora eres un Supremo Kaioshin.

Dudó unos segundos ¿fue tan sencillo? Tomar la vida de quién siempre fue gentil y hasta cierto punto permisivo, el Kaio que confió plenamente en él y tuvo la fuerte convicción de hacerlo cambiar de opinión sobre los mortales.

Desvío la mirada hacía el Pothala.

Zamas no quería asesinarlo, solo quería abrirle los ojos y que le ayudara a castigar a todos esos pecadores.

Pero su otro yo tenía otros planes.

Era él quien abriría los ojos a Zamas del futuro y le haría ver lo que quería en realidad.

Cerró el puño, ya tenía la fuerza.

–Dime ¿quién eres? –levantó la mirada, maravillado por como lo que a simple vista era un mortal le entregaba en bandeja de plata su destino.

–¿No lo sabes? Yo soy tú –resalto la última palabra con obviedad, como si todo lo que ocurrió hubiese sido escrito desde un principio.

Sonrió de lado observando como el rostro del dios cambiaba; la mirada confusa y sus labios entre abiertos, sorprendido. No había esperado una respuesta como esa, quería convencerse que no era nada más que el shock y el torrente de fuertes emociones que lo golpearon al no procesar correctamente la muerte de Gowas y de cómo su desaparición afectaba de forma directa el balance del universo, sobre cómo solo estaba pensando en sus fantasías estúpidas de purgar los mundos y ese desconocido...

–Dices –respiró pausado, sin parpadear–: ¿que eres yo?

El asesino infló el pecho y por la forma en la que gesticulaba se notaba que se jactaba de sus acciones como el mayor logró de todos.

–Pero viajé desde el pasado en busca de justicia –miró con interés la forma en la que el ex aprendiz se estremeció de solo escuchar tal cosa–. Estoy aquí para acabar con el mal.

El mal.
Los pecados.
La suciedad.
Lo indigno.
Las enfermedades.
Los padecimientos.
La aflicción.

Zamas los veía como lo peor.

–Y necesito de tu ayuda –sentenció mientras colocaba su mano sobre el puño del Kai.

Zamas no hizo ningún movimiento para alejarlo, se tranquilizó por completo sintiéndose... libre.

Ambos se sonrieron cómplices.

Ahora con su (extraña) libertad, habia un cosquilleo en su estómago y las rodillas le temblaron cuando el otro Zamas lo estrechó entre sus brazos inclinándose un poco para posar su cabeza en el hombro del kai. A su vez, el de cabellos blanco hizo lo mismo con la diferencia que apretó su cuerpo contra el del moreno para que se pudiera satisfacer su necesidad compañía, de tener a alguien a su lado que le comprendiera.

–Todo sea por la justicia.

–Todo sea por la justicia.

Resonaron como una sola voz.

Después de lo que fueron unos minutos la deidad rompió con gentileza el abrazo, sus ojos aun eran los de un inocente lo más probable es que aún no hubiese saboreado las sensaciones que brindaba el homicidio contra un mortal.

Nunca se había fijado en lo hermosos que eran sus propios ojos, aunque bueno, ya se imaginaba viéndolos para toda la eternidad.

Tal vez incluso vaya a otra línea temporal y use las Super Esferas para que pueda disfrutar con sus homólogos.

El cuerpo de Zamas es hermoso sin duda.

–Escúchame con atención –pidió, su voz era extraña mezcla de sosiego y autoridad–. Actuaras conforme a mis palabras, pronto traeré a la pieza clave del plan cero humanos.

–Plan cero humanos –repitió el de piel menta, casi se sentía como un sueño y le gustaba. Ojalá nunca despierte.

–Sé que te comportaras a la altura de la situación –complacido por la actitud de su yo futuro.

–Dime que es lo que debo hacer.

Sonrió, todo va de acuerdo al plan.



II.



En unos cuantos minutos el sayajin regreso tomado de la mano de alguien... que le resultaba familiar.

Su único "problema" era ese atuendo de pueblerino que solamente opacaba la estilizada figura de un dios como (ellos) él, al igual que notó que no poseía ningún arcillo.

Ni anaranjados ni esmeraldas.

Por su cabeza pasaron algunas ideas sobre de representaba este Zamas ¿qué significaban sus ropas? ¿su falta de Pothala era una decisión suya? ¿por qué estaba tan sonriente? ¿es su rabia innata hacia los mortales que ha decidido que renegara de los códigos del Clan Kaio y se deshizo de sus vestiduras e indumentaria?

Se siente impresionado e intimidado hasta cierto punto, no se veía como el pináculo del plan o la mente maestra detrás de todo lo que escucho del Zamas del pasado.

Se levanta de la silla con cautela acercándose sin dejar de mirar a los recién llegados.

–Hola tú debes ser Zamas –de forma brusca suelta la mano del azabache, acercándose al dios.

Se detiene.

¿Qué fue lo que dijo?

–Así no es como se saluda a un dios –reprende severo el saiyan–. Hazlo apropiadamente.

Goku había sido advertido por el ángel y el Hakaishin de su universo sobre como ser "formal" con los celestiales superiores, así como lo era el Gran Sacerdote y Zeno-sama pues de faltarles al respeto lo borrarían de la existencia.

Y a decir verdad, ese Supremo Kaioshin no se veía tan poderoso como el otro Zamas aseguró que era.

Aunque término por obedecer, poniéndose firme y haciendo un gesto tonto de seriedad como si quisiera demostrar "sus buenos modales".

–Ehh si... ¡Hola soy Goku! –¿Goku? ¿no es Zamas?–. Mucho susto en conocerte, es una honorabilidad conocerlo.

El –ahora– Kaioshin miró con la boca abierta y completamente desconcertado ¿pero quién era ese sujeto? Y más importante aún ¿por qué venía acompañado de Zamas que insinuaba era la pieza clave de...?!

Se sumergió demasiado en análisis y suposiciones que no se dio cuenta que Goku ya estaba casi encima suyo tocándole con una genuina expresión de asombro como si no conociera el cuerpo en el que se encontraba.

–¡A-aaah! –pegó el grito al cielo, congelándose en su sitio mientras ese par de manos ya amenazaba con adentrarse bajo la ropa.

–No seas irrespetuoso Son Goku.

Fue el Zamas de ojos oscuros el que le tomó del hombro, halándolo hacia su lado para que ya no siguiese tocando al aturdido shinjin.

–Está muy musculoso para ser un Supremo Kaioshin –declaró semisonriedo, como si saber ese hecho le diera más ánimos.

–¡No me vuelvas a poner tus sucias manos encima! –gritó incómodo.

Permitió el abrazo del moreno porque necesitaba ese contacto reconfortante, en sincronía con alguien.

Obtener cierto grado de paz consigo mismo, había vivido tanto tiempo en la sombra de su propio ser que cuándo vio al falso sayajin pudo reconocerse de inmediato teniendo una conexión al instante.

–Este de aquí es Son Goku –comentó ronco, no pareció gustarle su actitud–. Él tiene mi cuerpo por capricho de los dioses, por eso hemos venido hasta ti en busca de justicia ¿crees poder ayudarnos Zamas?

Arqueo una ceja.

Esa mentira se veía tan obvia, solo un completo idiota podría caer con eso y por lo visto el mortal que habitaba el cuerpo de un dios era esa clase de estúpido.

–Sí... Sí supongo que puedo "ayudarlos" –carraspeo volviendo a mantener su compostura–. Lamento mi comportamiento de antes.

Hizo una leve reverencia aun sin entender a qué era lo que quería llegar su otro yo trayendo a ese sujeto.

Se creía listo, no importaba en que época fuera, Zamas siempre fue un calculador ingenioso.

Esto debía tener una respuesta completamente lógica.

–Y díganme ¿en qué más puede servirles este humilde Kaioshin?

El azabache abrió la boca con la intención de seguir con su muy elaborada mentira sin embargo el mortal se le adelanto, cambiando los planes del Zamas que habitaba el cuerpo mortal.

–Qué bueno que lo preguntas –decía con aire casual, ignorando la respuesta agresiva del dios–: oye ¿qué tal si peleas un poco conmigo?

–¿Pelear... Contigo?

Su rostro era una máscara de disgusto, sin creerse que ese sujeto se comportara de forma indigna, le pareció grosero e insolente ¿acaso no entiende que está hablándole a un dios?

–Sí por favor acepta –pidió animado, juntando ambas manos para hacer énfasis–. Venimos desde muy lejos.

Para el falso sayajin escuchar aquellas palabras le hicieron eco, Goku no era tan ingenuo como creía.

Sus escuetas respuestas en su conversación anterior no significaban que no comprendiera la situación, claro que sabía lo que "prestar poder" significaba y lo que le dijo brevemente del Zamas del futuro en el corto viaje eran claros ejemplos que Goku era un estratega lento pero efectivo.

–Pero que fastidioso.

Gruñó la deidad, puede que el mortal no percibiera ningún cambio en el ambiente con el estruendo violento de Zamas al creerse burlado, sin embargo el falso saiyan sí lo notó y adelantándose a otro percance, habló.

–Son Goku es el guerrero más poderoso del séptimo universo, su cuerpo está diseñado para soportar las más fieras batallas –aseguró, dando un paso adelante.

–Los dioses somos perfectos –replicó el Supremo del décimo universo con la mirada clavada en los músculos brazos del sayajin que re lucían en el atuendo de aprendiz.

–No dije que no lo fuéramos –le lanzó una sugerente mirada al mortal que ocupaba su cuerpo, incluso vestido así le parecía tan hermoso.

El otro Zamas le imitó, con la única diferencia que esta vez se detuvo a estudiar cada parte del shinjin como si lo desconociera por completo y estuviera ante un nuevo espécimen.

–Ay por favor no se me queden viendo así o van hacer que me sonroje –se rió, frotándose la nunca no se sentía así en realidad solo estaba imitando lo que había visto de otros.

El Kaioshin solamente hizo una mueca en desaprobación.

–¿Entonces pelearas con él, Zamas?

No respondió, solo observó al Kaio frente suyo esperando a que hiciera otra payasada

–Zamas, Zamas –le llamó de nuevo.

–Ah, de acuerdo –cerró los ojos, suspirando.

Ese día le estaba haciendo experimentar muchas emociones ¿no podían ser solo Zamas y él? No le agradaba para nada el idiota que tenía su cuerpo.

Y el desafiarlo a una pelea solo le hacía pensar que no comprendía la osadía de dicha petición.

–No lo lastimes –dijo el moreno mientras caminaba afuera del Templo.

–Yo no fui el que sugirió está pérdida de tiempo –contestó caminando hacia los verdes campos.

–No te estaba hablando a ti.

Goku se rió al escuchar eso caminando a la par del joven Kaio que no le quitaba la vista.

Estando a una distancia prudente del Templo, decidieron que ahí podrían demostrar sus habilidades.

El Zamas que habitaba el cuerpo de Goku dio la señal y ambos shinjin adoptaros sus características poses de pelea, con la única diferencia que el falso Kaio hizo un saludo formal –desconcertándolo, nunca había visto que alguien se inclinara ante el rival antes de una pelea– antes de lanzarse hacia él con la intención de conectar un puñetazo sin embargo Zamas pudo preverlo logrando detenerlo con éxito, por la increíble velocidad de Goku incluso si su golpe no llegó al objetivo este por el impulso le haría retroceder y perder terreno era un lujo que no podía darse; si quería ganar el encuentro lo mejor sería desequilibrarlo y dejar que su propia fuerza fungiera como contrapeso.

Logró moverse a tiempo y quitárselo de encima, viéndolo seguir hacia delante, antes de caer podría quitarle la cabeza y no volverse a escucharse diciendo barbaridades.

–Esto bastará.

Listo para usar su hoja de ki y terminar con su mísera vida... sin contar que no era "un simple idiota" el que peleaba en su contra, Goku era consciente de su nueva fisionomía y apenas estaba probándose de verdad, el ama de un guerrero es fuerte; como dijo alguna vez Roshi el alma y el cuerpo deben estar en sincronía sino ¿de qué sirve la fuerza?

Expulsando ki de su palma logró detener el letal ataque de Zamas que estaba sorprendido por dicha acción, tenían que ser muy ágil para prever hacía que zona iba dirigido el corte –el cuál no sabía que en realidad si iba a matar– y el choque de energía divina fue... catártico para el falso saiyan, la purga emocional de su Guernica.

Y puede jurar por su maldita vida como Kaiosama del Norte, que el sucio mortal disfrutó esa nueva emergía que corre por sus venas.

Ambos pares de ojos grises se quedan mirando por segundos; le parecen horas, años, siglos... la eternidad.

No hay brillo ni nada que le haga pensar que son diferentes; sino es la manera en la que lo mira como si solo se enfocase en la pelea a niveles insospechados, no en su rival; en sus movimientos y la forma en la respondería la agresión.

No.

No le gusta.

No le gusta verse así, como un...

Contiene su rabia pero eso no evita que el aura lila envuelva su cuerpo unos segundos antes de volver a tomar distancia, subiendo la guardia ante otro posible ataque.

Es inteligente, eso ya le parece obvio. Zamas desconocía el verdadero potencial del artista marcial que usaba la piel de un dios, debía tener cuidado y no precipitarse o acabaría siendo derrotado.

Derrotado.
Derrotado.
Derrotado.

–¡Haaaa!

Goku se impulsó hacia adelante, la guardia alta no serviría de nada si los golpes eran frontales por lo que decidió irse por un age-zuki el cual la deidad notó de inmediato e intentó bloquear sin embargo la fuerza del mortal no se comparaba con la suya, incluso vistiendo ese manto de divinidad no dejaba de ser quién era, un acérrimo peleador en busca de oponentes más poderosos con quienes pelear.

Por más que intento detenerlo no pudo, logrando solamente desviarlo aunque la siguiente patada le tomó por sorpresa obligándolo a retroceder y bloquear los puñetazos y ataques.

Mientras tanto Zamas del pasado veía con delicia la grandiosa coreografía de pelea que se desarrollaba frente a él, se relamió los labios observando cada detalle pues en su cabeza ya se estaban trazando una nueva vía con los acontecimientos recientes.

Saboreó con gusto el futuro.

Goku era agresivo atacando sin dar tregua, la defensa de Zamas era buena pero no perfecta por lo que con cada golpe avanzaba más y más, hizo un barrido de piernas para desequilibrarlo a lo que el shinjin salto justo a tiempo para recibir un gancho que conectó en su mandíbula lo que le reviro la cara. Sus palmas golpearon su pecho con la suficiente fuerza para hacerlo retroceder aún más, acto seguido detuvo una patada alta que de haber dado en el blanco lo más probable es que estuviera en el suelo, ¿era posible que alguien pudiera acorralarlo?

Él es el Kaiosama más fuerte de los cuatro, el que fue escogido como próximo dios creador de su universo y ahora tenía ese puesto.

Vio en cámara lenta el puño de Goku desplazándose hacia adelante con su brazo extendiéndose desde el lado derecho.

Los orbes grises brillaron con temor, reflejando al Zamas delante suyo; era poderoso, su porte era el de un ser inalcanzable y... divino.

Podía ver con total claridad lo que el otro Zamas vio.

Y aun así le parecía inconcebible, los mortales no merecían tener esa bendición.

No detuvo el golpe y este le cruzó la cara aunque no fue derribado se sintió aturdido –más que nada por su descubrimiento– aguantando el dolor casi de rodillas.

Levantó el rostro para poder gritarle, sacar su rabia y maldecirlo, pero el puño de Goku ya estaba a milímetros de tocarlo.

Fue una leve brisa en sus pómulos pero la tempestad abrumó su corazón.

Los orbes plata se encontraron y mientras uno reía el otro bufaba agachando la cabeza en señal de derrota.

–Increíble –alabó con genuino interés–; para ser un Supremo eres muy hábil.

Ya sabía lo poderoso que era con su cuerpo, con este no tenía esa seguridad y la respuesta siempre sería la misma. Hacerse más fuerte.

–No creo que el Supremo Kaioshin de mi universo sea igual de fuerte –ofreció su mano, era irremediablemente gentil contra sus adversarios–. Espero volver a pelear contigo.

Al oír aquello sintió un repentino subidón de ira, encarándolo.

Tenía la mandíbula tensa y los ojos tan abiertos que el Zamas del pasado le desconoció el mismo segundo en el que formó una hoja de ki en su mano.

–¡Zamas no!

El grito le salió desde el fondo de la garganta con autoridad, logrando que el Kaioshin se detuviera para ponerle toda su atención a él.

Con resignación tomó la mano que se le ofrecía, irguiéndose al instante. Aunque la piel tibia de su homólogo contra la suya le trajo... recuerdos, o al menos eso era la falsa nostalgia y el sentido de necesidad lo que hizo que apretara con fuerza la mano de Goku.

Parpadeó lento.

En su pecho la electrizante sensación de ambos corazones armonizando los taciturnos latidos perturbó al tercero, el órgano se estrujó y fue como si sufriera una verdadera pérdida.

–Son Goku es poderoso –anunció caminando hacia ellos sonriendo de lado–: su fuerza nos ayudará a impartir justicia.

Rompieron contacto, de nuevo era solo Zamas.

–Has hecho una increíble demostración de tus dones –le observa mientras habla, es cordial y sincero–: lo que no puedo decir de mi otro yo.

La mirada de obsidiana afilada puesta en él, aunque sus palabras esconden y sugieren mentiras.

Es el mismo teatro para engañarlo.

–Quiero que entrenes con Son Goku, necesitamos fuerza y convicción ¿entiendes Zamas?

–Sí, por supuesto que lo entiendo.

Los Pothalas esmeraldas se balancean, de un lado a otro.

De un lado a otro.

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