Capítulo 15

GULF

Hace más de una semana que Mew me ha enviado el contrato para que le añada lo que crea conveniente y piense sobre su proposición. Ni siquiera he abierto el archivo adjunto al precioso correo electrónico que me ha enviado. Quisiera dejar de ser un cobarde completo y poder resolver este problema de una vez por todas, pero he sido incapaz.

Le he pedido consejo a Tul, pero me parece que no se fía de Mew y no quiere alinearme de ninguna forma, así que me ha dicho que lo lea y si tengo dudas lo llame.

Pues dudas, lo que se dice dudas tengo como mil, pero lo que más tengo es miedo. Miedo a no ser lo que Mew necesita, miedo a que salga tan mal que no pueda salir de esta relación con mi corazón completo.

Anoche soñé con Tee, hacía mucho tiempo que no la hacía. Su pelo suave, sus palabras de cariño cuando nos acostábamos a dormir, sus labios lentos sobre los míos cuando me besaba. Todas las sensaciones que casi había olvidado volvieron a mí, pero esta vez era un sueño agridulce. Tee fue mi primer amor, lo nuestro fue algo mágico que acabó de manera trágica. Lo que siento por Mew es algo mucho más maduro, pero a la vez más incendiario. No puedo dejar de pensar en nuestro último encuentro en el club. Fui yo mismo por primera vez en mi vida, dejé de pensar y actué, fue totalmente liberador.

Lo sé muy bien, con Tee nunca pude ser yo mismo del todo y quizá fue eso lo que nos alejó en el último tramo de nuestra relación. Lo culpé a él, culpé al accidente, culpé a la vida por haberme hecho daño, pero al final de cuentas el que nunca fue sincero, fui yo.

Son las dos de la mañana y no puedo dormir, hoy es viernes y no sé qué hacer. Mew no me ha vuelto a insistir, está siendo muy paciente conmigo, pero como todo en esta vida la paciencia de alguien también tiene su límite.

Me levanto, enciendo el ordenador portátil y abro el archivo que Mew me envió. Un contrato en formato oficial aparece en la pantalla. Es muy extraño empezar una relación a través de un contrato legal, pero todas las relaciones son contratos al fin y al cabo. En el texto que me envía están redactadas mis obligaciones como sumiso; cuidar mi salud y mi apariencia, estar disponible los fines de semana para mi amo, no tener relaciones afectivas ni sexuales con otros hombres mientras dure el contrato y algunas cosas más totalmente aceptables. También están resumidas las obligaciones del dominante y los términos y duración del contrato. Al final de todo se han adjuntado las listas de infranqueables, tanto la mía como la de Mew.

El contrato no dice nada que sea inconveniente o no realizable, pero no son las cláusulas lo que me impiden firmar el contrato, es su simple existencia lo que me echa para atrás. ¿Eso seremos siempre? ¿Amo y sumiso? ¿Puedo esperar algo más de Mew? ¿Si lo firmo estaré condenando nuestra relación al plano sexual exclusivamente? Todo esto es lo que no me deja dormir.

Me vuelvo a acostar sin nada claro y con un dolor de cabeza punzante. Mañana es sábado y podré dormir un poco más. Por la tarde quiero terminar de pintar el garaje y de ordenar las pocas cosas que me quedan de Tee, ya es hora de pasar página.

La luz de la mañana me despierta demasiado pronto de mi intranquilo sueño, creo escuchar mi teléfono sonando a lo lejos. Abro los ojos maldiciendo mi mala suerte y contesto la llamada.

— ¿Sí?

—Gulf soy Mew, ¿te he despertado?

—No, es que he tenido mala noche, ¿pasa algo?

—Solo quería invitarte a desayunar si te apetece y tienes tiempo – me dice con voz insegura, y esa inseguridad me hace mucha gracia.

—Dame quince minutos y estaré listo, ¿pasas a recogerme?

—UM... estoy en tu puerta.

—Vale, espera un segundo – le digo y salgo a abrirle.

Cuando abro la puerta me encuentro a un chico con vaqueros y camiseta, muy atractivo, y muy parecido a Mew.

—Hola, estás muy guapo – le digo echándome a un lado para dejarlo pasar.

—Tú eres muy sexy recién levantado, creo que me estoy perdiendo mucho durmiendo lejos de ti – me suelta tan fresco dejándome con la boca abierta.

—Siempre sabes que decir para dejarme sin palabras, ¿verdad? – le pregunto.

Él se encoge de hombros y sonríe con picardía, este hombre será mi perdición.

—Espérame en la sala un segundo, voy a ducharme y vuelvo enseguida – le digo.

Me ducho a la velocidad del rayo y pienso rápidamente lo que ponerme, me decido por vestirme con vaqueros y camisa, no sé qué idea tiene Mew, pero supongo que servirá. Antes de volver a la sala respiro hondo y me doy cuenta de la ilusión que me hace que Mew esté aquí.

—Cuando quieras... — le digo entrando en la sala.

—Estás precioso en esta foto – me dice señalándome un retrato que cuelga encima de la chimenea.

—La hicimos cuando fundamos la empresa, fue un día genial – le respondo.

—Tú eres precioso todo el día, todos los días – me dice cogiendo mi cara y posando sus labios sobre los míos.

—Gracias. ¿Qué tienes pensado para hoy?

—Quería invitarte a desayunar y a pasar el día conmigo, te he echado de menos estas dos semanas – me confiesa.

—Siento haberte hecho esperar, pero necesito algo de tiempo Mew – intento explicarle.

—No te sientas presionado, no estoy aquí por el contrato, estoy aquí por ti – me dice cogiendo mi mano y llevándome hasta el coche.

Mew me lleva a una cafetería espectacular en el centro, el desayuno fue maravilloso y la conversación aún más. Acabamos paseando por la avenida mirando escaparates sin parar. Mew me cuenta que su casa de la ciudad necesita una reforma urgente, casi no lo hizo nada cuando se mudó y hasta ahora no ha tenido mucho tiempo para reformas.

Finalmente le han concedido el permiso que estaba esperando para desarrollar su proyecto y ahora tiene más tiempo para sí mismo.

— ¿Quieres que le eche un vistazo? Podría hacerte un diseño si me dices que estilo quieres darle – me ofrezco.

— ¿En serio? Me encanta el estilo de tu casa, ¿podrías hacer algo parecido? – me pregunta con una sonrisa.

—Tendría que ver el apartamento primero para darte una opinión.

—Perfecto, vamos entonces – me dice.

— ¿Ahora? – le pregunto.

— ¿Tienes otros planes?

—En realidad no, pero tú tendrás cosas que hacer – le digo.

—No, la verdad es que no hay nada que me apetezca más que estar contigo – me responde con una sinceridad que me derrite por dentro.

Mew conduce casi media hora hasta que llegamos a un edificio en la mejor parte de la ciudad. En la recepción un hombre corpulento saluda formalmente a Mew y nos dirigimos directamente al ascensor.

— ¡Guau! Este edificio es fantástico – le digo impresionado.

—Compré el ático cuando gané mi primer millón de dólares – me dice como si tal cosa.

—Sabía que tenías dinero, pero eres todo un magnate – bromeo.

— ¿Y eso te impresiona?

—Me impresiona más que te atrevas a ir a mi casa sin saber si te voy a decir que sí o que no, que te atrevas a apostar por nosotros, porque sé lo mucho que te está costando esperar a que firme ese contrato – le resumo, su dinero me importa un bledo.

Mew no dice nada, solo atrapa mis labios en un beso demandante, posesivo y abrumador. Siempre, todas las jodidas veces, me deja sin aliento. Yo me dejo llevar, solo quiero sentir su piel contra la mía, lo he deseado desde esa noche en el club.

Mew introduce el código para poder entrar y cierra la puerta de una patada. Me coge por la cintura y yo enredo mis piernas en sus estrechas caderas.

—Mew... — le digo con mi boca contra su cuello.

—Gulf, precioso, te he echado de menos, sueño contigo cada noche. Esa noche en el club descubrí algo de ti que me dejó sin respiración y quiero seguir descubriendo cosas – me susurra.

—Mew... por favor – le suplico.

—Déjame probarte, déjame tenerte otra vez, por favor – me pide como si fuese una plegaria.

—Al dormitorio, ya – le digo.

Mew me guía por su precioso apartamento hasta el dormitorio principal, su cama es enorme y las vistas de la ciudad son espectaculares, pero no tengo tiempo para eso.

Le quito la camiseta a Mew y la dejo caer al suelo, después sus pantalones vaqueros y sus zapatos y calcetines. La ropa interior también me estorba, así que la elimino. Mew no se queda atrás arrancándome la ropa y en un santiamén estamos los dos desnudos sobre la cama.

Nos besamos salvajemente, su boca destroza la mía, su saliva rueda por mis labios hasta mi barbilla. No deja que nada se desperdicie, lame la comisura de mis labios y después mi cara hasta mi cuello, es realmente excitante.

Lo miro a los ojos y los suyos me devuelven la mirada cargada de promesas sucias. Me río de lado y comienzo a lamer sus pezones, los muerdo y chupo hasta que jadea de necesidad. Su mano se posa en mi cabeza y me empuja hacia abajo, donde quiere que tenga mi boca en realidad.

Me encanta que no pierda sus maneras de dominante, sabe lo que quiere y no se anda con rodeos, esa seguridad me excita sobremanera.

—Eso es precioso, abre tu boquita y cómetela – me susurra en éxtasis.

—Sí, señor – le respondo y él gime profundamente ante mis palabras.

Lamo, chupo y succiono sin pudor, no tengo que fingir ser lo que no soy, me gusta que me domine, me gusta que entienda mis necesidades, que se adelante a mis deseos. Para que seguir engañándome, esto es lo que quiero, es lo que necesito de verdad.

Siento a Mew temblar, su cuerpo es tan receptivo y estoy aprendiendo a distinguir lo que quiere en cada momento. Agarra un puñado de mi pelo y tira ligeramente para poder conectar nuestros ojos.

— ¡Dios! Eres muy bueno con tu boca, pero quiero correrme dentro de ti, quiero ver tus preciosos ojos castaños mientras lo hago, no me quiero perder ni uno de tus gestos – me dice.

—Sí señor, como quieras – le respondo tumbándome sobre mi espalda y abriendo las piernas en una clara invitación.

Mew se levanta un momento sin dejar de mirarme y coge lubricante de la mesita, el tamaño de la botella me deja sorprendido. Él parece darse cuenta, y me mira con esa sonrisa diabólica suya que me hace temblar.

—Es que desde que te conozco he tenido que satisfacerme en solitario, muchas veces, así que... — me explica.

—Mew... — le reprocho, le encanta avergonzarme.

—Eres perfecto cuando te sonrojas, ahora voy a follarte hasta que solo puedas pensar en mí y en hacerme tu dominante para siempre – me explica.

Acto seguido entierra su cara en mi culo y lame sin parar, su lengua juega con mi entrada y yo no puedo dejar de gruñir, es demasiado intenso.

Lubrica sus dedos con los que me abre suavemente para poder follarme sin problemas, pero esos dedos maestros son demasiado buenos y estoy a punto de correrme.

—Mew, por favor, señor, yo... — le suplico con los ojos que lo haga ya.

—Ya voy cariño, aguanta un poco – jadea sobre mi oído.

Después Mew me posee, poseer es la palabra correcta. Posee mi cuerpo, mi mente y mi alma. Nunca me he sentido tan completo y a salvo que en este momento. Mientras su frente se apoya en la mía, sus manos levantan mi culo para poder follarme más profundamente estoy en el cielo. Respiro su aliento cálido y él el mío, quiero llorar de felicidad cuando mi orgasmo llega sorpresivamente. Grito su nombre y libero mil años de dolor, de soledad y remordimientos que me dejan ligero por dentro. Dos estocadas más y Mew entierra su cara en mi cuello corriéndose en mi interior susurrando mi nombre, es un momento mágico que quiero guardar para siempre en mi memoria.

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