Capítulo 19 Una estrella en Auradon
Los cachorros de Chico se quedarían un tiempo en la preparatoria, aún así, el perro mascota del equipo de tourney seguía triste. Carlos se sentó junto a él y le acarició el lomo.
—Hola amigo... ¿cómo te va?
—Ser padre es difícil —se quejó —. Mi novia es un espíritu libre y no le gusta vivir encerrada, así que básicamente me dejó.
—Auch.
—Y mis cachorros se olvidaran de mí luego de pasar la temporada con sus nuevas familias.
—Ben dijo que podías verlos cuando quisieras.
Chico chilló y Carlos lo abrazó.
—¿Qué pasa si se olvidan de mí?
—Claro que no, Chico, ellos van a recordarte todos los días, igual que cómo tú los recordarás a diario ¿Quieres tocino?
—¡Sí, por favor! —sacudió la cola emocionado, aunque aún tuviera los ojos llorosos.
(***)
Evie se vió obligada a cubrirse la nariz mientras se recuperaba. No había nada de qué preocuparse, pero igual no le gustaba que nadie viera su nariz en ese estado tan deplorable. Mal llegó por detrás de ella y le tocó el hombro para atraer su atención.
—Hola —saludó.
—Hola M —Evie cerró su casillero. Le parecía increíble que ninguno de los profesores se apiadara de ellos y los dejara faltar a la clase, después de salvar a Auradon de la destrucción por millonésima vez no se merecían un descanso, ni siquiera un punto extra en los exámenes.
—¿Cómo sigue tu nariz?
—Sigue roja como una manzana, inflada como un globo y duele como el demonio —Evie se giró hacía Mal y la miró —¿Qué tal tu brazo?
—El doctor dijo que solo eran superficiales, a lo mucho conservaré una pequeña cicatriz —Mal se rascó la mejilla —. Creo que me hará ver más ruda.
Evie se mordió el interior del labio y camino al salón con la mirada agachada.
—Ey ¿qué pasa? —preguntó a su amiga.
—Iba a decirte algo sobre que una reina debe verse perfecta —murmuró y Mal se tensó de inmediato —¿Has...?
—No, todavía no —se puso firme —. Evie, ya sé lo que estás pensando, sé que lo que tengo que hacer, solo necesito tiempo.
—¡Sí, lo siento! Perdón, me estoy comportando horrible. Es tu decisión, solo... Tienes mi apoyo, hagas lo que hagas. Ya debo irme a mi clase, te veo después —Evie se despidió y entró al salón. Mal se quedó en el pasillo. No podía seguir aplazando la charla, así que le envió un mensaje a Ben, pidiéndole que reservará un tiempo para ellos después de la presentación del Hada Madrina por la tarde. Ben le respondió asegurando que se quedaría con ella para hablar de lo que sea que necesitará.
(***)
El Hada Madrina reunió a los alumnos de la preparatoria para presentar la nueva exhibición del museo de historia mágica. Los villanos ya se podían imaginar de qué se trataba, pero para Auradon era un completo misterio. El Hada Madrina subió a la tarima y encendió el micrófono, después de un pitido molesto, el sonido se estabilizó.
—Buenas tardes a todos. Como saben, el viernes pasado hubo una hermosa lluvia de estrellas, y durante ese evento, se presentó un fenómeno especialmente extraño, una estrella mágica cayó. Las estrellas son la fuerza mágica más poderosa que podemos encontrar, es capaz de cumplir cualquier deseo. Ahora, quiero que todos les demos un fuerte aplauso a Mal, Jay, Lonnie, Evie y Carlos, por ser los valientes que arriesgaron su vida para protegernos de una catástrofe al ir a la Isla de los Perdidos y traer hasta a nosotros la estrella, vamos chicos, suban aquí —Evie amaba recibir atención, así que no se lo pidieron dos veces antes de subir a la tarima, aunque le molestaba que hubiera una docena de cámaras y ella tuviera una venda sobre la nariz, eclipsando su belleza. El resto subieron mientras la ovación y aplausos continuaban —. Chicos ¿quieren decir algunas palabras?
Evie le arrebató el micrófono al Hada Madrina.
—Todo fue por el bien de Auradon, nuestro nuevo hogar, por ser el sitio que nos dio la oportunidad de ser mejores personas. Además, quiero hacer un reconocimiento especial a mi misma, por atravesar dos islas, vencer una tripulación de piratas y pelear en tacones —se escucharon algunas risas al fondo detrás de los aplausos. Evie le dió el micrófono al Hada Madrina. Ella volvió a ofrecer la palabra.
—Evie dijo todo lo necesario —rechazó Mal.
—Ja, claro. Ahora jóvenes, vamos a entrar a la exhibición para que vean la estrella y admiren su belleza, además de que podrán conocer otros objetos mágicos que nuestros valientes guerreros encontraron durante su viaje.
La exhibición de la estrella era increíble, al lado estaba el pergamino extendido y una copia digital del libro de Maléfica. Los alumnos se veían encantados por la magia de la estrella y apenas prestaron atención al pergamino y la copia digital del libro. Después de la visita al museo, Ben se acercó a Mal y la tomó de la mano.
—Lo siento, tuve una reunión, pero ahora estoy cien por ciento libre para ti.
Evie empujó al resto lejos de ellos. Mal se lo agradeció en silencio y miró los ojos color miel de Ben.
—Hay tantas cosas que debo decirte...
—Hazlo, oh ¿quieres que vayamos a algún lugar? Podemos cenar primero si prefieres ¿sabes qué? Tengamos una cita ahora, no hemos tenido una cita romántica desde el jueves.
Mal no pudo oponerse, esperaba que durante la cita las palabras atoradas en su garganta fueran más fáciles de soltar, pero su corazón solo se encogía en su pecho.
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