Capítulo 29

MEW

Los días pasan, se vuelven rutinarios y por primera vez en mi vida me da exactamente igual. Tengo todo lo que necesito para ser feliz; Gulf cuando me acuesto y Gulf cuando me levanto.

Mis heridas han curado y mañana es la boda de Max y Tul. Ellos son el claro ejemplo de cómo una relación empezada de la manera menos convencional posible, puede convertirse en algo fuera de lo común, en algo sólido que puede arrasar con todo a su paso.

Gulf sale de la ducha completamente mojado, dejando que su pelo gotee sobre su precioso pecho. Su piel bronceada brilla bajo las luces de la habitación. No puedo quitar mis ojos de él, y mi entrepierna está de acuerdo conmigo. Llevamos un par de semanas viviendo, prácticamente juntos y ya creo que es suficiente espera.

Me levanto de nuestra cama y lo cargo en mi hombro como un saco. Un grito juguetón sale de su boca y después me pregunta donde lo llevo.

—Tenemos tiempo perdido que recuperar— le digo abriendo la puerta tachonada de plata y dejándolo de pie en la entrada.

Los ojos de Gulf brillan de anticipación. He aprendido a ver las señales en sus orbes oscuros, cuando necesita que me convierta en el ser dominante que lo lleve hasta el cielo. Y ahora es ese momento.

Gulf se quita el pantalón que lleva, lo dobla con cuidado y lo deja sobre la cómoda. Acto seguido se arrodilla frente a mí en posición inicial. Su mirada en el suelo y sus manos sobre los muslos.

Me tomo un segundo para recrearme en la hermosa imagen que mi sumiso me regala. Cada vez que se somete a mi mando, cuando lo abrazo sabiendo que es todo mío, es como la primera vez que me dijo la palabra amo. Mi piel se enciende y mi corazón vuela tan alto que no sé si alguna vez volverá a mí.

—Esto no debe separarse de tu cuello, eres solo mío, y todos deben saberlo— le digo sacando su collar de mi bolsillo y rodeando su cuello con él.

—Sí, amo—me dice tocando el diamante en forma de corazón con suavidad.

Entonces del otro bolsillo saco mi sorpresa de hoy. Lo he pensado mucho, durante mi tiempo en el hospital y después de eso. Nunca he sentido que he pertenecido a nadie, nunca he deseado pertenecerle a otra persona. Pero tengo en mi pecho latiendo un amor, que solo quiere dar, que solo quiere regalarle a alguien todo lo que soy. Y ese alguien es Gulf Kanawut.

—Levántate— le ordeno y él obedece inmediatamente.

Mi pequeño sumiso me mira incrédulo. Su mirada va desde el collar, gemelo del suyo, a mis ojos y vuelta.

—Mew... amo, yo...— balbucea y es tan adorable esa cara de felicidad, que hace que valga la pena todo lo que hemos pasado hasta ahora.

—Gulf, he creído que es justo que yo también tenga algo que grite al mundo que mi corazón pertenece al ser más impresionante que he conocido— le digo tendiéndole el collar para que me lo ponga.

Él lo toma en sus manos con cuidado y lo abrocha en su sitio. Pensé que el peso que me diera este collar me dejaría sin respiración, pero no es así en absoluto. Al contrario de lo que creía, este gesto me libera, me da alas para amar sin reparos a mi precioso ángel redentor.

—Te amo Gulf— le confieso por primera vez, cara a cara.

—Y yo a ti— me contesta y un segundo después sus labios aterrizan en los míos exigiéndome que los devore y eso hago.

—Te he echado de menos, mucho, por lo que hoy será algo especial— le susurro al oído.

—Sí, amo—me contesta.

Empiezo por desnudarme yo, pero manteniendo mi ropa interior. Al final de esta sesión quiero ver cómo Gulf me ruega, con su voz, con sus ojos, con todo su ser.

La sensación de poder y control se apodera de mí, en cuanto mi pequeño baja su cabeza y me entrega su confianza ciega.

Mi lengua se pasea por su cuerpo tembloroso, me pican las manos por tocarlo, por azotarlo, por sentir como se derrite con mis caricias.

—Voy a atarte, no te asustes, sé que te encantará— le anuncio.

—Confío en ti, amo— me dice y mi polla se endurece al instante.

Camino hasta el cajón donde tengo las restricciones para las muñecas, he soñado con tener esta sesión con Gulf, prácticamente desde la primera vez que lo vi.

Le coloco las muñequeras, su respiración se agita con el deseo y la anticipación, es adorable.

Luego lo llevo hasta el centro de la habitación y aprieto el botón de un mando que llevo en el bolsillo. Del techo desciende un gancho del cual cuelga una cuerda de cáñamo gruesa y fuerte.

Paso la cuerda por las argollas de sus muñequeras y vuelvo a subir el gancho hasta que tiene sus brazos totalmente estirados. Su cuerpo brilla con una fina capa de sudor sobre ella. Sus ojos son negros, con sus pupilas dilatadas por la lujuria.

—Eres tan mío — le digo sin respiración.

—Lo soy— me confirma con una sonrisa.

—Color, Gulf— le pido.

—Verde, amo— me asegura.

Saco de detrás de mi espalda una mordaza, que consiste en una bola de goma roja y unas tiras de cuero para atarla a la parte trasera de su cabeza.

—Con esto no podrás decirme tu color, pero si crees que puedes confiar en que yo sé cómo te sientes con solo mirarte, dime que puedo colocártelo— le expongo.

—Verde, amo— me repite y sus ojos me lo confirman, su confianza en mí es ciega y en ese momento estoy a punto de correrme sin que me haya tocado.

—Hemos nacido para estar juntos Gulf, y eso es algo de lo que no tengo dudas, mi amor— le digo y le coloco la mordaza. Sus labios llenos sobresalen de esa pelota de goma y no puedo dejar de lamerlos con mi lengua. Es el ser más excitante del planeta, y es todo mío, por propia voluntad.

Entonces retrocedo un paso y observo la obra maestra que tengo la suerte de disfrutar. El cuerpo bronceado y tonificado de Gulf cuelga del techo. Sus brazos se tensan por la fuerza de la cuerda y su torso me pide a gritos que lo chupe, lo muerda, lo destroce. La mordaza le impide hablar, pero no gemir, y en sus ojos puedo ver la urgencia con la que me desea. Su erección goteante es también una pista de lo que está sintiendo en este preciso momento.

Me acerco a toda esa piel suave y recorro con mis manos sus costillas. Mi lengua prueba la sal de su cuello y mil estrellas aparecen tras mis ojos cerrados. Es lo más rico que he probado jamás.

Caigo de rodillas y rodeo con mi lengua el glande goteante de mi pequeño sumiso. Me deleito con el gemido ronco de placer que sale de su boca amordazada. Tener el control de su placer, de su dolor, es algo tan erótico que me tiene flotando en una nube de lujuria infinita.

Froto mi cuerpo contra el suyo y me deleito con el sonido ronco de su voz. Me acerco a la pared del fondo y escojo la fusta corta, la preferida de Gulf. De paso agarro el lubricante con efecto calor, esta sesión no va a durar mucho más, tengo que hacerlo mío o me volveré loco.

Me acerco a su oído por la espalda, chupo el lóbulo de su oreja y él da un respingo con la sensación.

—Voy a poner ese delicioso culo que tienes, de un bonito color rojo y después lo follaré hasta que vea cómo te derramas sobre el suelo, quiero ver cómo estallas en mil pedazos. Me muero por sentir como me aprietas cuando te corras sin poder gritar el nombre de tu amo— le digo.

Gulf solo puede asentir y gemir, delicioso de todo punto.

Descargo la fusta sobre su nalga izquierda y un chorro de pre-semen escapa de su polla dolorida. Mi chico es muy receptivo con los azotes. Sin dejar que se acostumbre, vuelvo a descargar con fuerza, esta vez en su nalga derecha. Es impresionante, con cada azote puedo ver cómo alza su culo en busca de algo más. Insaciable y totalmente sexy, así es mi otra mitad.

Después de diez azotes lo oigo gimotear, sé que es suficiente. Abandono la fusta y agarro el lubricante, deslizo un poco por mis dedos y busco la entrada de Gulf. Mi otra mano agarra su erección y me deleito con los sonidos que salen de su boca amordazada.

Mis dedos en su culo, mi mano bajando y subiendo por su erección y mi lengua en su cuello, esto es el puto paraíso.

Cuando siento su cuerpo temblar y mi polla duele, sé que es la hora de llevar esto a otro nivel.

Aprieto el mando del gancho y lo dejo colgando de sus brazos nada más. Entierro mis manos en sus muslos y hago que rodee mi cintura con sus piernas. Apunto a su entrada y me entierro poco a poco en ese calor sedoso que me vuelve loco.

Mis brazos lo sujetan por sus glúteos y él fuerza sus brazos para acompañarme en un vaivén salvaje que nos lleve a los dos al cielo. Entro y salgo de su cuerpo salvajemente, sus ojos me dicen que está cerca, que necesita su liberación.

— ¡Córrete mi amor, vamos quiero verlo!— le grito mientras deshago el nudo que mantiene la mordaza atada a su boca.

— ¡MEW!— y con ese grito de placer se corre entre nosotros duramente. Su cabeza cuelga hacia atrás y los espasmos de su orgasmo me tienen en el borde.

—Deja que te use un poco más, solo un poco más y...— pero no me da tiempo a decirle nada más, porque mi orgasmo atraviesa mi cuerpo brutalmente.

Las rodillas apenas me sostienen, pero tengo que bajarlo de ese gancho, así que aprieto el botón para que pueda bajar los brazos. Cuando queda libre de sus ataduras, los dos nos desplomamos en el suelo sin dejar de abrazarnos.

Y entonces estoy seguro. Por fin lo he encontrado, esa persona que trastoca todo mi mundo. Cambiando la inmensa oscuridad que habita en mi interior, con radiante luz del sol.

MEW

El pantalón de lino suave y la camisa de botones abierta hasta el esternón, es la ropa más cómoda que he llevado a una boda jamás. La idea de Tul de una ceremonia en la playa es una de las mejores ideas que he oído nunca.

Gulf se ha vestido de forma similar a la mía, pero él está mucho más guapo. Su pelo trenzado a un lado y sus labios jugosos con el protector solar, se complementa con el collar que le regalé adornando su cuello. Decir que tengo mucha suerte es quedarse corto. Este hombre honrado y maravilloso me ha demostrado que el amor es algo que te eleva y te hace querer ser mejor persona cada día.

—Hola precioso, ¿esperas a alguien?— le pregunto rodeando su cintura por detrás.

—A mi novio que es muy impuntual— me dice apretándose un poco contra mi cuerpo.

—No llego tarde, es que llevo un rato deleitándome con las vistas— le contesto besando su cuello perfecto.

—Eres un pervertido— me regaña.

—No oí ninguna queja anoche— le replico riéndome bajito.

—Aunque tuviese alguna, no podrías saberlo porque ese mordaza estaba muy apretada, eres un salvaje— me dice haciendo un delicioso puchero.

Las imágenes de nuestra sesión de anoche me taladran la mente, y hacen que mis caderas se lancen hacia delante buscando algo de contacto con ese culito apretado.

—Para o de verdad llegaremos tarde a la boda— le susurro al oído.

Mi pequeño se ríe con ganas y me aparta para coger las llaves del coche y entregarme la cajita con las alianzas que son nuestra responsabilidad hoy.

Enredo mis dedos con los suyos y salimos a ver cómo dos de nuestros mejores amigos se dicen el sí quiero.

GULF

Nunca he visto tan radiante a Tul, nada tiene que ver con ese adolescente perdido y el adulto con shock post traumático que fue en el pasado. Y nunca he estado tan orgulloso de él. Ha sabido reconstruirse por sí mismo, salir de un bucle de autodestrucción y resurgir como el ave fénix.

Y ahora está radiante, todo vestido de blanco con sus pies descalzos y flores en el pelo, diciéndole al mundo entero que ama a Max, que ha encontrado eso que todos anhelamos, el amor verdadero.

Y puedo ver en los ojos de Max la misma intensidad, la misma llama, cuando le dice que lo amará para siempre, sé que lo dice con todo el corazón. Todos en esta playa sienten la energía del amor que se profesan y cuando el oficiante los declara unidos para la eternidad, sabemos que lo están, que lo han estado desde hace mucho y que siempre lo estarán.

La música elegida por Max para Tul empieza a sonar. Un pianista elevado en una plataforma de madera en la arena, arranca con una canción que resume todo lo que mi amigo merece oír. Como su amor es algo divino y que nadie podrá cambiarlo jamás.

Las notas de la canción Biblical de Calum Scott nos acarician, mientas Max le tiende la mano a mi amigo y lo lleva la centro de la pista de baile improvisada en la orilla. Una mano en la cintura y otra junto al suya encima de su corazón. Sus frentes juntas mirándose como si nada más en este mundo importara, diciéndose en silencio que se han elegido para caminar juntos lo que les reste de vida.

«No sabía que me caería tan fuerte
Que mis pies dejaron el suelo
La gravedad no tiene sentido cuando no estás cerca
Me enfrento a mí mismo cuando
Los demonios en mi cabeza se ponen ruidosos
No sé cómo lo haces, pero los rechazas

Me resbalo y me pregunto quién sería
Si nunca te encontré y tú nunca me encontraste
Bueno, no quiero ver

Entonces, ¿no me darás esta noche?
¿Y el resto de tu vida?
Quiero tenerlo todo contigo
Quiero tenerlo todo contigo
Y cuando abres los ojos
Estaré a tu lado
Quiero tenerlo todo contigo.
Quiero tenerlo todo contigo.

Porque tu amor es bíblico
Bíblico, es bíblico.

Si alguna vez te haces pedazos
Caer entre las nubes de trueno
Te volveré a juntar, no te defraudaré.

Me resbalo y me pregunto qué haría
Si nunca me encontraste y yo nunca te encontré
No sé lo que haría

Entonces, ¿no me darás esta noche?
¿Y el resto de tu vida?
Quiero tenerlo todo contigo
Quiero tenerlo todo contigo
Y cuando abres los ojos
Estaré a tu lado
Quiero tenerlo todo contigo
Quiero tenerlo todo contigo

Quiero tenerlo todo (quiero tenerlo todo)
Quiero tenerlo todo (quiero tenerlo todo)
Quiero tenerlo, quiero tenerlo todo (quiero tenerlo todo)
Porque tu amor es bíblico
Es bíblico, es bíblico

Entonces, ¿no me darás esta noche?
¿Y el resto de tu vida?
Quiero tenerlo todo contigo
Quiero tenerlo todo contigo

Así que ven y dame esta noche
Y el resto de tu vida
Quiero tenerlo todo contigo
Quiero tenerlo todo contigo
Y cuando abres los ojos
Estaré a tu lado
Quiero tenerlo todo contigo
Quiero tenerlo todo contigo

Porque tu amor es bíblico
Es bíblico, es bíblico»

MEW

Después de un día agotador y una fiesta realmente divertida llegamos al hotel. Gulf está radiante, con sus mejillas rosadas por el sol y su sonrisa más luminosa que las estrellas.

Tengo una cosa que decirle, algo que debo dejar claro. Y en este momento no puedo sentirme más completo de lo que ya estoy, solo me queda este gesto, esta declaración de intenciones.

—Gulf— llamo su atención.

— ¿Sí?— dice sacando la cabeza del baño donde se había sumergido.

—Tengo algo que contarte— le digo señalándole la mesita baja que tenemos en la suite que Max nos ha asignado.

— ¿Está todo bien?— me pregunta nervioso.

— Todo está bien, solo quería que tuvieras esto— le digo tendiéndole una copia de nuestro contrato. Esa que él nunca quiso tener.

— ¿Y qué quieres exactamente que haga con esto?— me pregunta inquieto.

—Esto—le digo rompiendo por la mitad mi copia de ese contrato.

Gulf me mira desconcertado, pero levanta el pequeño fajo de papeles y lo rompe de igual manera. Después me regala la sonrisa más grande que he visto jamás. Mis piernas flojean y mis manos empiezan a sudar, ese es el efecto que tiene en mí.

— ¿Qué significa esto exactamente?— quiere saber.

—Significa que ahora nos une un contrato mucho más fuerte que este, que ahora nos pertenecemos porque así lo dicta nuestro corazón— le resumo.

— ¿De verdad?— me mira con ese amor arrollador que siempre me descoloca.

—Sí, así que ahora quítate esa ropa y ven aquí. No porque lo diga un papel, no porque sea lo que yo más he deseado nunca. Hazlo porque te hace feliz, porque es lo más fácil que hayas hecho jamás. Entrégame tu confianza, prometo ser merecedor de ella y cuidarla siempre— le digo rezando para que él lo desee tanto como yo.

Gulf se desviste despacio, con serenidad y yo disfruto de todo lo que me ofrece. Después se arrodilla a los pies de la cama, precioso, imponente y totalmente mío.

Me desvisto de la misma forma y me arrodillo frente a mi pequeño. Hoy no va de amo y sumiso, hoy quiero hacerle el amor como lo que realmente es para mí. El amor de mi vida.

Gulf me mira con extrañeza, y yo acaricio su preciosa cara sin dejar de maravillarme con la sensación de que este ser hermoso me deje quererlo.

Lo tumbo sobre la alfombra y beso sus labios llenos, mi lengua recorre cada rincón queriendo saborearlo completamente. Él se abre a mí como lo ha hecho siempre, dándome todo de él, generosamente. Mi cuerpo resbala sobre el suyo, suave y cálido como una manta en invierno. Enreda sus dedos en mi pelo y me aprieta un poco más, más cerca, más profundo, nunca es suficiente. Su erección roza con la mía y sus caderas se elevan buscando algo más de fricción.

Nunca le negaría ese placer, así que sigo moviéndome como si ya estuviera en su interior. Sus gemidos se pierden en la noche estrellada, pero yo los guardo en mi mente para recrearme después.

—Voy a hacerte el amor, déjame por favor— gimo en su oído e inmediatamente sus piernas rodean mi cintura. Estiro la mano para alcanzar mis pantalones y saco un sobre de lubricante con el que prepararlo para mí.

Mis dedos se pierden en el calor de su cuerpo y casi no puedo esperar a tenerlo debajo de mí, a mi alrededor, haciendo que me olvide hasta de respirar.

—Vamos amor, por favor— me suplica tan necesitado como yo de unirme a él.

No pienso hacerle repetir esa dulce suplica, me coloco encima de sus piernas abiertas y alineo mi erección.

Después todo se vuelve borroso, una sucesión de sensaciones, tan abrumadoras que me tienen flotando en una nube. Jamás pensé que esto podría ser para mí. Que pudiese estar unido a otra persona de tal manera que nuestros corazones latieran al unísono. Pero aquí estoy amando y siendo amado desesperadamente. Y cuando mi pequeño grita su liberación, me entierro en su cuello y dejo que mi orgasmo me arrastre hacia el más puro placer que he sentido en mi vida, el de estar con la persona indicada en el momento indicado.

FIN.

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