Capítulo 14
TUL
Gulf está de los nervios con su "relación" con Mew, sinceramente a veces me arrepiento de haber hecho caso a Max y haberles tendido una trampa esa primera noche en el club. Según mi novio son perfectos el uno para el otro, pero Mew ya la ha cagado pero bien con mi amigo, y no pienso permitir que le hagan daño, ya ha pasado por suficiente dolor. Me ha pedido consejo sobre cómo ser un buen sumiso y yo no he sabido que decirle, en parte dudo que pueda ser sumiso de nadie y por otra parte sé que puede ser muy bueno para él dejar que alguien lo cuide de verdad. El problema principal es que no sé si Mew es ese alguien que él necesita, porque tiene problemas que resolver y ahora mismo Gulf está en una situación demasiado vulnerable.
Me ha contado, con evidente vergüenza, su última visita al club y he de decir que me ha sorprendido bastante. Siempre he creído que Gulf era un chico más bien tradicional, pero tiene un ser bastante sexual escondido en su interior. Creo que se siente culpable por tener ciertas necesidades, así que he intentado calmar su conciencia diciéndole que sus impulsos son totalmente normales, que no hace daño a nadie y que cada uno vivimos nuestra sexualidad de forma distinta.
Por lo que me ha contado Mew estuvo más que fantástico con él y que se entendieron, eso hizo que le diera el beneficio la duda. Aconsejé a Gulf que leyera su contrato y que me llamara en caso de dudas. Rezo porque todo salgo bien entre ellos.
Mientras tanto tengo que centrarme en mi propia vida amorosa, Max está muy raro últimamente, algo distante. Sigue siendo cariñoso, dominante y totalmente sensual, pero sé que le pasa algo que no me ha dicho y eso no puede ser. He decidido que hoy me dirá lo que quiera que sea me está ocultando, así que lo he citado en el club. He alquilado una sala algo "especial", voy a seducirlo y a sacarlo de su mente para poder llegar al fondo del asunto que lo tiene tan nervioso.
De momento voy a lanzar mi anzuelo a ver qué puedo pescar. Estoy en casa frente a mi espejo de cuerpo entero, he sacado varias fotos sugerentes que voy a enviarle a Max, tengo que tenerlo lo suficientemente excitado para lo que tengo pensado esta noche.
Su respuesta no se ha hecho esperar y Max me manda mi primer aviso de hoy, no será el último.
"Pequeño estoy trabajando"
Si cierro los ojos puedo verlo con su ceño fruncido y empezando a pensar en mi castigo de esta noche, no sabe ni la mitad de lo que le espera. Le mando mi segunda foto y su respuesta clara y contundente.
"Tul, tienes que parar o esta noche no saldrás caminando del club"
Esta noche puede que salga en sus brazos del club, pero también saldré con mis respuestas.
Mi tercera foto, la más provocadora. Diez minutos después su respuesta.
"Voy de camino a casa, espero que estés preparado para tu castigo"
Le respondo con tranquilidad el mensaje que me va a asegurar un castigo ejemplar esta noche.
"Acabo de salir para la oficina, deberás guardar esa fuerza para esta noche, en el club a las diez Max, no llegues tarde"
Ni siquiera espero a leer su respuesta, cojo las llaves del coche y salgo como una bala hacia mi despacho, sé que no se atreverá a molestarme en el trabajo, lo conozco como nadie.
Cuando Max llegó a mi vida yo estaba pasando una crisis bastante profunda. Mi trabajo me dejaba vacío por dentro y realmente había perdido la fe en el ser humano. Aunque ya había probado lo de ser sumiso nunca pensé que fuese para mí a largo plazo, en mi fuero interno creía que era una etapa que pronto superaría, pero no sabía hasta qué punto me equivocaba.
Max arrasó por todo a su paso en cuanto me puso los ojos encima, él me eligió. Aunque me repite constantemente que soy yo el que lo elegí a él, que lo hice el hombre más feliz del mundo cuando accedí a firmar nuestro contrato. Después de un año siendo su sumiso Max me pidió que fuera su novio, que rompiéramos el contrato que nos unía, que me amaba y quería una vida completa conmigo. Yo hacía mucho tiempo que sabía que lo amaba, pero aun así me resistí a romper el contrato, ese trozo de papel me aseguraba una estabilidad.
Al final y después de demostrarme mil veces que lo que sentía por mí era verdadero accedí a tener una relación formal con él, hoy en día no me arrepiento de esa decisión. Max es mi vida, lo amo más que a nada en el mundo, él me comprende, me conoce y me respeta como persona, sinceramente es el mejor hombre del mundo para mí.
Ahora es mi turno de cuidar de él, sé que le pasa algo que no me ha contado y también sé que tiene que ser algo grave porque nunca me ha escondido nada, siempre hemos sido sinceros entre nosotros y no quiero que eso cambie.
Mi día en la oficina se está haciendo demasiado largo, después de la reunión con el departamento de diseño decido irme a casa a tomar un baño relajante y a prepararme para esta noche que preveo bastante dura.
Nuestra bañera es grande, la lleno de agua templada y sales de baño con olor a lavanda, el perfume preferido de Max. Mientras me relajo con mi música favorita, decido que hacerme una foto es una buena idea, y que mandársela a Max también lo es. Enseguida su respuesta que me hace estallar en llamas.
"Definitivamente esta noche voy a destrozarte mi pequeño diablillo, me pedirás clemencia mientras te follo hasta que te desmayes, prepárate"
Me río bajito y me deleito con la anticipación que siento en mi corazón, no puedo esperar a que me ponga las manos encima.
Después me preparo convenientemente y salgo hacia el club, Max irá conduciendo, así que yo pido un coche porque sé que después de nuestra sesión no estaré en condiciones para conducir.
En el reservado que he pedido me espera todo según les he pedido, nada de cuevas oscuras ni cuero negro. Una cama blanca con sábanas frescas, cortinas y decoraciones de colores suaves y un ambiente relajado. Eso sí, fustas, lubricantes, condones y restricciones de todo tipo llenan los cajones de la cómoda y el armario que hay en la habitación, quiero un ambiente seductor, pero quiero que mi hombre tenga a mano con que castigar mi insolencia de hoy.
Me desvisto y me coloco la camisa blanca de Max, me queda algo grande, pero me tapa hasta las rodillas. Debajo solo un bóxer blanco pequeño y ajustado y el plug anal que llevo puesto desde que salí de casa. Faltan quince minutos para las diez cuando lo tengo todo preparado, me siento en el pequeño sofá negro de la sala y me hago un selfie que enseguida le mando a Max. Ni siquiera espero tener respuesta, seguramente estará conduciendo de camino, pero cuando llegue y lo abra espero ganarme mi quinto castigo del día.
Recojo los cojines blancos que voy a usar para esperar a Max frente a la puerta y los pongo en el suelo. Me arrodillo sobre ellos con las piernas abiertas y mis manos sobre los muslos con las palmas hacia arriba.
Intento regular mi respiración y espero paciente a que Max llegue a nuestra cita.
No sé cuánto tiempo ha pasado cuando siento como la puerta se abre y el olor suave a marea me dice que mi hombre ha llegado. Solo escucho su respiración agitada y mi corazón trotando a mil por hora. En esta posición el plug se me clava profundo y no quiero moverme y estimular más esa zona sensible de mi cuerpo.
—Hoy ha sido uno de los días más duros de mi vida – me dice con un tono de voz roto, está controlando su genio y esa lucha es palpable en el ambiente denso que se ha creado desde que ha entrado por la puerta.
Max me rodea, caminando alrededor de mi cuerpo lentamente. Sus pasos son suaves y acompasados, nada que ver con su respiración rápida y las manos en los bolsillos de sus pantalones para evitar atacarme en ese mismo momento.
Esta noche va a ser bastante dura, ya lo sabía, pero estoy deseando que empiece.
—Has jugado con mi cordura con la intención de volverme loco, a pesar de mis advertencias, has seguido provocándome sabiendo que yo te deseaba desde esta mañana – me dice sin dejar de caminar.
Después de recrearse con la vista, oigo como se despoja de su ropa. Con el rabilo del ojo veo que se ha quitado el traje y los zapatos. En ropa interior se pasea por la habitación y busca en los cajones lo que cree que va a necesitar esta noche. Me parece distinguir el látigo de tres colas entra las cosas que pone sobre la cama. Ese látigo solo lo ha usado una vez y caí tan profundamente en el sub-espacio que no lo hemos vuelto a usar. Ahora sí que me pongo nervioso, quizá he ido demasiado lejos y al final la jugada me salga muy mal.
—Levántate Tul y ven aquí – me ordena, todavía no me ha tocado.
Me levanto despacio y me dirijo hasta la esquina de la habitación dónde Max se ha sentado. Una otomana blanca con patas labradas, y pinta de ser muy cómoda ha sido el sitio elegido por él para mirarme sin pudor, con las piernas abiertas y su cara más seria.
— ¿Por qué has hecho esto? – me pregunta, yo sigo sin mirarlo, ahora me da miedo pensar que esté realmente enfadado.
—Solo quería sorprenderte amo – le digo en voz baja con mis ojos mirando mis pies descalzos.
—Mírame cuando me hables – me ordena fríamente.
Alzo la mirada y sus ojos negros me traspasan. La mandíbula apretada, sus labios rectos y su postura dominante me dicen que está haciendo un esfuerzo por no tirarse sobre mí.
—Ahora tendrás el castigo que mereces y lo acatarás como buen sumiso – me dice mientras se levanta y me quita la camisa blanca deslizándola por mis brazos.
—Sí amo – le respondo bajito.
—Buen chico, ahora quítate la ropa interior y túmbate en la cama – me ordena.
Yo hago lo que me pide y me tumbo en la cama, él sigue en la otomana.
—Ahora quiero ver cómo te tocas, quiero verte arder. Abre las piernas y tócate, pero no te puedes correr hasta que yo te lo diga – me dice fríamente. Parece que quiere disfrutar del espectáculo desde lejos.
Respiro hondo y abro mis piernas tocando mis muslos con dedos temblorosos. Soy demasiado consciente de la mirada de Max sobre mi cuerpo y eso hace de mí un ser vergonzoso. Intento controlar mi respiración y pensar que estoy solo en casa esperando a que Max llegue a casa. Acaricio mi abdomen desde el esternón hasta el ombligo y deslizo un dedo por mis pelotas hasta la entrada de mi culo. Tropiezo con el plug que me coloqué antes de salir de casa, aprieto un poco y el aparato toca mi próstata haciéndome gemir. Mi erección que estaba medio dormida hace acto de aparición. Mi polla está dura en dos segundos, rozo el glande con los dedos y paso el semen pegajoso de la punta por toda mi longitud.
Cada vez estoy más cómodo con esta situación, oigo la respiración trabajosa de Max desde su sitio en la esquina de la habitación. Tiene una vista privilegiada desde ahí, giro mi cabeza y veo como su cara es la viva imagen de la lujuria. Sus manos acarician su erección mientras sus ojos siguen el curso de mis manos sobre mi piel.
Apuesto por hacer una jugada arriesgada, saco el plug de mi interior y lo sustituyo por mis dedos lubricados con saliva. Su cara se transforma en algo salvaje y se levanta de su asiento hasta que llega a la cama. Me mira desde arriba y coge el lubricante que dejó antes en el colchón. Se lubrica la mano para tocar mi polla suavemente en un movimiento fluido, arriba y abajo con presteza. Mis dedos tocando mi próstata, sus manos cálidas masturbándome es demasiado, estoy a punto de correrme, pero él no me ha dado permiso.
—Amo por favor, déjame correrme – le suplico.
Entonces Max agarra un anillo para pene y lo desliza por mi polla y lo sujeta debajo de mis testículos. La sensación es inmediata, el orgasmo que sentía que me partiría por la mitad se queda en nada. Un gemido de frustración se escapa de mis labios.
—No te correrás hasta que yo lo permita, quiero que sientas la profunda frustración que he sentido todo el día – me dice con su cara más diabólica.
—Amo... — intento suplicar.
—No quiero oír ni una palabra pequeño – me advierte.
Después de eso Max me ata a la cama, mis piernas abiertas dobladas hacia mi pecho y mis brazos a cada lado del cabecero. Estoy totalmente a su merced y eso le encanta, veo como sus ojos brillan, sus labios entre abiertos respirando con dificultad.
—Eres lo más hermoso que he visto en mi vida, y eres totalmente mío. No porque lo diga un contrato, no porque yo lo desee con más intensidad de lo que he deseado nada en mi puñetera vida, es porque tú lo deseas tanto como yo. Me haces feliz de maneras que nunca sabrás mi pequeño – me dice enterrando su cara en mi culo y lamiendo todo a su paso.
La carga eléctrica que siempre siento cuando Max hace eso me atraviesa la columna vertebral. No puedo moverme, no puedo gritar, solo puedo aguantar la fuerte estimulación que mi amo me ofrece.
Después de meter su lengua en mi entrada y sus dedos dejar marca en mis muslos se sitúa de rodillas entre mis piernas y me atraviesa de una estocada. El calor, el dolor y la sensación de estar demasiado lleno me arrasa por dentro. No puedo evitar soltar un grito de placer absoluto, su polla sale de mí suavemente y vuelve a entrar de forma salvaje, profundamente hasta dar con ese manojo de nervios que me hacen estremecer. Mi mente se satura por todas las sensaciones que recibe, se me nubla la vista y siento como vuelo fuera de mi cuerpo. Pero Max no va a permitir que me escape tan fácilmente.
—No precioso, no puedes irte aún – me dice saliendo de mí y desatándome.
Me pone de pie y temblorosamente me lleva hasta la pared derecha de la habitación. En ella unos aros dorados anclados a la pared sirven para atarme los brazos y otros aros similares en el suelo para mis tobillos. Ahora estoy de cara a la pared con mis brazos y piernas abiertas para que mi amo disponga de ellos a placer.
—Recuerdo la única vez que usé el látigo de tres colas contigo, fue una experiencia fuera de este mundo, pero hasta hoy he temido que fuese demasiado para ti. Ahora pienso que te he subestimado y que realmente sí puedes con ello. Ahora háblame pequeño, color – me dice con un susurro en el oído.
—Verde, amo – le digo sin dudarlo, quiero la experiencia completa, quiero que esté tan excitado que me diga que es lo que está pasando en su vida que no comparte conmigo.
—Eres perfecto, tanto que a veces pienso que estoy en un sueño – me dice acariciando mis hombros, dejando un suaves besos por mi nuca y parte de mi espalda alta. Mi piel reacciona a sus caricias, mi polla sigue gritando por piedad y mis piernas se aflojan con su cercanía. No sé si yo seré perfecto, pero lo que siento cuando estamos así, sí que lo es.
El sonido del látigo surcando el aire me hace gemir de anticipación, después un dolor sordo me atraviesa la espalda de arriba abajo. Gruño con el dolor que me atraviesa, que poco después se convierte en un calor abrasador que me llena de placer. Oigo a Max resoplar por el esfuerzo y la excitación. Deja que saboree el placer que me da y vuelve a descargar el látigo sobre mi espalda baja y parte de mi culo y muslos. Me retuerzo de un placer dulce que hace a mi corazón retumbar.
—Eres un sumiso magnífico, pero eres un novio incluso mejor, te amo Tul, más que a mi vida – me dice mientras me folla sin miramientos. Su potente erección se entierra en mí tan profundo que caigo poco a poco en un estado mental en el que floto sobre mí mismo, donde solo el placer existe y me entrego totalmente a él.
En un momento dado Max se deshace del anillo que presiona mi polla y deja que me derrame sobre el suelo, un orgasmo brutal estalla en mi cuerpo, uno tan intenso que parece no terminar nunca. Oigo a Max gritar mi nombre y derramarse en mi interior antes de que todo se vuelva negro a mí alrededor.
Cuando despierto de mi estado comatoso estoy en la cama con Max abrazándome con cariño y llamándome suavemente. Abro los ojos lentamente y su preciosa cara preocupada me arranca una sonrisa.
—Tul, cariño, ¿estás bien? – me pregunta tendiéndome un vaso con agua fría que resbala por mi garganta arrancándome un suspiro de placer.
—Más que bien, ha sido especial – le digo dejando mi cabeza sobre su hombro, aquí me siento como en casa.
—Mi pequeño, eres un sueño hecho realidad. Nunca pensé encontrar a alguien que fuera tan perfecto para mí, al que amar sobre todos los demás – me dice.
— ¿Y entonces por qué me ocultas cosas? – le pregunto, es ahora o nunca.
—Yo no te oculto nada – me responde.
—Claro que sí, llevas semanas muy raro, ausente y si no te conociera bien hubiese pensado que me estás engañando – le digo muy claramente.
—Jamás te engañaría – me dice muy serio.
—Lo sé, pero me ocultas algo, y empiezo a creer que es grave – sigo en mis trece.
Max suspira claramente derrotado, me separa un poco de su cuerpo para poder mirarme a los ojos.
—Tul, no te oculto nada de nada, eres la única persona en el mundo que sabe quién soy realmente, todo de mí es tuyo, pero quiero que todo el mundo lo sepa. Quiero gritarle a los cuatro vientos que eres mío, que yo soy tuyo y que es para siempre – me dice y yo no entiendo nada. Mi cara de pasmo le hace reír. Me encanta su sonrisa, es preciosa.
—No entiendo – le digo.
—Está bien, no quería que esto fuera así, pero supongo que es lo que hay – me dice mientras se arrodilla delante de la cama y coge mis manos entre las suyas.
—Tul, mi pequeño diablillo, como siempre desde que te conozco, las cosas se harán a tu manera. Te amo, tanto que me duele y si tú me amas aunque sea un poco, ¿querrías hacerme más feliz de lo que ya me haces y casarte conmigo? – así sin más me suelta lo que he querido oír desde hace mucho.
—Max... — balbuceo, mi lengua no me responde.
—Comprenderé que tengas que pensarlo, no quiero agobiarte... — me dice.
—Max, no tengo nada que pensar. Te amo más que a nadie en este mundo, tú me salvaste y has hecho de mi vida algo maravilloso, de lo que doy gracias cada día. Así que sí, me casaré contigo – le respondo.
No puedo ver nada porque mis lágrimas me nublan la vista, pero Max me levanta en brazos y gira sobre sí mismo sin parar, arrancándome una sonrisa salvaje.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top