Epílogo.


Tras el incidente, el príncipe reflexionó completamente sobre el comportamiento que tenía con sus padres. Esos tres días lejos de su hogar le fueron suficientes para entender qué... Solo era un niño mimado.

Pero, ¿Acaso reflexionó para volverse un mech maduro y responsable?

Claro que no.

Seguiría siendo el bebé de sus padres lo más que pudiera.

Tampoco es que Megatron y menos Optimus se opusieran. Extrañaban con toda su Spark a ese hermoso bebé que tuvieron en sus brazos por primera vez.

Cómo bien había relatado el scout, Optimus y Megatron querían tener a su pequeño Sparkling en sus brazos todo el tiempo.

Y eso se reforzaba más ahora.

Volvían a jugar juntos, volvían a reír juntos. Volvieron a ser felices juntos.

—¡Salvenme!

Era en una de esas ocasiones en las que el príncipe Bee jugaba a ser un Prime.

—¡Estoy aquí!

Salió de la nada y brincó a los brazos de su Carrier lleno de alegría.

—¡Oh! Ha venido Megatronus Prime a salvarme, gracias Megatronus—

Optimus cargó a su pequeño mirándolo con ternura y le quitó la máscara del Prime para ver su rostro.

—¡Uh! Pero tú no eres Megatronus Prime— interrumpió su discurso llenando de besos la mejilla de su Sparkling sacándole una inmensa risa.

—Parece que mi pequeño salvador es mi precioso Abejorro—

—¡Mamá, basta!—

Se carcajeó. Y tras otro beso en la mejilla, Optimus se levantó, sin soltar al pequeño de sus brazos.

—Bueno, ya es hora de dormir —

—Quiero esperar a papá, ¿Puedo, mami?—

Su mirada tierna de súplica blandia el corazón de su Carrier, quién jamás podría negarse a semejante petición.

—...Está bien, de todos modos, papá no tarda mucho en volver—

Sonrió bajando con cuidado a su Sparkling y recogió los juguetes. El pequeño abejorro ayudaba a su mamá a levantar el destrastre.

Hasta que lo salvó la campana.

—Uff... Por Primus...—

—¡Sire!—

Megatron cruzaba por la puerta más que agotado, sentía que en cualquier momento podría desplomarse.

Pero ni siquiera el cansancio pudo detener su sonrisa y que con toda la alegría, sacara fuerzas para cargar a su Príncipe, abrazándolo amoroso.

—Hola mi amada abejita, ¿Cómo te portaste hoy? ¿Todo bien—

—¡Ujum! Mami y yo estuvimos jugando—

Comentaba con alegría nata el pequeño, jugando con su mascara de Megatronus Prime.

—¿Ah si? ¿Y qué jugaban, cariño?—

—A que yo era Megatronus Prime—

—¡Oh wow! Megatronus Prime, me encanta, ¿Sabías que él...?—

Tomó la máscara observándola con detenimiento, mirando a Bee a punto de explicar.

—Era el mejor Prime de todos, lo sabemos amado mío—

Optimus se acercó a ellos, dándole un beso a su amado Conjux.

—Bienvenido a casa, amado esposo—

Megatron acarició con su mano libre la mejilla de su pareja, besándolo de vuelta.

—¡Puaj!—

Ambos padres sonrieron entre risas. Era tan divertido ver como llegaban a incomodar al abejorro con sus muestras de afecto.

Era por fin lo que debía ser. Ellos como una familia unida, Bee por fin dejó de ser rebelde sin causa.

¿Que podría malir sal?

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