Capítulo 15 Camino de huellas

Ben caminó por el bosque, ya casi era medio día y no había rastro de Chico. En verdad estaba preocupado por él. Chico, pese a su tamaño era muy fuerte, pero no era el perro joven que llegó a la preparatoria y temía que su edad le haya pasado factura en mal momento. Mientras caminaba, encontró a Doug examinando unos hongos del suelo.

—Doug, es extraño verte por aquí —comentó.

—Oh, bueno, no es tan extraño. Mi papá vive por aquí y le gusta coleccionar cosas de flora y fauna silvestre. Vine a buscarle cosas para su colección.

—Asombroso ¿qué has encontrado?

—Hongos comestibles, un cráneo de zorro y flores e insectos para sus terrarios.

—Ah, vaya —Ben se sintió un poco incomodo al mirar los frascos con insectos que Doug cargaba, aunque le parecía adorable que lo llevara para entregarselo a su padre —. Oh ¿has estado aquí toda la mañana?

—Sí, las cosas buenas se ven temprano.

—¿Has visto a Chico? Lleva desaparecido desde ayer.

—No... ¡Ey, sí! Bueno, eso creo. Cuando amaneció vi una sombra pequeña correr por allá, pensé que era un animal salvaje, pero ahora que lo pienso era del tamaño de Chico, pudo haber sido él.

—¡Genial! ¿Sabes a dónde se fue?

—No, solo lo vi correr por donde está el riachuelo.

—Está muy lejos de la preparatoria ¿que haría un perrito como él por allá?

—No estoy seguro, pero no es la primera vez que lo veo ir —agregó —. Me dijo que solo quería pasear.

—Chico no se iría sin decirle a Carlos a dónde iba, pero solo se fue ¿quieres acompañarme a buscarlo?

—Igual iba hacía allá, necesito buscar caracoles.

(***)

Chico no estaba en el riachuelo, pero al menos Doug consiguió sus caracoles.

—Oye Ben, mira lo que hallé —Ben no quería un caracol baboso frente a él, pero no quería herir los sentimientos de Doug, así que se acercó y miró el suelo —. Son huellas, parecen de perro y coinciden con el tamaño de Chico.

Junto al riachuelo, en el fango había un caminó de huellas que conducía a la profundidad del bosque de Blanca Nieves. Usualmente Ben no solía entrar al territorio de los demás reyes de Auradon sin una misión diplomática de por medio, pero le preocupaba como esta Chico, además iba al lado de Doug un nativo del reino así que no consideró que fuera a haber algún problema. Siguieron el camino despacio, cuidando no confundir las claras huellas de Chico con las de otros perros o animales hasta que se toparon con una cabaña abandonada. Polvorienta y medio hecha ruinas. Ben abrió la puerta de madera, cuya perilla se cayó al sostenerla. Miró el interior evitando molestar a las arañas, Doug lo siguió de cerca, examinando a las arácnidos y verificar que su padre ya los tuviera en su colección. Escucharon un gruñido desde la oscuridad. El hijo de la Bella y la Bestia nunca había sido del tipo luchador que acostumbraba manejar espadas y pelear contra otros, pero tampoco era tan malo cuando necesitaba defenderse, sabía uno o dos movimientos de box que no dudaba de poner en práctica. Entonces, escucharon un ladrido.

—¿Chico? —Ben bajó la guardia y el perro se asomó de entre las sombras —¡Chico! ¿Sabes lo preocupados que habíamos estado por ti? Carlos estaba muy asustado.

—Ow ¿qué? Le dejé una nota en la cama ¿acaso no la vio?

—Ah, es que él está en la isla justo ahora.

—¿Se fue sin mí? Diablos, me encanta ir allá, huele a basura y hay mucho campo para correr. Amo ese sitio.

—Chico, es serio. Vamos, hay que regresar y darte un baño antes de que el Hada Madrina me mate.

—Lo siento —se agachó Chico —. No puedo irme. Hay algo que debo enseñarte.

Ben miró sus patas cubiertas de lodo y no se imaginó que podría ser. Se acercó a él y lo siguió hasta que Chico mostró su sorpresa. Doug y Ben abrieron la boca impresionados, definitivamente era un descubrimiento asombroso. 

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