Capítulo 16
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La canción llega a su fin, y la señora Morett toma el micrófono interrumpiendo.
—Bueno, los chicos ya se divirtieron, es hora de que los adultos escuchemos algo que nos guste —anuncia y los jóvenes comienzan a quejarse—. Tranquilos, será sólo un momento, antes de que nos vayamos. Algunos trabajamos incluso en fin de semana.
—Mi madre es un caso —murmura Iván, al igual que los demás, esta molesto porque cortaron la música.
La señora Morett le susurra algo a Roger y él obediente, pone la canción que ella le indica.
Una canción familiar está sonando. Dancing With Myself de Billy Idol.
Todos salen de la pista y los adultos comienzan a llenarla. No quiero irme, me gusta esta canción. Tomo la mano de Iván, quien ya dio unos pasos lejos y él me ve con desconcierto.
—Vamos, sólo baila —Lo llevo al centro de nuevo y obviamente no sabe qué hacer—. Solo sígueme —comienzo a hacer unos pasos en solitario y él me imita, aunque con pocas ganas—. ¡Vamos Iván, sé que puedes hacerlo mejor!
Él levanta la mirada y voltea a ver a sus amigos. Somos los únicos jóvenes en la pista.
Todos salieron corriendo a la mesa o alrededor del jardín, viendo a sus padres bailar. Regresa su vista a mí y me sonríe con resignación.
—¡Que más da! —Sus movimientos son con más esfuerzo. Tomo su mano y le enseño algunos pasos básicos.
«¿Ya mencioné que me gusta bailar?».
Los clásicos son lo mejor.
—¡Dancing with myself! —canto en voz alta, lo que provoca la risa de Iván y no puedo evitar reírme con él.
Me toma de la mano y me da dos vueltas, ya tomó confianza. La canción está terminando y cuando acaba, los adultos nos aplauden.
Ben se acerca a nosotros.
—¿Me permites? —Le pregunta a Iván y por su expresión, está claro que no entiende—. Quiero bailar con Scarlett —Le explica.
—Oh... claro. Adelante —acepta Iván, y se va hasta donde esta Roger.
Con un vistazo rápido alrededor, noto que los amigos de Carola y ella misma, me están observando. Al parecer, hoy es día de observar a Scarlett.
—¿Todo bien? —Ben me regresa al presente, cuando las primeras notas de Born To Be Alive de Patrick Hernández inician el segundo baile.
—Sí —dibujo una pequeña sonrisa y ya estamos bailando.
Música disco, nada más.
No puedo evitar sonreír y Ben también lo hace.
Tomando mi mano, hacemos un círculo en la pista, después damos unas vueltas y algunos pasos clásicos, apuntando con el dedo, en forma diagonal y después horizontal.
«¡Esto es tan divertido!».
Carola y Aldo me sonríen desde su lugar. No puedo evitar sonreír ante la mirada de disgusto de Cassandra.
Y la... mirada de... «¿Qué? ¿Diversión? ¿Sorpresa?». De Paul.
No entiendo a este chico.
La canción está por terminar y Scott nos interrumpe.
—¿Me permites la siguiente canción? —Me cuestiona.
Ben lo observa de arriba a bajo, inspeccionándolo a fondo.
«Sí. No. ¿Qué debo decirle? No lo sé».
Volteó rápido a Carola, quien me asiente lentamente, como intentando descifrar lo que Scott pretende.
—Claro —acepto algo nerviosa y Ben se aleja.
Está sonando Stand By Me de Ben E. King. «Curioso».
Scott coloca su mano derecha en mi cintura y con la izquierda, toma mi mano derecha.
—Pensé que estabas dando clases de baile. Así que enséñame —explica con media sonrisa.
—Claro —coloco mi mano izquierda en su hombro y comienzo a moverme lentamente, Scott me sigue. Aunque un poco torpe, lo que me hace sonreír—. Si anduvieras descalzo sería mejor.
—Prométeme que me darás clases —pide con la mirada baja, viendo sus pies, intenta seguir mi paso—. Solo lo básico del baile... ¿Clásico? —Me pregunta levantando la mirada.
—Vals, quizás... —Lo corrijo sonriente—. Ok, lo haré, solo porque eres realmente malo.
Me pisa.
—Lo siento —Se detiene y me ve a los ojos—. Perdón, creo que tienes razón, no soy muy bueno.
—No hay problema —La canción termina y lo suelto apresurada.
Ya no quiero bailar con nadie. Creo que me he puesto roja.
—¿Quieres tomar algo? —Tal vez sí estoy roja, asiento con la cabeza y le doy una leve sonrisa.
Caminamos hasta la mesa de las bebidas. Me ofrece una copa de vino, que acepto gustosa. Él toma una cerveza y ambos nos paramos viendo a los adultos bailar.
De pronto me siento incomoda a su lado. No lo entiendo. Este chico parece un auténtico matón, pero cuando hablo con él, es como hablar con un amigo de años.
«¿Qué sucede Scar?».
Lo miro de reojo. No parece el chico malo que molesta a los demás, es cierto que su mirada es fría, pero fuera de eso...
El ruido de la lluvia cayendo sobre la carpa, me saca de mis pensamientos.
Está empezando a llover. Los adultos se apresuran a entrar a la sala, igual que sus hijos. Los señores apagan la parrilla y cubren lo que pueden.
Roger y Rebe apagan el equipo de música, y los cubren con una manta que les tiende la señora Snow.
Scott me toma del brazo y entramos a la sala con los demás.
—Supongo que la parrillada ha terminado —anuncia la madre de Rebe.
—Bueno, de todas formas ya es tarde, debemos ir a casa —acepta su marido.
Todos comienzan a despedirse. Con este clima, Carola no puede llevarme a casa en su motoneta.
Los padres de Cassandra viven en la zona. Pero los padres de Roger e Iván, viven en la entrada de los barrios, por lo que los señores Snow, se ofrecen a llevarlos. Los demás amigos de Carola (de los cuales no recuerdo sus nombres) viven a cuadras y deciden ir a pie.
—Scarlett, podemos esperar a que regrese mi papá, para que te lleve a tú casa —propone Carola viendo a la gente marcharse.
«Nadie se tomó la molestia de traer auto. ¿Cómo por?».
—Claro, no hay problema.
—¡Oh, no es necesario! Paul puede llevarla —ofrece la señora Johnson,
rápidamente—. ¿Verdad cariño? —Le pregunta a su esposo, quien me da una pequeña sonrisa.
«¿Qué? ¡No, no, no, no! ¡Eso nunca!».
—Así es, Paul puede llevarla, solo tiene que caminar a la casa y recoger el coche —contesta el señor Johnson—. Vamos hijo, lleva a la chica a su casa.
—La verdad... no creo que Scarlett quiera... —Paul me ve con algo de molestia.
—No es necesario señores Johnson, yo puedo esperar.
No es por ayudar a Paul, sino para que él no me lleve.
«¿Qué chica en su sano juicio, quiere ser llevada a su casa, por un tipo que evidentemente la odia?».
—De ninguna manera —interrumpe la señora Johnson, y por su tono de voz, sé que no puedo discutirle nada—. Vamos a la casa y Paul te llevará.
—Ok —accedo con resignación.
Que bueno que Cassandra ya no está o me estaría matando con la mirada.
Carola me entrega mi chamarra y una pequeña sombrilla negra, antes de salir de la casa me despido de ella y Ben.
Ya todos se están yendo y yo me alejo con los Johnson, que afortunadamente, viven a dos casas en la acera de enfrente.
Me despido de ellos y Paul saca el auto del garaje. Un bonito Audi en color negro, por lo que me dijo el señor Johnson, sé que es de él, a Paul le gustan más las motos.
«¡No Scarlett! No empieces a interesarte por los gustos de este chico».
Subo en el asiento del copiloto, sin la ayuda de Paul, quien no se toma
la molestia en salir del coche y abrirme la puerta.
«Pero que caballeroso, mis respetos a sus modales».
Me abrocho el cinturón de seguridad y él me ve impasible.
—¿A dónde? —Su pregunta me sorprende y por el tono de su voz, sé que está molesto.
Si no quería llevarme a casa, le hubiese pedido a su padre que lo hiciera o se hubiese inventado algún pretexto.
«¡Pero que irritante es este chico!».
—Al sur, al residencial London —indico con el tono de voz más tranquilo que puedo manejar.
«No me vas a intimar, Paul».
—Claro.
Sale a la carretera, aunque su mirada me dice que no sabe a dónde va.
Enciende el reproductor de música y algún rapero que en mi vida había escuchado, comienza a cantar algo de salir del barrio y llegar lejos.
Los primeros diez minutos nos mantenemos en silencio.
No sé si Paul sabe que tardaremos cuarenta minutos más.
—Perdón por lo de hace rato —habla de repente y no sé a qué se refiere, supongo que mi expresión se lo advierte porque está explicándome—. Lo que te dijo Cassandra. Ella puede ser...
—¿Altanera? ¿Prepotente? ¿Descortés? ¿Mal educada?
—Iba a decir territorial, pero creo que lo has hecho mejor —Me observa un momento y después regresa la vista a la carretera
«¿A caso vi una pequeña sonrisa en su rostro?».
—Claro. Seguro que se pone loca cuando una chica se te acerca. Está
claro que te tiene bien controlado.
—¡Yo no estaba hablando de eso! —gruñe con enojo—. Me refería a que no te quiere en el barrio. Ella no cree que podamos llevarnos bien con los de tu clase. Y ahora me doy cuenta de que es verdad.
Tiene los nudillos blancos sobre el volante
«¿Qué? ¿Los de mi clase?¿De qué demonios está hablando?».
—Bueno, yo soy amiga de Carola. No es necesario que ustedes me hablen, aunque es obvio que Iván, Roger, y Rebecca, no opinan igual que ustedes. Y ¿A qué te refieres con los de mi clase? —cuestiono haciendo énfasis con los dedos índice y anular.
—A los ricos hijos de papi como tú, que se creen que el mundo les pertenece y que pueden andar donde quieran, haciendo lo que quieran y como quieran, solo porque sudan dinero y no saben ni qué hacer con el... que tontería —contesta con más enojo y no puedo evitar rodarle los ojos—. Los riquillos sólo son la basura de la sociedad, se desviven por tener más y más, unos hipócritas de mierda que sólo se soportan entre ellos.
Estamos llegando al centro de la ciudad, en unos veinte minutos estaremos llegando a mi casa.
«No puedo creer que este chico se deje llevar por los estereotipos y los clichés, más viejos y gastados que la bolsa de Channel que no suelta Nora».
—No sabes de lo que hablas —murmuro intentando dar fin a esta conversación y fijo la vista en la ventana.
«Deberías regresar a tu mundo. Creo que es claro que no encajas con nosotros. No eres como nosotros. Este no es tu lugar».
—Sé lo bastante como para decirte...
—¡Callate! —Le grito exasperada.
—¡Tú no eres nadie para decirme lo que debo o no decir! Ahora dime. ¿Por dónde? —interroga con furia, cuando estamos entrando a la zona residencial Parrish.
Dos residenciales antes de llegar a mí destino.
—Pasando la residencial Celeste —Le indico sintiendo el nudo en la garganta.
Solo tengo que aguantar unos minutos más.
Pasamos la residencial Florida, luego Celeste y llegamos al residencial London. Conforme vamos avanzando las zonas residenciales van aumentando de categoría.
Las mansiones son más grandes y maravillosas.
La zona residencial London, es la penúltima de la zona. Todas las residencias cuentan con sistemas de vigilancia y seguridad de alta gama. Y la mayoría van pintadas en colores armoniosos.
La residencia de mis padres es grande, enorme diría yo.
Tres pisos, el segundo y el tercero con seis habitaciones cada uno. La planta baja ocupa el recibidor, la cocina, la sala, el comedor, un gran salón de fiestas y el cuarto de lavandería. En el segundo piso se arreglaron; una biblioteca, un cuarto con juegos (billar, futbolito, Xbox y más), un mini cine y un cuarto de música. Los jardines son grandes y están bien cuidados gracias a Penny y Esmeralda, una mujer del servicio, que viene cada tercer día a hacer el aseo. Los grandes ventanales y las cortinas en tonos crema, le dan un aire renacentista.
Mi casa está al final del camino del residencial.
—Aquí —susurro.
Se estaciona frente a la acera.
Toma mi mano izquierda, haciéndome saltar en el asiento, sus ojos me ven con enojo. Su pecho sube y baja por la respiración agitada, con su pulgar roza mi mano, como pidiendo disculpas.
Me concentro en mi, antes de perder la cordura. Tomo la manija de la puerta y salgo lo más rápido posible, sin darle las gracias ni nada, no quiero verlo nunca más.
Sus palabras me han herido.
Abro la puerta de la reja y la cierro con rapidez, sin mirar atrás. Ando a paso veloz por el camino de piedra bajo mis pies y subo las escaleras de la entrada, para abrir la puerta con las manos temblorosas y entonces entro, cerrando la puerta detrás de mí. Activo el sistema de alarma y corro escaleras arriba.
Me encierro en mi habitación y dejo que las lágrimas caigan como cascada.
Varios minutos después sigo llorando, pero lo que me extraña, es escuchar el Audi de Paul alejándose.
«¿No se había ido ya?».
Corro a la ventana y abro una pequeña rendija en la cortina. Su auto está dando la vuelta en la calle, para salir.
«¿Qué rayos estuvo haciendo todo este tiempo?».
Me seco las lágrimas y me preparo para dormir. Basta de tanta mierda por hoy, vamos Scar, no te dejes caer por el maldito Alpha.
Sorry por las palabrotas mami, pero Paul me desespera.
Por dentro estaba dando brincos como niño pequeño con juguete nuevo, claro que quería traer a la hermosa Scarlett hasta su mansión, nada me hacía más feliz que eso, pasar un momento con ella y alejarla de las cochinas garras de Scott, pero acabe abriendo mi bocota de más, como siempre, no me pude controlar y ahora estoy yendo de regreso a casa después de pasar media hora meditando si disculparme o no, sé que la hice llorar con mis malditos comentarios clasistas.
Tal vez la incomode al tocar su mano.
¡Que estúpido eres Paul Johnson!
La oportunidad de acercarme a ella se me acaba de escapar entre los dedos.
No voy a lastimarla otra vez.
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