Capítulo 19

GULF

Viernes, nueve de la noche y estoy plantado frente a la puerta de Mew desde hace al menos diez minutos. El sonido de mi móvil vibrando en mi bolsillo me saca del ensimismamiento que cargo desde hace rato. Es Mew.

—Mew... — balbuceo.

—Gulf, ¿estás bien? – me pregunta suavemente.

—Estoy bien – le respondo.

— ¿Entonces por qué llevas diez minutos frente a mi puerta sin tocar? – me pregunta.

Miro hacia todos lados y de repente me percato de que la casa tiene sistema de video vigilancia, una cámara negra disimulada contra la cornisa de la puerta me mira silenciosamente.

—No lo sé – le contesto.

—Sales muy guapo en la tele – me dice, y como siempre me hacer reír, no sé qué me asusta tanto, ya he tomado una decisión y voy a seguirla con todas sus consecuencias.

—Pues tendrías que verme en persona – le sigo la broma.

—Nada me gustaría más – me dice con un tono que me hace mil promesas calientes.

—Pues abre la puerta, amo – le suelto e inmediatamente la cara excitada de Mew aparece frente a mí.

— ¿Hablas en serio? – me pregunta con cautela.

— ¿Estoy aquí no?

—Sí, estás aquí – me dice sin creérselo todavía.

—Con todas las consecuencias Mew, me haces feliz y yo quiero que tú lo seas, así que vamos a intentarlo – le digo lo que llevo pensando toda la semana.

—Bien – me dice con sus ojos brillando de emoción.

Se hace a un lado para dejarme entrar y yo, como me indicó la primera vez que estuve aquí, me quito la ropa, la doblo correctamente y me pongo de rodillas en posición inicial.

La primera vez que hice esto no se sentía correcto. Todos mis sentidos luchaban contra ello, pero hoy es diferente. Me rindo a esto que siento, a la sensación que me calienta la sangre y hace que me sienta vivo. Más vivo que nunca.

—Eres el sumiso más perfecto que jamás soñé tener. Gracias por querer hacer esto conmigo, no te defraudaré, seré el amo que te mereces, te lo juro – me dice Mew con su voz ronca.

Da vueltas a mi alrededor, siento su presencia, tan fuerte y masculina que me tiene babeando.

—Mírame Gulf – me ordena.

Yo lo hago, lentamente lo miro y cuando él se enfoca en mis ojos puedo ver la pasión, el deseo y la lujuria brillando en su negra mirada.

—Mañana firmaremos cualquier papel que haga falta, ahora quiero que me digas si has leído las cláusulas y si tienes algo que objetar a nuestro contrato.

—Lo he leído y las cláusulas son aceptables, no tengo ningún reparo, amo – le respondo suavemente.

Puedo ver que mis palabras lo excitan mucho, se mueve incómodo a mí alrededor y se coloca su creciente erección antes de pasar sus dedos por mis labios ligeramente abiertos.

—Bien, eso tendrá que valer por ahora – me dice tendiéndome la mano para que me levante.

Cojo su mano y él me lleva hacia las escaleras, subimos y pasamos el cuarto que normalmente uso cuando estoy aquí. Al fondo del pasillo hay una puerta que nos adentra en otro pasillo, y al fondo una puerta acolchada de cuero negro tachonada en plata, nos espera.

Mew saca las llaves de su pantalón y abre la puerta que da paso a una sala digna de cualquier película para adultos.

Desde la suave iluminación hasta la cama de cuatro postes que ocupa el centro del espacio, esta sala grita sensualidad por los cuatro costados. Puedo ver al fondo una colección nada desdeñable de fustas y látigos de todos los largos y materiales. Restricciones para las manos y los tobillos, cuerdas, cadenas y vendas de terciopelo negro. Las paredes están forradas de seda dorada y el suelo es de suave moqueta roja.

Mi cara debe reflejar mi estupor porque Mew se ríe bajito mientras me arrastra al centro de la sala. Me acerca una bata de raso negro y la coloca sobre mi cuerpo anudando el cinturón alrededor de mi cuerpo.

—Puedes recorrer, tocar y experimentar cada cosa de esta sala – me dice sentándose en un sillón de respaldo alto. Cruza una pierna sobre la otra y me mira con curiosidad.

Yo todavía no he abierto la boca, recorro la estancia con ojos curiosos. Muchas de las cosas que veo ni siquiera sé para qué son. Me da vergüenza preguntarle, no quiero parecer un puritano, pero viendo todo lo que ignoro sobre esta vida, lo soy.

Me acerco a las fustas, son preciosas. Algunas son de cuero suave, paso mi mano por ellas y puedo notar el poder que emana de ellas. Mew sigue mi paseo por el cuarto sin decir nada.

En las vitrinas que hay en un lateral se exponen, como si fuese un museo, muchos artilugios que no conozco. Agarro unas pizas pequeñas que están unidas por una cadena, parecen de plata, su tacto es frío y suave.

Se las enseño a Mew y le pregunto:

— ¿Esto para qué sirve?

—Son pinzas para pezones – me responde levantándose de su trono y posicionándose a mi lado.

—Ah – le respondo, nunca había visto unas.

En ese momento Mew me lleva hasta una pared hecha de barrotes, coge varias restricciones y las pinzas por las que le pregunté.

Después abre mi bata dejando que caiga al suelo de la habitación. Mi respiración empieza a ser irregular, su presencia tan seria y concentrada hace de mí un guiñapo tembloroso deseoso de que me posea.

—Ofréceme tus manos Gulf – me pide.

Yo obedientemente las levanto para que sea más fácil para él atarlas. Las muñequeras son suaves y pesadas. Acto seguido me empuja un poco para que mi espalda toque los barrotes de la pared tras de mí. Luego levanta mi brazo a la altura de mi cabeza y lo ata a la pared, haciendo lo mismo con mi otro brazo momentos después.

Ahora estoy a su merced con los brazos en cruz, expuesto para su deleite. Sus ojos recorren mi cuerpo con un deseo arrollador, eso me hace más valiente, me siento poderoso y ahora entiendo muy bien lo que una vez me dijo; no es lo mismo sumisión que humillación.

Acerca sus labios a mi oreja y me susurra suavemente:

—Eres la perfección absoluta, ahora entenderás lo que podemos llegar a ser estando juntos. Déjame llevarte al cielo – me pide.

—Sí, amo – le contesto sin dudar.

Un gemido sordo sale de su boca e inmediatamente tengo sus labios sobre los míos en un beso demandante y pasional, casi salvaje.

—Vamos a probar este aparato que ha llamado tu atención – me dice enseñándome las pinzas de plata.

—Sí, amo – le contesto.

—Buen chico. Este extremo se coloca en un pezón y este en el otro – me dice colocándolas sobre mi cuerpo.

Son más suaves de lo que esperaba, no aprietan demasiado.

—Se pueden regular para subir o bajar la intensidad, y la cadena sirve para tirar y hacer la sensación más intensa – me explica tirando un poco de la cadena.

Mi reacción es inmediata, un escalofrío recorre mi cuerpo y un gemido sordo se escapa de mi garganta.

—Mi pequeño, eres tan receptivo. Estás hecho para mí, te enseñaré lo bueno que puede ser y cuidaré de ti – me dice acariciando mi cara con una mano y volviendo a tirar de la cadena con la otra. Ahoga mis gemidos con su boca y su lengua traza un sendero húmedo desde mi cuello hasta mi ombligo, dejándome con las piernas temblorosas de deseo.

Después de eso Mew se aleja dos pasos de mí y se quita la camiseta y los vaqueros, que lleva puestos. No tiene ropa interior, así que su magnífica polla salta delante de su cuerpo. Se me hace la boca agua. Me gusta poder verlo con tranquilidad, cada parte de su cuerpo es más impresionante que la anterior.

Se gira caminando hacia el aparador que contiene las fustas y coge una de cuero, corta y robusta. Puedo ver con más detenimiento el tatuaje de su espalda, es impresionante y debió dolerle mucho. La cicatriz es apenas visible bajo la tinta, pero ahí está como testigo mudo del dolor que ha tenido que pasar. Mew es un hombre increíble en todos los aspectos y me ha demostrado con creces que puedo confiar en él, así que dejo mis miedos a un lado y me entrego en cuerpo y alma a esta relación.

Cuando tiene todo lo que cree necesitar, Mew vuelve conmigo.

—Hoy es tu primera vez como sumiso, uno de verdad y quiero que lo disfrutes, pero aunque hoy sea para ti, no siempre será así, ¿eso lo entiendes? – me pregunta con su voz profunda, esa que me hace temblar por dentro.

—Sí, amo – le respondo.

A partir de este punto todo se vuelve borroso y ardiente. Mew saca el lubricante y acaricia cada parte de mi cuerpo con él. Huele a vainilla y a algo más que no reconozco, es estimulante. Mi polla está a punto y ni siquiera ha empezado a tocarme en serio.

Después de volverme loco con sus manos Mew coge la fusta y roza mi polla con ella. Me asusta un poco que me duela demasiado y él lo ve en mis ojos. No deja de mirarme, de evaluar mi estado y no puedo dejar de quererlo por ello.

—Te gustará, te lo prometo. Si es demasiado, usa el código de colores, ¿vale? – me explica.

—Sí amo, lo haré – le respondo, sé que le gustan las palabras.

Sin dejarme margen para pensar Mew descarga la fusta sobre mi erección arrancándome un chillido. Duele, pero el dolor enseguida se convierte en calor y el calor en placer. Es muy intenso. Deja que me acostumbre a la sensación y vuelve a descargar la fusta sobre mi estómago rozando de nuevo mi polla que gotea de excitación. Otra oleada de dolor, calor y placer, es fantástico.

— ¡Dios, eres impresionante! – me dice tirando la fusta y cogiendo el lubricante de la mesita. Esparce un poco en su mano y después acaricia su polla con fuerza.

—Sujétate con las manos de los barrotes y enreda tus piernas en mi cintura – me ordena.

Yo hago lo que me dice, estoy tan impaciente o más que él.

—Color precioso — me pregunta con su polla al borde de mi entrada.

—Verde, amo, verde — casi le suplico.

Y sin esperar más confirmación me penetra con una estocada firme y certera. No me ha preparado y esperaba el pinchazo de dolor y la sensación de ardor, pero nada de eso sucede. Un placer exquisito se expande por mi cuerpo. Parte desde el centro de mi estómago y arde a través de mis venas llegando a cada rincón.

Los gemidos ahogados de Mew me calientan más si cabe. No podré con tanto, es abrumador. Pero creo que mi amo no está de acuerdo porque sujeta mis nalgas con sus manos y me penetra más profundamente tocando ese lugar dentro de mí que me lleva al cielo. Estoy a punto de correrme, tengo que liberarme.

—Amo, yo... — balbuceo.

–Lo sé precioso, ya estoy ahí también. Déjate llevar — jadea contra mi oreja.

Seguidamente me taladra más fuerte y tira de la cadena de plata que une mis pezones y esa sensación hace que mi orgasmo me arrastre al placer más absoluto que haya sentido nunca.

Grito su nombre sin parar, no puedo evitarlo. Mew entonces se tensa sobre mi cuerpo hundiendo sus dedos en mis caderas y grita su liberación. Noto su calor en mi interior, y ya puedo decir, con total seguridad, que nunca he sentido una conexión tan excepcional con nadie en toda mi vida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top