Primera Fase

¿Sabes...? Aún no puedo olvidar ese día, lo que ocurrió, cómo te perdí... De eso hace casi cinco años pero los recuerdos vuelven cada vez que cierro lo ojos. Está situación está acabando conmigo, recordarte es tan doloroso, preferiría  que tú hubieras sobrevivido y yo hubiera muerto. No sé ni como he resistido todo este tiempo sin ti a mi lado pero ahora ya no puedo más. Mañana será el día en que haya pasado un lustro desde el incidente y también será el día en que nos reunamos. Te escribo esto aunque se que no lo leerás, sin embargo, necesito desahogarme. Es duro pensar que al siguiente día estaré muerto aún pensando que así nos reuniremos. Sé que puedes estar decepcionada por mi decisión pero ya sabes que tú eras la única que me importaba y por lo único que seguía viviendo en este mundo que tan poco relevante es para mi persona. También dejo este mensaje para que alguien lo lea (supongo que mi madre cuando vea que no la llamo en más de tres días) y sepa la razón por la que me voy para no volver. 

Para que tú, persona que vas a leer esta carta hacia mi prometida Mel sepas porque me voy, primero debes saber lo que ocurrió ese cinco de mayo de dos mil diez. Reviviré cada uno de los hechos de ese día, pero solo de ese día, es el único importante de todos estos que han pasado desde esa fecha. Así que empiezo advirtiéndote de que no me tengas pena alguna. Estoy feliz por lo que voy a hacer, solo tengo miedo,  pero es lo normal y lo que toca.

Amanecía y el sol iluminaba toda nuestra habitación con una luz roja escarlata que advertía irónicamente lo que iba a suceder ese día. Sonreí al ver como te desperezabas y te sacabas la ropa para entrar a ducharte. Cada vez que te miraba me enamoraba más y más de ti, eras un faro que me guiaba en medio de la oscuridad y que me hacía llegar a buen puerto. Me revolví en las sábanas y me levanté justo para recibir el impacto del agua, noté como mi cuerpo casi sin sentido era arrastrado por la marea y lo último que pude ver antes de caer inconsciente era como se teñía de sangre el fluido que me transportaba. 

Desperté tiempo después. Miré desorientado a mi alrededor. Unos minutos más tarde cuando pude levantarme y observar con detenimiento el lugar en el que me encontraba, determiné que me hayaba en Piedmont Park pero este estaba... cambiado. No se parecía al parque al que asistía cada día con Mel a pasear, estaba desierto, no había árboles plantados, todos estaban arrancados de su posición. El lago era más grande de lo normal y parecía más solitario ahora que no había nada a su alrededor. Me alejé rápidamente del lugar y corrí hacia casa. 

Las calles estaban arrasadas, llenas de los cristales de las ventanas de los edificios, asfalto levantado, coches volcados y destruidos y árboles caídos. No quedaba nada de la ciudad que tanto amaba y adoraba, solo restos que me recordaban como había sido. 

A medida que me acercaba a mi residencia fui viendo bultos en el suelo que al aproximarme pude identificar como cuerpos humanos. Las náuseas subieron por mi garganta al ver que a algunos les faltaba una extremidad, me arrodillé en medio de la carretera y vomité hasta que no quedó nada en mi estómago. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas mientras las imágenes de los cadáveres se repetían en mi mente una y otra vez, comencé a hiperventilar y noté como me quedaba sin aire. 

Después de unos minutos sin poder respirar volví a la normalidad y emprendí mi marcha, esta vez sin mirar a ningún lado para asegurarme de no ver nada. Sin embargo, la desolación me invadía igualmente, odiaba ver la ciudad en la que había nacido y vivía en ese estado. 

Oí una música a lo lejos y corrí en su dirección. La recordaba demasiado bien, era nuestra canción. El ritmo me invadía y me devolvía las esperanzas de encontrar a mi amor. 

People help the people...

And if you're homesick,

give me your hand  and i'll hold it.

Pero al llegar al sitio de donde salía la melodía solo encontré una pequeña radio que sonaba a todo volumen. Lo primero que hice fue preguntarme porque no estaba rota como todo lo demás y lo segundo fue correr en su busca y estrecharla entre mis brazos. Estaba seguro de que era un mensaje que me había dejado Mel para encontrarla.

Me encontraba a dos manzanas de casa cuando la radio volvió a sonar, esta vez sin embargo era la voz de un locutor que transmitía las noticias del país.

Según los informes que nos han sido entregados los estados Georgia, Florida, Louisiana Mississipi y Carolina (tanto sur como norte) han sido arrasados por un tsunami que provenía del movimiento de la Placa Norteamericana que se ha desplazado de su posición originando este abominable suceso que llegó a los diez metros de altura. Los equipos de rescate están buscando supervivientes pero la probabilidad es baja puesto que ls ciudades que han sido registradas hasta el momento no mostraban signos de vida. Les explicaremos más mañana, hasta entonces cerraremos todas las cadenas de radio como muestra de nuestro duelo por todas las víctimas.

Seguí caminando aún cuando las esperanzas se iban desvaneciendo poco a poco. No quería dejar de creer que ella estaba viva pero si pocos habían sobrevivido sería casi improbable que los dos estuviéramos bien. Aún si sabía eso, me seguí negando en creer en esa pequeña probabilidad y seguí dando un paso tras otro.

Llegué al piso con poca convicción tenía miedo de que no estuviera ahí pero... allí estaba. Me acercqué corriendo a ella pero no se movía, estaba llena de cortes por todo el cuerpo que sangraban sin cesar. Me abracé a su cuerpo inerte y lloré desconsoladamente hasta que oí su voz susurrante.

- Sabía que llegarías a tiempo. Sabía que estabas vivo, lo presentía mi amor. Veo que estás bien, me alegro- decía esto con un hilo de voz que me destrozaba- Conseguí llegar aquí hace un rato, me ha costado pero lo logré. Quería verte una última vez. 

- Te pondrás bien, lo prometo. Solo descansa, ya estoy aquí, por favor resiste. Pronto llegará la ayuda, lo oí por la radio que me dejaste. La reconocí porque sonaba nuestra canción, eso em dió esperanzas.

- No fui yo. No podría decidir que música ponen en la radio tontuno. Pero me alegro que pensaras en mi al escucharla.- tosió sangre y la acerqué más a mi.

Acaricié su cabello dorado lentamente mientras llorábamos silenciosamente los dos. Le quite las lágrimas y le sonreí. Me negaba a que lo último que viera de mi fuera tristeza, quería que viera cuanto la amaba. Empecé a cantar nuestra canción lentamente para relajarla y vi como cerraba los ojos delicadamente. Esa fue la última vez que vi sus dos orbes verdes mirarme, volví a estrujarla entre mis brazos y esta vez me dejé llevar por la desesperación y la tristeza y lloré a todo pulmón.

Cuatro horas después vagaba por las calles sin rumbo. Ya no me importaba nada así que solo andaba para intentar no pensar. Así sin darme cuenta volví al sitio en el que me había despertado esa mañana y me tumbé al lado del lago, allí la calma se respiraba al igual que la soledad. Un sitio perfecto para alguien que ya no tenía nada, me quedé mirando el cielo y sentí como este se me venía encima y me rogaba porque desapareciera como había hecho cualquier rastro de vida en esa ciudad. Vi el lago y tentada por el agua me acerqué y hundí mi cara en el frío fluido para ahogarme,  sin embargo al notar como me estaba muriendo algo en mi se activó y me alejé rápidamente de esa sirena que me había llamado para quitarme la vida. 

Al día siguiente los helicópteros sobrevolaron la ciudad y me vieron. Fui el único superviviente de toda la población que habitaba los estados afectados por el tsunami. No me sentí nada afortunado ante la noticia, hubiera preferido que cualquier otro estuviera en mi lugar. Dejé que me curaran y después de innumerables sesiones con psicólogos me colocaron en una pequeña casa de Nebraska para que reposara y viviera pacíficamente intentando olvidar ese pequeño infierno que nunca me abandonó. 

En ese momento me sentí el ser más cobarde del mundo y me odié a mi mismo por no ser capaz de seguir a mi amada al lugar al que se había ido. Pero me prometí que cuando pasaran cinco años me reuniría con ella de una vez por todas y eso haré mañana. Al fin estoy preparado para ello y sé que no me arrepentiré. 

Así que me despido ahora que sabes mi historia,

adiós persona que mes está leyendo.

Atentamente: Julian Salin. 

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