Capítulo 21
FLUKE
He firmado el maldito contrato, Ohm me ha echado la bronca por firmarlo sin leerlo como si fuese un niño pequeño y ahora estoy en la sala del piano, sentado frente al teclado pensando en la razón por la cual estoy tan furioso.
Me digo a mi mismo que es por el tono de condescendencia que a veces usa conmigo, pero la realidad es que es por ese contrato. Odio que un papel esté entre nosotros, que unas cláusulas tipo rijan como debe ser nuestra relación. Solo él y yo deberíamos decidir cómo debe ser nuestra relación.
Pero, si una cosa he aprendido con el tiempo es a escoger mis batallas. Si quiero tener a Ohm en mi vida, de momento debe ser con sus condiciones, y una de ellas es ese trozo de papel.
Inspiro fuertemente por la nariz y dejo que salga por la boca lentamente. Repito el ejercicio de respiración hasta que noto como mi enojo va disminuyendo. Poso mis manos sobre el teclado y el suave y frío tacto de las teclas me acaban de relajar.
Recuerdo cuando mi padre adoptivo me sentó la primera vez frente al piano de nuestra casa. Él me contó como la música le había salvado la vida, como ese piano lo había acompañado a lo largo de un camino nada fácil de recorrer.
Él creía que conmigo sería igual, que la música me ayudaría a encauzar mis sentimientos. Y aunque al principio no quería creerlo, mi padre tenía toda la razón.
Cuando en el instituto tenía un mal día, aporreaba el teclado con alguna canción enérgica, y la adrenalina surcaba mis venas haciendo que volara lejos de los problemas. Igualmente cuando echaba de menos a los chicos y al orfanato, la música me hacía compañía y me ayudaba a sobrevivir un día más.
Al final aprendí a amar la sensación que me proporcionaba tocar las teclas blancas y negras del piano. Acudí a clases particulares y durante toda la universidad ensayé cada día. No soy un virtuoso, pero soy lo suficientemente bueno como para no avergonzar a mi padre en sus reuniones de alcohólicos anónimos. Él trabaja con la gente del barrio, y durante algún tiempo lo acompañé, tocando para ellos. Sonchai regala su experiencia y sabiduría con la esperanza de poder salvar a alguien, como otra persona en su día lo salvó a él.
Pienso en la suerte que tuve de encontrarlo y me pregunto qué pensaría de mi relación con Ohm. Sonchai nunca juzga a nadie, no cree que debamos dar explicaciones de nuestros actos a nadie, más que a nosotros mismos.
Cuando le dije que me gustaban los chicos, me dijo que eso no era asunto de nadie. Que uno no escoge de quien se enamora y que eso no tiene nada que ver con ser gay o no. Es algo que nos pasa a todos, nunca se elige a quién amar y así es la vida.
Sonchai es un hombre estoico, con un humor muy particular, pero si hay alguien en quien se puede confiar es en él.
Sin darme cuenta, veo en el reloj que son casi las dos, y todavía no hemos comido nada. Decido dejar de pensar demasiado, buscar a Ohm y preguntarle si quiere que prepare algo de comer o quizá salir un rato.
Camino por la galería hasta su despacho, y cuando estoy a punto de tocar la puerta oigo los gritos furiosos de Ohm. Parece que habla con alguien por teléfono.
-Quiero que me dejes en paz, deja de llamarme y de buscarme. Ya te he dicho que no tengo interés en verte más – le dice a alguien a través del teléfono.
Parece que la persona con la que habla intenta convencerlo de algo, porque no oigo nada más por un par de minutos.
-Si tengo que volver a repetirte que dejes de acosarme, llamaré a la policía – le dice tajante.
Un rato después un fuerte estruendo, Ohm ha tirado algo contra la pared.
-Ni te acerques a él, si me entero que estás a menos de un kilómetro de Fluke, acabaré contigo y no es una amenaza, es un hecho – le grita y oigo como respira con dificultad.
Espero un tiempo prudencial y toco la puerta. Escucho los pasos de Ohm llegar hasta el umbral dejándome ver su semblante furioso, pero sus ojos se calman en cuanto me mira. Sale de su despacho y me lleva de vuelta a la sala de música.
-Ohm, ¿pasa algo? – le pregunto, su actitud es muy rara, está muy callado.
-No pasa nada, he discutido con alguien y no quiero hablar de ello. No quiero estropear este fin de semana, solo quiero concentrarme en nosotros – me dice pasando su dedo por mi mejilla.
-Puedes contarme lo que sea, no estropearás nada por compartirlo conmigo – le dejo caer.
-Hoy no quiero hablar de eso, no insistas por favor – me dice y veo como vuelve a cerrarse y a convertirse de nuevo en Ohm, el amo dominante.
-Está bien – claudico, por ahora.
-Hoy comeremos fuera, ponte ropa informal, quiero llevarte a mi restaurante favorito – me dice.
-Sí, amo – le respondo y salgo a cambiarme como me ha pedido.
Menos de media hora después rodamos por una carretera secundaria rumbo a vete saber dónde. Esta parte de la ciudad es algo bohemia, con callejuelas llenas de puestos ambulantes. Es muy colorida y animada, nada lujoso ni con glamour, ni en mil años hubiese pensado que su restaurante favorito estuviera aquí.
Ohm aparca frente a un pequeño puesto con una terraza preciosa, dentro solo un par de mesas, porque la verdadera actividad está fuera. Me arrastra hasta una mesa en el rincón más alejado de la carretera y puedo ver un hervidero de gente comiendo, charlando y escuchando al grupo que toca alguna canción de los ochenta que no acabo de reconocer. El ambiente es totalmente lo opuesto que pensé le gustara a Ohm.
-¿Qué te parece? – me pregunta al ver mi cara de asombro.
-Es genial – le respondo sin dejar de mirar todo a mi paso.
-¿Y por qué pareces tan sorprendido? – me pregunta alzando una ceja.
-Pues verás, esto no es lo que uno se esperaría de un hombre que tiene un ático de un millón de dólares – le explico.
-Ya, ¿decepcionado?
-Para nada, al contrario, ahora sí me has impresionado.
Su cara es la verdadera imagen de la felicidad, me sonríe sinceramente y asiente con la cabeza.
-Pues espera a probar la comida, es espectacular – me dice alzando la mano para llamar la atención del camarero.
Y espectacular se queda corto, el pollo al curry amarillo con arroz es la cosa más deliciosa que he comido nunca. Veo la alegría brillando en sus ojos y su pose relajada, que me cuesta tanto ver últimamente, hace acto de presencia.
-Entonces esta noche hay sorpresa, ¿cuál es la sorpresa? – le pregunto ansioso.
Él sonríe de lado y niega con la cabeza.
-De eso nada, como su nombre indica es una sorpresa, te gustará pequeño créeme – me dice acariciando mi cara con sus suaves dedos.
-¿Ni una pista? – le pregunto poniendo cara de niño bueno.
-No – me dice tajante y si no quiero llevarme un castigo tengo que parar de preguntar.
-Está bien, ¿cómo debo vestirme?
Él finge pensarlo un par de segundos, pero tengo claro que él sabe muy bien que quiere que me ponga.
-Unos vaqueros estrechos y esa blusa de seda negra con el cuello abierto, definitivamente el negro es tu color – me dice mordiéndose el labio inferior.
Me acerco a su oreja, más para excitarlo que para evitar que alguien nos oiga y le digo:
-¿Y dentro de esos vaqueros?
Él vuelve la cabeza para mirarme a los ojos y me susurra:
-Sorpréndeme Fluke.
El aliento se me corta de repente, esa voz varonil y totalmente sexy cala en mi cerebro y miles de imágenes sucias atacan mi mente.
Ohm sonríe con suficiencia, sabe muy bien que teclas tocar para tenerme babeando por él.
Terminamos de comer y de vuelta a su casa Ohm pone su mano en mi rodilla mientras conduce. Es un gesto tan íntimo que miles de mariposas anidan en mi estómago. Quiero tantas cosas con él, pero antes de tenerlas tengo que hacer que Ohm se sienta seguro y libre de estar conmigo sin ese contrato absurdo. Y como que me llamo Fluke Natouch que lo conseguiré.
OHM
Hago un par de llamadas y acabo de vestirme para esta noche. Debe ser perfecto, cada detalle, cada sensación, quiero que nunca olvide este primer fin de semana conmigo. No quiero renunciar a Fluke nunca, así que tengo que hacerlo bien para que él se quiera quedar a mi lado.
El collar que he diseñado para él llegó esta mañana, espero que realmente le guste y quiera llevarlo esta noche en el club. Pensé mucho en el diseño, quería que reflejara su personalidad arrolladora, pero también ese lado suyo salvaje e indómito. Al principio mi joyero quiso que viera algunas piezas que ya tenía hechas, él sabe de mis gustos y con cualquier otro sumiso hubiese aceptado alguno de esos collares "prefabricados", pero Fluke se merece mucho más.
Son casi las nueve y subo a buscar a mi pequeño, que debe de estar preparado.
Toco a la puerta y él me contesta que pase desde el otro lado. Cuando abro y lo veo frente al espejo de cuerpo entero de su habitación, el aliento se congela en mi boca y mi corazón late desenfrenado.
Vestido con unos vaqueros negros que abrazan sus curvas como un amante, y esa camisa suelta que solo remete un poco por delante de sus pantalones, es totalmente impresionante.
Me mira con esa cara que me dice que sabe perfectamente el efecto que tiene en mí. Sus ojos delineados de negro y su pelo trenzado a un lado son mi perdición. Será mejor que quiera llevar mi collar, porque si no tendré que espantar a todos los moscardones que se le acerquen en ese club, y serán un millón de ellos.
-Eres demasiado precioso para mantener mis manos y otras cosas lejos de ti – le susurro acercando mi boca a su oreja.
-Gracias, amo – me dice con una dulce e inocente sonrisa.
-Tengo algo para ti, no tienes que usarlo si no quieres, pero me harías muy feliz si lo haces – le digo entregándole una caja alargada de terciopelo negro.
FLUKE
Miro la caja negra con el logo de una joyería muy cara del centro. Lo miro sin saber que pensar sobre esto. La esperanza y el temor que veo en sus ojos me dicen que esto es importante para él. Abro la caja y el collar más especial del mundo me saluda desde el fondo de terciopelo negro.
Es una cadena gruesa de oro blanco, terminada en un diamante en forma de corazón y junto a él una llave con dos iniciales entrelazadas. Una O y una F se abrazan en una fina filigrana, es espectacular.
-Es tan... perfecto, pero no es un diamante de verdad, ¿no?– le digo mirándolo a los ojos.
Ohm alarga su mano y coge el collar. Me da la vuelta para que enfrente el espejo y se coloca detrás de mi espalda, después pasa el collar alrededor de mi cuello y lo abrocha en su sitio.
-Bueno, si yo fuera tú no dejaría ese collar en cualquier parte – me dice mientras se divierte con mi cara de susto.
Toco el diamante que de repente pesa una tonelada y su tacto frío y suave me encanta. Pero lo que más me gusta es la sensación de que Ohm lo ha elegido para mí, es una pieza tan especial que quita la respiración.
-Nunca te he visto tan hermoso como esta noche, gracias Fluke, por todo – me dice dejando un suave beso en mi nuca.
Llegamos al club y como siempre Ohm aparca en la zona V.I.P. y me lleva de la mano por la pista abarrotada de gente. Muchos hombres me miran y se fijan en el collar que brilla a la luz de los focos, Ohm se mantiene firme con mi mano entrelazada en la suya. Nadie se atreve a decir nada, solo se apartan a su paso y es algo que me tiene totalmente caliente.
En un momento dado Ohm gira por el pasillo alejándose de los reservados donde normalmente bebemos. Subimos unas escaleras y acabamos en un corredor lleno de puertas. Entramos en la que tiene el número uno sobredimensionado en dorado y Ohm cierra tras nosotros.
La sala es espectacular. La tenue iluminación, los muebles dorados y la decoración en blanco hacen que todo parezca mágico.
-Siéntate por favor y ponte cómodo, pronto empezará la subasta – me dice Ohm tendiéndome una copa de champán.
-¿Subasta? – no entiendo que quiere decir.
Entonces, lo que yo creía era una ventana se ilumina desde el exterior. Un escenario aparece ante mis ojos y en él varias parejas de chicos sonrientes se muestran en total desnudez.
Miro a Ohm sin saber de qué va todo esto. No puedo creer que esto sea lo que estoy temiendo.
-¿Una subasta humana? – le pregunto con la incredulidad pintada en mi cara.
-No es lo que estás pensando Fluke, ¿crees que yo participaría en una cosa así? – me dice con pena, creo que he herido sus sentimientos.
-Bueno, no lo creo, pero necesito más información – le respondo.
Ohm se acera hasta donde estoy sentado y me señala la mesa contigua, donde un botón rojo se enciende de repente.
-Ese botón de ahí es para pujar por las parejas que van saliendo al centro del escenario. Cada vez que pulses aumentará en cinco mil dólares la apuesta. Si alguno te gusta pujaremos y después estarán a nuestra disposición – me explica.
Sigo estando en shock y él lo sabe, pero antes de que pueda decir nada se pone de pie y me arrastra con él hasta el cristal que nos separa del escenario.
-No son prostitutos Fluke, son voluntarios. El dinero que consigan esta noche irá directo al orfanato del distrito, necesitan una biblioteca y un gimnasio.
-¿Y cuando los elijamos, que hacemos con ellos? – le pregunto, no me gusta compartir.
-Pues los tendremos por un par de horas para nosotros solos, pero ellos no nos verán. Se encargarán de darnos un buen espectáculo, con el que espero te pongan tan a tono, que no puedas quitarme las manos de encima – me deja claro.
-Entonces no estarán con nosotros aquí, no nos verán, pero nosotros a ellos sí – le resumo para saber si me ha quedado claro.
-Así es, no soy bueno compartiendo, y contigo Fluke, definitivamente no lo haré jamás – me dice con la posesividad saliendo por todos sus poros.
-Me alegro, porque no quiero a nadie entre nosotros, nunca – le dejo clara mi postura.
-Bien, ahora siéntate y vamos a ver que hay por ahí que nos guste – me dice.
Un rato después una música suave sale por los altavoces, la primera pareja se adelanta al centro del escenario y se pasean, se tocan, se besan delante de todos los que estamos en estas habitaciones.
Siento una mezcla entre miedo, excitación y morbo que hace que me sienta algo raro. La culpabilidad me ataca de nuevo, me encanta lo que veo y siempre he pensado que no es normal que me sienta así.
Ohm muerde el lóbulo de mi oreja y después pasa su lengua por mi cuello.
-No estamos haciendo nada malo Fluke, ellos lo hacen libremente y nosotros también. Nadie aquí hace daño a nadie, así que deja tus miedos fuera y disfruta del momento. ¿Qué tal estos? Son muy sexys – me dice.
-Lo son pero prefiero seguir mirando, si te parece bien – le contesto.
-Esta noche es todo para ti, aunque yo disfrutaré de ello, te lo prometo – me contesta acomodándose en el sillón.
Pasan varias parejas por delante de mis ojos, son todos preciosos, pero no me dicen nada. Cuando alguien los gana ellos salen por una puerta y no los volvemos a ver.
El turno de la siguiente pareja llega y veo que realmente no son una pareja, son un trio. Son tan preciosos que se me seca la garganta. Un chico rubio y menudo está en medio de dos chicos más morenos y fornidos. Uno de ellos es un verdadero gladiador y el otro es más bien tipo surfero, con el pelo largo y sus músculos magros definidos en todas partes.
Miro a Ohm y él se da cuenta de que me gusta lo que veo.
-¿Ellos? – me dice levantando una ceja.
Asiento con la cabeza y él me da luz verde para que pulse el botón.
La puja empieza con cinco mil dólares, y me siento un poco mal por gastar tanto dinero.
-Ohm, si alguien puja más no quiero que te gastes el dinero en mí – le digo un tanto cohibido.
-Precioso, si los quieres son tuyos, no te preocupes por el dinero – me dice sin pestañear.
-Pero...
-Gané treinta dos millones el año pasado Fluke, no me arruinaré, así que puja – me ordena con esa voz que es difícil no obedecer.
-Treinta y dos... ¡Joder!
- Puja precioso o la puerta dos se los queda – me dice con una sonrisa.
Aprieto el botón y en la pantalla se refleja la puja, vamos por treinta mil. La luz vuelve a parpadear y la apuesta sube hasta treinta y cinco mil. Ni de coña voy dejarme vencer. Miro a Ohm y él me mira con el ardor en sus preciosos ojos negros.
Bien, vamos a darle fuerte entonces, treinta y dos millones, vale. No se arruinará si subo la puja hasta cincuenta mil, esos huérfanos lo agradecerán. Cuando la luz del panel se vuelve verde, la emoción corre por mis venas. Ya son nuestros.
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