Capítulo 2 Motín en el muelle
—En la Isla de los Perdidos —Mal apretó los puños. La última estrella fugaz cruzó el cielo y la vida en Auradon volvió a su normalidad para todos, excepto los descendientes de villanos.
Carlos levantó la cabeza para mirar a Mal. Ella le regresó la mirada y asintió. Fue una clase de señal para todos. Evie y Jay subieron por las escaleras a su balcón.
—¡Ey! Eso es grosero —se quejó Lonnie trepando por la columna hasta Mal y Ben. Mal se impresionó de su habilidad, pero no le dijo nada al respecto. Cuando Jay llegó solo se disculpó con Lonnie moviendo la cabeza.
—Chicos —Mal llamó a sus amigos —. Una estrella acaba de caer en La Isla de los Perdidos ¿deberíamos preocuparnos?
—Yo me siento mareado por solo pensarlo —comentó Carlos con los brazos alrededor de su estómago.
—Chicos, tranquilos —Ben se interpuso entre ellos —. No hay magia en la isla, y aunque la hubiera ¡caen meteoritos más a menudo de lo que creen! Estoy seguro de que solo fue eso.
Mal deseaba creerle, en serio quería irse a dormir y despertar segura de que Auradon estaba a salvo y no era necesaria ninguna misión para proteger su hogar.
—¿Podemos tomar el riesgo y fingir que solo fue un meteorito? —preguntó Evie. Ella tampoco era fanática de sacrificar su vida yendo a la Isla de los Perdidos, aún así no quería la sensación de culpa por no actuar a tiempo si el futuro apocalíptico se presentaba.
—No creo que en la Isla sepan de la lluvia de meteoritos, el cielo siempre está cubierto de bruma.
—¿Crees que nadie se fijó en el brillo enceguecedor del impacto? —Cuestionó Carlos a Jay —. Los periódicos hablaron de esta noche por semanas, toda esa basura debió llegar a la isla.
—¿Cómo estamos seguros de que es una estrella mágica y no solo una piedra del espacio? —preguntó Evie exasperada, levantando las manos hasta su cabeza y en un chillido.
Se miraron entre ellos esperando una respuesta. Por un segundo trataron de tranquilizarse pensando que solo era su paranoia, hasta que el Hada Madrina apareció junto a ellos.
—Las estrellas son inconfundibles... Las estrellas mágicas aún más —dijo finalmente —. Las estrellas concede deseos no suelen caer en la tierra, pero si una acabó en la Isla de los Perdidos estamos en serios problemas.
—Es imposible, no hay magia allí —repitió Ben.
—Sí la hay —agregó Mal —. Cuando la barrera mágica se abre, por un breve tiempo hay magia en toda la isla. Suficiente magia para usar el poder de una estrella.
—¿Qué? —Ben retrocedió un pasó —. Bueno, ¿qué tanto poder puede tener una estrella?
—Una estrella es el objeto mágico más poderoso de todos, es más fuerte que mi varita, más poderoso que el cetro de Maléfica, tiene la capacidad de cumplir cualquier deseo al instante, incluso si ese deseo perjudica a alguien.
—Está decidido entonces —Mal avanzó con seguridad hasta su grupo y les dió su mano —. Villanos, tenemos que volver a la Isla de los Perdidos.
Ninguno tenía ganas de ir a la Isla de los Perdidos, aún así extendieron sus manos sobre la de Mal. Jay, Carlos e Evie se miraron con decisión.
—Bien, hagámoslo —Lonnie se unió a ellos. Jay fue el primero en oponerse.
—Ah no, no, no, no. Lonnie, estoy de acuerdo en que eres una chica muy fuerte y valiente, pero la isla no es para ti, creéme, descuidarte un segundo puede ser tú último error.
—¿Qué? ¡Vamos! No es la primera vez que voy a la isla para ayudarlos.
—Y casi morimos allí —Mal interrumpió —. No quiero poner en riesgo a mis amigos, pero es un trabajo que debemos hacer por el bien de Auradon, así que no sacrificaré más gente de la necesaria. Nosotros iremos a la Isla de los Perdidos y tú te quedarás en Auradon con todos los demás —decretó. Se giró para ver a Ben, antes de qué pudiera negarse lo interrumpió —. Necesitamos un barco para llegar.
—No quiero que ninguno vaya. Convocaré algunos guardias, una tribulación de soldados y los enviaré a recuperar la estrella —dijo él.
—Ben, nosotros cuatro somos los únicos que conocen la Isla de los Perdidos, solo nosotros podemos recuperar la estrella, incluso si los soldados llegan a la costa no podrán sobrevivir a todos los villanos que hay.
Ben gruñó y lo analizó un minuto. Cerró los ojos y suspiró pesadamente. Miró directamente a los ojos de Mal.
—Bien, solo prometan que se mantendrán a salvo. Le pediré al rey Eric que les preste un barco y les preparé unas provisiones para el viaje. Mañana...
—Tiene que ser ahora —dijo Carlos —. Los villanos son más activos de noche, si esperamos a que sea mañana puede que lleguemos demasiado tarde.
Ben apretó los labios y asintió. Los descendientes malvados se dieron la vuelta para correr al muelle después de que Ben sacó su celular para llamar a Eric y Ariel.
—Es fantástico —Lonnie se cruzó de brazos y se fue.
—¡Wah, aguarden! —gritó Carlos, pero ninguno de sus compañeros lo escuchó. Al darse la vuelta chocó con Lonnie y se disculpó con ella, pero la hija de Mulán ni lo miró de vuelta. Carlos se asomó de vuelta al balcón para ver al Hada Madrina —. Oh, Ben, un último favor ¿puedes? Busca a Chico mientras no estoy, en serio me esta asustando que no esté en la preparatoria.
—Uh... Claro —dijo al final. Carlos se marchó. El Hada Madrina miró a Ben.
—Ese perro es prácticamente parte de la escuela, si está perdido estará en muchos problemas, majestad. Encuéntrelo antes del lunes.
—Sí, Hada Madrina —Ben contuvo su hartazgo.
(···)
Jay miró el amplio puerto de la costa de Auradon, el rey Eric les había prestado un barco pesquero y él estaba encantado. Evie dijo que estaba asqueada y Mal se resignó a sostenerle el cabello mientras Evie tiraba su almuerzo por la borda. Carlos era quien mejor sabía manejar el barco, cuando se alejaron bastante de Auraron decidieron que era tiempo de apagar la barrera mágica y entrar lo más cautelosos posible.
Extrañamente, no fue necesario ser cauteloso. Los barcos piratas de Uma no estaban en el muelle.
—Esto es muy extraño —murmuró Carlos.
—Lo sé, pensé que tendríamos que escondernos de docenas de piratas —Jay saltó sobre una de las cajas de provisiones que el rey Eric les dió y escuchó un quejido desde dentro.
—¿Un fantasma? ¿Garfio pasó a mejor vida? —preguntó Evie terminando de limpiarse los labios.
—Oh por todos mis duendes —Mal tomó una palanca y la clavó en la caja para abrir la tapa de madera —. Tenemos una polizona
—Ja, ja, hola —Lonnie siguió encogida dentro de la caja. Jay estiró la mano para sacarla de ahí. Lonnie miró la cara molesta y preocupada de todos —. En mi defensa, era la única forma de que me dejarán ayudarlos.
—Lonnie, si hubieras nacido en la isla sin duda te querría dentro de mi pandilla por tus fortalezas, pero no puedo ponerte en riesgo ahora mismo.
—¿Qué? ¿Y por qué?
—En estas misiones siempre terminas herido, física o emocionalmente. Nosotros podemos soportarlo.
—¿Supones que soy demasiado sensible?
—No, pero mi trabajo es cuidar de todos ustedes. No hay más discusión.
—¿Piensas regresar a Auradon?
—Muy tarde para eso —comentó Jay —. Déjala que nos acompañe. Estará más segura con nosotros que si se queda sola en el barco.
Mal jadeó y lo aceptó. Uno de los piratas escuálidos que trabajan como limpiadores de pescado tiró una caja llena de tripas sobre el suelo del muelle. Mal iluminó su mirada y se bajó del barco dando un salto hacía las tablas. Acorraló al chico contra uno de los postes de madera.
—¿Dónde están todos los piratas? —cuestionó, imitando lo mejor que podía su personalidad de chica cruel.
—¿N-no lo saben? —el chico soltó un chillido cuando Mal lo sujetó de la camisa y lo alzó en el aire —. ¡La Isla de los Malditos, persiguen el tesoro!
—¿Cuál tesoro?
—¡No les diré una palabra más!
—Oh, yo creo que sí —Mal dejó al chico colgando fuera del muelle, sobre la horda de cocodrilos tictac que se reunieron para degustar las tripas de pescado que goteaban entre las tablas —. Reiniciemos. ¿Dónde están todos los piratas?
—¡Ya te lo dije, están en la Isla de los Malditos!
—¿Todos ellos?
—¡Sí, la tripulación de Uma se unificó con el resto! Son un gran grupo ahora! —el chico se sacudió para evitar que un cocodrilo le comiera la pierna.
—¿Qué tesoro hay en la Isla de los Malditos?
—¡Una estrella mágica, Jafar vendió uno de sus viejos libros y descubrimos que habría una lluvia de estrellas, vimos caer una en la Isla de los Malditos y todos se fueron a ganarla! —gritó llorando.
—¿Descubrieron la estrella? ¿Quienes?
—¡Yo, los piratas, las brujas, los jabalíes e incluso las bestias! Todos quieren conseguir la estrella.
—¿Toda la isla fue a buscar la estrella?
—¡Sí, sí, por favor, déjame! —suplicó. Mal lo tiró sobre las tripas apestosas.
—Lárgate, odio tu apestoso olor a pescado muerto —ordenó. El chico asintió limpiando sus lágrimas y huyó. Mal volvió a trepar al barco —. ¡Hay que ir a la Isla de los Malditos, espero no sea demasiado tarde!
—¿Isla de los qué? ¿Qué es ese lugar? —preguntó Lonnie.
—Escogiste el peor momento para acompañarnos en una aventura —le comentó Jay, pensando en todo lo que vivieron hace unos años la primera vez que pisaron esa isla.
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